Ferdinand, Johann y yo estuvimos buscando por horas, hasta que Johann escucho un pequeño sollozo cerca de una cueva, él se acercó y un momento después aulló para llamarnos a nosotros y a unos soldados que nos acompañaban, Johann encontró a los pequeños niños escondidos y muy asustados. Después de llegar y ver al niño este nos miró con terror y grito, yo miré hacia atrás mío y observé a un gigantesco oso negro Antheano, nosotros y los soldados nos metimos en la cueva, esa cosa es demasiado grande para nosotros, incluso para los soldados era muy grande, por suerte llevaban uno de esos aparatos que escupen fuego. Yo como el perro más rápido de los 3, salí de la cueva rápidamente para distraer al oso, los soldados con rapidez sacaron a los niños y mis aprendices y se llevan a los niños lejos del alcance del oso. Yo me muevo y atacó rápidamente al oso, mientras que uno de los soldados le dispara para tumbarlo -Rojo, ¡sal de ahí ahora! ¡Ese oso parece no caerá si seguimos aquí!- diría el soldado con preocupación y nerviosismo -Esa cosa puede aguantar incluso disparos en la cabeza, hay que huir rápido- añadiría, pero si nos vamos, eso nos va a seguir incluso dentro de la ciudad, pensé, debo detenerlo ahora. Ladre y ladre con todas mis fuerzas llamando la atención del malvado oso y lo lleve lejos, hacia la frontera con Black, ahí había algunos soldados blackeanos, yo le llevaba bastante ventaja al oso, así que me acerque a los soldados, les ladre y señale con mi mirada al oso que apenas se veía en la lejanía. Ellos parece que me entendieron que necesitaba ayuda con él, así que llamaron a todo el personal del punto de protección y todos juntos le dispararon al oso y este cedió al fin, yo agradecido hice una reverencia a los soldados y estaba listo para irme. Pero al dar la vuelta vi a mi soldado acercarse, por obvias razones los blackeanos apuntaron y empezaron a gritarle a mi soldado acompañante, me alejé con ellos con calma y tranquilidad y después de un buen rato caminando llegamos a la ciudad y ahí estaban los niños, el otro soldado y mis aprendices. La mujer del orfanato nos dio las gracias de forma muy cariñosa me abrazo a mí y a mi equipo -G…Gracias por encontrarlos, de verdad muchas gracias, ese bosque es muy peligroso, siempre les he dicho que no se adentren mucho, pero qué bueno que ya están aquí- diría la señorita -No se preocupe señorita, es nuestro trabajo, usted siempre puede confiar en los servicios del cuerpo de rescate canino- diría uno de mis soldados acompañantes, los niños se nos acercaron para acariciarnos. Este fue un día bueno de trabajo, espero que sea así siempre...
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