Mentiré.
No tengo ni que pensarlo, he sobrevivido de esta manera y mi cuerpo lo considera un método más para amanecer un nuevo día.
Mi cabeza va a mil pensando en qué decirle a Zachary, no he planeado muy bien mi trabajo y esta situación no estaba prevista. ¿Quería hablar más con él por los viejos tiempos? ¿Necesitaba aclarar algunas cosas de mi nuevo trabajo? ¿Solo quería agradecerle?
Todas son viables si se plantean bien.
Tengo un nudo en la garganta, mi pecho retumba con cada zancada que lo acerca a mí, de pronto se detiene. Mira hacia arriba, a la pantalla, se queda ahí con el ceño fruncido durante segundos eternos, por fin mete las manos a los bolsillos y, sin volverme a tomar en cuenta, se da la media vuelta y se marcha.
No sé qué ha pasado. Me debato entre seguirlo otra vez, pero no quiero tentar más a mi suerte, esto de ser un espía se me da fatal, así que un paso a la vez.
La curiosidad puede conmigo, me fijo en la pantalla, están entrevistando a un hombre de ojos pálidos y cabello rubio con plata, el cintillo de abajo dice: Armen Wayne, premio Melek de periodismo.
Vaya. No sabía que Zachary tuviera un hermano, cuando fue adoptado el hombre que llegó por él no parecía tener otros hijos. Podría ser un hijo a posterior.
Codicia no mencionó nada de esto. Y yo no me preocupé por averiguarlo. En realidad ni siquiera pensé en cómo me sentiría el reencontrarme con él. No pensé en él en sí mismo en lo absoluto. Ahora la culpa me pega de frente, cuando supo quién era, Zachary no fingió no conocerme, todo lo contrario, actuó como si... como si alguna vez le hubiera importado mi existencia.
Puede que solo fuera por lo que alguna vez compartimos, por el recuerdo amargo del orfanato o, diantres, lo que siempre me pasa: por lástima.
Sea lo que sea, no se comportó como un cabrón ¿Y yo?
¿Por qué lo buscan los Pecados Capitales? ¿Está en peligro? ¿Lo estoy poniendo yo en peligro?
Estoy haciendo esto porque quiero regresar a mi vida normal. Incluso mejorarla un poquito, un mejor trabajo, alejado de problemas que involucren a los duques del inframundo. No quiero problemas ni más dificultades. No estoy hecho para ellas.
¿Alguna vez te has parado a la mitad de una calle transitada y has descubierto, con cierto horror, que tu vida carece de dirección, que vas en modo automático? Yo lo estoy experimentando en este instante, es caminar en la orilla del andamio, esperar que la cuerda se rompa.
¿Qué es distinto ahora? Solo sigo programado en modo supervivencia.
No puedo proteger a nadie, ni siquiera a mí mismo. No me viene bien pensar demasiado en Zachary y las razones o los por qués. Necesito meterlos en una caja oscura debajo de mi consciente para evitar atormentarme.
Tal vez no es nada malo...
Regreso a ese cuarto que no es mío, al sofá que no me pertenece y a una vida de pareja donde sobro. Sin embargo, esta vez estoy motivado, mañana no me levantaré en automático, mañana tomo el reto de espiar a mi jefe. ¿No es, de alguna retorcida forma, algo excitante?
...
Zachary no vuelve a acercarse a mí, incluso podría llegar a creer que me está evitando en la oficina, descarto la idea porque no hay razón alguna para que alguien me dé la suficiente importancia como para evitarme.
Lo he seguido con pésimos resultados tres días seguidos.
No sé cómo pero consigue escaparse de mí cada vez, nunca sigue la misma ruta y, por consiguiente, nunca he averiguado donde vive.
A veces pienso que me ve. Luego lo descarto porque que me estoy haciendo bueno en esto, soy tan delgado y un maestro del camuflaje que soy capaz de usar lo que está a mi alcance para hacerme pasar por otra persona o desaparecer entre las personas.
Capaz que una vez terminado este trabajo pongo mi agencia de detective privado: Encontraré amantes, esposos infieles y mascotas perdidas.
Aunque aún no tengo información completa de Zachary, sí que tengo algo nuevo: al parecer Armen Wayne es un hombre que cobró relevancia por haber sido el periodista que reportó la existencia de la umbra y el impacto directo de esta con la ola de asesinatos extraños de Drych.
Lo recuerdo vagamente, en esas fechas yo vivía debajo de una de las líneas del ferri que cruza la ciudad, las noticias estaban llenas de eso: asesinos seriales que no dejaban pistas, que mataban de forma tan silenciosa que en los últimos años no habían capturado a ninguno.
Así que fue Armen Wayne quien descubrió la relación entre la umbra y los asesinos, a los que llamaron teatrales.
Inteligente el tipo. Audaz y arriesgado; averiguar eso debió costarle mucho.
Ganó un premio y no es para menos, gracias a esa pieza clave, la policía pudo implementar nuevas formas para atrapar a los teatrales y concientizar a la población del miasma de la ciudad. De eso hace quince años.
Esta información es relevante para los demonios. Nos alimentamos de umbra, si se descubre nuestra existencia podríamos vernos en problemas, aún ahora no hay una correlación para los humanos, pero existe.
Un demonio está obligado por supervivencia a acercarse a un humano con umbra suficiente para alimentarlo, si no la tiene, muchos demonios suelen alimentar los resentimientos, la envidia, las emociones negativas para conseguir más alimento.
No es raro que los demonios sean "mejores amigos" "pareja" o socios de humanos con ese potencial. Lo que también ha provocado que haya humanos que excedan lo que el demonio puede comer, entonces pierden la cordura. Se vuelve pura maldad. Se consumen en sus propios pecados.
¿Pero qué tiene que ver Armen con Zachary? ¿No sería más eficiente investigar a Armen?
Cálmate, Dennis. Seguro Codicia también lo tiene vigilado y por alguien más apto para la tarea. Puede que seguir a Zachary sea solo una medida preventiva para no dejar cabos sueltos.
Puede que Armen esté descubriendo algo que nos ponga en peligro.
Por lo que encontré indagando en la base de datos de la compañía de comunicaciones: Armen es su hermano adoptivo. Y Zachary es el hijo biológico del magnate W. Wayne.
Veo la fotografía del padre y estoy más que seguro que no es el hombre con el que Zachary se marchó del orfanato. ¿Qué tanto ha pasado en su vida que las cosas son tan enredadas?
—Es un tema tabú —me dijo Lauv, la empleada que llora nada más ver a Zachary, cuando pregunté casualmente por Armen mientras nos tomábamos un café—. Una vez un chico de pasantía mencionó el nombre de Armen en una junta, el jefe lo cargó de tanto trabajo que lo llevó al hospital y luego, sin miramientos, lo despidió cuando más necesitaba el trabajo.
Lauv se estremece de solo recordarlo.
Sé que no deja la empresa porque la paga y las prestaciones son inmejorables. Thoug Media es una empresa que Zachary fundó de la nada, no está asociada a las compañías gigantes de W. Wayne y aun así factura más de 9 millones de crowns y es la única que ofrece beneficios extras a sus trabajadores.
Las demás, gracias a las políticas de trabajo de Drych que privatizaron todo, ofrecen lo que quieren.
En la empresa no hay día de descanso, según el contrato puedes trabajar los 8 días de la semana o elegir uno de ellos para tomarte libre. Sí, Drych está llena de adictos al trabajo y no hay una regulación sobre ello.
Como era de esperarse el duque Codicia me consiguió un contrato de tiempo completo. Matarme de carga laboral, eso es lo que quiere.
Pues el último día de mi primera semana de trabajo, tengo suerte. Somos pocos empleados y Zachary se marcha temprano, algo muy raro en él. El sol no se ha ido cuando lo veo bajar por el elevador.
Lo sigo discretamente, confío en que esta vez no se me escapará.
Zachary camina más lento, se detiene en algunos ventanales y se fija en su reloj más veces que el promedio. La lluvia, como de costumbre, empieza a intensificarse y a subir el nivel del agua que hay en el suelo.
En Drych nunca sales de casa o del trabajo sin mojarte los pies, a menos que uses todo el tiempo la línea del ferri, que es más cara que incluso vendiendo un órgano vital no podría con el pasaje de un mes.
¡No divagues, Dennis!
Zachary se queda de pie en las puertas corredizas, yo me escondo detrás de un puesto de algodón de azúcar. El señor me mira con desconfianza así que compro uno para disimular. ¡Es rosa! me encanta.
¡Foco, Dennis!
Entonces llega una mujer despampanante, el señor se gira a verla conmigo. Pelirroja con mechones negros, es una llama andante. Besa a Zachary en la comisura de la boca y por fin entran al un edificio, alto como todo en esa condenada ciudad. Los veo por el tubo transparente, miro la lista de negocios que hay y deduzco que se dirige al restaurante... los demás son negocios poco atractivos para una cita.
Cuando llego al piso del restaurante se me cae el alma, el lugar huele a caro.
¿Qué esperaba? ¿Que Zachary Wayne fuera a comer un sándwich de los de 1 crown con su cita? Demonios. No tengo el presupuesto para entrar. La pura cuota de entrada ya rebasa el salario de esta semana.
Y vamos, nada de lo que pueda comer dentro, por más costoso que sea, me serviría para saciar el tipo de hambre que padezco.
Pero hoy los duques del inframundo están de mi lado, el restaurante tiene un amplio ventanal hacia el exterior y la pareja que me interesa se sienta en el opuesto contrario, con el ventanal hacia el interior del edificio.
Así que yo me escondo en una tienda de ropa.
—La zona infantil está en la puerta de junto —me dice amable un vendedor.
—Yo he... estoy buscando ropa para mi... padre... —digo intentando que no me desvíe de mi objetivo.
Se sientan. Conversan, él no pide nada, ella sonríe mucho. Tal vez demasiado.
Sé que Codicia no me pidió el contenido literal de cada conversación, solo con quiénes se juntaba pero tengo la necesidad de escuchar más y maldigo no poder.
—¿Qué talla es su padre? —pregunta el empleado.
—¿Mi padre? ah sí... emm...
—¿Gusta preguntar y luego volver para hacer la compra? —me pregunta ya con un tono exasperado.
—La verdad es... —digo mientras noto como la chica se pone colorada, pero no parece de lujuria, sino de ira, se le forman arrugas tensas alrededor de la boca, pero Zachary continúa hablado como si fuera inconsciente del estado de su pareja—. Mi padre desapareció, nunca lo conocí.
El dependiente jadea.
—Me pasó lo mismo —exclama y se aferra a la camisa detrás de la que he estado todo este rato—. Dijo que volvería pero no lo hizo.
—Aunque sea el tuyo te dijo algo.
—¡Pero me mintió! —solloza él.
Dentro del restaurante las cosas estallan, ella hace el intento de arrojarle el vino, él detiene la copa con esos dedos largos llenos de anillos. La mujer tiembla en ira, sus labios constreñidos, Zachary tiene una sonrisa burlesca, presiona su mano hasta hacer que la copa vuelva a la mesa.
La mujer se levanta, tira el plato de comida en el proceso y sale echando humo a paso apresurado.
Un alivio me invade y vuelvo a respirar bien. No sé ni por qué me he puesto tan tenso. Zachary sale tan solo unos segundos después. Se queda en el marco de la puerta en lo que s pone la máscara.
—¡Jugábamos a la cometa! ¿Puedes creerlo? ¡No le importó! Se marchó detrás de una, yo creo, cegado por las luces de colores...
Se suena los mocos con la camisa que, obviamente, no compraré.
¡Ay por favor, amigo! Tus complejos paternos mételos a tu tienda. ¡Cállate!
Cuando vuelvo la vista tengo los ojos Zachary perforándome el cráneo. No otra vez. Obviamente sabía que estaba aquí, no hay como negarlo. Me mueve la mano para que sea yo quien se acerque, no sé cómo lo logro pero mis piernas obedecen y llego a su lado.
—Entra al elevador —me vuelve a ordenar y su voz es tan seca que, no soy masoquista, pero suena seductora y deja de pensar Dennis. Mejor articula la mentira ¿Qué coño dices en esa situación? Ahora no puedo poner el pretexto de ir por la calle, lo estaba persiguiendo como un maldito acosador hasta un restaurante en el que él estaba claramente en un momento privado—. ¿Algo que decir en tu defensa?
—Es un bonito clima ¿no?
Él alza una ceja en mi dirección. Se revuelve el pelo, los pisos siguen bajando y bajando, por un momento es solo el silencio y la ciudad frente a nosotros. Cuando el elevador se abre y salimos, Zachary cierra los ojos. Saca el aire en un bufido de frustración.
—¿Por qué estás actuando como un animal al que le han mostrado un poco de bondad? Como acabas de ver, no soy el tipo que recuerdas, así que no sé qué estás buscando con tu persecución cansina. Pero déjalo, Dennis. Ocho días son algo que excede mi paciencia.
Activa su máscara, la fila de luces azules se enciende. Me pega con el hombro cuando se va y me deja en el marco de la entrada.
No es crueldad lo que hay en sus ojos aunque sí en sus palabras.
No me mires con lástima. No tú.
Quiero decirle eso, no me atrevo, termino con los pies pegados al suelo. Miro su silueta alejarse y noto el sinsentido. ¿Cómo te atreves a decir esas crueles palabras para luego marcharte arrastrando esa aura solitaria?
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