2 de Enero del año 709. Era de mañana y Acacio despertaba con una jaqueca por estar despierto hasta muy tarde. Era ya casi medio día y aun nadie lo había venido a despertar. Los invitados vendrían en muy poco tiempo, así que se dispuso a levantarse rápidamente de su cama, bañarse y vestirse para este día tan importante.
Acacio se puso un traje color azul marino, zapatos negros y trato de peinarse muy bien para luego abrir la puerta y salir corriendo, pero justo cuando abre la puerta 2 personas lo detienen. Una era muy pequeña, con cabello castaño, vestía de un traje azul claro y, junto con todo lo demás mostraba una sonrisa brillante, la otra por otro lado, más seria y mucho más alta vestía completamente de negro.
Acacio: ¡Abel, papá!
Bruno: Veo que andas muy apurado.
Abel: Sokrates nos contó que te habías acostado muy tarde.
Acacio: ¡JAJAJA! Creo que se me hizo un poco tarde.
Abel le entrega a Acacio una caja envuelta con un papel colorido.
Abel: ¡Feliz cumpleaños Hermano!
Acacio: ¡Vaya! Muchas gracias Abel.
El joven Valdez abre su regalo y se encuentra con libro bastante grueso y, al darle la vuelta se topa con la portada y el título "101 cuentos"
Acacio: ¡VAYA! Gracias Abel.
Abel: Sé que te encanta leer, espero que te guste.
Acacio: Le daré una ojeada después.
Bruno: Bien, bien. Sigo yo.
Abel: ¡Ah! Yo iré a despertar a Sokrates, ¡los veo en la entrada!
El más joven de los Valdez se retira dejando al mayor y al padre a solas. Bruno mira directamente a su hijo y se toma una buena postura.
Bruno: Bueno. Ahora que has cumplido 15 años es hora de que me digas lo que tienes planeado. Para tu futuro.
Acacio: Mi futuro...
Bruno: He decidido que tú seas el siguiente en la línea de sucesión. Y para eso necesito que me des el visto bueno. Ya que pienso a darlo conocer en esta misma fiesta.
Acacio: ¿Espera? ¿Justo ahora? Faltan 3 años para que cumpla la mayoría de edad. ¿Por qué apresurarse? Además aun estas muy joven para que me des el cargo.
Bruno: Si aceptas el cargo seria anunciado hoy, ya que todas las personas importantes estarán presentes. Además de que te enseñaría todo lo que tienes que saber en un lapso de 3 a 5 años antes de entregarte mi cargo.
Acacio: Escucha padre. E vivido encerrado durante 15 años de mi vida en esta mansión. ¡Estoy harto de eso! No pienso pasar aquí ni un día mas, he decidido que me iré.
Bruno: ¡¿Irte?! ¡¿De que estas hablando?!
Acacio: Quiero ver el mundo afuera de estas paredes. Desde que murió mama no has hecho más que retenernos a mí y a mi hermano. Has vivido con miedo, miedo de que muriésemos también. Yo también viví con miedo, miedo de lo que le pueda pasar a Abel y Sokrates. Incluso a ti.
Bruno: ¡Lo único que dices son solo estupideces, no sabes cómo es el mundo allá afuera! ¡No sabes nada!
Acacio: Así es, no sé nada. Por eso necesito saber. He leído libros durante toda mi vida, imaginando como es allá afuera. Ya no existe ningún libro en esta casa que logre satisfacer mi curiosidad. Necesito saber qué es lo que está mal y lo que está bien.
Bruno: ¡¿Y cuándo lo descubras que harás?!
Acacio: Actuare. Como el líder del clan Valdez. Para eso necesito que me enseñes como serlo, no sin antes ver con mis propios ojos lo que está sucediendo, después de todo no puedo saberlo si me quedo aquí encerrado.
Bruno sin saber que responderle frunce el ceño y se queda en silencio mirando fijamente a Acacio, mientras Acacio le respondía con la misma cara, al pasar los segundos Bruno abandona la habitación para ir a la entrada en donde Abel y Sokrates se encontrarían.
Acacio se queda para unos segundos más, era la primera vez que desafiaba a su padre, al parecer la adrenalina lo dejo aún más despierto de lo que imaginaba. Cuando se recupera avanza hacia el pasillo para bajar hacia las escaleras y acto seguido se topa con Sokrates, al parecer había visto el humor de Bruno, así que se preocupó por lo que pudo pasar.
Sokrates: ¿Está todo bien señor Valdez?
Acacio: No tanto Sokrates, al parecer mi padre no está muy de acuerdo con lo que quiero.
Sokrates: Ya veo. Por cierto, feliz cumpleaños.
Acacio: Gracias Sokrates. Es un placer seguir un año más con todos ustedes.
Sokrates: No hay de que señor Valdez, el placer es mío. Que la diosa de la fertilidad Eva le de muchos años más.
Acacio: Hablando de placeres. ¿Sabes algo de Achraft?
Sokrates: Escuche que fue a una misión en el distrito Tampaya, no debe tardar en volver.
Acacio: Ya veo.
Acacio se separa de Sokrates y llega a la entrada de la mansión, más adelante podía observar a Abel y a su padre, sin embargo se veía una figura redonda junto a ellos, la cual no para de carcajear junto a su padre.
Acacio: Oh no puede ser.
Da Costa: ¡ahahaha! Mira a quien tenemos aquí.
Acacio: Víctor, mírate nada más. Es un gusto tenerte aquí.
Da Costa: Lo sé. Siéntete afortunado de tenerme aquí niño.
Acacio no soporta a este hombre, es alguien demasiado vanidoso para su aspecto, sin mencionar que apesta a alcohol y grasa, mezclado con perfumes caros muy extraños. Pero hay algo que no cuadra en todo esto.
Acacio: Víctor, respóndeme algo.
Da Costa: ¿Que sucede niño?
Acacio: ¿Quién es la chica que esta atrás tuyo?
Esto era muy extraño ¿A caso ese hombre gordo embriagado de alcohol y dinero, por fin habría conseguido a una desafortunada chica para que se casara con él? Es demasiado triste, sin embargo Acacio no podía hacer nada por ella. Era demasiado hermosa, una figura muy definida, cabello castaño y muy largo. Sin mencionar que venía muy bien arreglada.
En un momento ella fijo su mirada en Acacio, haciendo que se pusiera muy nervioso.
Da Costa: Ah. Claro. Deja los presento. Ella es mi hija, su nombre es María, María Da Costa, para ser más exacto.
María: Mucho gusto. Señor Valdez
Acacio: ¿Hija? ¿Tuya?
"Eso es imposible" dijo Acacio en su mente, ella era hermosa, mucho más hermosa de lo que el había visto en toda su vida, sin embargo Víctor era el tipo más feo que él había visto en toda su vida, que ironía.
María: Le deseo un Feliz cumpleaños señor Valdez.
Acacio: Igualmente.
María: ¿Igualmente? Pero si yo no cumplo años.
Acacio: Ah jajajajaja. Cloro.
María: ¿Cloro?
Acacio: ¡Digo Claro! Am perdón... yo. ¡Abel vayamos a recibir a los demás invitados!
Abel: ¿Qué?
Acacio toma de la mano a Abel y sale huyendo de ese lugar.
María: ¿Acaso dije algo mal?
Da Costa: ¡¡Ahahahaha!! ¡¡Eso fue muy divertido!!
Bruno: ¡Ese hijo idiota!
Da Costa: Bueno. Bruno, ¿por qué no nos muestras nuestros lugares?
Bruno: Claro, por aquí.
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