El resto del día paso rápido hasta su entrenamiento de Orbis por la tarde. Nadie más nombró la profecía, ni el Día de Oposición, ni a Tenebris.
-Cierra los ojos –le dijo Ash.
Calisto le hizo caso y los cerró. Se había deshecho de la horrenda túnica por un atuendo más cómodo que usaban las hadas para practicar su transformación. Consistía en pantalones cortos azules que le llegaban a las rodillas y una camisa blanca suelta que llevaba arremangada y metida adentro del pantalón de lo grande que le quedaba, iba descalza porque según Ashton así “sentía más la naturaleza”.
Estaban afuera del palacio en Ganthumis, un jardín que se juntaba con del bosque de Diokris, el lugar donde la mayoría de las hadas practicaban su Orbis. El jardín era hermoso, lleno de flores de todos los colores, que en primavera parecía el cielo mismo. Los caminos eran de tierra y tenía un pequeño lago. No había nada de cemento, ni estatuas ni fuentes, solo pura naturaleza. Estaba separado del bosque debido a que las hadas tenían prohibido entrar en su Orbis ya que los géminus cazaban en este y no querían lastimarlos por equivocación. Calisto nunca había entrado al bosque.
¿Quién querría entrar ahí cuando existe Ganthumis justo al lado? Pensó la princesa.
-Ahora concéntrate –la reprendió Ash como si supiera que no le estaba prestando atención-. Respira la naturaleza que te rodea. Tu eres parte de ella. Tu eres ella –Calisto revoleo los ojos, aunque estuvieran cerrados. Había escuchado decir la misma frase a su hermano desde hacía un mes-. Una vez que logres sentirte parte de la naturaleza encontraras un interruptor en tu interior. No tienes que tenerle miedo, es parte de ti. No va a hacerte daño. Solo tienes que activarlo, dejarte llevar. No nades contra la corriente.
Sonaba fácil, pero no lo era. Calisto pensaba que la naturaleza la odiaba, o talvez ella odiaba a la naturaleza. Era imposible sentir lo que le decía Ash.
-Respira hondo –la princesa hizo lo que le pidió su hermano, pero fue interrumpida por una voz chillona.
-Creo que hay que cambiar de táctica –dijo Pepper-. Un mes sin lograr un minúsculo cambio debe ser un record.
Calisto abrió los ojos y observó a Pepper que estaba con los brazos cruzados sentada en el pasto, llevaba el mismo atuendo que ella y Ash, solo que mucho más ajustado y remarcaba su figura. Sus ojos color miel resaltaban por la luz del sol y tenía el pelo negro enredado en dos largas trenzas que le caían por los hombros.
- ¿Tienes una mejor idea? –pregunto Calisto aburrida.
-Quizás si nos vieras transformarnos más seguido aprenderías algo –la princesa casi ríe ante su comentario, pero estaba demasiado cansada como para hacerlo. Los había visto transformarse constantemente desde hacía un mes, lo único que hacían en esas horas de entrenamiento era jugar como animales.
-Los observo transformarse constantemente y honestamente dudo que haya ayudado. La verdad es que verlos transformarse solo logra frustrarme y enojarme más conmigo misma.
-Pepper tiene razón –su hermano siempre le daba la razón a su prima, era desesperante-. Hay que cambiar de táctica.
-En eso estoy de acuerdo –concordó Calisto-. Pero no entiendo como verlos transformarse puede ayudarme.
- ¿Y si tratáramos de cambiar más lento? Quizás si vieras el proceso más detalladamente lo entenderías –sugirió Pepper.
- ¿Pueden ralentizar la transformación? –pregunto la princesa sorprendida.
-Podemos intentarlo –le respondió Ash encogiéndose de hombros.
-Bueno. Está bien, hazlo –aunque Calisto dudaba que aprendiera algo de esto.
-Esto va a ponerse interesante –dijo Pepper levantándose mientras Ashton se alejaba unos pasos para transformarse.
Como supuso Calisto no aprendió absolutamente nada. La transformación ocurría igual de rápido que siempre. Un segundo su hermano era un hada y ¡Pum! Un parpadeo después un león había reemplazado a Ashton.
Fue divertido ver como su hermano se frustraba tratando de hacer la transformación más lenta. El entrenamiento había pasado de enseñarle a cambiar a su Orbis a Ashton enojado cambiando una y otra vez.
Luego de quince minutos de lo mismo se sentó en el suelo junto a Pepper mientras observaban a su hermano fracasar. Su prima debía de aburrirse porque decidió empezar a hablar de lo perfecta que era su vida.
-Víctor es literalmente perfecto –presumió Pepper-. No tiene ni un defecto, con razón somos pareja.
Lo que menos quería hacer Calisto en ese momento era hablar con su prima sobre la pareja que había encontrado hacía poco más de dos meses atrás, pero desde ese día Pepper no hablaba de otra cosa, así que aburridamente le siguió la conversación. Total, no habría otra cosa que hacer hasta que Ashton lograra ralentizar la transformación.
- ¿Cuándo es la ceremonia? –le pregunto refiriéndose al día que se tomaran la sangre para completar el vínculo.
-Estábamos planeándolo para después del Día de Oposición.
Faltaban seis meses para el Día de Oposición, no se imaginaba a su prima esperando tanto tiempo para algo tan importante para ella.
- ¿Por qué tan tarde?
-Víctor sugirió que deberíamos planearlo bien para que todo salga perfecto, igual que lo imagine. Es tan romántico –soltó un suspiro de enamorada que le causaron ganas de vomitar-. Ya lo conoces, es un Venus después de todo.
Calisto no lo conocía personalmente, solo conocía su cara y su reputación. Tenía que admitir que nunca había visto un hada con el rostro tan perfecto como el de Víctor Venus. Se rumoreaba que le gustaba compartir su cama con mestizas, dudaba mucho que Pepper conociera estos rumores. Ella estaba feliz con tener al hada más hermosa del palacio como pareja. Para su prima todo era una competencia, Calisto creía que se debía a la ausencia de su padre. Su madre nunca había encontrado a su pareja y nunca dijo cuál era el padre de Pepper.
A veces se creía que las personas mayores sin pareja eran debido a que esta había tenido una muerte prematura, la princesa había pensado que ese podía llegar a ser su caso, pero la realidad era que si se concentraba lo suficiente podía sentir un vínculo latiendo adentro suyo.
-Escuche que Gabriel ha encontrado su pareja –dijo cambiando de tema-. ¿Qué se siente saber que el hada con la que estabas saliendo encontró a su pareja y no eres tú?
Calisto se quedó sin habla ante la inesperada pregunta de su prima, que parecía apenada por ella. Debió de haber pensado que hablar del tema la puso triste porque le puso un brazo en el hombro, por un segundo Calisto pensó que iba a abrazarla, pero menos mal que no lo hizo porque si no la iba a incinerar del enfado que estaba sintiendo.
-Está bien, Cali. Gabriel era demasiado bueno para ti, claramente no estaban hechos el uno para el otro. No como Víctor y yo.
La princesa se zafó de su toque y se alejó. Pensó en no corregirla para evitar el tema, pero si no lo hacía empezarían a correr rumores de que había estado saliendo con el lord y no quería que eso perjudicara la relación entre Gabriel y Sarah.
-No tienes de que preocuparte Pepper. Gabriel es mi mejor amigo, nunca paso nada entre nosotros.
Su prima la miro asombrada. Cuando pensaba que no podría hacerla enojar más con sus comentarios, la sorprendía.
-Eso es muy triste.
- ¿Cómo?
-Que no haya pasado nada entre ustedes, es muy triste –volvió a usar su tono de “mi vida es mejor que la tuya” que le dieron ganas de pegarle y eso que Calisto odiaba la agresión física-. Pensé que por lo menos ibas a poder seducir a un hada como Gabriel, se ve que estaba equivocada.
Calisto volvió a quedarse sin habla. Precisamente por estas cosas no mantenía conversaciones largas con Pepper. Lo peor de todo era que su prima no lo hacía apropósito, desde que eran pequeñas Pepper era igual, pensaba que Eihwaz, el mundo, giraba alrededor de ella. Era su forma de ser, como una maldita bruja. Como Calisto estaba demasiado enojada como para responder Pepper siguió con su monologo.
-Igual quédate tranquila Cali, ya encontraras a tu pareja. Si quieres mi opinión pienso que deberías recorrer los barrios bajos de Diokris, te apuesto cinco monedas de oro a que la encuentras.
'Auch', pensó Calisto. 'Esta vez te has pasado de la raya.'
La cara de la princesa era todo un poema, tenía los ojos llorosos y los puños cerrados debido a la rabia y tristeza que le causaba el ultimo comentario. Estaba temblando. Estuvo a punto de levantar el brazo para pegarle un puñetazo, pero Pepper siguió hablando.
-Quizás nunca la encuentres. Quien sabe, quizás sea lo mejor. Si no la encontraras yo podría ascender al trono con Víctor ya que si tengo pareja y además puedo transformarme en mi Orbis. Sería lo mejor para Zánix ¿no lo crees? –Pepper dejo de mirarla para observar a Ash que seguía transformándose.
No estaba segura de sí lo último lo decía enserio o en broma debido a que solo los descendientes de Saturnia podían heredar el trono. Pero era Pepper, dudaba que siquiera lo supiera.
Aun así, esa fue la gota que colmó el vaso. Podía sentir como la temperatura de su cuerpo había aumentado, el fuego corría por las venas, en estado latente. Levanto el brazo para tomar impulso y darle un buen puñetazo que arruinara su perfecta nariz, pero lo pensó bien. No iba a rebajarse a algo tan sucio como pegarle sin siquiera darle la oportunidad para que se defendiera. Ademas, nisiquiera sabia como golpear. Era probable que se lastimara más a ella de lo que lastimara a Pepper.
Ashton se acercó a ellas pálido y mareado, apenas podía caminar recto.
-No me siento bien –dijo su hermano-. Creo que no deberíamos cambiar tantas veces seguidas. Ni siquiera pude controlarlo, es más creo que cada vez me transformaba más rápido –frustrado se sentó en el pasto.
-Déjame intentarlo –Pepper se paró y se dirigió al sitio donde Ash estaba practicando, luego cambió rápidamente en un gato blanco.
La transformación había sido tan rápida como cualquier otra.
Mirarla en su forma gatuna solo le provoco más asco y rabia, estaba tan enojada con los dioses. Ella se sentía un fracaso y Pepper no hacía más que remarcarlo. A veces la odiaba. Pudo sentir como volvía la temperatura a su cuerpo, por sus venas empezaron a correr ríos de lava. No pudo evitarlo, se perdió en su ira por una milésima de segundo y lo próximo que supo fue que había creado una chispa de fuego rápida y caliente que había quemado a su prima. Pepper en forma de gato hizo un extraño chillido de dolor y rápidamente cambio a su forma hada.
- ¿Qué fue eso? –le pregunto preocupado Ash.
- No lo sé –dijo su prima perpleja sosteniéndose la mano que le había quemado con la chispa-. Creo que fue una espina. Mierda, duele un montón.
No había sido una espina. Calisto lo sabía bien, no había podido controlar su temperamento y había quemado a su prima. Una parte de ella no podía creer lo que acababa de hacer y se sentía mal, pero otra parte sentía que Pepper merecía cosas aún más peores.
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