Mi corazón sigue latiendo tan fuerte que retumba en mi cabeza, estoy excitado e insatisfecho. Desde que terminé con Sekvan no he vuelto a tener relaciones y, para ser sincero, nada se compara con comer y coger al mismo tiempo.
Sekvan nunca me dio eso, nunca se sintió así de intenso y nunca lo haría. Pero con Zachary un solo beso me ha hecho temblar hasta las rodillas.
Llegamos al auto, un tremendo auto blanco. Sé nada de autos, solo sé que es caro y que va con él.
—¿Nos vamos? —pregunta desactivando la alarma desde su máscara.
No quiero. Pero tampoco sé cómo seducirlo, soy un demonio de lujuria pero por algo es que llevo años en mal estado alimenticio. Me siento torpe y estúpido, es pensar en el rechazo antes de siquiera intentarlo.
Una larga lista de intentos fallidos se han apilado como ladrillos en mi corazón y han aplastado mi confianza y seguridad. No podría creer que Zachary me desea de no ser por la umbra que despide y va creciendo a su alrededor.
Yo nunca la suelo provocar, soy al tipo que dejan plantado en bares, que desprecian frontalmente o del que se burlan cuando estamos por pasar a segunda base.
Pero este hombre me desea.
No sé por qué, no sé si es así con todos. No sé si esto es por mí o solo es frustración. Pero el deseo, su lujuria es palpable. Lo observo por un segundo, me paso la lengua por los labios porque me he quedado sin habla, no sé cómo pedirle que continuemos. Que me toque más.
Me siento indefenso y pequeño rogando por contacto.
—Hay algo que dijiste en la cena que me ha generado dudas —dice él mientras me arrincona contra la puerta, sus manos a cada lado de mis hombros, su rostro nuevamente cerca con ojos entornados—. Dijiste que prefieres al Zachary actual por sobre el del pasado.
—No puedes decir que no has cambiado mucho —suspiro porque otra vez su cuerpo está frotándose con el mío y no puedo discernir quién inició el movimiento. El gruñe, no sé si por mi respuesta o por que ambas erecciones se han encontrado.
Sus ojos se han oscurecido y dentro del estacionamiento parecen negros en vez de azules, me están atravesando como si intentase definirse entre la ira y el deseo. Es una extraña mezcla de ambos, su umbra se ha amargado ligeramente cuando me toma del mentón y me obliga a no apartar mis ojos.
—El Zachary de catorce años se hubiera conformado con esto, pero como a ti te gusta más el actual... el actual no está conforme.
Tengo miedo. Miedo de que avance en esto, me vea y toda la umbra se disipe. Todo el anhelo y la lujuria se extingan. Es la forma más tajante de decirme que no despierto nada en ellos y si es Zachary no sé si podría reponerme de ello.
Su respiración pesada, ahogada por la máscara me envalentona.
—Entonces no te detengas —jadeo moviendo las caderas.
Su fría mano se desliza por debajo del resorte de la blusa blanca y vaporosa, en cuanto me toca el pezón los dos sentimos la corriente que quema por nuestros sentidos, el cuerpo de Zachary se incendia y la umbra me empieza a llenar, fluye por mis venas y me sobre estimula.
Me enredo a su cuello, mientras Zachary entierra su boca con todo y máscara en el hueco de mi cuello.
Tengo el corazón embravecido, su mano libre frota por encima de estos pantalones tan delgado y elásticos, contengo un gemido, la umbra ya se siente por encima de la tela y mi pene erguido en sangre se frota contra la palma de su mano. Quiero que retire el pantalón, que hago lo que quiera conmigo.
Como si me escuchase, introduce los dedos y roza con la punta mi glande que ya está húmedo.
—¡Mierda! ¿Está bien que mmm que hagamos esto en un estacionamiento? —suelto asustado de que este momento se deshaga.
—No, la verdad es que... no....—Aunque noto la tensión de sus palabras, la presión en mi miembro continúa.
Es un tirón sucio, desesperado, el leggins se desliza por mis muslos junto a mi ropa interior, mi pene se estremece con los dedos fríos de Zachary que lo envuelve y empieza a acariciar con suavidad el glande en un movimiento viscoso que me dobla las rodillas.
—Estás llevando a un hombre en control fuera de sus límites, Dennis.
Presiona un interruptor dentro de su máscara, la puerta a mis espaldas se levanta y en un segundo me ha empujado sobre el asiento de pasajeros y se ha deshecho de mi mascarilla y la suya que ha arrojado al suelo, vuelve a besarme y esta vez es tan voraz que no puedo respirar, su lengua y la mía se enredan en frenesí.
Su saliva es ligeramente espesa, pero se siente terriblemente bien con su aliento caliente entre mi boca y la suya.
Suelta mis labios y baja por el escote de la blusa, muerde mi pezón por encima de la tela, es un dolor suave y delicioso que se extiende por mi vientre.
Con lo ligero que soy no le cuesta levantarme en vilo, me empuja hasta que él se ha metido por completo al coche. La puerta se cierra con un clip y las luces púrpuras dentro se encienden por todo el filo del techo y debajo de los asientos.
—Dirígete a la dirección de Dennis Kempt —indica Zachary y el tablero se enciende y el auto empieza a moverse.
—¿Có- cómo? —pregunto entre jadeos.
—Es el conductor automático. Dennis, concéntrate.
Él levanta la blusa, lame con esa lengua áspera y caliente para después morderme a modo de castigo.
—¡Demonios! Sí que eres rico.
Zachary levanta el rostro, su sonrisa es tenebrosa y sensual. Es deseo sin filtros acompañado de ese estilo elegante con lo que hace todo.
—Lo soy —gime mientras va bajando con esa boca deliciosa hacia el centro de mi vientre, lame mi ombligo—. Y estás por tener un orgasmo cortesía de Zachary Wayne.
—¿Zach? ¿Qué... qué...?
Me estremezco al sentir un lengüetazo en la punta de mi pene. Me vuelvo gelatina en el asiento, incapaz de moverme, Zachary me sostiene por los muslos, me levanta para enterrar su cara entre ellos. Primero son lengüetazos desesperados, sin previo aviso su boca envuelve todo mi pene.
—¡Zach!
Me aferro a sus cabellos, no soy capaz de tirar de ellos, solo quiero sostenerme a algo. Es la primera vez que alguien me hace una felación. La primera vez que a alguien le importa lo que estoy sintiendo.
Y sus movimientos son tan cariñosos combinados con una fiereza que nunca vi en sus ojos, estos se encuentran con los míos y me entran ganas de llorar. El placer me revienta en cada poro, esa boca húmeda en donde la punta de mi pene se frota contra sus paredes, él no se queja, por el contrario sus gemidos guturales reverberan en mi miembro.
El deseo, así, con esa mezcla de ternura y ansia, me cuartean el alma.
Le pido que pare, estoy por llegar. Él me dice con sus ojos que tomará todo y esa muestra de afecto me termina de hacer tener el orgasmo más fuerte de mi vida, que las lágrimas de gozo se escapan de mis ojos mientras mi cuerpo se desguanza rendido.
Cuando quiero tocarlo para ayudarlo a aliviar su propia erección, él me aparta la mano y esa simple acción nos deja en un silencio espeso que corta cuando pide al tablero poner música.
El resto del camino el hombre me limpia y nos arreglamos la ropa. No intercambiamos más palabras, cada uno mira por su ventana mientras nuestro chofer automático va por su camino.
Me pregunto si se arrepiente, si no quería que lo tocara porque... no sé, no le gusto. No sería raro. Aún así duele, alguna vez este hombre significó hogar y lo perdí No quiero experimentarlo de nuevo.
—Lo siento —dice él sin mirarme.
El corazón se me encoge, no es la frase que te gusta escuchar luego del mejor orgasmo de tu vida.
—No te preocupes —respondo superando el nudo en la garganta—. Si no querías no debiste...
Zach se gira, entorna una ceja.
—Oh no, chupártela si que quería y no me disculpo por eso. Hablaba de la cena. No debí hablar de nuestro tiempo en el orfanato sin tu permiso. No fue justo.
No fue justo pero lo volvería a hacer.
—Sabías que ese tipo de historia funcionaría con Ellija ¿no?
Él se cruza de brazos, ladea el rostro y mantiene su vista al frente.
—Cuando tienes información, tienes miles de formas para conseguir tus objetivos. —Ahí está el CEO despiadado—. Para lo que tengo que hacer necesito aliados dentro.
—¿La orgía de negocios?—Zachary asiente—. ¿Esto que acaba de ocurrir fue solo para probar si era el indicado?
Dime que sí. Dime que sí para que yo no piense en e cosas que no me corresponden.
Para que no quiera volver a acostumbrarme a tus brazos y a tu calor. Rompe la ilusión antes de que crezca y luego quiebres tu promesa y me abandones como el resto.
No tengo un hogar, nunca lo he tenido ni lo tendré. Estoy acostumbrado a ya no esperar nada de nadie más que de mí mismo. Solo me tengo a mí y no pienso volver a perseguir melodías engañosas.
—¿Te parece? —pregunta con su voz gruesa, pone su mano sobre la mía—. Creo que era bastante evidente que ambos queríamos y no había otro motivo oculto más que esta... atracción. Aunque lo de la orgía no deja de ser un tema que necesito atender, ahora con lo que dijo Ellija, con más urgencia de la que preví.
Cierto. Dijo que era la última vez que Armen iría.
—La razón por la que me rechazaste esta mañana, eso de que no quieres una relación real... ¿Es por Ivy?
Aleja su mano en cuanto digo el nombre.
—Sí —responde y aprieta los puños—. Te contaré mañana si quieres escucharlo. Tenemos que hablar antes de que aceptes mi propuesta.
"Acercándonos al destino. Se necesitan más indicaciones"
Dice la voz del auto. Zachary mira por la ventana.
—No diste tu dirección exacta en el formulario, Dennis —me reprime. Así que sacó mi dirección de mi ficha de empleado ¿eso es legal?
—No te preocupes, estamos cerca. Puedo ir caminando desde aquí.
—No te voy a dejar en el medio de este barrio peligroso, dime dónde es tu casa y te acompaño.
—¿Me dejas guardarme un poquito de la magia de hoy? Si ves dónde vivo romperás la ilusión.
Algo ha cambiado, el hombre de la mañana era uno y el de esta noche es otro. Refunfuña pero pide que se abra la puerta, salgo y cuando estoy por cerrar él me sonríe.
—Hasta mañana.
Me marcho corriendo, no llevo ni una cuadra cuando el cielo se suelta otra vez con intensidad. En realidad estoy a más de dos núcleos de la casa de Sekvan. Pero echo a correr para sacarme todas las emociones de encima.
Todas las ilusiones.
Esto no me va a llevar a algo bueno. Codicia se puede joder, tomaré mis cosas del cuarto de Sekvan y volveré a las calles. Viví durante muchos años apañándomelas solo, el duque del inframundo no se detendrá en buscarme, solo me reemplazará y yo no tendré que exponerme a esto.
No tengo nada que pueda quitarme de todas formas. ¿La vida? ¿Cuál vida?
Resbalo por lo mojado que estoy, subo a trompicones las escaleras del edificio D de mi núcleo, cuando alzo la vista me encuentro con Daya. Está empapada igual que yo, sus ojos amarillos tienen la esclera roja.
—¿Dónde mierda estabas Dennis Kempt! ¿Dónde? —me grita arrojándose a mis brazos, tiembla y yo apenas la contengo—. No llegaste a dormir anoche, no avisaste y cuando empezó a anochecer hoy pensamos que te había pasado algo.
—¿Estaban preocupados? —digo con la voz quebrada.
—¡Claro que lo estábamos! —reprende ella sacudiéndome—. ¿Cómo puedes preguntártelo?
Sekvan se acerca, se le ve agitado, al parecer ambos empezaron a recorrer los núcleos cercanos buscándome.
—Pensé que ese desgraciado te había encontrado.
Niego con todo el cuerpo, el miedo me corrompe ante la sola idea. Sekvan me mete un golpe en el hombro, más amistoso que furioso y luego me envuelve en sus brazos. Daya lo hace desde el otro lado y ahora somos un sándwich, yo el en medio de una pareja de pan.
Tal vez a mí todo el mundo me ha dejado, pero yo no lo haré con ellos. No mientras Codicia pueda ponerlos en peligro.
...
A la mañana siguiente estoy en la oficina de mi jefe. Zachary rasca la superficie de la mesa.
—Míralas —dice hacia la holopantalla.
Me inclino y descubro que son fotografías de la ocurrido el día de ayer en el estacionamiento.
Desliza el dedo y me muestra un video donde se ve claramente que me tumba en el asiento, el contador de visitas van en aumento. "¿El CEO Zachary Wayne por fin superó a la señora Ivy Wayne?" "¿Quién es el nuevo amante del hijo del magnate W. Wayne?" "¿ES UN CHICO? Zachary Wayne es conocido por solo dejarse ver con mujeres en estos años"
—No lo puedo creer... —gimo consternado.
—Yo sí. Debí ser más prudente...
—¡Salí en televisión!
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