Como todas las malditas noches desde aquel día, Young Soo estaba durmiendo con su perro, quién le acompañaba en sueños.
Otra vez las jodidas pesadillas, recordando su secuestro, viendo el rostro de su primo llorar su cadáver, los asquerosos rostros de esos cretinos que le golpeaban.
Pero esta vez era diferente, cuando su opresor le tomó del brazo en el sueño, pudo sentirlo tan vívido, como si estuviese nuevamente en aquella situación siendo sometido. Cada acción, cada tacto se sentía tan real que la piel le quemaba, le estremecía y entonces comienza la peor parte... los golpes, incluso más violentos de lo que tuvo que aguantar aquella vez. Su cabello siendo tirado, objetos punzantes desgarrándole la piel, el dolor era insoportable, y no podía pararlo.
—No, No HYUNG, ¡SEUNG JIN HYUNG!—
Quería despertar, pero el intenso dolor no le permitía escapar de aquella pesadilla. Quería que por favor, alguien lo salvara.
''Young Soo''
''Despierta''
—Despierta—
— Hy-Hyung — El menor abrió los ojos pesadamente, mientras sus lágrimas continuaban cayendo, confundido entre qué era un sueño, y qué era realidad.
Entonces, pudo divisar bien la enorme silueta que se encontraba en frente suyo, esos ojos celestes que miraban fijo a los suyos, y ese rostro de preocupación.
— Está bien, estoy aquí contigo, nadie va a tocarte—
La gruesa voz que decía esas palabras que tanto necesitaba, venían de aquel sujeto. Otra vez le había rescatado, otra vez se encontraba en sus brazos.
Se hizo consciente entonces del abrazo en el que lo retenía aquel peli gris, sentía aquella protección que el quería darle y al sentirse reconfortado, cómodoy a salvo, se sonrojó. Su cabeza le ardía, como si estuviese en llamas, no podía pensar con claridad. El aroma a perfume y corporal del mayor se impregnaba en su rostro, le tenía tan cerca que podía ver con claridad aquellas llamativas clavículas asomarse por la camiseta blanca que tenía puesto el sujeto. La fragancia le embriagaba, su gruesa voz que le hacía erizar la piel lo mareaba.
Quería abrazarlo, quería abrazar a aquel enorme sujeto que le había salvado otra vez, quería sentirse seguro, quería seguir extasiándose de aquel abrazo y aroma. Su corazón brincó en su pecho al sentir la delicada mano de Dae acariciar su cabello, entonces él lo alejo de sus brazos.
— Estás volando de fiebre— Dijó Dae-Hyun
Sintió la enorme mano del mayor posarse sobre su frente, sin embargo Young Soo no podía dejar de mirarle y pensar lo bello que se veía incluso con el rostro lleno de preocupación.
Su lindo conejito estaba divagando con la vista perdida en el, lo que le dejaba claro que la alta fiebre le estaba afectando. Le tomó delicadamente del rostro, revisándolo con la mirada y entonces sostuvo su barbilla, colocándole el pulgar en los labios, haciendo que abriera lentamente la boca.
Young Soo sintió el tacto de aquellos dedos como si de fuego se tratase, como si le quemaran, un calor dulce que no lastimaba. No entendía bien aquella sensación, pero le agradaba, obligándolo a seguir sin quejas el direccionamiento que le llevaban aquellas largas y hermosas manos.
Dae le miró la garganta, no estaba inflamada.
— No pareces tener gripe o un resfriado— entonces Sookie le tomó débilmente con su mano derecha del brazo, mirándole directo a los ojos, con el rostro sonrojado por la fiebre.
Mierda, ese gesto le pareció tan erótico, su corazón se movió y algo en su parte baja dio un tirón, su conejito se veía tan sumiso, delicado y lindo, que quería comérselo.
Dirigiendo instantáneamente la mirada a esos rosados labios que lucían tan a apetitosos, comenzó a acercar su rostro, para quedar a centímetros de sus labios. Entonces lo vio.
El vendaje en la muñeca de Young Soo.
Le tomó de la muñeca levantándole la manga del pijama.
El vendaje estaba húmedo, y lucia amarillento, así que se lo quitó delicadamente, a lo que Young Soo hizo una mueca de dolor, algo de gasa estaba pegada en aquella herida.
Cuatro puntos con hilo negro, mantenían cerrada la lastimadura en la blanca muñeca de su preciado conejito. Se sobresaltó y cruzaron a su mente súbitamente aquellas pesadas palabras, con ese apagado rostro que Young Soo pronunció aquel día... Pero no era momento de pensar en ello, luego habría tiempo.
La herida, estaba amarillenta alrededor de los puntos, con un color rojizo en los costados en los que concluía.
Se le había infectado, lo que dejaba en claro la razón de la elevada fiebre.
Preocupado, Dae-Hyun se separó del muchacho.
— Debo ir a la farmacia por medicamentos —dijo preocupado sin dejar de mirarlo a los ojos.
Young Soo no quería que esa sensación de estar a salvo desapareciera, no quería que Dae-Hyun se fuera. Le tomó del puño de la camiseta de forma inmediata, sin dejar que terminara de levantarse de la cama. La fiebre lo estaba volvíendo impulsivo.
— No me dejes solo — Pidió un tanto desesperado sin soltarlo, mirándole a los ojos.
Su corazón palpitó otra vez, la repentina reacción del muchacho, con los ojos brillosos, y la mirada que le causaba tanta ternura lo hacían parecer un niño asustado.
No pudo negarse, era normal que luego de ser secuestrado, y además de haber tenido momentáneamente una fuerte pesadilla, no quisiera estar solo.
No podría dejar a su conejito así, por lo que cedió. Le tomó de los brazos, ayudándole a levantarse, a lo que Young Soo se apoyó sobre el de forma muy tierna.
— Debes ponerte un abrigo— Dae-Hyun le ayudó a acercarse al ropero para que el muchacho tomara un abrigo y se lo pusiera.
Bajó con Young Soo apoyado sobre él, ya que la fiebre lo tenía un tanto mareado. Al salir de la enorme mansión, un taxi los esperaba afuera gracias a que el peli gris lo llamó con antelación.
—¿Hacía dónde? — preguntó el conductor.
—La farmacia más cercana que se encuentre abierta—
El taxista aceleró y comenzó el rumbo al destino.
Mientras estaban en el auto Dae tocó la cabeza de Young Soo, que estaba húmeda por el sudor frío, haciendo que se preocupe y se sintiera ansioso por llegar a la farmacia, quería los medicamentos en sus manos lo más rápido posible.
— Hyung, tengo mucho frío— comentó por lo bajo con la respiración un tanto agitada, mientras el movimiento del automóvil hacía que su cabeza tambaleara mínimamente en el hombro de Dae-Huyn. Comenzó a sentir los ojos pesados, cada vez mas, ''Young Soo'', escuchó a lo lejos, y se quedó profundamente dormido.
Mientras tanto, en su casa, completamente desvelado, Seung Jin se encontraba sumergido entre papeles y anotaciones, en la mesa de estar.
— ¡Maldita sea!— gritó enfadado para luego recostar su frente sobre sus manos.
Con tantos balbuceos y ese último grito, era más que claro que Joon a pesar de estar recostado en la cama no podría dormir.
Se levantó de la cama vistiendo su boxer y remera gris, despeinado, para acercarse por la espalda a su amado, tomarle por los hombros suavemente y darle un pequeño beso en la nuca.
— Deberías dormir un poco, si trabajas cansado no lograras nada— le comentó el moreno preocupado.
Seung Jin suspiró, realmente estaba agotado, pero mas que nada estresado.
— Lo se, es solo... es solo que quiero encontrar algo, aunque sea una pequeña pista, cualquier cosa. Pero este maldito viejo, ¡Tiene tan bien enterrada la mierda...! — pronunció molesto.
Seung Jin no solo era heredero de un cuarto de las acciones Jeong, también había obtenido su titulo en leyes, en una de las mejores universidades de Seúl. La razón principal, fue sacar a su amado primo de aquella prisión a la que algunos llamarían "casa'' y en segundo lugar exponer a su corrupto tío, el que tanto daño le había causado a otros para agrandar su propio ego, poder y materialismo. Tiene todas cualidades para ser un jodido político.
Sólo Joon, que era su pareja y mejor amigo de la infancia, sabía de los operativos de Seung Jin, en los que él también ayudaba.
Desde ya hacía varios años, Jin se encargó de buscar pruebas de los contratos y movimientos de la corrupción de su tío, lo que le ayudaría a exponerlo y meterlo en la cárcel, pero como todo hombre poderoso, logró cubrirlo tan bien, que nunca encontró nada. Sin embargo las esperanzas de Seung Jin jamás desaparecieron y seguirá buscando hasta su ultimo aliento, pues se prometió a si mismo que jamás volvería a dejar que esta estúpida empresa lastimara a sus seres amados, así que estaba decidido en ''cortar la cabeza del dragón para que el cuerpo caiga''.
Young Soo abrió pesadamente los ojos. Acercó su mano a su frente para tirar su cabello hacia atrás, ya que sentía que le molestaba en el área de las cejas. Tocó con la punta de sus dedos, lo que en vez de cabello, parecía ser un trapo húmedo, bastante frío.
— ¿Qué...?— hizo una mueca de confusión, para luego mirar hacia todos lados y percatarse de que se encontraba en su habitación.
— Despertaste — Dae-Hyun se acercaba al menor desde la puerta con un vaso, un par de pastillas en una mano y en la otra lo que parecía ser un termómetro, luego se sentó al lado del menor en la cama.
Young Soo, que estaba un tanto desorientado al respecto, ya que lo último que recordaba esra haber subido a un taxi junto al peligris, se sentó en su lugar.
Dae sin decir nada ni pedir permiso, le puso el termómetro en la boca. El peli negro no dijo palabra alguna y solo obedeció. Luego de unos minutos, Dae-Hyun le retiró el termómetro, y miró atentamente los números de éste.
— Treinta y siete... la fiebre bajo— comentó, para luego agitar el termómetro.— Toma estas, ayudaran con la infección —le extendió las pastillas, las cuales Young Soo puso inmediatamente en su boca, y luego le extendió el baso con agua, el cual su conejito también aceptó sin quejas —Ya cambié la venda—
— ¿Me desmayé?—
— No, solo te quedaste dormido por la fiebre. La herida en tu muñeca parece haberse infectado. Cuando Seok te mojó, la venda se humedeció, al parecer en algún momento alguna partícula de tierra entro. La infección te provocó la elevada fiebre, eso es lo que ocasionó que comenzaras a delirar y a gritar— Dae quitó con sus dedos los cabellos húmedos que estorbaban en la frente del menor, pero pareció mas una caricia que eso.
Young Soo no pudo evitar sonrojarse al ver el rostro de Dae, que parecía tan perfecto y serio, escuchándole hablar con esa gruesa voz. Entonces recordó, el comportamiento que tuvo anteriormente. Le había pedido que se quedara, y hasta le había sujetado como un niño pequeño de la manga.
Sintió vergüenza de sí mismo, y quitó bruscamente con un pequeño empujón proveniente de su mano, los dedos de Dae-Huyn.
— L-Lo siento, pero seguiré durmiendo— respondió un tanto nervioso, acostándose de forma inmediata, dándole la espalda al peli gris.
— Mentiroso— entre sonrió de lado.— No creas que no me di cuenta—
— No se de que hablas— apeló el menor.
La actitud repentinamente arisca del muchacho le pareció divertida.
— Te acuestas a dormir con tu mascota, pero cuando el se levanta tu te desvelas rondando por la casa. Dime porqué—
Young Soo estaba muy nervioso y avergonzado, sin embargo, algo en él le pedía que le contestara, tal vez era por tener tanto tiempo acumulando esa presión, esa nube toxica, que le pedía a gritos ser expulsada de su ser.
— Cuando PomPom se va.... las pesadillas vuelven— apretó sus puños al recordar.
— hmmmmm.... Entonces...— Dae se acostó y comenzó a acomodarse detrás de él.
Young Soo sintió el gran cuerpo del peli gris pegarse a su espalda, haciendo que se pusiera más nervioso.
— ¿Q-Qué haces?— preguntó exaltado, al sentir que los brazos del mayor comenzaban a rodear su cuerpo y se apegaba más a el.
— De ahora en adelante, dormiré contigo—
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