Steve Donalson se estaba durmiendo a pesar de escuchar, a todo volumen, los últimos hits del momento. Tenía que pasar otra noche en vela en ese maldito sitio y esta debía ser la tercera noche consecutiva. Dando varios cabeceos trató de recordar el por qué había aceptado semejante trabajo de mierda. El motivo no tardó en volver a su memoria: trabajaba allí para poder pagar las deudas de juego con algunos sujetos turbios del barrio italiano. Intentó dejar de cabecear durante unos minutos, sin tener mucho éxito en su cometido, hasta que escuchó un ruido proveniente del sector de las jaulas. Primero pensó que podían ser lo perros ladrando otra vez; pero después oyó una voz Humana exclamar:

- ¡Sáquenme de aquí, mojitos!- gritaba alguien con un acento muy marcado, parecía ser del Norte de México.

Esto desconcertó a Steve, bajando la música y sacando su arma reglamentaria, se levantó de su silla y se dirigió a la puerta. La abrió con lentitud viendo a su alrededor; pero no veía a nadie, sorprendido preguntó:

- Hola ¿Hay alguien por allí?

- Discúlpeme mi cuate, carnal, pero estoy atrapado en el edificio- le respondía esa voz, que, al parecer, se encontraba cerca de la puerta de salida

- ¿Quién es usted y que hace aquí?- le preguntó Steve acercándose, sigilosamente, a la entrada, con el revólver apuntando para arriba- este es un edificio del gobierno de los Estados Unidos, no puede encontrarse en este lugar sin un permiso

- Pos que soy el repartidor de pizzas, chavo. Ustedes llamaron a nuestra sucursal diciendo que muchos generales y generalísimos vendrían hoy con mucho apetito, nos pidieron varias de peperoni y sardinas, algunas con hongos, fíjese

- Nadie pidió nada, señor- le dijo Steve acercándose a la puerta

Steve se encontraba tan nervioso que no notó cuando un chihuahua pequeño le tomó las llaves con la boca y se las sacó de un solo movimiento.

- ¡No mames carnal!- exclamó aquella voz enojada- ¡pos ahorita mismo le digo a mi patrón que no me quieren pagar!

- Señor esto es un edificio del gobierno de los Estados Unidos, nadie ha pedido nada. Ahora quiero que se identifique o de lo contrario me veré obligado a disparar- dio su ultimátum estando más cerca de la puerta de entrada

- Lo siento señor pero no puedo decirle mi nombre, aunque si tengo mi identificación conmigo, se encuentra en el collar de mi cuello- dijo el Chihuahua a sus espaldas. Steve se dio vuelta, con la cara desencajada por la sorpresa. Aquel perro lo veía de forma amenazadora y sin siquiera esperar respuesta, añadió- creo que dice R 29, culero

Un pequeño grupo conformado por cuatro soldados, vestidos de negro, oyeron el grito de sus compañeros a garras de W.O.L.F. y se dirigieron a ayudarlos. Cuando llegaron solo vieron sus cuerpos mutilados en medio del oscuro pasillo. Los cuatro estaban horrorizados al ver semejante masacre, sin embargo, a pesar del pánico que sentían, oyeron un gruñido humano y a la vez canino detrás suyo. Uno de los soldados se dio vuelta y allí, en la oscuridad del pasillo con unas luces verdes iluminándolo pobremente, se encontraba una perra pequeña con un pelaje curioso en la cabeza y unos ojos rojos muy resplandecientes.

Antes de que el infortunado soldado hiciera un movimiento, aquel can, se movió con una velocidad asombrosa a donde ellos estaban. Varios gritos se oyeron en la oscuridad del pasillo y después… no se oyó nada más.

Steve estaba boquiabierto debido al impacto producido por la sorpresa al ver a aquel perro Chihuahua hablarle e insultarlo.

- Hay dos posibles caminos para salir de esta situación, pinche culero- le volvió a hablar el perro conocido como R 29 - uno es muy sencillo: tiras tu arma y te largas o el otro paso es que yo te quite tu juguete, carnal, para después matarte con él

Sin saber que era lo que realmente estaba sucediendo o, peor aún, sin poder entender que era lo que hacía en realidad, Steve, apuntó con su revólver Berreta de 16 tiros al perro y jaló el gatillo; pero aquel condenado Chihuahua era bastante rápido. Moviéndose a una velocidad, completamente imposible para cualquier canino, esquivo el disparo apartándose de su sitio y abalanzándose sobre la camisa de Steve.

Steve no podía creer lo que estaba sucediendo, aquel endemoniado animal estaba encima de él sin que pudiera verlo moverse. Sintió un dolor muy fuerte sobre su cuello seguido de un líquido pegajoso que empapaba su camisa, Steve sabía que ese líquido era su sangre.

Los sonidos del disparo que emitió Steve alarmaron a todos los soldados que había cerca, armados con rifles de ataque como la M-16 y la AK-47, decidieron entrar y defender el lugar.

W.O.L.F. escuchó el disparo y se dirigió a donde este había provenido. Se movía en aquel oscuro pasillo siendo guiada por medio del olfato, podía oler la pólvora desde una gran distancia.

Steve estaba en el piso desangrándose y sujetándose el cuello, R 29 lo apuntaba con su propio revolver, respirando con agitación, furioso exclamó

- ¡Te lo advertí pinche infeliz! ¡No te metas con el mas chingon del barrio!- esbozando una siniestra sonrisa, añadió con alegría- ahora toma un poco de tu propia medicina

Con su pequeña garra apretó el gatillo y salió el disparo.

La bala recorrió el camino desde la punta del cañón hasta la cabeza de Steve en perfecta línea recta. Una vez que entró en el cráneo, del infortunado guardia de seguridad, esta rompió todo los huesos del mismo y despedazó su cerebro. Posteriormente salió por el otro lado junto con algo de tejido cerebral y varias neuronas. La cabeza dio una violenta sacudida golpeando el ensangrentado suelo por última vez. La mirada del difunto Steve se quedó apagó y sus ojos se volvieron cristalinos, todo había terminado.

- ¡Y no te doy otra nomas!- exclamó con satisfacción R-29 observando su arma, descubriendo que se encontraba vacía- porque creo que ya no tengo más balas

Los soldados entraron en donde se encontraban los sujetos de prueba y se sorprendieron al ver el cadáver de Steve al lado de R-29 que los miraba con una sonrisa nerviosa, sosteniendo todavía el arma del fallecido guardia de seguridad.

- Ups- sonrió R 29 agrandando sus ojos esperando que los soldados no lo mataran por hacerlo

Apareciendo por la puerta, W.O.L.F., se adentró a la habitación y miró a los soldados con una sonrisa en su hocico, lleno de sangre, y su pelaje cambio de su marrón a un color morado oscuro, sostenía dos rifles M-16 en sus patas. Antes de que alguien pudiera hacer o decir algo, A 32, de un solo golpe con su pata derecha de adelante, logró volar la reja en donde se encontraba y golpeó a uno de los soldados obligándolo a disparar, por accidente, al compañero que tenía enfrente. W.O.L.F. aprovechó la oportunidad y jaló los gatillos de sus nuevos juguetitos.

Las balas volaban como si fueran mosquitos e impactaban en varios de los soldados, muchos de esos impactos eran en zonas vitales. Los que no caían al suelo trataron de contraatacar; pero el pequeño Chihuahua se abalanzaba a sus cuellos y los desgarraba del mismo modo que había hecho con Steve. Antes de que el último soldado tocara el suelo todos ya habían muerto.

R 29, con su hocico, volvió a tomar las llaves y liberó a todos los perros que había en aquel lugar. Se dirigió, enojado, a donde estaba A 32 y le preguntó:

- ¿Acaso podías hacer trizas tu jaula todo este tiempo y lo único que hiciste era quedarte ahí sentado?

- No creiya qye fuira importante- le respondió A 32 con un tono despreocupado

- ¡Vaya que lo era mi cuate! Respecto a ti, mojita, mírate tan chingona con esas dos ametralladora y yo que creí que te iba a rescatar

- Esto aun no termina R- le respondió, con una voz extraña y muy distinta de la anterior, W.O.L.F.

- Tienes razón mojita, aun no hemos salido de aquí; pero este cuate muerto podría tener algunas llaves de esos vehículos humanos wey- le contestó R 29 señalando el escritorio de Steve

- Vayamos a su oficina- sugirió W.O.L.F. poniéndose en marcha

Entraron en el pequeño despacho de Steve y vieron que, fuera de la radio y una pantalla que captaba las imágenes de las cámaras de seguridad del lugar, no había mucho en particular, salvo por unas llaves de un automóvil y una lata de cerveza.

W.O.L.F. tomó las llaves y R 29, con cierta curiosidad, tomó la lata de cerveza con su pequeña patita y bebió de ella. El sabor era increíble, algo que nunca antes había sentido o probado en su vida, por desgracia no quedaba mucho de ese líquido en la lata. R 29 continuó mirando el escritorio de Steve en búsqueda de algo útil y pudo notar que en uno de los televisores que mostraban las filmaciones de las cámaras de seguridad, había más soldados, bien armados, dirigiéndose a donde ellos estaban.

- Oh uh - dijo R 29 señalando la pantalla- tenemos problemas

- Hora de irnos- afirmó W.O.L.F. emprendiendo la retirada

Era hora de abandonar ese laboratorio de una vez por todas.