Voy a dejar claro esto de una vez, porque ya no puedo sostener la buena cara, díganme histérica, díganme desorden hormonal, digan lo que quieran. Sí soy ambiciosa y estoy haciendo todo esto por dinero. Después de vagar sin casa, sin trabajo, con una enfermedad mental tan común como los mosquitos en verano pero ridiculizada y estigmatizada, sí elegí tener este embarazo por dinero. Sí me estoy aprovechando de que algunos creen que tengo el mesías en la panza, aunque se siente horrible y doloroso. Sí, muchas veces creo que fue un error y que en cualquier momento sale un monstruo de tentáculos de mi panza. Sí, me planteo en muchos insomnios qué carajos pasará cuando el alien nazca. Si es que nace. Todavía no firmé los papeles de adopción, pero sí existen. Por alguna razón que desconozco mi abogada no me los hizo llegar aún.

Se acercan las fiestas y en lo único que puedo pensar es en que estoy sitiada por fanáticos religiosos que me quieren matar o adorar, que mi familia y amigos están a 15mil kilómetros y el covid de mierda que no se va, sino que se reproduce más rápido y se va haciendo más fuerte. Pero no, la gente cree que hago esto nomás porque soy una planera (en Argentina los imbéciles le dicen así a las supuestas mujeres que se dice que se embarazan para cobrar el bono del gobierno). Que quiera verle el lado bueno, no quiere decir que la esté pasando bomba, quiere decir que tengo suficiente dignidad como para no llorar miserias y respetar sus creencias. Pero me agotaron la paciencia.

A toda la gilada y sobre todo a los hombres que me sigue acosando de ambiciosa (Lo escribí bien. Gente, a esto se le llama acoso, ya no es acusación), les pregunto: ¿Qué hubieran hecho si quedaban embarazados del “espíritu santo”, sin posibilidad ya de aborto, sin poder trabajar por enfermedad, con un permiso de residencia presto a vencer, sitiados por un enemigo invisible, sin familia ni amigos, a punto de perder su alquiler en una ciudad donde es más fácil conseguir un unicornio que un alquiler? Arriba esa creatividad, les leo.