Bruno odia las alturas.
Siempre las ha odiado y está seguro de que siempre lo hará.
Es de esas cosas en la que cualquier otro pensaría que está exagerando. Pero sí, incluso vivir en un segundo piso le afecta. Así que cada vez que tiene que entrar o salir de su casa, es horrible. Probablemente bajar sea peor, porque tiene que ir viendo hacia abajo.
Es bueno que Dany es comprensiva al respecto, no lo apresura y coloca una mano reconfortante en su hombro mientras él, recargado con una mano en la pared, casi baja las escaleras con los ojos cerrados.
Pero ellos habían elegido ese lugar, a pesar de ser segundo piso, porque era barato, estaba cerca de la universidad a la que Bruno quiere ir, había otro omega y no había alfas. ¡Antes! Ahora, desde el mes pasado un alfa se había mudado, y casi una semana atrás, otro alfa había aparecido por ahí siguiendo al otro omega de la vecindad.
De repente ya no parece el lugar conveniente al que se habían mudado.
—Ya estamos abajo, bajamos~ —le dice Dany que pasa a tomar las correas de su mochila—. Corre o empezará a haber más personas y salir con tanto tiempo de sobra no tendrá mucho sentido.
—Segundo piso —decide quejarse en voz alta—. Se mudó un alfa. Qué horrible lugar para vivir.
—Y otro alfa pasó por aquí —agrega Dany.
Ni bien dicho esto, el omega que había sido seguido por aquel alfa mencionado, sale de su casa, una mochila de las que dan los partidos políticos al hombro y gritando al interior de la vivienda para que no se le hiciera tarde a quien fuera que se dirige.
Bruno mira a Dany quien había mencionado que quería decirle algo. Dany lo mira también, mira al suelo, toma su mano y avanza hacia el vecino que estaba a punto de ir a la calle.
—¡Ah! Um, uh, —tiene muchas muletillas antes de que logre articular una palabra por completo— Jorge…
—¿Mm? —el nombrado voltea y espera a que ellos den el par de pasos que los separa, mientras una vez más, se pregunta cuáles son sus nombres. No es tan raro que no lo recuerde. Aunque esos omegas llevan viviendo allí ya como un año, es raro verlos, solo salen cuando al parecer es necesario, y si están en casa, se mantienen encerrados la mayor parte del tiempo— ¿Qué?
—Uh, bueno, desde… desde que nos mudamos me pregunté… y, bueno, ahora que incluso un alfa te siguió… e incluso otro alfa vive aquí de manera permanente… ¿No crees que deberías cubrirte el cuello? —Dany subió una mano un poco sobre su propio cuello que se encontraba cubierto totalmente gracias a su ropa—. Expuesto así, podrías dar un mensaje equivocado.
—¿Mensaje equivocado? —pregunta Jorge.
Sube una mano a su cuello teniendo una idea de a qué se refiere. Algunas veces se lo han dicho en la calle, el que un omega no cubra su cuello es similar a una invitación abierta para los alfas. Semejante a darles puerta abierta para que se acerquen.
Frunce el ceño y baja la mirada con enojo a la vez que aprieta un poco el agarre en su cuello.
—Si me cubro… solo iría anunciando que soy un omega. Así no lo saben —mueve la mirada sobre el suelo juntando más sus cejas—. Solo los alfas, y esos perros pueden saberlo aunque te cubras.
—¡De hecho no! —replica Bruno quien había estado casi detrás de Dani haciéndose un poco a un lado para estar más a la vista— Cubrirse el cuello sí reprime el aroma.
Bruno suelta la mano de Dani y dirige ambas manos a la derecha como si tratara de señalar un punto antes de comenzar a hablar sin detenerse.
—No haría que los alfas no te huelan, sino que te pueden pasar por alto. O sea, los alfas no suelen estar concentrados tratando de encontrar aromas de omegas en los alrededores. Mm, por ejemplo, como ese alfa que vino —señala a Jorge esperando que entendiera que hablaba de aquel que vino por su causa—. A nosotros no nos notó hasta que hablamos. En tu caso, que no te cubres el cuello, lo más probable es que percibiría tu aroma incluso antes de darse cuenta de ti.
Jorge no sabe si eso es posible, así que simplemente levanta los hombros y una ceja sin darle importancia.
—Lo que sea —le dice—. Con los pinches celos que llegan de repente en la calle igual vale verga. Luego ‘tas cerca de ellos y peor.
Bruno y Dany observan a Jorge con una cara de horror en cuanto termina de hablar. Sus miradas a la vez preocupadas hacen que Jorge un poco incómodo les pregunte qué es lo que les pasa.
Dany vuelve a bajar la mirada al suelo y sin poder creerlo repite sus palabras en pregunta, pero tan bajo que es casi para ella misma.
—¿De repente… en la calle… junto a ellos?
Tras unos segundos más de silencio, Bruno aprieta los labios y decide hablar otra vez.
—Jorge… —comienza— ¿Cuándo dejaste la escuela?
Jorge levanta una ceja sin comprender de donde vino esa pregunta de repente, mete una mano en el bolsillo de su gastado pantalón y contesta.
—Mi padre me sacó antes de que terminara la primaria.
Bruno siente casi un nudo en el estómago. O un golpe que le saca todo el aire.
Ya lo sabe. Es una realidad conocida y, aun así, escucharla, ver a una persona que lo vivió sigue siendo algo que no es agradable de presenciar.
—¿Porque eres omega? —le pregunta con la mirada clavada al suelo y el ceño fruncido.
—Pues sí —contesta Jorge como si fuera muy evidente.
Y es que sí lo es.
Los omegas no tienen futuro laboral por el hecho de ser omegas. E incluso aquellos omegas que en algún momento intentaron continuar con la escuela, suelen abandonarla debido al acoso ya que conforme se va avanzando en los grados, es más común que sean cada vez más alfas y menos de cualquier otra casta. Así que la mayoría de omegas abandonan o son sacados de la escuela en cuanto descubren su casta.
Bruno aprieta los puños y frunce aun mas el entrecejo, no es capaz de continuar hablando.
Dany, que no es buena con el contacto visual, observa hacia la puerta de la calle, pero señala la casa de Jorge sin alejar la mano mucho de su propio cuerpo, para retomar la idea por la cual en primer lugar decidió hablarle.
—P-pero tus hermanos siguieron estudiando. Los he visto con uniformes. ¿No te dicen ellos?
—¿Decirme qué? —pregunta Jorge que cada vez se siente un poco más perdido en esa conversación.
—Uhmm, los, uh, ¿ciclos? Uhm, ¿inhibidores?...
Bruno lo mira, su expresión confundida y sin comprender nada de lo que Dany le menciona es evidente. Es lo común. Por el hecho de abandonar sus estudios tan pronto, muchos omegas son ignorantes en lo que se refiere a todo lo relacionado con su propia casta.
En especial antes, así que los omegas mayores de 20 años son quienes menos saben al respecto.
Al menos actualmente, ya comienzan a haber clases de sexualidad en primarias, así que, aunque abandonen pronto, no salen sin saber absolutamente nada como es probablemente el caso de Jorge.
Bruno inhala profundo, cierra los ojos con una mueca y cruza los brazos.
—Jorge —comienza—, cuando regreses, ven a nuestra casa. Te explicaremos unas cuantas cosas sobre los omegas.
Después de todo, está entre sus objetivos evitar que los omegas se mantengan ignorantes.
Jorge se acomoda la mochila que comenzaba a resbalarse por su hombro y señala a la calle con el pulgar.
—Si lo único que harán será hablar, pueden ir al puesto. Se quedan sentados mientras abro y pueden comer.
—Oh, no puedo —Bruno sacude la cabeza un poco. A su lado Dany lo mira con una sonrisa orgullosa sabiendo lo que dirá—. En este momento voy a tomar mi examen a la universidad. Me voy a volver el tercer omega en lograrlo.
Declara, ya que en el país solo hay registros de dos omegas que han logrado llegar hasta ese nivel educativo. Sin embargo, ninguno había concluido, así que, con una mirada determinada, Bruno agrega:
—Y seré el primero en terminarla. Los omegas pueden continuar sus estudios y pienso demostrarlo siendo el primero en hacerlo.
Jorge lo observa fijamente por unos momentos. Sin ninguna aparente expresión en su rostro, pero se torna serio al decir.
—Bien, ve y cuando vuelvas porque ya quedaste en la escuela, puedes venir a comer tacos, yo invito.
Bruno ríe, un poco de tensión que no se había dado cuenta que tenía, se desvanece. Una parte de él esperaba que como el resto le dijera que no podría, que era un omega, que desertara. Y solo se encontró con una repentina fuente de confianza ciega.
Ni siquiera se atreve a decirle que no tendría los resultados ese mismo día.
—De acuerdo —le dice—. Por cierto, creo que no te acuerdas de nuestros nombres. Somos Bruno y Dany.
—Jorge —se presenta también, aunque los otros sí lo sabían.
Bruno toma la mano de Dany y se van.
Comments (3)
See all