- ¿Cuánto falta? –pregunto Rayla cansada dirigiéndose a su hermana. Como Terra no sabía dejo que Ren le respondiera.
-Si seguimos a este ritmo llegaremos a Diokris en dos semanas -Rayla fingió no escucharlo, como hacia cada vez que este hablaba.
Había pasado una semana desde que partieron de Mispel, todavía seguían en Arkkia, territorio humano. Estaban cerca de la frontera con Zánix, por llegar a Malos Kais.
El paisaje se había vuelto más árido, el aire seco y salían malezas por doquier. Habían dejado el bosque atrás. Los arboles no abundaban y los que había estaban más muertos que vivos. Terra extrañaba el bosque y su naturaleza viva.
Para colmo el camino era cada vez más empinado debido a la cordillera que separaba los dos territorios. Por suerte no habían empacado mucho. Cada uno llevaba una pequeña mochila. Ella llevaba el peso extra del arco con el carcaj de fechas, más dos dagas en cada bota. Ren llevaba su espada enfundada atada al cinturón aun que Terra estaba segura que tenía muchas más armas escondidas de las que aparentaba. Con Rayla habían decidido dejar la mayoría de sus pertenencias en Mispel para empezar en Diokris una “nueva vida”. Desprenderse de la mayoría de cosas mundanas para que las vieran más hadas que humanas una vez que llegasen.
Lo único que la mantenía positiva a Terra era que cada paso que daba la acercaba más a su padre. Sentía que en ese momento Diokris era el lugar donde debería estar, lo sentía hace tiempo, pero a medida que se acercaban esa sensación no hacía nada más que persistir.
- ¿Cuánto falta para Malos Kais? –pregunto Rayla otra vez dirigiéndose a Terra. Su voz parecía más seca, cansada y asustada que antes. A medida que se acercaban al territorio de los dragones su hermana sudaba más, lo cual era raro debido a lo seco que estaba el clima.
-Ya estamos llegando –volvió a contestarle Ren. Al parecer a su tío no le afectaba que Rayla le aplicara la ley del hielo.
Terra pudo ver como Rayla hacia una mueca y se estremecía. No le hacían ninguna gracia los dragones. Con un poco de suerte no vería ninguno.
-Terra –le dijo Ren-. Nunca me has contado como escapaste tan rápido de mí en el bosque Mispel.
Eso era nuevo. Era la primera vez en una semana que Ren le hacía una pregunta que no requiriera un monosílabo como respuesta. Desde que habían salido de Mispel sus conversaciones eran rápidas y lo necesariamente cortas para entenderse. Terra entendió que su tío quería intentar conversar para calmar la tensión del ambiente. Sabía que se dirigía a ella debido a que Rayla no le contestaría. Terra pensó en su respuesta. ¿Qué le diría?
'Use mis súper poderes de aire que no debería tener porque no soy un hada', pensó Terra. 'Ya sabes, lo normal'.
Si le decía la verdad no lograría nada, solo que la tome de loca o la viera como si fuera una abominación.
-Conozco tan bien ese bosque como la palma de mi mano –respondió mirándose la palma. Decidió contar la verdad a medias-. Además, si no cazaba iba al bosque para entrenar. Quería estar preparada por si un día nos encontrábamos con un brujo o un géminus.
-Bueno, la verdad es que estabas bastante preparada –le dijo Ren maravillado-. Tuviste algunos defectos en tus técnicas de combate. Pero fuera de eso estas en forma, casi pareces toda una géminus, solo te falta el tatuaje.
Terra no pudo evitarlo y sonrió ante el comentario de su tío. No todos los días te felicitaba un general géminus por tu desempeño tratando de escapar del EGZ.
Pensó en que Ren había hecho tres semanas de viaje solo, cruzado la frontera por Malos Kais, cosa que estaba por volver a hacer y todo para llevarlas devuelta a Diokris. Sabía que algo no encajaba.
'¿Por qué no nos buscó antes?' Pensó Terra '¿Cómo nos encontró? ¿le habrá dicho mi padre nuestra ubicación?'
Se sentía una estúpida por plantearse esas preguntas ahora. Es que había estado tan entusiasmada por la noticia de que volvería a ver a su padre y a Mia.
- ¿Cómo nos encontraste, Ren? –le pregunto manteniendo el tono más casual que pudo. No quería que supiera que ella sospechaba de sus intenciones-. Dudo que hayas recorrido todo Arkkia hasta dar con nosotras. Dudo incluso que el Rey te dejara hacer tal cosa.
-Uno de mis géminus localizo a Rayla en una misión -le respondió sin rodeos. Rayla lo miro por una milésima de segundo y volvió a fijar la vista al suelo, estaba atenta a la conversación-. Apenas volvió a Diokris me lo comunico y le pedí a Zero que aprobara una misión en su búsqueda, cosa que me concedió.
Sabía que decía la verdad. Aun así, le quedaba una duda. El géminus que había reconocido a su hermana tenía que ser alguien que ambas conocieran. Alguien las había básicamente entregado al EGZ para que las ejecutara.
¿Habrá sido Mia? Pensó decepcionada. No, ella nunca haría algo así. Incluso aunque se interpusiera con su deber como géminus.
Igual el géminus que la había delatado había acudido primero a su tío, no había ido a anunciarles su posición a un comandante que apenas se enterarían de donde estaban les darían caza de inmediato.
- ¿Quién fue el géminus que localizo a Rayla?
Ren la miro como debatiéndose entre sí decirle o no.
-Dímelo, sea quien sea sé que no lo hizo para que nos ejecutaran –lo tranquilizo Terra-. De ser así hubiera acudido a otro géminus de alto rango, no hubiera acudido a mi tío.
-Fue Luke Janssen.
Terra se sorprendió ante el nombre. Hacía meses que no pensaba en ese mestizo rubio de ojos azules. Hubo un tiempo en el que lo consideraba su mejor amigo, a la par con Mia. Eran el trio inquebrantable o eso pensaba. Hasta que Luke le confeso sus sentimientos por ella, cuales Terra tristemente no correspondía. Ese fue el primer momento de su vida en el que se sintió como si estuviera rota. ¿Por qué no le gustaba el mestizo más lindo de la academia? A todas las chicas parecía de gustarle. ¿Por qué a ella no?
Pero lo quería lo suficiente como para decirle la verdad y no darle falsas esperanzas. Luego de eso nada volvió a ser lo mismo. El trio se rompió. Quedaron Mia y ella solas. A veces lo extrañaba.
Como pasaba cada vez que se acordaba de Luke, todos los recuerdos se empezaron a amontonar y eran demasiados para lidiar con todos a la vez. Decidió concentrarse en otra cosa para que la sensación se le pasara.
Estaba segura que aun así después de todo lo que le había dicho Ren, que era verdad, algo le estaba ocultando. No sabía que era. Lo averiguaría una vez en Diokris.
- ¿Cuánto tiempo tendremos que entrenar para recibir la ceremonia? –pregunto Terra curiosa.
- ¿Tú? –Ren levanto las cejas sorprendido ante el inesperado interés de Terra-. Lo más probable es que tú tardes una semana, ya vi lo que puedes hacer y no estás muy lejos de ser una géminus, pero tienes que reforzar tus puntos débiles y refrescar algunas técnicas. Además, aprendes rápido, eras la mejor de todas tus clases.
Terra observo a Ren que tenía una mirada nostálgica que hacia juego con su sonrisa. Como olvidarlo, según Rayla ella era la “niña estrella” de la familia.
- ¿Y Rayla? –pregunto Terra por su hermana. Rayla levanto la cabeza más interesada en la conversación. Sabía que ella no quería hablar con su tío, pero aun así querría saberlo. Además, su hermana era dos años menor que ella y había perdido un año de entrenamiento-. ¿Cuánto tardara?
-Como mínimo un año, si es que logra mantener todas sus clases más las extras que tuvo que haber dado el año pasado.
Rayla volvió a fijar la mirada en el suelo mientras avanzaban. Automáticamente parecía más triste. Terra le puso una mano en el hombro y la apretó para darle ánimos.
- ¿Vamos a poder vernos? –se dirigió a Ren.
Ren se encogió de hombros.
-Si logras tener algo de tiempo libre –dijo Ren como si fuera imposible-. Puedes ir a la academia para ayudarla con sus clases.
Entonces no le prohibirían estar juntas, pero ambas estarían muy ocupadas para verse. Lo importante era que estarían cerca de su padre.
-Ya llegamos –anuncio Ren.
Rayla levanto la cabeza a su lado curiosa y asustada. Se pegó más contra Terra sin dejar de ver el cielo por si veía algún dragón.
Malos Kais era un terreno rocoso súper irregular. Todo era negro oscuro, el color de las piedras volcánicas. No había ni una sola planta, ni un solo musgo. Nada de vida.
-Si ven un dragón lo mejor que pueden hacer es quedarse quietas y fingir que son de roca. No corran, no hagan movimientos bruscos ni amenazadores o nos condenaran a todos.
Siguieron avanzando a paso lento sin hacer ruido, lo único que se escuchaba eran sus respiraciones y probablemente los latidos del corazón de Rayla que parecía que iba a explotar del miedo en cualquier momento.
Terra perdió la cuenta de cuánto tiempo llevaban caminando. ¿Minutos? ¿Segundos? ¿Horas? El sol seguía sobre sus cabezas, por lo que no había pasado demasiado tiempo, solo que los segundos parecían minutos.
Luego de pasar por un angosto camino que estaba entre dos rocas alargadas gigantes Terra empezó a escuchar un leve murmullo. Primero pensó que era el silbido del paso del viento por las rocas, pero a medida que avanzaban persistía más y sonaba cada vez más a una conversación. Observo a Ren que estaba atento, también lo estaba escuchado. Se acercaron hasta una pequeña depresión en la montaña, era un cráter.
Escondidos agachados atrás de las rocas lograron ver lo que estaba abajo en el medio de la depresión del suelo. Era un dragón. De un azul oscuro profundo, apenas se notaba que era azul excepto por el pequeño brillo de sus escamas, tenía una cresta de púas rojo sangre sobre el lomo y unos ojos con pupilas gatunas de color dorado oro que brillaban con destellos, como si ardieran por dentro.
Terra se había quedado boquiabierta ante su belleza y su tamaño. El dragón estaba acostado con las alas pegadas al cuerpo, tenía unas cuerdas que lo sujetaban por todas partes y más atrás de él había tres brujos discutiendo sobre algo mientras uno de ellos sostenía un libro. Iban vestidos con túnicas violetas que tenían detalles en negro. Unas mascarás completamente negras con un pico gigantesco cubrían sus caras.
Ren lo observaba todo espectador.
- ¿Tres brujos pudieron contra un dragón? –le pregunto Terra susurrando-. Ni siquiera tres géminus pueden contra un dragón.
-Los brujos están más fuerte últimamente –le susurro devuelta Ren-. No sabemos a qué se debe.
-Quizás se debe al gigantesco dragón que le están por exprimir la magia –dijo Terra sarcásticamente.
Observo a Rayla que miraba el dragón y a los brujos sin parpadear y temblando, parecía que en cualquier momento se iba a mear encima.
Terra volvió a mirar al dragón. Era gigantesco y eso que estaba atado. Sus ojos amarillos la miraron. No sabía como pero el dragón la estaba mirando, podía sentirlo y eso que estaban muy bien escondidos. Estaba tan asustado, no solo lo sabía por su mirada, sentía un miedo en el cuerpo que no le pertenecía. Era como si el dragón se estuviese proyectando hacia ella. Tenía que ayudarlo.
-Vámonos, aprovechemos que están distraídos –dijo susurrando Ren-. Ni se darán cuenta que estuvimos aquí.
-No –respondió automáticamente Terra. Su voz sonó brusca y un tanto desesperada-. Tenemos que ayudarlo. No podemos dejarlo solo.
-Primero, baja la voz –le dijo Ren enojado-. Segundo, ¿Estás loca? Es un dragón. ¿Qué piensas hacer? ¿Liberarlo?
-Pues sí, no podemos dejarlo con los brujos.
-Terra –Ren suspiro como si no pudiera creer que estaba teniendo esta conversación-. Lo más probable es que después de que lo liberes te coma viva. Los dragones no son perros, no son domesticables ni amigables. Son salvajes.
Pensó en lo que le dijo Ren. Terra sabía que el dragón no la lastimaría, no sabía cómo, pero estaba segura de que no lo haría.
'Y en el caso de que me ataque al menos moriré como una heroína', pensó Terra. 'Mi lapida dirá “murió salvando a un dragón”'. Luego lo pensó mejor. 'Bueno, puede que suene un poco estúpido'.
-Voy a salvarlo –le dijo seria-. Con tu ayuda o sin tu ayuda.
Ni consideraría pedirle ayuda a su hermana. A demás de que quería que esta permaneciera a salvo, sabía que Rayla ni en sus sueños lucharía contra un humano brujo y mucho menos para salvar a un dragón.
-Basta de tonterías –Ren se puso en cuclillas para irse, Rayla hizo lo mismo, pero temblando-. Nos vamos.
Terra tenía una sola cosa muy en claro: no se iría hasta que ese dragón estuviera libre lejos de los brujos.
-Entonces hasta luego –se sacó el arco de la espalda y acto seguido agarró una flecha del carcaj.
Comments (0)
See all