Un demonio... Imposible. Me resultaba irrascible que un demonio me estuviera hablando. Lo más lógico era que lo imaginara.
—Si... Eso debe ser. Lo estoy imaginando —negué la situación.
¿Quién creería que una chica común y corriente invocaría a un demonio? Ni siquiera lo había invocado por el momento, solo estaba "dentro de mí mente". Dentro de mí.
¿Cómo llegó hasta mí? ¿Qué hice mal? Mí mente era un revoltijo de pensamientos que por el momento no tenían respuesta aparente. En un intento de calmarme solté un suspiro cansado y hablé.
«Jamás te daré mí cuerpo.» Rechacé con descontento.
«Bien, entonces liberame del sello. Solo debes descubrir como romperlo, fácil.» Dijo con burla.
Un sello, eso era. Alguien lo había sellado y debía descubrir cómo romper con ello. Ah... Si fuera tan fácil hacerlo como decirlo. Arrojé mí cuerpo hacia atrás, haciendo que mí espalda toque el colchón, al oír alguien acercarse por el pasillo rápidamente cubrí mí cuerpo con una manta y fingí dormir.
«¿Mamá?...» Pensé al no escuchar su entrada.
Comencé a agitarme. La incertidumbre hace que mí pecho duela. Cubro mí rostro con las sábanas y las sostengo fuertemente con ambas manos. Debo calmarme. Intento respirar lentamente pero mí respiración se entrecorta. No me encontraba en esa situación debido a que posiblemente mí madre estaba por entrar a mí habitación. Sería un poco absurdo. Todo comenzó luego de aquel día. Dormir se volvió dificultoso y cada pequeño ruido, a veces, logra alterarme. Aunque me he convencido de que no hay nadie en mí casa, algo en mí no está completamente de acuerdo.
Al finalizar la noche, nadie entró a la habitación y me quedé dormida, en aquella posición.
Era domingo por la tarde. Un mensaje de Milo había llegado. Al fin tenía información sobre la persona que debíamos reclutar. El rey había arreglado un encuentro con quien sería mí entrenador oficial, claro mientras a invocación no se refiera. Entrenar con el rey durante este corto tiempo había sido interesante. Shandal había participado de algunas de esas clases. Aunque fueron pocas, he notado mí avance. En unos pocos días conocería a quien me entrenaría oficialmente. Me encontraba emocionada y algo ansiosa.
Borré la conversación que tuve con Milo. Si algún día otra organización encontraba mi teléfono, mi mamá lo revisaba o algo sucedía sería más difícil encontrar un registro de mis conversaciones. Nadie tenía que saber que tengo una habilidad. Nadie tiene que saber que me uní a una organización. Nadie tenía que saber sobre mí secreto.
Al caer la noche, mi madre comenzó a cocinar. Puse dos platos en la mesa. Al ver el resto de lugares vacíos me llené de una extraña nostalgia. Éramos solo dos hace mucho y no sabía por cuánto tiempo seguiremos estando juntas. Nunca se sabe cuánto tiempo viviremos, al día siguiente alguna de nosotras podía no despertar. Si eso sucedía nos quedaríamos solas. Nos teníamos la una a la otra. Pensar en dejar este departamento cuando crezca hace que me aflija. Desperté de mis pensamientos al escuchar el teléfono sonar. Inmediatamente mí madre atendió la llamada.
—¿En serio? Te extrañamos mucho. Cuando vengas iremos a donde desees como en los viejos tiempos. Somos una familia después de todo. La familia a pesar de los problemas está unida ¿Verdad? —dijo mí madre alegremente.
«Unida.» Bonita palabra. Me gustaría que mí familia estuviera unida pero se ha roto hace tiempo. A pesar de ello, soy feliz viviendo de este modo y no puedo quejarme. Estoy segura que ellos tampoco.
—¿Qué día vendrás? ¿Esta semana? Me hace muy feliz estar con mis dos hijas. Quiero que me cuentes muchas cosas. Te amo. Buenas noches—. La llamada finalizó. Ver a mí madre feliz hacía que yo también lo estuviera.
—¿Y? ¿Quién era? —pregunté aunque sabía de quién se trataba.
—Tu hermana. Va a volver—. Posó una mano sobre el teléfono mientras lo miraba. Deslizó delicadamente su mano por el mang
—¿De vacaciones? —pregunté queriendo saber cuánto tiempo se quedaría en el país.
—Creo que se va a quedar a vivir por un tiempo con nosotras.
Al escuchar aquello más que felicidad, sentí que el mundo se había caído a mis pies. No sabía que responder. Fue hace mucho tiempo la última vez que nos vimos. Ella se fue hace unos cuantos años y solo volvía cada tanto. ¿Cómo debería hablarle? Ya no tenemos la misma confianza que cuando se fue, ya no somos unidas. Bueno, tampoco lo éramos antes. Me encantaría volver a verla.
Discutimos mucho antes de que se fuera. Normalmente habla con mamá por videollamada, al principio me unía pero luego lo hice con menos frecuencia. Nunca dejó de estar presente en mí vida. Siempre me preocupó como estaba, qué es lo que hacía, cómo vivía, si nos extrañaba.
Me quedé un momento en silencio hasta que me di cuenta de que no había dicho palabra alguna, pensé lo más rápido posible en una respuesta.
Entonces luego de decir algo alegre pregunté sobre otras dos personas.
—¿También vendrán Abaddon y Aarón?
—¡Claro! Abaddon y Aarón seguro te extrañan mucho.
Comimos, levantamos la vajilla al finalizar, ella la lavó y yo la sequé. Me dirigí al baño y me detuve para mirarme en el espejo mientras apoyaba las manos en el lavabo. Tenía una mezcla de felicidad y tristeza al mismo tiempo junto con otros sentimientos que no puedo describir bien. Luego de un momento me dirigí hacía mí habitación. Ni bien entré me arrojé a la cama, hundí mi cabeza en la almohada más cercana.
—Creo que tendré una semana bastante ocupada —mascullé
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