Estaba molesto, mi padre me había vuelto a mandar dinero, Catalina me había hecho esperar una hora y nunca apareció y ahora estaba frente a mi nuevo jefe quien me estaba amenazando por mis retrasos.
—Ya es el cuarto en menos de dos semanas. Si llega a existir un quinto, te mandó a la calle. ¿Escuchaste? Esta es tu última oportunidad.
—Si, señor.
—Ahora a trabajar.
Me dirigí a seguir empacando colonias mientras me recordaba mentalmente que debía sobrevivir para demostrarle a mi padre que no necesitaba su dinero y que podía ser autosuficiente. No por tener 20 años era un completo desastre.
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