Unos días después de la fuga de Sarah, el Conde consiguió convencer al Marqués de Cyanspring para que sus hijos se reunieran. Claro está, que la situación había cambiado.
El primer cambio es que el marqués les visitaría previamente para "evaluar" a la joven. El segundo cambio es que si consigue el favor del marqués, deberá conocer al hijo mayor y comprometerse obligatoriamente.
En el caso en el que Sarah no sea del agrado del marqués sigue estando obligada a reunirse con el hijo mayor de éste y a comprometerse.
Eso sí, ambos tienen la posibilidad de romper el compromiso sin ningún problema si encuentran a un pretendiente mejor, si se enamoran y son correspondidos o si se ven envueltos en cualquier tipo de escándalo.
-Esos son los cambios que ha notificado el Marqués.
-Pero haga lo que haga terminaré comprometida.
-Es el precio a pagar por nuestra lentitud al responder, aún así sigue siendo generoso con nosotros. -Concluyó
-Según tu, el Marqués está siendo generoso. ¿Porqué está siendo tan generoso y benevolente con unos simples condes?
-Digamos que tenemos un negocio familiar muy rentable -Dijo orgulloso el Conde.
Sarah suspiró y preparó su siguiente pregunta.
-Entonces, ¿Cuándo vendrá el Marqués?
-En la carta pone que vendrá... ¿¡Mañana!?
-Hay tiempo.
-Oh, querida, te quiero mucho pero no podemos darnos el lujo de ser tan optimistas -Dijo la Condesa.- Mari, llévate a Sarah para empezar a prepararla para mañana.
-Si, señora. -Respondió la sirvienta de cabello castaño.- Por favor, sígame, señorita.
La joven asintió algo extrañada sin saber qué tenían en mente para la preparación. Se levantó suavemente y siguió a Mari, la misma doncella que la aconsejó el primer día que despertó en ese lugar extraño.
Fueron a la biblioteca y sentó a Sarah en las cómodas butacas. La miró con una expresión seria.
-Veamos... ¿Qué expectativas puede tener el marqués sobre una chica de 14 años? -Preguntó Mari
-Supongo que... ¿Ser bonita? -Contestó Sarah dudosa
-Puede ser, pero lo más importante es la etiqueta y lo segundo más importante la inteligencia. Se puede disimular el poco conocimiento en etiqueta siendo elegante y mínimamente educada.
-No entiendo por qué es más importante la etiqueta que la inteligencia.
-Verá, la etiqueta se puede aprender, igual que se puede aprender a evitar ciertas situaciones. En cambio la inteligencia no se puede fingir, es preferible callar antes de dejarse en evidencia.
La conversación para evaluar el nivel de conocimiento de Sarah duró horas, dejando exhaustas a ambas. La evaluación concluyó en que Sarah es mucho más inteligente de lo que creían los condes pero no tiene conocimiento alguno cultural.
Tiene conocimientos básicos de etiqueta, que sumado a su elegancia natural podían hacerla pasar por una joven no demasiado ingenua. Al informar de ello a los condes, ambos sonrieron ampliamente.
Después de terminar las preparaciones mentales, tocaba preparar el cuerpo. Limpiaron a Sarah más cuidadosamente que nunca, olía a flores, su cabello estaba sedoso y brillaba y su piel tenía un aspecto inmejorable.
-Me siento renovada.
-Me alegra escuchar eso, Señorita -Sonrió ligeramente Mari.- Ahora es el momento de descansar, mañana es un día importante.
-Mari
-Dígame
-¿El marqués me hará la misma evaluación que has hecho tu?
-Eso no lo sabemos, Señorita. Por eso la hemos preparado lo mejor que hemos podido.
-De acuerdo...
-¿Está nerviosa? -Sarah negó con la cabeza- Bueno, es normal estarlo. Duerma bien, Señorita.
La joven sintió como si no la escucharan, aunque eso no le importaba tanto ya que había tomado la decisión de desagradar al marqués para que fuera más sencillo romper el compromiso.
La mañana llegó en un momento. Sarah había dormido muy bien, emocionada por empezar este día tan importante y decisivo.
"Querido Liam,
Hoy viene a visitarnos el Marqués Cyanspring para decidir si soy apta o no para comprometerme con su hijo, aunque de todas formas terminaremos comprometidos. Intentaré disgustarle lo máximo posible.
Espero con ansias tu llegada en dos semanas."
Los condes vistieron de sus mejores galas y escogieron un vestido azul cielo para su hija. Las mucamas habían recogido parte de su cabello en una trenza y lo restante quedó suelto. También maquillar on ligeramente a la joven para resaltar su belleza natural.
Estaban listos para la llegada del Marqués.
[...]
El Marqués no tardó mucho en llegar. Su carruaje era fácilmente distinguible por los colores azul cian y verde espuma de mar.
Al bajar del carruaje era evidente de donde venía el apellido de la familia Cyanspring. Era un hombre mayor pero con clase, un hombre distinguido con unos ojos de un azul cian brillante. Además, tenía una presencia abrumadora.
La familia de condes al completo, menos su hijo mayor, salieron a recibir al Marqués. Sus ojos examinaban con atención cada detalle, sin perder el hilo de la conversación ni observar intensamente.
Acompañaron al Marqués hasta la sala en la que tendría la reunión con Sarah. Ella permaneció todo el camino en silencio, ya que tampoco sabría cómo intervenir en aquella conversación.
Una vez delante de las puertas, los condes se retiraron dejando a una sirvienta con ellos. La sirvienta abrió la puerta y el marqués dejó pasar primero a la joven, mostrando sus modales.
-Veo que eres una joven muy tímida. -Rió ligeramente mientras se sentaba en el sofá.
El Marqués empezó la conversación de forma muy directa, tratándola como si fuera una niña.
-Tal vez no sea tímida, tal vez no tenía nada que decir.
-¿oh? ¿Y como es eso?
Mantuvieron la mirada unos segundos, que se hicieron eternos para Sarah debido a la gran presencia del marqués, hasta que Mari interrumpió la conversación.
-¿Qué tipo de té les gustaría tomar?
-Earl Gray para mí, por favor -Solicitó el marqués
-Para mi una infusión de jengibre, por favor.
-Una interesante elección, jovencita
Sarah lanzó una breve mirada asesina al marqués, rápidamente volvió a fingir.
-Vaya al grano, por favor.
-¿Sobre qué? -Pretendió sorpresa.
-¿Por qué está tan interesado en que me case con su hijo? ¿Cuál es su beneficio?
Al escuchar las preguntas el Marqués no pudo evitar reír, perdiendo la compostura por unos instantes.
-¿Esto es lo que te han enseñado tus padres?
-Esto es lo contrario, no meta a mis padres en algo que no les concierne.
-Ahí te equivocas, jovencita. -Sarah quedó ligeramente sorprendida- ¿Quieres saber por qué me interesa este matrimonio?
-Si no lo quisiera saber, ¿para qué hubiera preguntado?
-Hay veces que la gente hace preguntas de las cuales no quieren escuchar la respuesta.
-Me atrevería a decir que no somos tan cercanos como para que pueda hacer esas suposiciones sobre mí, Marqués Cyanspring.
El hombre volvió a reír debido a la respuesta de la joven.
-¿Qué le hace tanta gracia?
-Parece que lo de la amnesia es cierto, de lo contrario no te atreverías a hablarme así.
-Si piensa que carezco de conocimiento, ilumíneme, por favor. -Contestó sarcásticamente
-Mira, pequeña, el Marquesado de Cyanspring ha sido cercano a la corona Real desde hace generaciones. Tenemos un poder político enorme y somos muy influyentes en la alta sociedad. Si eres inteligente es mejor que cuides lo que dices a partir de ahora.
Se escuchó a alguien llamar a la puerta. A continuación se abrió, Mari llegaba con las bebidas y aperitivos. Ambos permanecieron en silencio mientras la mucama preparaba la mesa.
-Mari, retírate, por favor.
La joven sirventa asintió y se retiró sin decir palabra o cuestionar a su señora.
-Una decisión inteligente.
En esos momentos la mirada del marqués estaba llena de soberbia. Clavando sus ojos en la joven Sarah, expectante de una respuesta. Lo primero que hizo la peli negra fue coger su taza con delicadeza y tomar un pequeño sorbo.
-Entonces -Dijo la joven mientras dejaba su taza sobre la mesa- Aún no me ha dicho por qué está tan desesperado para casarme con su hijo. Nada más y nada menos que el primogénito de tal lustre familia.
-¿Crees que saberlo te dará algún tipo de ventaja?
-Tal vez, quien sabe
-Ay jovencita, no tienes ni idea de cómo funciona la sociedad.
-Pues claro que no, tengo amnesia y usted pretende aprovecharse de ello. -Dijo mientras empezaba a lagrimear- ¿Qué pensaría la gente de un hombre que se aprovecha de la ignorancia de una pobre chica amnésica.
-¿Sabes qué pensarían?
-Ilumíneme
-Hablarían de mi generosidad al darte la oportunidad de contraer matrimonio con una persona de tanto prestigio como lo es mi hijo.
-...
Ante la contestación firme del Marqués, la joven se quedó sin palabras.
-¿Qué ocurre? ¿Se te ha comido la lengua el gato? -Preguntó el Marqués, a lo que la joven se le escapó una pequeña carcajada.- ¿Qué es tan gracioso?
-Discúlpeme -Dijo sonriente-No he podido evitar reírme.
-¿De qué?
-De que usted aún piense que tiene ventaja sobre mí. A pesar de que está claramente desesperado para casarme con su hijo, no sabe recurrir más que a amenazas.
-¡Ja! Me gustan tus agallas, pequeña. Espero con ansias que conozcas a mi hijo. -Dijo mientras se levantaba.
En la cara de Sarah se reflejó su sorpresa y disgusto al escuchar esas palabras.
-Nos vemos pronto. -Comentó antes de salir- Por cierto, cuida tus modales cuando estés en territorio ajeno.
El marqués salió de la habitación con la misma elegancia con la que había entrado. Fue acompañado por Mari hasta la habitación en la que se encontraba el Conde, expectante de escuchar la opinión del Marqués.
Tras unas horas de reunión, ambos salieron con unas caras muy satisfactorias y muy contentos. Habían cerrado otro acuerdo. Una vez el Marqués se retiró a su morada, el Conde procedió a explicar el último acuerdo cerrado de ambos.
-Como muy tarde se deben casar antes de que Sarah cumpla 19 años.
-Pero padre-
-La intención del Marqués era que la boda se celebrase en cuanto tuvieras 17 años.
-Cariño, tu padre ha luchado por tu libertad, para que tengas posibilidades de encontrar a otra persona o para enamorarte de Vinward Cyanspring. -Dijo la Condesa.
-Así que no te quejes, tienes mucha más suerte que las jóvenes de tu edad. -Terminó el Conde.
-...
-Ya es hora de descansar. Los próximos días el Marqués nos enviará una invitación para ir a su castillo.
-Eso significa que tendremos unos días para prepararte. -Puntuó la Condesa.
A la joven Sarah no le gustó nada cómo estaba resultando la situación. Ella había hecho todo lo posible para desagradar al Marqués. ¿Debería haber intentado seducirle? Solo de pensarlo le ponía enferma. Tal vez debería haber sido menos educada, aunque hubiera perjudicado a la imagen de la familia y los negocios del Conde.
Estaba confundida, no sabía que podría hacer o qué podría haber hecho. Pero lo hecho, hecho está. Ahora tenía que pensar en cómo desagradar al joven Vinward para que éste rompa el compromiso. Buscar a otro prometido no estaba dentro de los planes.
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