Como no podía ser de otra manera, llegaron postales y cartas de todos lados. Debo decir que de este lado del globo, la navidad es muy oscura. A las 16:30 ya es de noche, así que las ganas de hacer cosas, son vencidas por la soñolencia que causa la oscuridad. Sobre todo, esta ciudad no es muy iluminada de noche, en pocos lugares hay buen alumbrado público, y la gente en sí no es tan adepta a las luces navideñas. Cada ciudad es diferente, pero nos tocó una poco iluminada. Cuestiones del medio ambiente que presumen.
La guardia que tengo, parece que ya tenía todo planeado. Antes que baje el sol, ya habían traído unas vallas blancas. Como lo veía innecesario, salí a convidarles chocolates de los que llegaron de regalo y darles una mano. En serio, nadie iba a dejar a su familia y amigos para venir a ver una portadora de embriones indetectables de dudosa procedencia.
Como no me dejaban mover las vallas, volví por un termo con café y adornos navideños que había hecho con arcilla polimérica. Me sorprendió que estuviera la mujer poli, pensé que era religiosa y no iba a trabajar un día como hoy. Les convidé del café y cuando colgué suficientes adornos, los iluminé con una linterna de luz UV que tengo para jugar. El anticuado fan de los X-Files quedó fascinado, y la chica también. Los pibes que trajeron las vallas sólo lo vieron con desgano, supongo que pensando que se iban a tener que encargar de ello más tarde. La chica poli me preguntó si era “luz de detective”, como no sabía exactamente qué quería decir, ni si era lo que pensaba, le dije que se usa también para detectar billetes falsos. Me asintió y creo que hasta la vi sonreír.
Como a las 19hs aparece alguien corriendo con una antorcha pendida y gritando como loco. Con una antorcha, con fuego de verdad. Una antorcha, ¿entienden? Después que se lo llevara un patrullero, el poli anticuado me comenta que estaba gritando algo así como “hoy no nacerá el anticristo”. Riéndose, me dice: “-Ésos son los problemas que trae la religión, aprenden antes de dios y del diablo que a contar los números con sus propios dedos.”
La noche pasó sin más, cenamos con los polis por turno, uno afuera, dos adentro y así hasta alimentar a los siete que habían designado. Había mucha comida que había llegado por correo y era demasiada para mi pareja y yo. Además a ninguna de las dos nos gusta la canela.
Mi chica se quedó jugando a Zelda y yo me fui a dormir, ni esperé a las 12. Ya nos habíamos dado los regalos, hablado con la familia y postreado, así que el día estaba hecho. Cerca de la una, me despierta música. Más que música, gente cantando. Mi chica estaba en la ventana y cuando me asomé vi una pequeña pero en fin multitud con velitas y cantando. Al ratito se fueron. Así, sin más.
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