El rey indicó que me acerque a él junto a mí espada. Colocando una mano sobre mí hombro y otra sobre la espada, esta desapareció. Al ver mi expresión de asombro soltó una pequeña risita. Entonces recordé las palabras de Shandal.
—¡Ragui, el rey es demasiado genial! Tiene más habilidades que nadie.
Definitivamente este hombre es asombroso. El aura que transmite con solo verlo sentado en el trono es imponente y con tan solo tocarme deshizo la invocación. No puedo no admirarlo.
—Pregunta lo que quieras.
Tenía demasiadas preguntas. Demasiadas dudas pero una sobresalió ante el resto de ellas. Entonces sin dudar mucho más pregunté.
—¿Qué es éste lugar?
Abandonado por fuera. Lujoso por dentro. Vacío en sus alrededores. Entrar a la organización era entrar a un mundo distinto que nada tenía que ver con su exterior. Su aspecto era el de un edificio abandonado, ventanas desgastadas, vidrios viejos o inexistentes, muros con musgo y creciente vegetación. Al entrar no hay tales ventanas, desgaste, humedad ni vegetación. Las paredes que en la superficie parecen estar por quebrarse, en el interior son solidas y lucen como si su construcción fuera reciente. Adentrarse en la organización es como entrar en un subterráneo. Una vez que se atraviesa la gran puerta, se ve un enorme pasillo que bien podría convertirse en un laberinto. Múltiples puertas, poca luz y decoraciones pintorescas. Este lugar es irreal. Pareciera ser una ilusión. Un truco e incluso un engaño. Este último pensamiento hace que me tense.
—Este es mi mundo. El mundo que soy capaz de controlar completamente. Yo lo creo. Yo lo modifico. Decido quién entra y quién sale. Solo aquellos que tengan permitido entrar podrán hacerlo.
—¿Podría llegar hasta aquí por mi cuenta?
El rey lo negó. «¿No lo tengo permitido? ¿O no soy lo suficientemente capaz?» Sus explicaciones me confunden más. De mis dudas nacen nuevas. Quiero conocer este lugar y sus secretos. Sobre su mundo, quiero saber todo.
—Teletransportación. Necesitas esa habilidad. Los portadores de esta habilidad pueden llegar con solo conocer el lugar. Se transportan a donde quieren con solo tenerlo en mente. Y lo más importante, el lugar no necesita pertenecer a la realidad que usualmente conoces.
Intentando concluir su explicación y atar los cabos de lo entendido, sin darme cuenta hablé en voz alta.
—Entonces...
Él, sabiendo lo que diría se adelantó a mi conclusión. Su voz monótona pero al mismo tiempo algo juguetona hacía que un tema de apariencia seria perdiera tal cualidad.
—Este lugar no está en ninguna parte. No existe en nuestra realidad pero si en la mía. Estando aquí, nadie podrá encontrarnos.
Entonces pensé «No hay lugar más seguro que este.» Un realidad alterna, eso era. Asombroso. Esto es maravillosamente asombroso. Cubrí mi expresión con mi mano derecha que luego fue acompañada por la mano izquierda al esbozar una sonrisa. Estaba fascinada.
La enorme sala se inundó con la risa del rey. ¿Acaso mi reacción era tan graciosa o esta era tan curiosa y fascinante como este lugar?
Un hombre digno de su título. Un rey legítimo por sus habilidades y talentos. Incomparable ante cualquier otro. Una persona por encima del resto. Nadie se atrevería a pisarlo pero este rey tiene sus debilidades. Una de ellas siendo muy notoria, parecía un santo refiriendo a los mandamientos. Había dado a entender que no importa si nuestro atacante tiene la intención de acabar con nuestra vida, nosotros no haremos lo mismo. No matarás. Utilizar nuestras habilidades ocasionando el menor daño posible sonaba más complejo a utilizarlas libremente. Para ello, necesitamos ser completamente concientes de nosotros y nuestra habilidad.
«Entrenar parece ser una molestia.» Me quejé en mis pensamientos.
Sus reglas, a pesar de volverse sus debilidades, también eran la fortaleza de esta organización. Reglas como aquellas nos protegían. Ocasionar el menor daño posible a nuestro oponente nos haría mantener nuestra humanidad y no convertirnos en algo indeseado.
Sami, Shandal y Mike, habiendo sido ascendidos de rango una vez aspiraban a una segunda y última ascensión.
Los miembros comunes, al perfeccionar su habilidad y alcanzar cierto nivel de control, son ascendidos a lo que el rey llama "los caballeros negros." Cuando se supera el nivel de perfeccionamiento y se posee control absoluto y suficiente sé es ascendido a "los caballeros plateados." Solo unos pocos son ascendidos una segunda vez y actualmente no existen demasiados miembros con ese título por ello, es extraño ver a un caballero plateado.
—¿No habías dicho que tenías la segunda posición más alta?—Cuestioné las palabras que dijo Sami al conocernos.
—Ver un caballero plateado es lo suficientemente extraño como para considerarlo un milagro. Algunas veces olvido su existencia. La primer posición más alta le pertenece al rey. En la segunda posición se encuentran los caballeros plateados. Luego, están los caballeros negros en la tercer posición, debajo de ellos se encuentran los miembros comunes—. Explicó.
Otras dos semanas han pasado antes de darme cuenta. El tiempo vuela y no he vuelto a escuchar la voz de aquella persona. Utilizar mi habilidad es más difícil de lo que aparenta. Resoplé pero no pensé en rendirme.
«Seguiré intentándolo.»
Debido a mis expresiones el chico junto a mí se rió. Milo se ve alegre.
Otra vez, Sami es quien nos dirige hacia la organización. Entramos al edificio y nos encontramos con el rey. Nos cruzamos con otros miembros al ingresar. Cubrí aún más mi rostro con la capucha de la capa que me prestó Sami para evitar que mi rostro se viera. Milo, a diferencia de mi, poseía una máscara.
—Han pasado dos semanas ¿Descubrieron algo nuevo de sus habilidades?— Parecía amable y un tanto alegre.
Ambos respondimos a su pregunta con una negación.
—Quiero enfocarme más en imitar habilidades—. Habló Milo.
Si bien su habilidad aparentaba ser imitación de personas, planeaba convertirla en imitación en general. Había estado entrenando arduamente durante mucho tiempo y junto al rey estaba imitando una de sus habilidades. Aunque todavía no había logrado desarrollarla del todo.
—De nada sirve imitar si no puedo saber cómo funcionan las habilidades de los otros—. Especificó Milo hace unos pocos días.
—¡Excelente! ¡Ah! Ragui, tenemos tu máscara.
El asistente del rey se acercó a mí sosteniendo la máscara con ambas manos.
Mitad blanca. Mitad negra. Decoraciones doradas. Recorrí la mariposa de la frente con las yemas de los dedos sintiendo su textura. El líder de la organización esperaba que me gustara mientras esbozaba una sonrisa. Agradecí por tan bonita máscara. Luego de mirarla por un momento, daba un poco de miedo.
El rey prosiguió a darnos nuestra primera misión. Se llevará a cabo luego de las próximas dos semanas de entrenamiento. Debo reforzar mi técnica y dominio. Recientemente he estado practicando con Shandal, quien es un profesional en cuanto a técnica de defensa y ataque. El rey preparará un encuentro con un miembro que puede invocar al igual que yo. Mientras tanto, él me ha estado explicando algunas cosas.
Mi madre no suele estar mucho en casa y a veces es un poco estricta con mis salidas. Nunca le ha gustado que salga mucho. Excusas como tener que estudiar con mis amigos o vagas explicaciones sin decirle a dónde iré es lo que he dado. Aunque lamento preocupar a mi madre, dominar mi habilidad es algo más importante en este momento.
—Tienen que reclutar a una persona, posiblemente tenga 15 años y sea un chico. Vive cerca de ustedes. Dentro de uno o dos días le llegará información a Milo sobre esta persona. Actúen de la manera más conveniente posible. Se prohíbe el uso de armas a menos que sea con fines de defensa personal.
Repitió el reglamento principal de la organización. Entre las reglas principales se encontraba «No dañarás injustificadamente a aquel con o sin organización.» Técnicamente está diciendo: comportense adecuadamente. Dimos a entender que comprendíamos y entendíamos cada una de las reglas.
—Me alegro—. Dijo soltando un suspiro. Dejó caer su espalda sobre el respaldo.
Se ve que tiene mucho de que preocuparse. No debe ser sencillo tener que organizar la mayoría de las cosas por su cuenta.
No hay tiempo de finalización para la misión. Nos está probando. Quiere saber que tan bien cumpliremos y de qué somos capaces.
Cada miembro mantiene informado al rey mensual o semanalmente a partir de diarios. Los diarios son archivados en la enorme biblioteca que posee Mariposa. Cada miembro que pertenece o ha pertenecido en algún momento tiene un archivo con su nombre. Es como si cada uno dejase una huella qué podría servirle a los próximos miembros.
Hay informes y archivos sin nombre. Algunos están desgastados y sus páginas lucen viejas. El rey ha dicho que la respuesta al «vómito negro» se encuentra en los archivos más viejos. Recorro los pasillos de la biblioteca buscando el número de estante que me ha dado. Al encontrarlo me doy cuenta de una peculiaridad.
«Ninguno tiene nombre.»
Tomo uno de los cajones de las estanterías y recorro los informes con mis dedos en búsqueda de información de utilidad. Sentada en el suelo leo uno de ellos. Me detengo cuando una sección del escrito llama mí atención.
[No quiero volver a escuchar los rumores del pueblo. Dicen que el color negro hace referencia a la oscuridad y a quienes viven debajo de nosotros. A esas tierras, pertenecientes a los desterrados e indeseados, nadie debe acercarse.
«Su madre debe ser una bruja. Ella también escuchaba voces.» Los pueblerinos no paran de repetir las mismas palabras mientras nos señalan.]
Las siguientes páginas se encuentran tachadas. Al prestar suficiente atención, parece ser que la misma persona que lo ha escrito tachó su diario.
Mi vida cambió drásticamente de un día para otro sin que yo así lo quisiera. No siempre las cosas funcionan como uno quiere pero hay que adaptarse a las situaciones y superarlas como se pueda. Intenso mantenerme positiva.
—¡Llegué!— Grité al entrar a mí casa.
—¿Cómo te fue?— Gritó mi mamá desde su habitación. Al darme cuenta que no se iba a levantar me dirigí hasta allí.
No debía contarle nada, debía inventar alguna mentira verosímil. Esperaba a que no preguntará nada. No tiene que descubrir mí secreto, enloquecerá de ser así. Nadie espera que su hijo tenga una habilidad y esté envuelto en situaciones peligrosas.
Mí madre dice que es bueno hacer nuevos amigos y salir por ahí. Debo centrarme más en mis estudios.
—Tu felicidad es la mía. ¿Ya te dije que te adoro?
—Mmm... No, aún no—. Hablé en un tono juguetón mientras continué abrazándola.
—Te adoro, Princesa—. Besó mí frente y acarició mí cabello.
Sólo dos personas me llaman "Princesa" como apodo. Una de ellas es mí madre. Aunque ya he crecido lo suficiente y es molesto escucharlo, en este momento logra calmar mis preocupaciones. Ese tono cariñoso. El abrazo cálido. Esta situación hace parecer que el día ha sido bueno.
Tuvimos una conversación madre e hija, hablamos sobre mi infancia, mi familia, travesuras que había hecho y sobre su juventud. No sé mucho sobre ella, sobre su pasado. Sé las cosas que le gustan y las que le disgustan, pero no mucho más que eso.
Al anochecer estaba en mí cuarto, tranquila, realizando mis tareas hasta que sentí una respiración en mí cuello.
Giré apresuradamente y mí respiración se agitó. Un escalofrío recorrió mí cuerpo.
«Veo que el regalo ha sido de tu agrado. Una espada preciosa, ¿No es así? Lástima que no sepas como utilizarla.»
Se estaba burlando de mí. Apreté el lápiz en mí mano. Ira. Miedo. Nervios. Diversas emociones surgieron en mí. Luego de casi un mes, él había vuelto a aparecer. No sabía si alegrarme, enojarme o llorar. Su presencia, de algún modo, me recordaba que ya no hay vuelta atrás.
Deseaba no saber sobre mí habilidad pero lo sabía. Deseaba no escucharlo pero lo escuchaba. Cuando no se presentó ante mí, había sentido un extraño alivio.
Entonces, haciendo una ridícula pregunta, dije en mis pensamientos.
«¿Qué necesitas?»
En ese momento, solo tenía miedo de escuchar su respuestas. No podía verlo. Solo lo escuchaba dentro de mí cabeza. Era molesto y quería sacarlo de allí.
«Tu cuerpo. Quiero que me lo entregues por... Un tiempo indefinido.» Rió.
Mí cabeza dolía y me sentía algo mareada.
«¿E-exactamente dónde te encuentras?» Mí voz temblorosa, no sólo delataba mí temor, también mí nerviosismo.
«Dentro de tí, si así se puede decir. Seré sincero, estoy sellado en tí. Si fueses tan amable de liberarme, te lo agradecería. Por cierto, esa espada me pertenece.»
No sabía que decir. Debido a la impresión rompí el lápiz. Sentí ambos lados interiores rotos clavándose en la palma de mí mano. Suspiré aliviada, al ver que no habían heridas.
No dejaré que se apodere de mí. Solo yo tendré control de mí cuerpo y decidiré que sucede con este. Tomé suficiente valor para decir la siguientes palabras.
«No sé quién eres ni qué eres.»
«Un demonio. Eso soy.»
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