Los charcos de agua crecían como pequeños lagos en miniatura y sus superficies eran perturbadas constantemente, haciendo que todo reflejo en ellas se distorsionara hasta ser irreconocibles.
Los agricultores empezaron a salir de sus casas molestos por el ajetreo, sin embargo sabían que ese ser de ropas oscuras era aquel ladrón que aparentemente les había robado. Todos estaban preocupados por Pi, la conocían desde hace mucho tiempo, ella, Li y su madre eran asiduas clientes del reino, bueno todos los reinos lo son, pero ellas eran de los pocos matenienses que les visitaban sólo para saludar. Además eran amigas del héroe Solari.
Li también estaba preocupado, sin embargo la única que ya no lo estaba, siendo que debía ser la que más nervios tendría que tener, era su madre. Ico ahora se encontraba tranquila, Likos al principio no lo notó pero cuando ella le dijo “No, olvidalo… No tiene importancia” hizo un ademán con la mano tan natural, como si estuvieran conversando acompañados de una taza de té y galletas.
De pronto una luz blanca procedente de un rayo cayó sobre el combate, cegando a todos aquellos que no lo vieron venir. Luego vino el trueno.
―¡Li! ―Apenas pudo escuchar la voz de Pi tras el fuerte impacto, Cuando abrió los ojos alcanzó a ver una figura rosada y difusa que fue tomando la apariencia de su hermanita― ¡Li alcánzalo se está escapando! ―Sin darle tiempo de reaccionar Pi se montó sobre él y le repitió lo mismo.
―¿Qué pasó? ―Preguntó, pero entonces escuchó la voz de Ico tras de sí.
―¡Li no hay tiempo! ―Ella estaba apuntando a algo de delante, se trataba del ladrón que corría hacia los cultivos
«¡Hacia el vehículo! »Pensó.
Sin perder más tiempo Li se echó a correr, más no detrás del ladrón. La carrera por el tejado los había acercado al granero, que estaba del lado opuesto a la casa en la que se habían metido, así como del vehículo. El caballo corrió en esa dirección, rodeando al ladrón para encontrarlo de frente. Recordaba vagamente dónde se encontraba tal vía de escape pero cuando la vio lo supo de inmediato. Era una motocicleta de una sola rueda, extremadamente delgada, diseñada específicamente para la velocidad. El asiento era horizontal y se funcionaba con el manubrio cuyos mangos se sostenían verticalmente para reducir la fricción con el aire, además de estar rematado por una punta afilada. La motocicleta estaba de espaldas al pueblo y con la nariz inclinada apuntando al cielo. Se veía lista para un escape rápido, pero no iba a ser así.
El ladrón casi cae resbalando en el charco frente a él al detenerse tan repentinamente tras ver como Li y Pi llegaban de frente salpicando el agua con un derrape. Ico se quedó atras, un poco alejada para cubrir la retaguardia.
Tetra Pi y el ladrón jadeaban con dolor en sus pechos.
―¿Ya no quieres jugar?... ―Preguntó Pi, pero no hubo respuesta― No importa… Te tenemos… ¡Ríndete de una vez!... ―Apenas podía hablar― Ese truco… Con el rayo… ¿No te funcionó… Tan bien?... ¿O sí?...
El ladrón se veía cansado y harto. Tenía su espada retraída dentro del mango pero no se iba a dar por vencido. Con velocidad aventó el mango de la espada a su mano derecha y rápidamente tomó lo que traía en la pierna derecha para apuntar su cañón al par hermanos.
―Pi ―Susurró Li.
―Ya sé. ―Estaban siendo apuntados por una pistola.
―Pi, no hay nada que hacer.
―Tranquilo lo tengo bajo control
―¡No, no es cierto, Pi, ya basta!
Parecía que Li tenía razón, el ladrón sostenía una pistola frente a ellos sus probabilidades eran escasas. Tetra tal vez podría esquivarlo, ella era rápida en reaccionar y en distancias cortas pero él no, Li podía ser el más veloz de Matenas pero le costaba trabajo alcanzar esa velocidad. Sin embargo su hermanita tenía conciencia de algo, algo que Ico también vio y estaba segura de ello, sin embargo el ladrón no lo estaba.
Algo no se sentía bien, tanto así que los tres agacharon la mirada al mismo tiempo, curiosamente, los llevó a mirar sus pies, cada quien los del bando contrario. Li notó que el ladrón tenía un leotardo que le llegaba por encima de las rodillas, a partir de las cuales tenía las piernas desnudas salvo por un pequeño calzado el cual, básicamente, estaba sumergido en el charco. Sin embargo Pi y el ladrón vieron otra cosa. Los tres estaban parados sobre el mismo charco, y ahí se dieron cuenta de lo que pasaría.
―¡Salta! ―Gritó Pi mientras jalaba la cabeza de Li para hacerse a un lado. Éste sólo espero el disparo, sabía que no reaccionaría a tiempo pero fuese como fuese protegerá a Pi a como diera lugar. Así pues se alzó en sus patas traseras para cubrir por completo a ésta con su cuerpo. Ico también se dio cuenta de lo que estaba a punto de pasar y salió disparada, pero no llegaría a tiempo, ella no era tan rápida como su hija e incluso así lo intentó.
Aquel suceso pasaba a varios metros de distancia del pueblo. Los agricultores no tenían idea de lo que estaba sucediendo, no podían ver, mucho menos escuchar. La lluvia era muy ruidosa, sumado a que de vez en cuando un relámpago resonaba en el cielo. Y aún así, todos pudieron verlo. A lo lejos por donde aparentemente continuaba el duelo, vieron un enorme resplandor azulado, acompañado de un tronido muy peculiar. El sonido no fue muy fuerte, de hecho se escuchó bastante apagado y luego se mezcló con el de la lluvia. Despues de eso hubo silencio.
Todos en el pueblo salieron corriendo a las cercanías y horrorizados vieron los tres cuerpos sobre el charco, Ico, Li y Pi.
Fin del capítulo 3
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