Abrió la boca como si fuera a decir algo pero ninguna palabra salió de allí, solo se quedó en silencio, hasta que por fin dijo «Si necesitas algo llámame ¿Si?» A lo que yo asentí y le pedí que él haga lo mismo.
Luego de aquello llegamos a la estación, poco después llegó el tren y Milo se fue. Ví como el tren se iba rápidamente y a las personas en su interior.
Cuando finalmente se fue, salí de la estación y me dirigí en silencio a mi casa. Por supuesto, no iba a ir hablando sola por la calle. Sería gracioso que las personas me mirasen raro mientras yo entablo una conversación con mi amigo o amiga imaginaria.
Nadie me esperaba en casa, solo mi cama. Ella nunca me falla.
Mi madre se había ido de viaje por su empleo, así que esta noche estaría sola. Ella volvería el viernes de la semana siguiente.
Llegué a mi casa, me dirigí a mi habitación para buscar un pijama y luego ducharme.
Ese fue uno de esos días en los que solo quería dormir, la verdad es que me está comenzando a doler la cabeza, creí debía ser por estudiar tanto pero nunca creí que la razón sería algo mucho más grande e inimaginable.
«Ojalá nunca hubiese pasado» y «yo no quiero esto» solían ser algunas de las cosas que pensaba después de descubrirlo, bueno... En realidad no lo descubrí del todo por mi cuenta una parte me la dijeron.
Bueno, volviendo a lo que pasó esa noche.
No mucho después de ducharme, me quedé dormida
00:30 HS
Me desperté exaltada, creí escuchar un ruido proveniente del living.
Siempre que se trate de algo que genere miedo o asuste tiendo a exagerar, así que como alguien inteligente me quedé en mí cama tapada hasta la cabeza, pero después de un rato de no escuchar ruido alguno, la curiosidad pudo conmigo y me levanté buscando respuestas sobre aquel sonido.
Agarré el celular y active la linterna, prendí todas las luces posibles de mi habitación y me decidí a abrir la puerta lentamente. En el caso de que alguien esté en mí casa, no quería que notara que yo estaba despierta. Es algo ridículo porque prendí todas las luces de mí cuarto pero no puedo evitarlo. Con las luces prendidas me siento más segura.
El dolor de cabeza era constante y aún no desaparecía.
«¿Me estaré enfermando?»
Eso debe ser. Debo haberme resfriado.
Abrí la puerta y salí sigilosamente, miré hacia la derecha en dirección al salón, comencé a dar pasos muy lentamente.
De pronto una mano cubre mi boca y algo muy duro golpea mi nuca.
Todo se vuelve negro.
No sé cuánto ha pasado, por fin recobro la conciencia pero todo sigue siendo negro. Puedo sentir una brisa helada que recorre mí cuerpo. Las ventanas deben de estar abiertas.
Tiemblo intensamente, seguramente por el miedo pero intento pensar en otra cosa.
«Es por el viento. Hace frío. Debe ser por eso.»
¿Lograré convencerme de que lo que tengo no es miedo?
«Cálmate.»
Estaba recostada en el suelo con una venda en los ojos, otra en las muñecas y otra en los tobillos, tan pronto me di cuenta de ello intenté sentarme.
«¿En qué momento me ataron?»
Me resulta extraño no haber notado las ataduras en mí cuerpo.
Nunca tuve tanto miedo en mí vida. No saber lo que sucederá provoca que un sudor frío recorra mí espalda, podía sentir pesado mí pecho, algo caliente abundaba en él. Cómo si me quemará por dentro.
Tenía un nudo en la garganta que, seguramente pronto, se convertiría en abundante llanto.
Mí corazón... Siento que mí corazón se saldrá de mí pecho, puedo sentir su fuerte latido.
Me quedé en silencio lo que parecía un minuto eterno, un minuto inacabable.
Decidí finalmente hablar haciendo la pregunta más tonta de todas.
—¿Hay alguien ahí?
Los nervios se apoderaron de mí.
«Cállate.»
Cada vez que decía una palabra mí voz atentaba con quebrarse, definitivamente estaba por romper en llanto. Poco a poco las lágrimas fueron deslizándose por mí rostro hasta caer en un lugar incierto.
—¿Ha-hay a-alguien ahí?
«No digas más.»
Repetí, esta vez más fuerte. Comencé a forcejear mis ataduras pero no hubo caso, estaban tan fuertemente atadas que dolían.
—O dejas de llorar o te dejo una cicatriz en tu delicada garganta. Seguro se verá bien allí.
La voz de un hombre se hizo presente, pude sentir la hoja de una navaja posada sobre mí cuello, me quedé paralizada sin decir palabra, intentando no llorar.
—Que obediente—. Dijo mientras acariciaba el cabello y daba palmadas sobre mí cabeza, no veía el momento en el que esa situación se acabe. El frío filo aún permanecía sobre mi piel. Incluso podría decir que si apretaba un poco más fuerte comenzaría a sangrar. El hombre permaneció un momento en silencio, volvió a hablar.
—Escucha atentamente, quiero que colabores con nosotros. Vendrás con nosotros y si te niegas...
Hizo un poco más de presión sobre mi piel, podría asegurar que la punta del filo ya lo había atravesado.
Tanto mi respiración como el latido de mi corazón se aceleraron, quería decirle que se detuviera pero si hablaba o lloraba estaba segura que me cortaría el cuello.
—Aún así, no podríamos dañarla demasiado. El líder nos mataría.
Habló una segunda persona mientras reía forzosamente. Su voz grave y su forma de hablar, me daban escalofríos.
«Debo salir de este lugar.»
—Quédate quieta.
No es necesario que lo diga. Aunque quiera no puedo moverme. «Huye, corre» pensé pero en este momento es imposible.
El primer hombre me colocó una mordaza para que no haga ruido.
—No mentí cuando dije que no te haría daño—. Susurró a mi oído.
Inmóvil. No podía detener mi llanto. Sin alejarse de mí continuó susurrándome.
—Déjamelo a mí. Todo estará bien.
«¿Todo estará bien?»
Sin entender del todo sus palabras, me limité a asentir. Si está dispuesto a ayudarme, debo ganarme su confianza.
—¿Ya está lista?— El segundo hombre hizo una pregunta con su voz ronca. Había un intenso olor a humo.
—Vámonos—. Dijo en respuesta el primero. Me levantó y cargó en su hombro como si de una bolsa se tratase.
Un golpe seco logró oirse. Todo mi cuerpo se tensó. El silencio se hizo presente. Quien me sostenía, me tomó con fuerza.
—El edificio está rodeado. ¿Podrás encargarte de ellos?
Esta vez una mujer fue quien habló. Su voz es suave y agradable al oído.
—Deja a S3 conmigo. Él no sería capaz de destruir el edificio entero si me distraigo.
«Su voz... Su voz ha cambiado.» La voz del hombre es distinta. Es más aguda pero igual de calma. Incluso me resulta conocida.
—De acuerdo. S3 se quedará aquí. Yo me llevaré a la chica con S2.
—¿A dónde irán?— La voz del hombre se tornó nerviosa y pude sentir temblar sus manos levemente.
—Lo más lejos posible. No podemos ingresar al reino aún, supongo que sabes que los no portadores de habilidades son incapaces de ingresar.
Gentilmente me pasaron de un hombro a otro. El cambio de altura y movimiento brusco hizo que se me revuelva levemente el estómago.
—¡Oye! Ten más cuidado.
Escuché un fuerte golpe cerca mío. Por lo que supuse que habían golpeado a la nueva persona que me carga.
—Saltaremos por el balcón, agárrate fuerte~—. Un hombre con voz cantarina habló. Su voz es suave al oído pero su agarre es brusco.
—Cállate, S2. No hables tan fuerte" Lo regañó la mujer.
No presté mucha atención a lo que dijo hasta que sentí que la brisa se había intensificado.
—Cuando estemos cerca del suelo, nos teletransportaré a un lugar seguro.
—Han utilizado cancelación en la zona, por lo que nuestras habilidades se han reducido al mínimo. ¿Podrás lograrlo?— Habló el primer hombre.
—No desconfíes así de nosotros. Tenemos la segunda posición más alta en el reino. La cancelación no nos afectará demasiado. Me preocupaba más que imites correctamente la fisionomía y voz de las personas pero al verte ahora... Ya no debo preocuparme—. Mientras la mujer hablaba, desataba mis ataduras y la mordaza, mejor dicho, las cortaba con lo que aprecia ser una navaja.
Ya podía ver y moverme. Entonces miré hacia delante.
«Esa persona... Luce como yo»
Era difícil distinguirlo por la oscuridad, aún así definitivamente lucía como yo.
—Nos vemos, Ragui.
«¡Esa voz!»
La conozco. Esa voz es de ¿Milo?.
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