Meses después del inicio de clases, Milo y yo nos llevamos realmente bien, de hecho nos convertimos en muy buenos amigos.
Milo en estos meses siempre estuvo para apoyarme y realmente me alegra.
Mis amigas también se llevan bien con Milo.
No siempre le cuento todo a las personas y si les cuento algo no es de mucha importancia o muy personal.
Nunca tuve muchos amigos siempre tuve amigas por lo cual Milo es uno de mis primeros amigos y estoy muy feliz de ello, eso no quiere decir que nunca me he hablado con chicos, de hecho habían algunos con los que me llevaba realmente bien pero nunca los llegué a considerar "amigos".
Mis otros compañeros no me hablan y no me consideran para los trabajos. Todos ya saben que no hablo mucho. Si en alguna ocasión me toman en cuenta es posible que me dejen todo el trabajo a mi.
No mucho después habrá una evaluación de biología y realmente no entiendo nada. Podían decirme que en los ojos hay un hueso y lo creería.
En serio.
Necesito la nota para no estar en verano rindiendo la materia, era muy posible que eso suceda ya que estaba en el último trimestre y... Mis notas en biología no eran como para mostrarlas orgullosamente al mundo.
En fin. Milo se encargará de explicarme, pronto llegaría a mi casa.
Acordamos que llegaría a mí casa a las dos de la tarde, ese horario se acerca por lo que, en cualquier momento podría llegar, eso en el caso de que sea puntual.
Acababa de sonar el timbre de mi casa, era él. "Ojalá me tenga paciencia porque enserio no entiendo nada" fue lo único que pensé al ir hacia la puerta. A veces puedo ser muy terca al no entender las cosas.
Por cierto, era sábado y la evaluación era el lunes. La aprobabilidad es cada vez menor, lo que me desalienta a continuar estudiando está materia imposible.
Abrí la puerta.
—¡Hola! ¿Lista para la tortura?
Habló levantando una de sus manos mientras sonreía. Llevaba unos jeans azul oscuro, una campera gris y una remera blanca. Él no es muy alto. De hecho, solo me lleva unos pocos centímetros, debe medir... ¿1,60?
No lo sé, bueno yo no me considero alguien realmente bajita pero, a decir verdad no soy alta y eso nadie puede negarlo.
—Me sigo preparando mentalmente para una larga tarde de aburrimiento, espero que estés listo para explicarme y ojalá que tengas paciencia de sobra.
Traté de bromear lo más posible antes de que las ganas de continuar existiendo se esfumaran de mí cuerpo.
—Mi paciencia nunca se acaba.
Lo invité a pasar y nos sentamos en el comedor. Sacó un cuaderno de su morral y lo puso sobre la mesa
—Okey. Vamos a empezar con la respiración celular.
—¡¿LAS CÉLULAS RESPIRAN?!
Abrí mis ojos tanto como pude. Realmente estaba sorprendida. No me esperaba que las células respriraran. Okey, sé que las plantas respiran, que los animales respiran, que yo respiro, que mi madre respira, etc. Pero jamás, jamás me esperé eso. Lo sé, no voy a aprobar.
Milo suspiró mientras me miraba hacia bajo con cansancio.
—Realmente va a ser una tarde muy larga...
Pasaron varias horas desde que comenzó a explicarme. Mí cerebro siente como intento meter demasiada información de repente. El aburrimiento supera mis ganas de esforzarme por algo que no me gusta e interrumpo la explicación de mí buen amigo.
Me estiré sobre la mesa soltando un leve suspiro.
—Ah... me estoy muriendo.
Milo respondió seriamente con cansancio. Debe estar aburriendose al igual que yo.
—Vamos, no te distraigas, ahora toca la fotosíntesis.
—No quiero. No me sirve de nada saber eso, es inútil. De verdad no lo entiendo.
—Te sirve para no llevarte la materia y para no pasar tu verano en el colegio con 38° de calor.
Él tenía razón. Llevarme la materia no debería ser una opción, aún menos rendir en verano. Me enderece luego de una breve reflexión. Ahora lo que supera al aburrimiento es el hambre, ya que con hambre no se puede pensar lo suficientemente bien. Por lo menos yo no puedo hacerlo.
—Está bien. Pero antes quiero comer algo. Mi estómago no me deja pensar.
Me levanté y me dirigí a la cocina
—¿Querés algo para tomar? Ya son las seis de la tarde ¿Preferís merendar?
Pregunté mientras buscaba entre los estantes de la cocina, hay lugares que no alcanzo, me paro de puntas y aún así no lo logro.
Mi mamá siempre pone las cosas "innecesarias" mas arriba. Si bien no es algo que se necesita constantemente, es difícil alcanzarlo una vez que se necesite.
—Está bien, pero no tardemos demasiado, sé que solo haces esto para escapar de estudiar está materia.
Milo suele descifrar realmente rápido a las personas, aunque este momento no cuenta ya que, fui realmente obvia con mis intenciones. Milo se levantó de su asiento y se acercó a la cocina.
Mi casa no es enorme ni pequeña. Todo lo que haga en la cocina se puede ver desde el living porque hay una barra y por el espacio de esta se puede ver todo. Él se dió cuenta que tenía dificultades para alcanzar las cosas de los estantes y se acercó a ayudarme.
—¿Qué es lo que no logras alcanzar?
Noté que estaba detrás mío. Es verdaderamente silencioso para caminar. No es la primera vez que no noto cuando está cerca mío.
Eso.
Señalé a una caja de té saborizado.
Se paró de puntas intentando alcanzar la caja pero accidentalmente la empujó hacia más atrás.
Gracias Milo, ya complicaste las cosas. Ahora no podré tener una merienda saludable con un rico té.
—Eh... Milo... No sé si te diste cuenta pero no eres mucho más alto que yo.
—¿Tenes algún problema con ello?
No, la verdad es que no tengo ningún problema con ello, solo con que no alcanzaremos el té.
—¿Tenés una espátula?
¿A que rayos se refiere con eso? Obvio que tengo una espátula.
—Sí.
Me dirigí al mueble en el que guardamos los cubiertos y agarré la primer espátula que ví
—¿Ésta está bien? ¿Para qué la vas a usar?
Pregunté con curiosidad. Entre el mar de cubiertos de cocina tal vez había agarrado la espátula incorrecta. ¿Quién sabe?
—Si.
Agarró la espátula y comenzó a intentar empujar hacia delante la cajita dando pequeños saltos.
—¡NO ME DIGAS QUE LO VAS A AGARRAR CON ESO! VAS A TIRAR TODO LO DEMÁS.
Dicho y hecho. Lo que estaba al lado se cayó, por suerte no era nada que se rompa, solo eran fideos. Esperen un momento... ¡Los fideos también se rompen! MIERDA, mí mamá me va a matar y por supuesto, están cordialmente invitados a mí funeral.
—Ups—. Dijo intentando no reír por mi expresión al ver cómo los fideos fueron asesinados por la espátula y Milo.
—Un "ups" no va a sanarlos. Bueno, en fin, le voy a echar la culpa al gato.
—No tenés gato.
—Chispas de chocolate.
—¿Eso fue un insulto?
—Se supone que si.
Milo miró pensativo en dirección al lugar que tratábamos alcanzar hasta que finalmente hizo una pregunta.
—Y... ¿Cómo vamos a alcanzar esa caja?
¡Oh cierto! En mi casa hay banquitos para cuando no llego a las cosas. Cómo normalmente no uso lo que hay en los estantes me olvidé de su existencia.
—Tengo un banquito.
Supongo que me debí acordar de esto en un principio. Ojalá Milo no me mate. A veces se enoja con facilidad, pero no es rencoroso... Creo.
—¿Es enserio? ¿Por qué no dijiste eso en un principio? ¡Hace más de 5 minutos que estoy con esta maldita espátula!
—Ups.
—Un "ups" no me devuelve mí tiempo.
Y tu "ups" no me devuelve mis fideos.
—¿Entonces traigo el banquito?
Estaba conteniendo la risa. Cuando Milo se enfada es algo gracioso verlo.
Es obvio que tengo que traer el banquito, pero bueno, nunca se sabe, tal vez no lo quiere.
—Sí, traelo.
Su voz sonaba algo cansada pero él también estaba conteniendo la risa. El tono en el que habla Milo es un poco particular. Algunas veces acentúa las palabras de manera que lo que dice suene divertido a pesar de que esté enojado. Su forma de hablar y ser, el aura que transmite... De alguna manera me genera alegría y tranquilidad.
Fui a mí habitación y lo encontré. El banquito estaba en una esquina, casi camuflado. Encima tenía un montón de ropa. Al volver a la cocina lo puse a los pies de Milo, él se paro sobre el banquito y por fin pudo llegar a agarrar la cajita.
—¡¡Gracias!!
Tomé la cajita de té con ambas manos mientras sonreía alegremente.
Merendamos con unas galletas que compré en una panadería cercana y el té que fue difícil de alcanzar.
Se hicieron las nueve de la noche y ya había oscurecido así que Milo decidió irse a su casa.
—La estación está cerca. Te acompaño.
No tengo nada mejor que hacer así que... ¿Porque no acompañarlo hasta la estación?
Milo hizo un breve silencio, hasta que luego de abrir y cerrar la boca varias veces decidió hablar.
—Bueno. ¿No prefieres quédarte?
—Nah, espera que busco un abrigo.
No dude en responder a su pregunta.
Estoy sola en casa y se toma un poco aburrido. Es más interesante pasar un poco más de tiempo juntos y acompañarlo.
Al volver de mi habitación ví a Milo parado junto a la puerta hablando por teléfono. Parecía ¿Molesto?
—No, no ha logrado activarlo.
¿Activar que cosa? Sí, soy demasiado curiosa pero bueno, qué se le va a hacer
—No voy a decirle aún, seguro que se va a alterar como vos cuando lo descubriste
Mmm... Esto se está poniendo interesante, quiero saber de qué habla. Me parece que ya estoy tardando demasiado. Debo apurarme.
—¿Vamos?
Hice mi aparición mientras ponía mis manos en los bolsillos de mi abrigo.
Iba con unos Shorts, una remera manga corta y una campera azul de jean. Era primavera, en donde yo vivo suele hacer bastante calor, aún más en verano, pero esa noche estaba algo más fresca de lo habitual.
—Debo irme, luego te hablo.
Milo guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón y asintió para luego volver a hablar.
—Vamos.
Son pocas las cuadras de distancia hasta la estación de tren, creo que son solo cuatro.
Mientras caminamos hay mucho silencio, la zona en la que vivo es muy tranquila, casi no pasan autos.
—Muchas gracias por ayudarme hoy, creo que pude entender algo.
Dije mirándolo, parecía algo inquieto desde la llamada. ¿Será solo mi imaginación? Me preocupa como esté y su cambio de ánimo, por ello decidí mostrar mi preocupación con la típica pregunta estúpida.
—¿Estás bien?
—Sí.
Me miró fijamente y luego volvió a bajar la mirada. Podría ser debido a la oscuridad de la noche que sus ojos se venían incluso más oscuros, el reflejo de la luz le daba cierta profundidad a sus ojos. No podía apartar la mirada de ellos. A pesar de su color ser "común" por así decirlo, en este momento esa profundidad hace que, de algún modo se vean diferentes y bonitos.
—¿Me podrías hacer un favor?
Milo no es de pedir favores. Es una persona que hace todo por su cuenta, sin pedir ayuda. Muy diferente a mi. El pensar esto hace que una pequeña risa escape de mí. Si Milo pide un favor debe de ser algo importante, por lo que decido bromear fingiendo duda, aunque lo que en realidad siento es pura intriga.
—Eh... Si, depende cuál.
Un pequeño pensamiento. «Ojalá que no me pida nada raro.» Siendo Milo, lo dudo. La intriga se convirtió en preocupación y se mezcló con curiosidad.
«¿Qué me pedirá?»
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