“Noticias de última hora, nos encontramos fuera de la propiedad del diputado Charles Huang, afamado político reconocido por abogar por los derechos de los niños, creando no sólo leyes, sino recintos para el desarrollo integral de los niños y adolescentes, además de ser un amoroso padre de familia. En las últimas horas del presente miércoles, a las dos de la madrugada, se puede apreciar a través de la reja que cerca la zona, cómo elementos de la policía investigan el lugar, se sospecha que se ha atentado contra su vida, aún no hay declaraciones oficiales pero se cree que puede ser otro ataque de los cuatro jinetes, grupo criminal que suele atacar a grupos…esperen, esperen, está saliendo un coche. Es una patrulla, parece tener a un joven ahí, ¿será un sobreviviente?...”
—Apaga esa porquería—se escuchó una voz juvenil al entrar a una lujosa cocina.
La tele resonaba en una ostentosa mansión en las afueras de la Gran Ciudad, un tanto oculta tras gruesos muros y vegetación, dando la impresión de estar abandonado, sobre todo porque no existían caminos para llegar.
— ¿Fueron días largos?—respondió quien miraba el televisor.
Entró de lleno un muchacho de unos 28 años, quien portaba un delicado traje blanco, que resaltaba su larga y lacia cabellera pelirroja, junto con sus verdes ojos que remarcaban su pálida tez y pecas. Era Balaam, el líder de los cuatro jinetes, o mejor conocido como Hambre.
Sky, a quien llamaban Guerra, era un muchacho menor, de cabello largo y trenzado de color blanco, negro y planteado que casi se mezclaba con su pálida piel, la cual era adornada por espesas venas que se asomaban por su transparentoso cutis, que sólo hacía resaltar sus ojos azules con la pupila tan dilatada que parecía un tiburón que acechaba a Hambre.
—Sí, fue irritante escuchar estos días al tipo, pero…—Balaam se quedó callado.
El pelirrojo observaba cómo aquel chico de mueca burlona, estaba no sólo desparramado en la silla con el control en mano, sino con un par de cadáveres sentados como invitados en la mesa. Eran un hombre y una mujer de aspecto maduro y seco, pues eran cuerpos que llevaban años en ese estado, casi como si los hubieran momificado.
—No me mires así, ya sabes cómo es Luke—se quejó el peliblanco, encogiéndose más—. Tienes suerte que no pusiera al Sr. Winchester en la mesa.
—Hablando de Luke. ¿Dónde está?—arqueó una ceja, mirando a todos lados.
—Fue a la tienda, quería hacernos una cena especial— se irguió Sky, volteándose por completo, deteniéndose del respaldo de la silla.
—Y evidentemente lo dejaste ir solo—le reprendió suavemente, provocando un silencio apenado del menor—. Sky, ya hemos hablado de…
—Estará bien, estará bien—pujó a manera de queja, estirándose un poco para ponerse de pie, permitiendo que sus hippiosas ropas se acomodaran un poco—. Además, podemos aprovechar este tiempo, para nosotros— movió ambas cejas, acercándose para rodear sus brazos en su cuello, deseando sentir el dulce aroma de Balaam.
Balaam sin pensarlo, posó su mano en su cara para apartarlo, clavando un poco las yemas de los dedos en él sin soltarle, incluso zangoloteándolo un poco de un lado a otro de forma suave.
—Antes muerto que contigo—bufó el pelirrojo con desdén.
— ¿Ni siquiera unos quicos?— gimoteó de forma apenas entendible por cómo la palma de Balaam cubría su boca.
—Me iré a bañar, no molestes, Sky—le soltó, empujándolo un poco para estirar su saco—. Me avisas sí llega Luke y sí sabes noticias del otro.
—Está bien, está bien—rió juguetonamente, viendo con cariño a Balaam—. Lo hiciste muy bien hoy, aunque dejaste un testigo al parecer.
— Tranquilo, no lo olvidé, ni siquiera logró verme—dijo como último para retirarse.
Sky se quedó un poco sorprendido, indagando sobre el qué había ocurrido en aquella casa, es decir, había sido inusual que el jefe tardase días en una sola misión.
— ¡Ya llegué!—gritó Luke cual foca retrasada.
Luke, conocido como Muerte, entró con varias bolsas. Algunas provenientes de KFC y otras de Krispy Kreme para darles a sus amigos y padres una buena cena.
—Balaam llegó, no le hizo nada feliz que no estuvieras—dijo tranquilamente, mientras observaba cómo dejaba las bolsas en la mesa y abrazaba ambos cadáveres, dándoles besitos y saludándolos con dulzura.
—Para ti mami una dona rellena de fresa, para ti papi una dona de brownie—canturreó Luke mientras acomodaba los cadáveres, poniéndoles un babero.
El muchacho como habrán podido darse cuenta, era el más raro de la casa, pero era de esperarse por la apariencia que llevaba, la cual Sky describía como más fea que las enfermedades venéreas de caballo blanco. Luke era un muchacho de unos veinte años, que lucía siempre unos zapatos negros y viejos, con pantalones de vestir color caqui, una camisa que alguna vez fue blanca pero ahora lucía amarillenta y desarreglada, que sólo le medio ajustaba no sólo por el chaleco gris que tenía puesta, sino por la cangurera que traía donde llevaba una vieja cabeza humana que podía parecer de utilería, al menos nadie que la viese, creería que fuese real por el aspecto de tzantza que tenía, sin el rasgo de ser una cabeza reducida. Esa cabeza era su mejor amigo, cuyo nombre era el ya mencionado Sr. Winchester.
Por otro lado, la cara de Luke a diferencia de su compañero, era casi como una hoja de papel, que se rasgaba por la zona de la boca, pues tenía dibujada una enorme sonrisa gracias a que la comisura de sus labios se encontraba reventada por el trabajo de una vieja navaja. Esta mueca acompañaba perfectamente a sus enormes ojos cuyo color era un intenso rojo, su mirada daba la sensación que se había inyectado más de una dosis de heroína, pero tranquilos, él es una persona limpia, sólo que su alegría siempre era tanta que sus pupilas se contraían como si de un estado natural se tratase. Sin embargo, no sólo su ropa, boca y ojos parecían un desastre, sino que también su cabello rubio con mechas rojas y negras, parecían haber sido masticados por un caballo.
— ¿A mi qué me trajiste?—sonrió Sky ladinamente, acercándose a su amigo para recargar su mentón en él.
— ¡TUM, TUM, TUM! — canturreó Luke tras poner al Sr. Winchester en una silla para niños, para voltearse y abrazar a Sky—. Te traje una dona con una carita feliz con relleno frutos rojos, pollito picante y abrazos y besos—dijo restregándose a él de forma infantil—. Uh, Balaam no está realmente enojado conmigo, ¿verdad?—preguntó con un deje de timidez, al mismo tiempo que su sonrisa se volvía más exagerada.
—No, sabes que él sólo se preocupa por nosotros—respondió Sky, tirando un poco de la nariz del muchacho—. Es más, iré a avisarle que ya llegaste tal y como lo pidió—sonrió con picardía, esperando poder verlo desnudo en la ducha.
—No es necesario—contestó Balaam con elegancia, quien entraba a la cocina con una camisa y un par de pantalones de algodón puestos junto con sus pantuflas—. Escuché que llegabas, así que pospuse la ducha—miró detenidamente a Sky, juzgándolo al saber sus intenciones de ir a avisarle.
— ¡¿Cómo lo supistes, eres adivino?!—gritó Luke tan sorprendido, escupiendo un poco al remarcar la última S.
—Tu angelical voz es difícil de ignorar— respondió el pelirrojo gentilmente de forma irónica, mientras se sentaba, haciendo un ademán para saludar a los padres de Luke.
—Siempre eres tan amable y genial—canturreó el rubio, mientras servía los platos para servir la comida.
Luke tenía la costumbre de siempre servirle plato aunque él no comiese, pues era obvio que vendría lleno después de su misión, sin embargo, esta ocasión les sorprendió al ver que se servía un pedazo de pollo picante.
Sky miró a Luke con extrañeza, esperando que él estuviese viendo lo mismo que él, y efectivamente, él se daba cuenta y tenía la boca muy abierta de estupefacción.
—Balaam, ¿de verdad todo estuvo bien con la misión?—se atrevió a preguntar el peliblanco.
—Sí, sólo que esta vez no me apeteció comer—dijo sinceramente, mientras usaba sus cubiertos para partir la carne.
—Entiendo—. Se limitó a decir Sky, sin dejarlo de mirar.
Luke tomó el control remoto, subiendo el volumen de la televisión para buscar algo bueno que ver, sin embargo, éste comenzó a tener nieve e interferencia. El rubio extrañado siguió cambiando de canales, pensando que era cosa del canal, pero no, todo se veía igual, aturdiendo a todos con el estridente ruido de sonido blanco, hasta que la pantalla se puso negra.
–Genial, la descompusiste–se quejó Sky.
—No hice nada—se quejó Luke, sonriendo mientras rechinaba sus dientes de la preocupación, al mismo tiempo que se acercaba para golpear el aparato, esperando que reaccionara.
El televisor aparentemente volvió a tener imágenes, pero lo que mostraba en pantalla era inquietante. Tanto que cada uno pudo sentir cómo la presión les subía para hacerlos sudar frío y tener nauseas. Las pupilas de cada uno temblaba por los nervios, a su vez que sus dedos se entumecían, clavando las uñas en la mesa.
– ¿Somos nosotros?–susurró Sky preocupado, mientras se levantaba de poco, observando que en el video también lo hacía.
– ¡Estamos en la tele!-chilló Luke, con una inocente emoción, saludando a donde sea que le estuvieran grabando.
–Dime por favor que esto no está en vivo a nivel nacional–habló Sky, ignorando a su amigo, para dirigirse a Balaam quien observaba su celular.
–No...– respondió, escuchando el suspiro de alivio de Sky–. Nos ven a nivel Internacional.
–Oh, mierda...–gimió Sky de forma temblorosa, casi jadeando por el aire que se le escapaba.
"Buenas noches televidentes, les presento a tres de los cuatro Jinetes...dos nacidos en cuna de oro, y dos nacidos en las calles. Estas personalidades han invadido las primeras planas de nuestros periódicos en el completo anonimato, así que presento sus rostros al mundo entero.
Hambre, Guerra y Muerte…saluden al mundo, yo los presento. ¿Quién soy yo?"
La voz que presentaba a los chicos, era gruesa y robótica, la cual tenía un tinte burlón lleno de cinismo y descaro. Los chicos se tensaban de solo oírlo.
–Balaam, hay que apagar esa cámara–chilló Sky asustado, mirando a su alrededor en pánico.
–Qué gran idea, no lo había pensado–respondió sarcásticamente, volteándose a la ventana, dispuesto a salir en busca de la cámara. Sin embargo, su mirada se cruzó con una fina línea de luz, era un rayo láser rojo apuntaba a su pecho, no teniendo otra opción más que alzar sus brazos–. Corran–masculló con cuidado el mayor de todos.
"Yo soy Dios, y vengo a invadir sus casas..."
Tras las últimas palabras, al ritmo de la canción de La Alegría, comenzó un montaje de cada escena del crimen de los chico. Desde Luke colocándose su máscara de tela con la cara de un payaso dibujada, hasta Sky saltando y aplastando los globos oculares de sus víctimas. Era una cinta completamente detallada donde el mundo observaba al hambre devorar a sus víctimas convida, abriendo sus estómagos, picando sus lenguas con el tenedor e incluso quemando sus entrañas mientras están conscientes; igual mostraba a la guerra torturar a gente que parecía ser escogida al azar, con jóvenes arrastrándose con las piernas rotas, mientras Sky lanzaba navajas a su presa.
Muerte tampoco se salvaba de ser expuesto, ya que las grabaciones exponían cómo siempre organizaba fiestas del té o juegos del escondite o las traes, antes de mutilar las bocas y decapitar a hombres y mujeres que claramente vivían en los suburbios.
– ¡Corran!–gritó Balaam, apenas deslizó de su manga un cuchillo, lanzándolo a través del cristal para darle al francotirador, comenzando inevitablemente un tiroteo.
Las ventanas estallaron al igual que el televisor por culpa de las balas que ensordecían y hacían casi imposible escuchar cualquier grito del interior.
Luke se estremeció, logrando tomar al Sr. Winchester al mismo tiempo que trataba de correr con sus padres para protegerlos, pero Sky tomó con fuerza a Luke, impidiendo que tomara los cadáveres. Su prioridad en ese momento era correr a la salida, pero apenas tocó la perilla, los federales entraban con violencia.
— ¿Sky?–le llamó Luke, temblando en el suelo mientras recobraba la orientación. Su entrecejo se arrugaba mientras su sonrisa era más pronunciada, rechinando los dientes por el miedo que trataba de contener—. Sky—le llamó una vez más, acercándose a su amigo inconsciente, quien había recibido el golpe de la puerta, podía ver su frente sangrar.
El muchacho trató de tomarlo, pero sintió un fuerte jalón que no sólo le separaba de Sky, sino del Sr. Winchester.
— ¡No, déjenlo!—empezó a gritar Luke un tanto alterado, forcejeando realmente asustado. Evidentemente no comprendía qué pasaba, pero ver cómo tomaban a Balaam quien fue herido por una bala, además de recoger a sus padres y a Sky, le provocaba una completa histeria, que sólo hacía que dislocara sus hombros con tal de zafarse—. ¡Mamá, Papá!—gritó aun con esa mueca torcida.
–Capitán, tenemos a tres de los cuatro...la nota decía la verdad–logró escuchar Luke, mientras todo se ponía negro, pues tuvieron que darle un tranquilizante.
“Quien sea que logró escuchar mis mensajes, de nada. Ahora todo será más seguro”
Fue lo último que logró oír Luke de parte de la voz robótica.
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