Advertencia: Esta novela contiene violencia, y no se busca glorificarlo. El autor no se hace responsable de la interpretación del lector, pues los protagonistas no comulgan con los valores del escritor.
El primer paso para resolver un problema es aceptar que lo tienes. Balaam no por nada era el líder de su famoso grupo de sicarios, pues él más que nadie sabía que no podían ser parte de la sociedad, así que trataba de sublimar el degenere en algo relativamente positivo y bien visto por la sociedad. Al fin de cuentas, muchos hemos sentido al menos el mínimo deseo de hacer justicia por mano propia.
Ahora comenzaban forzadamente una nueva etapa de su vida, algo que Balaam internamente agradecía al ver que había alguien afuera firmando por ellos crímenes que no habían cometido; digo, no es como si un par de asesinatos modificara lo condenados que ya estaban, pero si pegaba a su orgullo el sentir que no estaba realizando bien su trabajo.
—Este es el trato —habló Balaam, mirando fijamente a Fernando, pasando de largo la presencia de Lukyan.
—Hey, es conmigo con quien hablas —se quejó el rubio, chasqueando los dedos para que el chico lo volteara a ver.
—Qué puedo decir, tengo una relación especial con el jefe, ¿no es así? —bromeó Balaam de forma lasciva.
—Cuál es el trato. —Tragó saliva Fernando, acomodándose frente a la silla.
—La protección está de más, para mí es un hecho al saber que ustedes me necesitan más a mi que yo a ustedes —comenzó hablando con arrogancia, sin parpadear, parecía un depredador a punto de cazar a sus presas.
— ¿Te interesa el dinero? —cuestionó Lukyan intrigado.
—No, a él no le interesan esas cosas —interrumpió Fernando, conociendo a estos chicos como la palma de su mano.
—Me halagas tanto. —Se burló con arrogancia. Poco a poco su sonrisa se borró, irguiéndose para verlos seriamente—. Atención psicológica y psiquiátrica, doctores, el mejor tratamiento para mis compañeros.
Ambos agentes abrieron los ojos con cierta sorpresa, incluso se quedaron sin palabras. ¿Acaso Hambre era tan benevolente? Se cuestionaron internamente un tanto escépticos.
—Lograba de vez en vez tener atención médica para ellos, pero es difícil por la situación en la que vivimos. Tanta inseguridad. —Sonrió un poco Balaam tras lo último, por lo irónico que sonaba—. Veo que tienen muchas preguntas respecto a mi petición ¿uh? Sólo les diré que ahora que somos importantes, no perderé la oportunidad.
—¿Hasta tú reconoces que están dementes? —gruñó Fernando, sintiendo que el menor se mofaba de ellos, molestándole el cinismo que él percibía.
—Siempre he sabido que no existe la salud mental para marginados como nosotros. Ustedes provocaron esto, ustedes arréglenlo. —La mueca de Balaam a pesar de su serenidad, se endurecía. Se sentía con el derecho de exigir, después de todos, él sentía que los uniformados habían arruinado su vida y no le habían salvado cuando él lo necesitó; así que él no esperaría, y salvaría a los olvidados.
—Es un trato. —El acento ruso de Lukyan resonó, su gruesa voz representaba la seguridad del hombre—. Ahora van mis condiciones…
—Ah, espera, espera. —Sonrió dulcemente Balaam—. Que mal educado soy, antes de sus condiciones, tengo que dar mis advertencias.
—¿Nos estás amenazando? —gruñó Fernando, frunciendo el ceño y mirándole fulminante, siendo secundado por Lukyan, que a pesar de su enfado, se mostraba un poco más sereno.
—No. —La mueca de Balaam volvió a una tranquila seriedad—. ¿Quieren mantener bajo control a mi grupo? Tienen que seguir estas reglas y/o advertencias. Pero sólo se lo diré a usted, no quiero al federal aquí…—Balaam sólo confiaba en el jefe de policías, y en esta situación, le parecía lógico.
—Soy quien dirige esta investigación…—interrumpió Lukyan, disgustándose un poco por la actitud del pelirrojo.
—Y fueron ustedes los que llegaron casualmente a apresarnos cuando ese video salió. No confío en ustedes, no confío en quienes están adentro —sentenció Balaam, dejando en claro que esto no estaba a discusión.
Fernando se quedó callado al oír al muchacho, le causaba demasiada intriga, sentía que toda especulación que tenía sobre él, se derrumbaba. ¿Qué clase de monstruo era este? Se preguntó en sus adentros.
Lukyan miró al moreno un poco dudoso, pero decidió ponerse de pie y retirarse, tragándose su orgullo por el bien de la investigación.
—Estamos solos…—dijo finalmente Fernando.
(…)
—¿Qué está pasando aquí? —dijo Lukyan un tanto confundido.
Afuera del pasillo donde estaban los cuartos donde interrogaron a los sospechosos, había un grupo de agentes riendo y platicando con Noa. Sí, el mismo Noa que entro para sembrar el terror, parecía demasiado surrealista.
—El chico tiene demasiado carisma —respondió Keita con emoción contenida, mientras tomaba notas de cómo se desarrollaba la interacción —. Es como ver a Ted Bundy, versión “Kawaii.
—¿Versión q…?—Lukyan miró con extrañeza al policía, sin creer que viera con fascinación esto—. Yon, ¿qué está sucediendo? —pidió nuevamente una explicación.
—Decidimos vigilarlo aquí afuera, no deseábamos que se contactara con los otros dos y bueno…—carraspeó el coreano, un tanto incómodo, viendo cómo el niño celebraba cada cosa que decían los otros.
—Tengo que hablar contigo —dijo Lukyan tras indicarle con un ademán a Keita que cuidara a Noa, para irse con el nombrado a un área privad.
—¿Algo le preocupa, jefe? —sonrió con dulzura y gentileza. Siempre procuraba mostrarse sereno y frío.
—No, no es nada. Acabamos de hacer un trato con el jefe del grupo y necesitaré tu apoyo. —Lukyan observó cómo de poco a poco la sonrisa de su compañero se desvanecía—. Sé que parece una locura, pero parece tener algo que podría interesarnos, por ahora sólo nos queda ganarnos su confianza para sacarles todo lo que necesitamos y después llevarlos a cadena perpetua, y si es posible, a sentencia de muerte —bufó seriamente, ni un músculo de su rostro se movía.
—Entiendo, supongo que si tiene eso en mente, es porque la sentencia no fue parte del trato ¿o sí? —Ladeó la cabeza curioso, atento a lo que su jefe tenía que decir.
—No, pidió tratamiento médico para sus compañeros, específicamente mental. Creo que ahí entrarás tú, y no sé, tal vez puedas pedirle ayuda a Keita —sugirió el federal, sabiendo lo orgulloso que era su amigo.
—Creo que sería lo mejor para hacer más rápido este proceso. —Sonrió nuevamente Yon—. En ese caso, ¿debería ir a ver a mis nuevos pacientes?
—No por el momento, hablaré a quienes compete, para poder ver si podemos rentar algún piso para hospedarnos. Una vez transportemos a estos criminales, procederemos a ver qué haremos. Mientras, sigan vigilando a ese niño —ordenó como último, para regresar al área de interrogatorio.
Lukyan cerró la puerta tras de él apenas entró al pasillo donde estaban las tres salas en las cuales se hallaban en confinamiento cada uno de los jinetes, suspiró un poco, recargándose en la pared con propósito de esperar a Fernando, hasta que escuchó leves gimoteos que provenían del cuarto de Luke. Parecía que estaba despertando, y eso sólo lo ponía nervioso, algo que no podía creer pues creía que en sus años de experiencia, él debía ser inquebrantable.
El federal relamió un momento sus labios, frunciendo el ceño mientras caminaba directo a la puerta, oyendo más y más los gimoteos ajenos, junto con un leve golpeteo. Tomó el mango de su arma, por si acaso, y cuidadosamente abrió la puerta. Al ver lo que estaba en frente de él, sintió un estrepitoso escalofrío.
Luke se encontraba sentado contra un rincón, golpeando con relativa suavidad su frente contra el muro a la vez que sus manos jalaban la comisura de sus labios para forzar una sonrisa, parecía negarse a llorar. Lukyan no estaba seguro si estaba asustado por el hecho de ser atrapado o algo más, estaba dudoso sobre qué debía hacer, así que se atrevió a tomar una bocanada de aire y entrar con tranquilidad.
—Hey. —Lukyan se acercó con una mueca dura difícil de descifrar, notando cómo éste estaba completamente ensimismado con sus pensamientos—. Hey. —Su voz se tornó más seca, atreviéndose a tomar fuertemente las muñecas del chico, amoratándolas al jalar para que dejara su rostro en paz, fue en ese instante que logró ver la ansiedad que invadía al menor. El rubio sólo apretó la mandíbula, pensando bien sus palabras—. ¿Estás bien?
—No le diga a mis papás —jadeó Luke suplicante, forzando su sonrisa y rechinando los dientes—. ¿Están afuera esperándome? No les diga nada…
El federal tragó saliva un instante, sintiendo sus manos entumecerse. Fue entonces que recordó un momento lo que
—Pareces querer mucho a tus padres. —A pesar de querer mostrar interés, su tono seguía siendo frío—. ¿Podrías contarme de ellos? —dijo Lukyan, atreviéndose a acercar sus manos para limpiar su cara de la sangre que corría por su frente. En ese momento, pudo ver cómo los ojos del menor se le iluminaban.
—Ellos son increíbles, son los mejores padres del mundo. Me han llevado a la feria, me abrazan, me dan besos. Mi mamá siempre me arropaba…—narraba Luke, limpiándose sus ojos por un momento, sin darse cuenta que su cabeza se movía para sentir más la mano ajena.
Lukyan escuchaba atentamente las “maravillas” que contaba de sus padres, además de una vida casi televisiva por lo perfecto que se oía, lo cual…sabía que estaba lejos de la verdad. Los antecedentes que tenían de los cadáveres de sus padres era: Multas por conducir en estado de ebriedad por parte de la madre, robos menores en tiendas de autoservicio, entre crímenes pequeños, mientras que el padre directamente tenía crímenes más pesados donde se relacionaban sus problemas de ira. Era la fórmula perfecta para una familia disfuncional.
—En mi cumpleaños siempre me compraban donas, me gustan las donas, le regalo donas a la gente que quiero. —La chillona y desafinada voz de Luke se oía genuina, era como hablar con un pequeño.
—Hablamos con Balaam —dijo finalmente Lukyan, mirándole fijamente, queriendo saber un poco más de él y lo que pasaba en esa cabeza, pues no imaginaba que alguien tan disfuncional fuera la mente detrás de esos complicados crímenes—. Van a estar ayudándonos y…
Lukyan se sobresaltó, apartándose un poco por el repentino grito de foca moribunda que soltó Luke, casi le daba un infarto del susto.
—¡¿Atraparemos gente mala?! —Chilló Luke con emoción—. Entonces atraparemos gente mala y, y, y, y, y haremos que se conviertan en nuestros amigos y se arrepientan de lo que hicieron, ¿no? — Saltó sobre sus inexistentes pompitas, aplaudiendo con alegría—. El señor Winchester se pondrá contento.
Lukyan tenía los ojos desorbitados de sorpresa, no estaba seguro a qué loquero se había ido a meter, esto era algo en lo que no tenía experiencia. Estaba acostumbrado a los asesinos seriales cínicos, sin remordimiento, ni mucho menos “empatía”, al menos no a este nivel.
—Los llevaremos a vivir con nosotros y…—En esta ocasión tuvo que cubrirse los oídos por el grito estúpidamente agudo que salió del menor, parecía una gallina siendo destazada.
—¡¿Habrá más gente en la familia?! —Se abalanzó despreocupado, tirándolo para abrazarlo—. Oh dios, Balaam se pondrá feliz. Uh, tenemos que hacer una pijamada de bienvenida, sí, sí, una pijamada. —Restregó su mejilla tan feliz, sin notar lo tieso que se ponía el federal, que internamente se sentía como un cachorro abrazado por Elvira de los “Tiny Toons”—. Sí, sí, y comeremos, veremos películas y comeremos donas también, y veremos películas.
—Agente Lukyan —Se asomó Fernando al escuchar que estaba ahí, arqueando una ceja incrédulo al notar al asustado hombre, lo cual le provocó una leve sonrisa de satisfacción —. No es nada importante, lo dejaré que siga con lo suyo —externó con un deje de malicia.
—Agente Gonzáles, e-es…—soltó un gruñido, le estaba exasperando la cercanía del mocoso quien no paraba de hablar y abrazarlo.
Fernando salió, conteniéndose un poco la risa, sintiendo cómo el ego saldría de él como si fuera una olla exprés. El ver que parecía ser el único junto con Keita que tenían verdadero conocimiento del caso, le llenaba de un extraño placer. Esto sería una experiencia…ilustrativa.
Tras algunas horas de discusión con el alcalde y gobernador del estado, lograron convencer de tomar a estos delincuentes, cargando sobre sus espaldas la responsabilidad de cualquier accidente que ellos provocaran. Así que dicho y hecho, lograron tener un penthouse en el edificio más alto y lujoso de la Gran Ciudad, no por comodidad sino por seguridad.
—No toquen nada —advirtió Lukyan, quien entraba con su equipaje, siendo seguido por el cuarteto de lo que él consideraba un grupo de mocosos.
—¡MIREN CUANTA LUZ! —gritó Sky emocionado, y aliviado de que no hubiese ningún rincón oscuro—. AH y hay una albera en la terraza. —Tanto él como Luke ya se estaban desnudando despreocupadamente, pues el sol ya estaba más que asomado.
El lugar es como lo hemos visto en películas, ya saben, esos penthouse rodeado de ventanas -blindadas por su puesto- con alberca, jacuzzi, una enorme cocina y una sala que quedaba al centro del lugar. Realmente era difícil esconderse ahí por lo espaciado, pues incluso las puertas de los cuartos se veían desde la sala, debido a que las escaleras subían a una especie tapanco que funcionaba como mini corredor.
—Sólo veo tres puertas —musitó Balaam, achicando la mirada para saber si observaba bien.
—Sí, compartiremos habitaciones —contestó Fernando con desfachatez y sin una pizca de gracia.
—Bien, yo me quedaré con usted. —ordenó el pelirrojo, bostezando para subir las escaleras.
—¿Qué? —bufó Fernando, frunciendo el ceño, pero no pudo decir más ya que el muchacho ya se había metido a la habitación.
—A mí me da igual quien se quede conmigo —rió dulcemente Noa, tallándose un ojo para subir a descansar. Debía tener su sueño reparador, ya que en su imaginación esa noche tendría que ir a trabajar.
—Pónganse ropa, no…—gruñó Lukyan, trataba de no perder la compostura. A estas alturas Luke tenía al Sr. Winchester y a sus padres, y ver cómo metía los cadáveres a remojarse en la alberca era repulsivo.
—Jefe, si desea, podría yo quedarme con Luke para atenderlo 24/7. —Se acercó el agente Lee con su usual serenidad y amabilidad.
—Sí, por favor y dile al oficial Keita que vigile y no dé cuerda al otro muchachito. Yo me quedaré con Noa —ordenó Lukyan mientras sobaba su cuello un poco cansado.
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