Milo
Logramos oír un golpe proveniente de la entrada de la casa. Me levanté lo más rápido que pude del asiento. Escuchaba a la perfección los pasos de las personas que se asomaban. Ragui se veía completamente asustada y pálida. Era más que obvio que dijo que se sentía bien para que no nos preocupemos y no arruinar el momento, aunque no creo que decir cómo se siente lo arruine.
Ragui suele pensar demasiado, lo que hace que en ocasiones su progreso en el entrenamiento y la vida social sea más lento, aunque eso no es necesariamente malo. Así como pensar demasiado tiene sus consecuencias, pensar poco y solo actuar también las tiene. Ragui, tiene a favor ser precavida y al analizar las situaciones puede tener una vista más amplias de ellas
Debía decir algo rápido y armar el plan más improvisado en toda mi vida. Aunque llevo un tiempo en la organización y no avance es rápido eso no hace que confíe plenamente en mis capacidades.
Ya una vez Raguel estuvo en peligro, no dejaré que vuelva a ocurrir. Tanto Bruno como Ragui deben estar seguros.
—Ragui, rápido. Ven a mi lado, no se separen —hablé con rapidez. Detuve mí mirada en dirección al pasillo que dirigía hacía la entrada—. Toma a Bruno y escondanse. Explícale todo. Apurense. No deben encontrarlo—. Cambié de planes. Lo mejor no era pelear con ellos presentes. Podrían secuestrarlos con mayor facilidad. Lo mejor era que por el momento se escondan, ya pensaré en algo pero debo hacerlo rápido.
Creo que Ragui es inteligente y va a dar lo mejor de ella. Confío en ella aunque sé que por el momento es débil. Tomó de la muñeca a Bruno y subieron lo más rápido que pudieron por las escaleras. De la silla colgaba mi mochila, abrí el cierre, metí la mano, saqué la máscara y la coloqué sobre mí rostro.
«Espero que lo que he aprendido durante este tiempo pueda ponerlo en práctica.»
Se oían los pasos acercarse. Eran dos personas. Un chico delgado y alto, a su lado una chica con el pelo teñido rosa y raíces negras, era un poco más baja que el chico pero no por mucho. Obviamente, más altos que yo.
Ambos tenían una marca en el brazo de su traje. Provienen de La llama. Comparándola con Mariposa, La llama es una organización mucho más pequeña pero eso no quiere decir que tengan pocos miembros.
La llama, Mariposa y Nube negra son las tres organizaciones más grandes. Siendo la última quien más miembros tiene y la más peligrosa. Los miembros de Mariposa suelen ser tranquilos, algo parecido a una gran familia en parte debido a la gran cantidad de reglas. La llama permite mayor libertad a sus miembros, dando en algunas ocasiones permiso para la utilización de armas sin la necesidad de tener una habilidad que las invoque. Se los reconoce por ser violentos y sanguinarios. No tienen piedad de nadie y son buenos con las peleas.
«Maldita sea. Estoy en desventaja.»
Los miembros de La llama tienen el símbolo de una antorcha en el brazo y poseen una pequeña marca en alguna parte de su cuerpo que se realiza quemando la piel. El uniforme está compuesto por varias capas de tela siendo una de estas una túnica que cae por encima de los hombros y llega hasta las rodillas, tiene una ancha capucha. Las siguientes dos capas de telas pertenecen a la blusa de mangas acampanadas con detalles rojos y anaranjados sobre el tono negruzco de la blusa. El pantalón abuchonado con arrugas naturales que caen cerca de los tobillos y llegan a las pequeñas botas. Es un bonito traje con detalles y un delicado y, no tan grueso cinturón. La máscara omite cubrir la parte superior del rostro y oculta desde la mitad de la nariz hasta el cuello. Los integrantes suelen utilizar guantes, optando por utilizarlos con o sin dedos.
«Con tantas capas de tela espero que tenga una versión de verano.»
—Entregános al chico y estás salvado —habló la chica con arrogancia.
—Como si fuese a hacer eso —respondí.
He estado practicando arduamente todo este tiempo. Puedo utilizar mi habilidad muy bien, he practicado copiar, el rey me ha dicho que soy casi un prodigio por lo rápido que logré desarrollar mi habilidad. Sé defenderme, Shandal me entrenó. Es un buen entrenador. En mis días libres visito al rey y me ayuda a copiar una de sus tantas habilidades. Me falta perfeccionarlo pero si me concentro lo suficiente puedo lograrlo. Me deja extremadamente cansado usarlo. Solo utilizaría esta segunda habilidad si la situación lo ameritaba.
—Te di una oportunidad, no te daré una segunda. No soy una chica que da muchas oportunidades —giró a ver a su compañero mientras me miraba con desdén—. Ya escuchaste.
—Como digas—. Empezó a caminar hacia mí aumentando la velocidad de sus pasos y dirigió su puño hacia mi rostro.
Lo esquivé, casi pierdo el equilibrio. Estaba nervioso.
«Milo, tranquilizate.» pensé. Respiré hondo.
Intenté darle un puñetazo, lo atrapó con la mano, luego dirigí mi otro puño al que también atrapó con su otra mano. Velozmente tomé sus muñecas. Con sus manos inmóviles intenté darle una patada en el estómago y, haciendo un medio giro, asesté un golpe bajo su barbilla.
«Lo logré.» Había logrado que el hombre se tambalee y casi pierda el equilibrio.
Frotó su barbilla y dió dos o tres pasos hacia atrás tomando distancia.
—Así que esas tenemos... —habló con disfrute. Ambos estaban disfrutando de esta situación. Malditos locos.
Avanzó con más rapidez y dirigió otro golpe con más fuerza al que yo bloqueé con los brazos para evitar que impacte en mí rostro. Me alejé. Su golpe fue demasiado fuerte. Dolía mucho. Su fuerza definitivamente no era normal.
«Debo evitar que me vuelva a golpear.»
La chica solo estaba observando. En momentos se miraba las uñas, en otros bostezaba y de vez en cuando nos observaba.
—Me aburro—bostezó ella.
Se acercó para unirse a la pelea. De una de sus manos salió una bola de fuego pequeña que lanzó hacia mí.
«¡Eso es peligroso, idiota!»
Si la esquivaba lo de alrededor se incendiaría pero creía que por el momento no tenía otra opción. Mí pelea con el chico que la acompañaba continuó. Logré golpearlo en varias ocasiones, así como también él devolvió los golpes.
Me agaché, di una patada baja en la pierna con el objetivo de derribarlo. Inmediatamente cuando cayó, tomó mí pierna y me arrastró con él, se levantó con rapidez y me aventó en dirección a la mesa. No podía levantarme. Me dolía todo. Estaba tirado en el piso, tirado sobre una mesa rota, con platos y vasos rotos, los cubiertos estaban esparcidos por el suelo y algunos debajo de mi. Me había cortado el brazo y la espalda, un pedazo de vidrio de encontraba enterrado en ambas partes. La sangre brotaba de las heridas. Por el impacto del golpe estaba aturdido, ni bien logré volver en mí, una silla se estrelló en mi pecho y rostro. Comenzó a salir sangre de mi frente.
Solté un quejido de dolor. «Las heridas no importan debo levantarme.»
Algo se rompió en mi interior. Algún hueso. El dolor era más y más intenso. Decidido a ponerme de pie, sentí un mareo que me llevó a casi caer. Sostuve mí brazo herido y palpé mí espalda para saber qué tan herida realmente estaba.
Cuando ví a mi alrededor el chico ya no estaba y me encontraba solo con la chica.
«No. No. No. Ragui. Bruno. No. Por el Padre Santo. Soy inútil.»
—Ah... —suspiró la chica—. La fuerza de aquel chico es especial. Su habilidad es tener una fuerza superior. Nadie lo puede superar en fuerza—. Aclaró.
Tenía que noquear a esa chica de alguna manera y usar mi último recurso arriba para ayudar a Ragui. No. Sería demasiado tarde. Tenía que subir en ese preciso momento. Mi habilidad principal es inservible ahora.
«Piensa. Piensa.» La desesperación no dejaba que me concentre por completo en la batalla con aquella loca. Quería estar presente en todas partes pero me era físicamente imposible.
Debía terminar con esta chica primero.
Corrí hacia a ella sorprendiendola con mí iniciativa. Con una patada alta golpeé su rostro, tomé su brazo y lo llevé hacia su espalda asestando con el codo.
Formé en mi mano libre una pequeña bola que brillaba con chispazos azulados. La inserté sobre su espalda electrocutando todo su cuerpo. La chica gritó durante un momento.
De su mano salió otra bola de fuego que tuve que esquivar apartandome de ella. Se dió la vuelta y dirigió otra más hacia mí que esquivé agachándome y rodando por el suelo. Cuando quise levantarme fue demasiado tarde, ella golpeó sobre la herida en mí espalda haciendo que el vidrio se hundiera más.
—¡Agh! —solté un quejido.
Miré hacia donde se suponía que tendría que haber fuego pero nada se había incendiado. Estaba seguro de que tendría que estarlo.
—Te diste cuenta un poco tarde. Puedo apagar el fuego cuando quiero. En este caso lo apago antes de que impacte. Que considerada que soy. Lo sé, no tienes que confirmarlo—. Tomó uno de mis brazos y comenzó a torcerlo mientras su pie cambió de mí espalda a mí cabeza evitando que me levanté.
—¡Ahh! —emití un grito de dolor. Era el brazo herido. Lo hacía aproposito.
—¿Te duele verdad? Grita más fuerte. Te lo mereces por no aceptar mi oferta.
Continuó torciendo mi brazo. Conteniendo el dolor intentaba pensar en una alternativa. ¿Por qué todo terminó así? Este no puede ser el fin. No podía concentrarme lo suficientemente para utilizar la habilidad que había estado aprendiendo del rey otra vez. Solo salían algunos chispazos que hacían que la chica se quejé pero no se aparte.
El dolor cesó, sentí un repentino peso sobre mí, al girar un poco la cabeza me di cuenta de que era la chica que había caído sobre mí. El pedazo de vidrio en mi espalda se estaba enterrando más, es un dolor insoportable. La arrojé de lado para poder levantarme y correr hacia las escaleras.
—¿Te ayudo a levantarte? —al levantar la mirada ví a Mike extendiéndo su mano para que yo la tomara.
Se escuchó un estruendo proveniente del piso de arriba, gritos, luego un silencio y risas. La voz de Ragui. Ella... ¿Se estaba riendo a carcajadas? Lágrimas comenzaron a surgir de mis ojos. Estaba bien, estaba viva. Tenía una mezcla de dolor, felicidad y alivio. Cuando ví detrás mío estaban Shandal, Mike y Sami. Los tres estaban con sus máscaras y ropa negra. Al darme cuenta la mía ya no la tenía puesta hace no sé cuánto tiempo.
Cuando el rey da misiones de infiltración o cosas por el estilo se visten con el uniforme completo, según la importancia que tengas en la organización. Es decir el rango. Un traje de cuerpo completo de una tela dura y resistente pegada al cuerpo, junto a una capa con capucha que cubre todo el cuerpo y unas botas que llegan por debajo de la rodilla. Algunos suelen utilizar guantes en una o ambas manos, optando entre guantes con o sin dedos. Hay personas que deciden utilizar cuchillos, armas o lo que necesiten, personas como Shandal lo lleva puesto a lo largo del pantalón con espacios especiales para que estos quepan y los tapa con la capa para que nadie se dé cuenta de lo que lleva debajo. Aunque... Solo se utilizan en situaciones muy específicas y especiales.
—Ella está arriba con Bruno —dije con esfuerzo Me dolía todo. Me costaba hablar. Quería dormir. Me sentía exhausto.
«Debo esforzarme más...»
Sami le dijo algo a Shandal y a Mike. Solo ellos dos subieron y ella se quedó conmigo. Me tomó entre sus brazos y me sostuvo con calidez. Pronunció palabras reconfortantes que formaron un nudo en mi garganta. Ya no sentía dolor ni tristeza. Me encontraba aliviado. De repente me había dado cuenta que caí de rodillas y estaba tomando su espalda con fuerza.
—Milo, aún eres joven, expresa tus emociones— frotó mi mejilla, a pesar de no ver su rostro sabía que estaba sonriendo—. Está bien llorar. No seas muy duro contigo mismo.
Procedí a enterrar mi rostro en su hombro y perdí la conciencia por un breve momento.
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¡Hola! ¿Cómo están? ¿Qué tal está su día?
Durante el capítulo se ha mencionado el traje y símbolo que utilizan los miembros de La llama, así que me he tomado el trabajo de realizar una ilustración del mismo.
Espero que les guste.
Los leo👀
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