—Dejó de ser tu casa cuando preferiste traicionarnos por dormir con tu joven secretaria. ¿Qué se siente, padre, dormir con una mujer que perfectamente podría ser tu hija? ¿Debería comenzar a preocuparme yo?
—¿De qué estas hablando? Te pido por favor Catalina que no hables de cosas que no sabes.
— ¡¿Qué no sé?! ¿Crees que todo este drama es algo secreto? ¿Crees que Lily no escuchaba los gritos nocturnos? ¿Quién crees que se preocupa de que mamá tome sus medicamentos? ¿Quién crees que se encarga que esta casa no se caiga a pedazos? ¿Crees que lo haría si no supiera todo lo que está sucediendo?
Los ojos azules de mi padre no mostraban ningún sentimiento.
—No fue algo que te pidiéramos.
—No, fue algo que yo decidí hacer porque a diferencia de ti, yo si amo mi familia y no voy a dejar que tus estúpidas decisiones la destruya. Cierra la puerta al salir.
Subí corriendo hasta mi cuarto dónde pude llorar en paz. A los minutos escuché la puerta cerrarse y el auto arrancar con furia. No estaba lista para ese encuentro con mi padre. Las lágrimas me empapaban. Me acerque al joyero y saqué una vez más lo que parecía ser la solución a mis problemas.
Prendí el cigarrillo cuidadosamente y aspiré con fuerza.
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