Los contratos dictan una serie de normas y obligaciones que debemos acatar sin opción de negarnos, son como entregarse en cuerpo y alma ante ellos. Ya sea de forma voluntaria o no, hay que ser fieles a nuestras palabras.
Anika me enseñó eso el primer día que despertamos juntos.
Nuestros cuerpos no estaban unidos por amor, interés romántico o motivado por el éxtasis de la carne. Sino que era parte de aquel contrato que adquirimos.
Una obligación que confería, era la de dormir juntos, teniendo el mayor contacto posible entre nuestros cuerpos. Ella me había entregado la mitad de su vida y como cualquier ser viviente, no puede estar apartada de sí misma, de lo contrario; podría ser un ente incompleto, mutilado.
Al principio fue incomodo hallarla entre mis brazos, desnuda y temblando por algo que no lograba comprender. Sin embargo, conforme pasaron las noches, ocupamos nuestro tiempo en cama para conversar, para compartir nuestras historias. Después de todo, nuestro contrato nos obligaba a estar juntos, pero éramos completos desconocidos.
-¿Cómo es que puedes usar magia? –Preguntó mientras se acomodaba en mi brazo izquierdo. Ambos observábamos al techo.
-No sé realmente cuando fue que comencé a usarla, sólo puedo ocuparla cuando la situación es la indicada.
-¿Y cuándo es eso?
-Cuando mi vida corre peligro. Cuando huyo o cuando peleo. No tengo control absoluto, pero me ha sido conveniente de esa manera.
-Ya veo. Tienes algo parecido a la magia instintiva. No dependes de tu poder, sino que es tu garantía de supervivencia. ¿Qué cosas haz hecho con tu poder?
-Curar heridas, correr más rápido, saltar más alto… Pero cuando eso sucede, mis manos se descontrolan y se retuercen, principalmente los dedos.
-¿Sólo los dedos?
-Así es.
-Tu magia es bastante peculiar. –Dijo mientras contemplaba mi rostro. -Normalmente es posible perder control absoluto del cuerpo, sobre todo si se es inexperto.
-Soy todo menos un experto, pero lo poco que aprendí fue gracias a una mujer.
-¿Tu maestra?
-No diría que fue una maestra, fue como una ilusión que me atrapó con todo lo que logró. Ella era capaz de traer de vuelta a los muertos, controlaba a los vivos y podía hacer que el animal más pequeño atacara.
-¿Era una bruja del vacío?
-No lo sé, siempre fue errática, pero nunca peligrosa.
-Entonces no lo era, los brujos del vacío son la clase que necesita el poder de otros para usar magia. La del vacío es una magia sanguijuela y suele funcionar sobre aquellos que no poseen voluntad, también sobre quienes se entregan por su belleza. Supongo que te obligó a abrir tus canales.
-Nunca me ayudó, no fue mi maestra ni mi guía, pero cuando era necesario, ella susurraba a mi oído y comprendía cómo funcionaba su magia. Sin embargo, durante algún tiempo vivió dentro de mí. A veces la soñaba y otras sentía que me llamaba, pero nunca la encontré, por más que viajé no di con ella. Quizá no sea tan bueno para buscar. –Ambos reímos.
-Por lo que escucho puedo decir que has conocido este lugar por mucho tiempo y en tu búsqueda hallaste caminos. No necesitas saber el destino, sino cómo llegar. Quisiera decir que yo tuve la misma oportunidad.
-¿Qué quieres decir con eso?
Anika suspiró profundamente y de su pecho surgió un estruendo.
-Quizá esta noche no soñemos. –Respondió. - Quizá esta noche no termine con nuestros ojos cerrados en espera del día. ¿En verdad quieres conocerlo todo?
-Sí. - Respondí sin pensarlo.
-Bien. –Dijo mientras subía a mí y colocaba sus manos en mi rostro. –Necesitaré que te relajes y me mires fijamente a los ojos, que me permitas entrar a tu mente, ya que podrás entrar a la mía.
-Entiendo. –Respondí mientras parpadeaba sólo para introducirme en el iris color café de sus ojos.
-Mi nombre ha mutado durante el tiempo que he vivido, cada lugar adopta una pronunciación, una forma de ser entendido y una forma de relacionarlo conmigo…
...Mi primer nombre fue Anaieh y en mis primeros años fue un nombre lleno de felicidad. Recuerdo haber jugado con otros niños que usaban magia y recuerdo la amabilidad con la que todos nos trataban por el simple hecho de existir. Fue hace tanto…
Nunca fuimos guerreros, pero si guardianes que prevenían catástrofes. Traíamos lluvias cuando estas eran necesarias y ayudábamos a la tierra a dar a luz. Nunca interferimos en nada, ni siquiera en los conflictos entre personas.
Éramos seres intrascendentes e imparciales que casualmente eran venerados por unos pocos.
Pero no podía ser siempre así en todos los lugares del mundo. Al parecer, en otras tierras, fieles del dios de los Consolidados, atrapaban, torturaban y asesinaban pueblos enteros por el mero hecho de haber tenido contacto con los usuarios. Esto hizo que muchos huyeran hacia nuevas tierras, lo cual llevo a muchos refugiados a nosotros, con mi familia y mi pueblo.
Algunos intentaban olvidar el horror de ser perseguidos por bestias y otros buscaban fortalecerse a cualquier costo y luchar.
Pero los magos siempre hemos sido minoría, nunca podríamos superar a un ejército armado, ni las bestias que arrojaban tras nosotros.
Los pocos que consideraron luchar, impulsados por el miedo que sintieron, crearon nuevos hechizos, pócimas y poderes.
Con el tiempo el pueblo se convirtió en un claustro para los habitantes y los hombres y niños pasaron a convertirse en soldados. No había hombre demasiado viejo ni niño demasiado joven para recibir entrenamiento forzoso. Algunos incluso comenzaron a violar mujeres y niñas con la intención de engendrar hombres, futuros refuerzos para la batalla que al principio querían prevenir, pero que ahora parecían añorar como prueba ante su poder.
Pasarían algunos años más, hasta que un pueblo más grande y poderoso que el nuestro tomó a todos nuestros usuarios y los acogió bajo sus conocimientos, los enseñó a matar con base en el odio, el miedo y la venganza. Les mostraron cuerpos torturados de magos supuestamente capturados por los Consolidados. Recuerdo que mi padre fue de los primeros en convertirse en un usuario de su magia. Con el tiempo comprendí que para ello consumían el poder de todo ser vivo y lo orillaban a la muerte, sólo para usar esa misma energía en una serie de hechizos cuyo único objetivo era matar nuevamente.
Cuando padre regresó, tras mucho tiempo de entrenamiento, lo hizo convertido en un hombre oscuro, insidioso, violento y falto de misericordia. Robaba constantemente el poder de mi madre y el mío para continuar haciendo hechizos cada vez más mortales y destructivos.
Esto causó un gran revuelo en el pueblo y entre las tropas enorgullecidas por su avance, algunos admirados, apoyaban su trabajo, otros; temían su presencia. Hasta los niños con lo que alguna vez jugué, huyeron asustados al saber de su último regreso.
Padre había logrado perfeccionar un hechizo que envenenaba todo lo que tocaba, generaba un halo de luz a su alrededor que incitaba a acercarse y al tener contacto con ella: envenenaba a todo aquello que iluminaba y lo hacía perecer desde dentro. Era algo demasiado cruel para observarlo y sentirse satisfecho por tal acción, pero mi padre se sentía complacido de ver la vida huir del cuerpo de sus víctimas.
Fue entonces que comprendí que mi padre se había convertido en una bestia.
Tras su regreso, madre propuso que huyéramos y yo comprendía la razón de su propuesta, ella había envejecido rápidamente, mientras que yo aún conservaba apariencia de niña. Mi padre estaba sacrificando la vida de mi madre para matar a un enemigo que no conocía.
Mamá me confesó que entregó su poder con el propósito de que yo conservara el mío, es por eso que yo aún continuaba siendo una niña. Mi forma se conservó mientras que la de ella se deterioraba a pasos de gigante. Un día, antes de huir, madre escuchó rumores sobre la llegada de los Consolidados a nuestras tierras. Esto generó pánico en los hogares de muchos, por lo cual no tuvimos problema alguno al escapar entre las acciones frenéticas del ejército que nos convirtió en rehenes de sus deseos por luchar.
Huimos esa misma noche, abrigadas únicamente por nuestros harapos viejos y las posesiones más banales. Madre me previno de llevar conmigo joyas y juguetes propios de mi hogar y de mi apariencia. “En momentos como este no puedes actuar como una pequeña.” Dijo mientras tomaba mi mano y guiaba mi camino por las veredas ocultas entre los arboles del bosque que rodeaba nuestro pueblo.
Caminamos toda la noche sin parar y llegamos a un amplio camino en el que vislumbramos la llegada del ejército de los Consolidados.
Por primera vez sentí miedo de aquellos hombres que tanto aprendí a temer por los escarmientos del ejército de nuestro pueblo.
Fuimos detenidas por sus hombres de vanguardia y fuimos despojadas de nuestras pertenencias. Los bolsos en que cargábamos lo poco que tomamos fueron destruidos, así como nuestras ropas.
Desnuda y con miedo, intenté huir, pero mi madre sostuvo mi mano y me hizo tomar refugio entre sus brazos. Era evidente que se rindió ante los hombres y nos dejó expuestas a una muerte rápida. Yo lloré y grité por papá mientras era arrojada al frio suelo de la mañana.
Uno de los hombres comenzó a desnudarse ante mí mientras otros dos me sostenían y el resto reía. Fue entonces que un joven que montaba una bestia se acercó a nosotras y apartó al resto.
-¿A que dios veneran? –Preguntó orgulloso.
-He llegado a la conclusión, de que hemos sido engañadas hasta este momento. –Dijo mi madre actuando desamparada.
-¿Por qué dice eso anciana?
-Porque se me enseñó que el dios de los fieles que me criaron era un dios de luz, de divina inocencia y amor por sus hijos, pero sólo me he encontrado con oscuridad, odio y sufrimiento. Por eso sé que he sido engañada hasta este momento. Pues sólo he recibido misericordia de usted y no de un dios que me fue prometido.
-La piedad de nuestro señor se expresa a través de nuestras acciones, lamento los intentos erróneos de mis hombres por fornicarla a usted y su pequeña nieta.
-No es mi nieta, es mi hija, comprenderá el infortunio que tuve que soportar para tener a esta última pequeña antes de huir.
-¿Cuántos más ha engendrado?
-Suficientes como para aferrarme a esta pequeña que me he obligado amar, no dejaré que la alejen de mí.
-Su vida en verdad ha sido desolada e infortunada. –Dijo mientras inclinaba su cabeza y tocaba la frente de mi madre con su dedo indice. –Pero nuestro señor perdona a los ignorantes que buscan ser iluminados. Prometo, mujer, que su pequeña no verá su inocencia manchada por el pecado del hombre lujurioso.
El hombre bajó de su bestia, retiró la tela que portaba sus colores y la extendió la sobre mi madre, momentos después bajó su estandarte y lo arrancó de su asta, se acercó lentamente a mí y acarició mi rostro.
-Tranquila, el daño que ha sido hecho no se repetirá. Lo juro por mis tierras y mi apellido.
Me cubrió con su estandarte y me subió a su bestia, madre caminó lentamente tras nosotros y el resto de los hombres se apartó de su camino. Algunos observaban con lágrimas en los ojos las acciones del caballero y otros apartaban la mirada con recelo.
-General, sugiero que armen 4 hogueras, los hombres barbaros y sus cómplices serán castigados por intentar violar a la pequeña. –Dijo a un hombre con aspecto oscuro y estricto.
-Enseguida mi señor.
El caballero nos llevó a un campamento y nos dio refugio. Mientras nos proporcionaba ropas y comidas que jamás habíamos probado, gritos despavoridos e intentos de rezos se escuchaban provenientes del centro del emplazamiento. Aquellos hombres que nos atacaron estaban siendo quemados vivos.
-Decidme vuestros nombres, que yo haré la pertinente presentación de mi persona.
Con un gesto propio de su educación, tomó la mano de mi madre y la besó.
-Mi nombre es Revalae Triccia, señor de las tierras foráneas del haber de los Consolidados, creador de alianzas y forjador de ejércitos.
-Mi nombre es Jude y mi pequeña es Annie.
Mi primera identidad llegó a su fin aquel día.
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