LOS GESTOS DICEN MÁS QUE MIL PALABRAS.
Hermoso ángel de la muerte,
No puedo verte con estos ojos vacíos,
Así que cuentamé una historia antes de partir.
Paula Canyul.
No podía dejar de temblar, mi corazón latía con fuerza estaba segura de que me daría un paro cardiaco si no lograba controlarme, el cachorro estaba sentado a unos centímetros de mí, el camión se había estampado en un poste, a lo lejos las sirenas de una patrulla empezaron a sonar; miles de gallinas estaban tiradas por todo el lugar, algunas comenzaron a caminar por las calles no pensé en el conductor, me asuste tanto que corrí a la puerta, traté de abrirla apresuradamente, estaba temblando tanto que no lograba meter la llave en la cerradura. Al fin en el cuarto intento lo logre y me metí inmediatamente,cerré la puerta con el seguro y me quede apoyada contra ella durante varios minutos, cuando sentí mis piernas más estables camine a la cocina, me sentía como en una pesadilla, no podía asimilar lo que había pasado, era como si de pronto estuviera frente al camión y luego desapareciera, solo sentí una brisa y un leve mareo.
Tenía tantas preguntas sin embargo, las sirenas me sacaron de mi entumecimiento me asomé a la ventana y empecé a sentirme culpable, ni siquiera me acerque para ver si el conductor estaba vivo o llamar una ambulancia, pero qué más podía hacer yo por naturaleza era cobarde y por lo que podía observar parecía que ya tenía la ayuda que necesitaba solo esperaba que estuviera con vida, me di la vuelta en dirección a las escaleras, de pronto me quedé paralizada el cachorro se encontraba en los escalones yo estaba segura de haberlo dejado afuera estaba a punto de gritar ¿Cómo había entrado?
Lentamente volví a acercarme a la puerta, estaba lista para salir corriendo de ser necesario yo no le iba a dar la oportunidad de atacarme,estaba claro que no era un perro normal. ¿acaso él me había salvado y si así era porque lo hizo? ¿Qué tipo de espíritu era? miles de preguntas se arremolinaron en mi cabeza, podía ver que era completamente sólido y podía comer rollitos de jamón, ¿acaso los espíritus podían comer comida humana?nunca lo había visto, esto me desconcertaba aún así no me sentía en peligro, no podía sentir una presencia maligna en él, en cambio solo note una brisa suave y cálida, una corriente eléctrica y pasaba cada que lo tenía cerca de mí.
Armándome de valor le pregunté
—¿Qué eres, qué estás buscando? ¿cómo entraste? —
— Woof—fue la única respuesta que obtuve, el tenía una mirada adorable y movía la cola.
—Todos los espíritus hablan y se que puedes hacerlo, ¿qué quieres de mí? — al menos eso sabía ya que la mayoría de los espíritus me habían hablado al notar mi mirada. Eran como moscas y revoloteaban a mi alrededor preguntando mil cosas aunque, no recordaba hablar con un espíritu de un perro antes.
Ya estaba lista para abrir la puerta, pero el cachorro solo dió vueltas a su alrededor y se acostó pacíficamente, por que me había salvado y porque no hablaba esas preguntas no dejaban de rondar mi cabeza, cuando el clic de la puerta me hizo brincar en mi sitio, mi padre había llegado, me moví rápidamente para dejarlo pasar.
—Bienvenido papá co- como… — No me dejo terminar levantó su mano y señalo a mi espalda.
— ¿Qué es eso? —
— A qué te refieres papá. —
— No te hagas la lista conmigo, ¿Por qué trajiste un perro?—
— El solo me siguió…—termine en un susurro, espera mi padre podía ver al perro que significaba, no estaba “MUERTO” me había confundido, era un cachorro que solo me siguió y por azares del destino estaba aquí, entonces lo del camión fue un sueño.
Estaba en estado de shock
—No podemos tener un perro ve y déjalo donde lo encontraste.— se veía molesto agarró su maleta y sin decir una palabra más se dirigió al segundo piso, unos segundos después escuche la puerta azotándose.
Me arme de valor y me acerque al cachorro
— No nos lastimes. — le supliqué en voz baja
Tome el cachorro y volví asentir esa sensación eléctrica, era como si estuviera lleno de energía no podía dejar de temblar, el solo me observo como si imaginara mis intenciones de dejarlo en la calle, al abrir la puerta note que habían puesto una cinta amarilla, el accidente era real no me había imaginado nada.
— Por favor, solo quédate afuera — dije suavemente, lo bajé despacio, no pensaba ir al buzón tan noche ya que podría regresar con algo peor que un perro.
Di la vuelta y nuevamente entré a la casa me aseguré de que no entrara, puse seguro a la puerta me apresure en ir a la cocina, estaba hambrienta y sin energía con todos los acontecimientos que había pasado, necesitaba comer algo y dormir un poco.
No había terminado de masticar mi primer mordisco, cuando casi me atraganto con un pedazo de fruta, el cachorro estaba sentado al lado de la mesa, era como si nunca lo hubiera sacado di un brinco hacia atrás que golpee una de las sillas tirándola con un fuerte golpe.
De pronto se escuchó a alguien bajando por las escaleras, mi padre estaba casi sin aliento, mirando a todos lados buscando la fuente del sonido.
—¿Qué pasó? ¿Qué fue eso? —
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