A veces me da miedo el «qué dirán», la opinión de los demás sobre mi persona, por eso con el tiempo, me he forzado a creer que no me importa lo que los demás piensen de mi y, se podría decir que hoy en día le he restado importancia, pero hay situaciones en las que el saber lo que pensarán de mi me superan y es en lo único que puedo pensar, pero siempre que sucede eso me digo «que no te importe, lo importante es lo que pienso yo de mi misma». Hay ocasiones en las cuales funciona.
Algunas personas me han dicho que hablo solo cuando es necesario y otros que soy demasiado seria. No tengo un rostro muy expresivo, no sonrió en las fotos y estas no me agradan demasiado.
Me gustaría que alguien me explicase lo que pasó ayer y por qué.
Milo me mira, estupefacto. ¿Tanto le ha sorprendido mí respuesta?
He sido sincera, él también debería serlo. No solo yo me he acostumbrado a él, Milo también lo ha hecho. Sabemos nuestras costumbres, actitudes, personalidad y como molestarnos el uno al otro.
Milo sabe que, por más que actúe de esa manera, no generará en mí el mismo sentimiento que en el resto de las personas. Él sabe que solo me reiré y que, por más que bromeé siendo tierno o finja inocencia será difícil que me enoje o moleste con él. Aunque, no puedo negar que Milo puede ser agotador. Agradezco la paciencia que suele tener conmigo, él también debería agradecer la paciencia que suelo tenerle. Milo sabe en qué momentos debe bromear y en qué momentos no debe hacerlo. A pesar de parecer una persona algo tonta y sin sentido a primera vista, la mayor parte del tiempo es tranquilo y serio. Le gusta mirar por la ventana mientras está en clases, se distrae con facilidad para concentrarse en mirar algo fijamente. Suele sumergirse en sus pensamientos con frecuencia mientras apoya su barbilla en una de sus manos y mira el horizonte. A veces lo observo, cuando piensa y se lo ve concentrado en mirar a la nada, trato de no interrumpirlo porque ver a Milo actuando de ese modo me da cierta paz. Es una imagen bastante hermosa ver cómo el sol ilumina sobre él y cómo se aísla de su entorno.
Sus estupideces han hecho que me olvide de la situación real pero antes de que hable sobre ello él comenzó a hablar con la vista baja.
—Yo... También me acostumbré a ti.
Luego levantó la vista y sonrió con sinceridad. Sus ojos... Además de oscuros, son profundos. A diferencia de mi, que carezco de expresión, Milo es dinámico y cambiante.
—Milo. Ragui. ¿Quieren almorzar?
Un hombre delgado, con el cabello casi tan largo al hombre anterior se hizo presente mientras golpeaba la puerta luego de abrirla, permaneció inmóvil analizando lo que veía. Nos vió sin pestañear durante un rato hasta que finalmente reaccionó.
Yo permanecí en silencio hasta que respondí "Si". Alcé un poco la voz para que me escuchase.
—¿Qué están haciendo?— Preguntó el hombre. Su voz era similar a la voz de quién me cargaba la noche anterior, por no decir la misma. Al principio estaba sorprendido pero ahora, lucía indiferente.
«Debe conocer lo suficientemente bien a Milo para no malinterpretar la situación.»
Milo, a pesar de haberle dicho que me dejara levantarme y se quitara de encima mío, no había hecho caso, por lo que seguíamos en la misma posición.
Sin esperar lo suficiente para que respondamos a su pregunta volvió a preguntar algo mientras entraba a la habitación.
—¿Puedo entrar?
«Ya entraste, deberías preguntar eso cuando estás fuera.»
—Si, entra.
Milo habló. El hombre dentro de la habitación nos vió y se sentó en la punta de la cama. Entonces, levantó su pierna derecha y pateó (no muy fuerte) a Milo. Milo, quién cayó sobre su hombro derecho, gritó en reproche a la acción del hombre pero este lo ignoró. Doblé mis piernas para que no vuelva a sentarse sobre mí.
—Y... ¿Como dormiste? ¿Bien? ¿Mal?
Preguntó esbozando una pequeña sonrisa. Sus ojos no son lo suficientemente grandes para mantenerse abiertos. Son de color café y sentía como me observaban. Su mirada se sentía incómoda, como si de un análisis visual se tratase.
—¡Bien! Hace mucho que no dormía tan bien. Se podría decir que dormí como un bebé—. Respondió Milo, inflando sus mejillas al final de la oración.
El hombre procedió a volver a ignorar a mí amigo y continuó observandome mientras esbozaba una sonrisa tonta.
—Supongo que bien... Me desperté por un ruido y algunos gritos...— Hablé tímidamente. Su sonrisa me molestaba un poco pero su forma de hablar resultaba amable, a diferencia de su mirada punzante.
—Les dije que no hicieran tanto escándalo. Lo siento, Ragui.
«Aunque ahora que lo veo bien, parecería que es a él a quien gritaban.»
—Milo ¿De quién es esta casa y quiénes son las personas que ví?— Pregunté seria, solo quería que me responda con sinceridad.
Debe haberse sentido algo culpable por lo que sucedió el día anterior. Aunque me gustaría escuchar que no fue su culpa. Si fuera su culpa y lo negara, creería en esa mentira porque, conociéndolo, no debería mentir con mala intención. No entendía porque esas personas me buscarían, mi familia no es reconocida por el país, no son reconocidos en la cuidad y ni siquiera en la zona en la que vivo. Mí madre no es de meterse en este tipo de líos. ¿Por qué me buscarían para unirme a algo como una organización? ¿Qué tipo de organización sería? Lo que menos quería era meterme en un lío y no poder salir de él, quedar con deudas y que mi familia sufra por ello. No deseaba preocupar a nadie.
Su mirada se oscureció y bajó su cabeza para evitar mí mirada.
«¿No planea decirme nada a pesar de que me amarraron y tuve que huir de mí casa?»
Cuando se puso de pie, volvió a ser el Milo alegre de siempre.
—La comida esta lista, ya es mediodía.. ¡HORA DE ALMORZAR!— dijo animado
Eso no es lo que quiero escuchar, quiero que me explique lo que paso ayer, solo eso...
—Son las dos de la tarde—. Interrumpió el hombre. Su rostro, al igual que el de Milo hace un momento, carecía de expresión.
Milo se tensó y dió media vuelta con el fin de darme la espalda. Por alguna razón no estaba molesta. No ganaría nada si me enojaba. Si estaba un poco molesta y cansada pero me encontraba mayormente calmada.
—Milo... ¿De quién es esta casa y quiénes son las personas que ví?— Repetí seria, me molestaba que no me dijera la verdad o sea sincero pero, prefiero ser comprensiva.
Comprendo que sea algo de lo que no quieres hablar y comprendo que debe ser algo difícil de decir. Por ello le daré su debido tiempo. Si no quiere decirlo ahora, lo dirá después. Darle tiempo para hablar no significa evitar la verdad eternamente.
—Lávate y cambiate si quieres te los presentaré luego, te estaré esperando en el comedor.
Lo dijo de la manera más amable posible y al final me sonrió, se retiró de la habitación. Me quedé mirando hacia la puerta hasta que reaccioné. "Son amigos" y "se conocen" fue lo único que logré pensar.
Comments (0)
See all