Era el tercer día que Catalina no aparecía en la carretera. Había intentado llamarla muchas veces pero su celular nunca contestaba.
Volví a prender el motor y me dirigí a mi departamento.
En la puerta había una caja con una gran listón rojo.
Lo acerqué a mi oído para cerciorarme que no era una bomba.
Cuando ya estaba cerca de mi cama lo abrí. Era una gran fotografía de mi familia. Mi madre sonreía con sus ojos verdes brillando. Todavía conservaba el cabello aunque la piel se le veía deteriorada. Papá también estaba feliz, con esa sonrisa que hace años había dejado de mostrar.
Al medio estaba yo. Con mi cabello rubio desordenado y largo, un intento de imitar el peinado antiguo de Justin Bieber. Mi piel estaba pálida y mi cuerpo delgado. Tenía 17 años y parecía un niño de 12.
Había una pequeña nota detrás la foto.
"Sé que me culpas por la muerte de tu madre. Yo también lo hice por un tiempo pero la verdad es distinta y creo que tu lo sabes, sólo tienes miedo de aceptarlo.
Te pido por favor que vuelvas, si quieres trabajar y ganar tu propio dinero, está bien. Solo te pido que vuelvas a casa. No puedo aceptar perderte. Me costó mucho aceptar la perdida de tu madre para tener que aceptar la tuya.
Un beso.
Tu padre."
Debo aceptar que el hecho de que estuviera escrita a mano y que no firmara con "John Nichols" me hizo sentir bien.
Pero no podía volver. No podía volver a esa casa que me traía tantos recuerdos. Esa casa dónde lo había tenido todo y dónde lo había perdido.
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