—Un mes... demonio inferior ¿Y es esto lo que tienes para tu señor?
La secretaria de Codicia evalúa mi lastimero desempeño, como soy pobre no tengo un reloj inteligente y mis reportes fueron hechos todos a mano.
Olvidé mencionar que mi letra es... preciosa. Me enseñaron en el orfanato, debido a que no teníamos la tecnología para escribir todo en holopantallas o tabletas, aprendimos a la antigua y, permíteme una sola muestra de autoconfianza: Mi caligrafía es de excelente calidad y la mejor de la zona.
—Basura —continúa ella y despedaza mis hojas para incendiarlas con un chasquido de dedos.
Ah bueno, gracias.
—Es un hombre muy hermético —digo aunque apenas y yo me escucho—. Si me pudieran dar más detalles, algo específico de lo que buscan.
—Sabemos que es hermético, por eso te elegimos , Kempt.
—Y no... ¿No podrían elegir a alguien más capaz? quiero decir, no soy, nunca he... jamás...
Ella se puso de pie, yo me tragué el resto de mis palabras. La cola de la demonio se desenroscó y golpeó dos veces el suelo.
—No confundas, demonio bueno para nada. No estamos negociando contigo, no te estamos pidiendo un favor. Te lo estamos ordenando, comete un error, falla nuestras expectativas y nuestro señor Codicia te eliminará con un chasquido. —Ella sale detrás del escritorio, yo creo que he dejado de respirar porque todo me está dando vueltas—. No, error. El duque no te matará de inmediato, es probable que disfrute primero eliminando a... ¿Cuáles eran sus nombres? La humana esa de la que tú y el inútil de Sekvan se alimentan. Iniciaremos por ella, después él, luego... es verdad, no tienes a nadie más. Así que morir no será un paso tan distinto de tu vida actual, ¿No es así, Kempt?
No puedo tragar, asiento mientras aprieto mis manos y un sudor frío baja por mi nuca.
—El próximo reporte será mejor —contesto dando pasos hacia atrás.
—Será completo, Dennis. Ahora márchate.
Salgo a toda prisa, no me voy a molestar en fingir que no quiero huir. Eso ella ya lo sabe.
No puedo bajar por el elevador así que enfilo por el pasillo hasta el puente, no dejo de correr incluso cuando patino por mis tenis baratos. Entro al siguiente edificio y, sin detenerme, continúo la carrera hasta la siguiente pasarela.
La gente me mira con extrañeza, es natural. No encajo en este núcleo de viviendas.
Cuando por fin dejo de sentir la presión que experimenté en esa habitación, me arranco la máscara y devuelvo el estómago en una de las esquinas. Una persona exclama con asco, otra me pide que me marche. Me apoyo en el vidrio del puente, en el reflejo tengo los ojos rojos y húmedos, a mis espaldas los guardias robóticos de seguridad se me acercan.
Me incorporo tambaleante y me apresuro a llegar a las escaleras de emergencia, ubicadas siempre en las laterales de los edificios, bajo algunos escalones hasta que mi cuerpo me exige parar, me quedo en uno de los descansos, con los codos apoyados en el barandal, el metal está helado y sin protección. Los barrios de Drych se llaman núcleos, son edificios individuales conectados por pasarelas, puentes que permiten el paso cada cinco pisos.
Es fácil determinar el nivel socioeconómico de un barrio con solo ver sus pasarelas. La de este conjunto está revestida por un tubo transparente, tiene iluminación interior, purificador de aire
No he conocido el inframundo, formo parte de una de las generaciones que nacieron ya aquí arriba y nuestra imaginación es la que ha lleno los espacios de como luce nuestro lugar de origen.
Algunos demonios tienen historias que sus padres les contaron, por supuesto yo no soy uno de ellos.
Esa noche no puedo dormir, me quedo pegado a nuestra pequeña ventana. Daya y Sekvan han peleado, así que Sekvan se queda en el sofá.
Es una noche de tormenta con truenos, el ruido estremece la ventana y temo que los vidrios revienten. Si no lo hacen por el sonido, lo harán por las gruesas gotas que golpean como un martillo.
—Odio esto —murmuro.
—Somos dos —contesta Sekvan tapándose la cara aunque no hay reflejos porque es una noche sin relámpagos.
No le digo sobre mi reunión con Codicia, mejor que crea que es solo un encargo sin problemas, no quiero que cargue con el miedo que me está carcomiendo a mí.
...
Sí, como dije, Zachary es hermético. Omití mencionar que luego de nuestro desastroso "encuentro" en el restaurante, la interacción ha sido nula.
Mi jefe me marcó una línea muy clara y mis compañeros también, me reprocharon directamente referirme a él con un "tú", así que adopté el sumiso y sexy "Sí, jefe" y luego de que me encargaron mis primeras ediciones, me asignaron a mi compañero reportero: Welland.
A Welland no le gusta que toque sus reportajes, lo que complica mi trabajo y me da ansiedad fallar por culpa de otro. Ya es muy fácil hacerlo por mí mismo.
Así que cuando Iham se dio cuenta que "tenía mucho tiempo libre" porque Welland entrega todo a destiempo y no me deja mover ni un caracter, Iham me dio un trabajo secundario como su asistente personal.
Soy el asistente del asistente.
Al inicio pensé que sería bueno para mi estatus de BUSCANDO ACERCARSE AL JEFE, pero nada más lejos. Me encargo de gestionar el trabajo que nadie quiere, desde transcripciones textuales de anuncios para revisar que estén dentro de la línea de Thoug media, pasando por llamadas indeseables. Solo una de ellas me pareció interesante, una pequeña empresa de decoración de uñas que quería su patrocinio y usarlo como modelo de manos.
No me había dado cuenta que Zachary siempre andaba con unas uñas cuidadas.
PRIMERA MISIÓN: Acercarse al jefe con un tema común.
¡Qué conversación más incómoda! lo abordo en el baño en uno de esos rarísimos momentos donde la vejiga de acero del tirano le falla. Espero muy casualmente en el cubículo a que termine. Pienso que sería raro pararme en el mingitorio a su lado y fingir una conversación mientras sostenemos nuestros miembros y decimos cosas como “Eh, jefe, que buena pistola se carga en los pantalones.”
Cuenta como un halago, ¿no?
Cuando éramos adolescentes nos las medimos una vez… simple curiosidad pasajera. Los órganos de los humanos son más simples que los de los demonios, necesitaba ver una para poder transmutar mi apariencia sexual. Pero el tamaño de Zachary, ya en aquellos años, me parecía mucho para mi cuerpo.
Sí, es una de las características de mi especie en particular, somos demonios de lujuria, nos adaptamos a las preferencias humanas como cualquier otro animal se adapta para cazar mejor a sus presas.
Mientras estoy sentado escuchando el sonido del agua correr, tengo un momento de lucidez para darme cuenta de que soy muy mal detective. Dudo que un profesional que se respete espíe a su jefe mientras orina.
Lo escucho terminar y abrir el grifo para lavarse las manos, así que salgo como quien termina una actividad extenuante y me dispongo a lavarme las manos también. Luego recuerdo que no jalé de la palanca y ahora pensará que soy un asqueroso desconsiderado, de baja cuna que nunca ha conocido la decencia de los modales y que…
Ssssssssssshhhhhhhhhhhh
El sistema automático del baño se encarga de sacarme de un apuro, suspiro triunfal y pongo en marcha mi plan:
—Jefe ¡Yo también me pinto las uñas! —Inserte mirada desinteresada de soslayo de parte del hombre de fría actitud—. Veo que le gusta el azul—. Sin respuesta—. Yo prefiero el morado pastel. —Una pausa.
—Lo sé —respuesta escueta.
—Aprendí luego del orfanato y una amiga... la novia de mi ex...—Esa parte no era necesaria pero ya estoy dispuesto a causar lástima con tal de atraer su atención, lo logro brevemente pero es acompañado de un bufido exasperado—. Me enseñó mejor, me presta sus herramientas de trabajo, a veces, podría, digo, si quiere, ¿ponerle unas?
Se fija en mis manos apoyadas en el lavabo.
—Solo voy con profesionales, aparta.
Mirada de desprecio. Sale del baño y no vuelve a hablarme.
Fallo en la misión. Y de paso me rompió un poquito el corazón.
Me miro mis uñas de colores pasteles con moñitos y nubes decorativas. Trabajé tres horas en ellas y, hasta hace dos segundos, estaba muy orgulloso del resultado.
SEGUNDA MISIÓN: Abordarlo casualmente al salir del trabajo.
Estado: Fallida.
Los primeros días el jefe no se va, incluso cuando no queda nadie, así que me marcho rendido pensando que es el tipo más adicto al trabajo que he conocido.
Paso tres días así, esperando a la hora límite para verlo irse, no puedo quedarme más tarde porque perdería la línea del ferri terrestre y eso significaría dormir en la calle. Por esto decido que sacrificaré una de mis noches en el sofá por averiguar a qué demonios de hora, Zachary Wayne deja la oficina.
Finjo que me quedo a trabajar en los reportes de Welland, los malditos tienen más marcas amarillas con anotaciones del tipo “esto no lo toques, es perfecto así” que espacio para que yo corrija las más simples faltas estructurales de su reportaje.
Es un asombroso periodista, no lo voy a negar, me da envidia. El problema es su actitud. Cuando todos se han ido, hago como que me quedo dormido en el escritorio, no es anormal que los empleados adictos o con fechas de entrega al borde de la muerte, se queden así. Mantengo mis ojos entrecerrados pendiente de la puerta de su oficina…
Pero estoy tan cansado que en algún momento mis ojos se cierran de verdad y cuando los vuelvo a abrir es de día. Descubro con horror, que el jefe llega fresco y guapísimo como siempre.
Mientras yo estoy hecho una basura con dolor de cuerpo.
¡No noté nunca en qué momento se marchó!
Desperté tan tarde que ya varios de mis compañeros estaban laborando cuando abrí los ojos, no sé cuál de ellos me puso una manta encima. Se lo agradezco, llovió fuerte durante la madrugada y la mañana estaba muy fría de no ser por esta manta estaría resfriado.
Probablemente fue Lauv o Iham que llegaron temprano. Welland lo dudo muchísimo.
¿Zachary?... jajajaja, definitivamente no.
El dolor de cuerpo y las consecuencias de la mala postura y el sueño poco reparador, me hacen olvidar preguntar por el autor de tan benevolente gesto.
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