Terra inspiro el aire puro del bosque, amaba su aroma. Se acomodó en la punta del árbol y miro al cielo. Los pájaros volaban cantando las canciones de la mañana. El viento despeinaba su corto cabello negro, mechones de este le volaban a la cara tapándole el paisaje. Había salido temprano para ver si podía cazar algo más grande que un conejo, pero se había quedado embobada con la hermosa vista del bosque en la mañana. Sentía que a esta hora el aroma era más fuerte y puro.
Pasaba más tiempo ahí que en Mispel, de alguna manera la hacía acordar a todas las veces que había salido a cazar con Mia en el bosque de Diokris, aunque ningún bosque se podía comparar con el de Diokris, ese lugar tenía algo que hacía que todos los colores parecieran más vividos como si el mismo bosque tuviera vida y respirara a la vez que ella lo hacía. Lo extrañaba, aunque se podía conformar con el bosque de los humanos.
Pero, sobre todo, extrañaba a Mia, su mejor amiga. Siempre que estaba en el bosque cazando se preguntaba que había sido de ella. Se preguntaba si habría terminado su entrenamiento y si era una géminus como tanto lo habían planeado. Si seguiría siendo igual de graciosa y mandona o tan buena para la caza. Deseaba verla, pero no podía volver a Zánix, la ejecutarían. Tampoco podía dejar sola a Rayla, además sabía que ella no quería volver, estaba más que feliz fingiendo ser humana. Ella encajaba perfectamente en Arkkia.
Se dio la vuelta sobre la rama y pudo ver el pequeño pueblo de Mispel. Su padre les había conseguido un trabajo para un humano carnicero que las dejaba quedarse en una diminuta choza en su terreno si Terra cazaba para él y si Rayla se ocupara de los quehaceres de su casa.
A Rayla no le gustaba mucho su trabajo, pero era mejor que ser una mestiza prostituta. Poco después de que llegaran a Mispel, el pueblo se empezó a llenar de mestizas que habían huido de la EGZ para no convertirse en géminus. Al no encontrar trabajo y teniendo sus hermosas caras y cuerpos mitad hada terminaron en los prostíbulos. Mispel se terminó haciendo conocido por sus prostitutas.
Por suerte ningún humano sospechaba lo que realmente eran. Ellos pensaban que las hadas tenían alas y fuerza bruta, mientras que los mestizos tenían orejas puntiagudas y colmillos.
Las hadas en realidad ya no tenían alas, aunque se dice que las tenían al principio de los tiempos, y tampoco tienen fuerza bruta. Lo que sí tienen son colmillos y orejas puntiagudas, son bastante inofensivas y delicadas, excepto cuando se transforman en su Orbis o controlan su elemento.
Los mestizos por otro lado parecían totalmente humanos excepto por su belleza, fuerza, velocidad, sanación rápida y los sentidos agudizados, en resumen, son los soldados perfectos.
Las amigas de Rayla en el pueblo eran prostitutas, pasaba con ellas la mayor parte del tiempo. Debido a ellas fue como conoció a su novio humano Dominic. Terra nunca lo había visto pero Rayla hablaba todo el tiempo de él y si no hablaba de él estaba con él. Y también debido a ellas fue como Terra conoció a Agatha una mestiza unos años mayor que ella, no la consideraba su novia, debido a que lo único que lo único que pasaba entre ellas era meramente físico. Terra lo definía como una enorme distracción y alivio que ambas sacaban de sus encuentros. Ni siquiera Rayla sabía lo que pasaba entre ellas, era un secreto.
Otras de las razones por las que no se iba de Mispel era porque aun tenia esperanza de que su padre fuera a su búsqueda. Pero como no lo había hecho después de un año solo había dos posibilidades, o todavía estaba en los calabozos o lo habían ejecutado. Terra les rezaba a los dioses todos los días para que siguiera con vida. Y eso que no era muy religiosa, pero lo extrañaba demasiado, tanto que dolía. No saber que había sido de él era una tortura.
Alzó la cabeza al cielo y observó dos pájaros marrones que volaban por arriba de Mispel, uno grande y otro pequeño. El grande volaba elegantemente delante del pequeño que agitaba demasiado las alas para tratar de seguirlo, se ve que estaba aprendiendo y era su primer vuelo.
Terra inspiro el aire del bosque, se concentró y mando una rápida brisa que impulso al pájaro pequeño ayudándolo a alcanzar al grande.
Solo cuando estaba sola se permitía usar ese poder, nunca supo porque podía controlar el viento. Se suponía que los mestizos no controlaban elementos, solos las hadas podían. Por eso nunca le había dicho a nadie lo que podía hacer, ni siquiera a Rayla. Solo su padre lo sabía porque una vez la descubrió controlando la caída de las hojas en otoño y le dijo que nunca use sus poderes ni le diga a nadie que los tenía, la verían como un bicho raro.
Mientras observaba como los dos pájaros se alejaban, Terra escucho un débil crujido de unas ramas provenientes de abajo del árbol donde estaba sentada.
Debe ser un conejo, pensó Terra.
El señor Thompson no estaría feliz con otro conejo, pero era mejor que una ardilla o nada en absoluto.
Bajo por las ramas del árbol y en el último tramo saltó a la tierra frenando su caída con el viento, apenas hizo ruido al aterrizar. Empezó a buscar pistas de adonde habría ido el conejo, pero encontró otro rastro que llamo su atención.
Cerca del árbol que trepó había una rama rota, que seguro era la rama que había escuchado romperse cuando estaba observando a los pájaros. Detrás de la rama rota había un rastro de huellas, pero no eran de conejo si no que, de algo más grande, de un hombre, sospecho Terra debido al tamaño de la bota. Con todos los sentidos en alerta y la mente a mil por hora, pensó en las posibilidades.
No podría ser de un humano, eran muy ruidosos. Con sus sentidos agudizados lo habría escuchado venir a un kilómetro. Sospechaba que los brujos eran tan ruidosos como los humanos normales por lo que los descarto de la lista. Los únicos seres que podrían seguirla tan sigilosamente serian un hada o un géminus entrenado.
¿Un hada?, se preguntó Terra. Imposible, las hadas tienen prohibido salir de Zánix.
Eso la dejaba con una sola opción. La habían encontrado.
A su espalda escucho un arbusto moverse. Terra se dio vuelta lentamente y observo a Ren salir de su escondite. No llevaba su traje de general, debido a que era muy llamativo para los humanos, supuso Terra. En cambio, estaba con ropa vieja y desgastada, igual que la de ella. Su cara era exactamente como se la acordaba la última vez que lo había visto, cuando había arrestado a su padre.
Todo su cuerpo estaba alerta diciéndole que corra, pero ¿A dónde? Tenía que idear un plan. No podría guiarlo hasta su pequeña choza en Mispel.
-Terra, escúchame por favor. No vine a hacerte daño –Ren sonaba cansado, como si no hubiera dormido en toda la semana.
El tono de su voz también le decía a Terra que estaba mintiendo, Ren era un pésimo mentiroso.
-Sé que estas mintiendo Ren –dijo Terra con el cuerpo alerta y posicionado para escapar-. Nunca fuiste bueno en eso.
-No quiero hacerte daño –se corrigió Ren-. Pero voy a tener que hacerlo si no me escuchas y recapacitas.
Terra pensó en sus probabilidades de ganar una pelea contra Ren y no eran buenas. Ren no solo era más alto y corpulento que ella, sino que también tenía años de entrenamiento en el ejército, después de todo era un géminus hecho y derecho. Terra llevaba el arco y las flechas para cazar en la espalda, pero para detener a Ren necesitaría más flechas de las que tenía encima, tenía una daga guardada en la bota, pero era su único elemento sorpresa, no iba a desperdiciarlo. Ella era fuerte pero no tanto como Ren. Demasiados peros y nada a su favor. Su única ventaja física contra él era su velocidad.
Tendría que escapar, perderlo en el camino, ir a Mispel para encontrar a Rayla y volver a desaparecer.
-Hablaremos todo lo que quieras –dijo Terra tratando de distraer a su tío, quien la miro agradecido.
-Genial, dime donde esta Rayla y hablaremos todos junt…
-Si primero me atrapas –lo corto Terra antes de que terminara la oración.
Salió disparada para el lado contrario de Mispel, adentrándose en el bosque.
- ¡Terra! –pudo escuchar gritar a su tío enojado antes de que este se lanzara a buscarla.
Terra corría esquivando árbol tras árbol. Escuchaba como su tío le pisaba los talones, pero como había sospechado no era tan rápido como ella. La adrenalina en su sangre la ayudaba a correr más rápido, tenía que perderlo pronto e ir a buscar a Rayla. Sus pasos sonaban cada vez más atrás, pero eso no era suficiente.
Terra se impulsó con ayuda del viento y subió a un árbol. Empezó a saltar de rama en rama, de árbol en árbol.
Pudo escuchar que su tío le estaba siguiendo la pista más atrás. Pero Terra tenía algo que su tío no tenía a su favor, el viento. Con cada salto se impulsaba con la brisa, yendo cada vez más rápido.
Por un momento sintió que estaba volando, nunca antes lo había intentado. Se sentía como el pequeño pájaro al que ayudo a volar antes que Ren le encontrara. Ella era parte de la brisa, un elemento más del bosque.
Luego de unos minutos dejo de escuchar a su tío. O le había perdido la pista o estaba tan cansado como ella. Pero no se podía permitir parar a descansar, tenía que encontrar a Rayla. Se bajó del árbol sin hacer ruido y salió corriendo para Mispel.
Entro a la choza y cerró la puerta de un golpe. Rayla levanto la cabeza de un salto, asustada por el ruido que había hecho Terra al entrar. Estaba lavando la ropa del señor Thompson.
La choza consistía en un pequeño cubículo con dos catres, una pequeña cocina y un minúsculo baño separado por una cortina. No tenía ventanas, solo la puerta de entrada. Pero para ellas era todo un lujo.
Terra tiro el arco y las flechas a una esquina y busco los bolsos con los que habían escapado de Diokris, los tiro al suelo y empezó a sacar toda la ropa del diminuto armario que poseían.
-Empaca todo lo que puedas, nos vamos en cinco minutos –ordeno Terra sin aliento.
- ¿Esta es otras de tus bromas? Hoy no estoy de humor –Rayla siguió lavando la ropa. Tenía el cabello castaño trenzado y sus ojos celestes, los de su padre, lucían aburridos.
-Rayla, es en serio –paró de empacar un segundo para mirarla a los ojos-. Ren estaba en el bosque, nos está buscando.
- ¿Ren? ¿Nuestro tío Ren? –dijo incrédulamente.
- ¡Si, Rayla! –no era la intención de Terra gritarle, pero se estaba poniendo nerviosa y su hermana no estaba ayudando-. Ahora empaca de una vez, nos tenemos que ir del pueblo.
Rayla la miro unos segundos antes de responder.
-No.
- ¿No?
-No voy a irme.
- ¿Me estás diciendo que quieres morir fingiendo ser humana? –Rayla revoleo los ojos ante su comentario.
-No voy a dejar a Dominic.
-Rayla, ¿Te estas escuchando? –Terra no podía creer que su hermana fuera tan arrastrada por un humano. Ella misma ni siquiera hacia tanto barullo por Agatha, está bien que no es lo mismo debido a que no eran novias, pero aun así la extrañaría-. Ren está aquí probablemente para ejecutarnos y tú no quieres huir, ¿por un maldito humano?
- ¡No es un simple humano! Es mi novio y no voy a irme sin él.
-Pues yo no voy a irme sin ti, así que empieza a empacar de una vez.
Rayla dejo de lavar la ropa y se sentó en su catre dando a entender que no se movería. A veces Terra odiaba los arrebatos de histeria de su hermana, la consentida por su padre. Si no obtenía lo que quería se ponía en modo “hare tu vida imposible si no me das lo que quiero”.
- ¿Lo estas eligiendo a él por encima de mí, tu hermana?
La castaña se sorprendió por sus palabras.
-Por supuesto que no, Terra. Te quiero, pero no puedo dejar a Dominic, él también es parte de mi vida.
Terra suspiro cansada, era imposible ganar una discusión con su hermana. Era tan terca como su padre.
-Ve a buscarlo y dile que empaque lo necesario. Si en verdad te quiere como tú dices, vendrá con nosotras –Rayla sonrió, salto del catre y la abrazó agradecida.
-Gracias, Terra.
-Primero ayúdame con esto –dijo señalando los bolsos que estaban medio vacíos en el suelo.
Luego de cinco minutos ya habían empacado todo lo que necesitaban. Si no hubieran discutido probablemente hubieran tardado menos. Pero por suerte Ren hasta ahora no las había vuelto a encontrar.
-Ve a buscar a Dominic, yo iré a decirle al señor Thompson que nos marchamos –dijo Terra mientras se colgaba un bolso del hombro y el carcaj de flechas en la espalda.
-Bueno, ¿nos encontramos en la fuente? -dijo Rayla refiriéndose a la pequeña fuente en la plaza principal del pueblo.
-Sí, pero no tardes… -Terra dejo la oración sin terminar debido a que abrió la puerta de la choza para salir, pero Ren se encontraba en el umbral, bloqueándoles el paso.
Estaba tapando la única salida.
Comments (0)
See all