HUIDA
Huía, huía frenético, Era de noche. Corría por la adoquinada callejuela cuesta arriba. Era ligera su pendiente. Las paredes, de negra piedra, estaban húmedas por las lluvias típicas de la estación. Bajaba un reguero de agua marrón por el lado izquierdo.
Ambas paredes eran como de unos 5 metros de altura, o tal vez un poco más. Era una especie de hendidura en la tierra, y la lluvia se colaba a través de ella como un afilado cuchillo en la miel.
Debido a ello, no veía bien a donde iba.
— ¡Arf arf, maldita lluvia, no puedo ver! ¡Espero haberles dado esquinazo!
— ¡¡¡¡AAAAAAAAHHHHHUUUUUUUUUUUUHHHHHHH!!!!! —. Se escuchó un ensordecedor y grave aullido… Sus perseguidores. Saltó la luz de una cadena de relámpagos y el atronador ruido de algún lejano trueno. Bajo la luz, pudo observar que había una pequeña bocacalle a la derecha, y si seguía recto, al final había una curva hacia la derecha.
— La bocacalle es muy evidente, será el primer sitio donde rastreen, pero… ¿Y si no hay salida arriba? Me arriesgo, voy a seguir.
Avanzaba bajo la incesante lluvia mientras sus perseguidores estaban cada vez más cerca. Ya escuchaba el ruido que hacían sus pezuñas al correr
—¡Joder, ya están aquí! Me cago en… no me va a dar tiempo—giró la curva, la calle se estrechaba en ese punto, el muro de su izquierda se iba haciendo más pequeño a medida que avanzaba. Detrás del muro pudo vislumbrar una montaña de pequeño tamaño y una hondonada
—¡Sería perfecto!— exclamó lleno de júbilo, pero rápidamente su desarrollado instinto de supervivencia le dijo que no, impulsándolo a seguir adelante.
A mano derecha empezaban a aparecer muchas aglomeraciones de pequeño tamaño de casas en ruinas, todas conglomeradas sin orden aparente, unas sin tejados, las fachadas resquebrajadas o rotas por completo o a medio derrumbar… Y de pronto, la callejuela se ensanchaba y comenzaba a descender bruscamente adentrándose en esa especie de barrio residencial en ruinas. Y esa era la dirección que había tomado.
TARBUS se paró en seco calibrando la situación, pero escuchó los aullidos de sus perseguidores a sus espaldas, giró bruscamente y vio dos de ellos girando en la curva, Iban directo a él, uno corría a gran velocidad por la pared. Tarbus avanzó por impulso y tropezó con una especie de plancha sobre la que se cayó.
—¡¡AAAAYyyyy!! Y ahora, ¿Qué hago? ¡Ya los tengo encima!—. LA plancha se deslizó y comenzó a descender calle abajo a gran velocidad debido al agua de la torrencial lluvia.
—¡¡JIIIIIIIUUUJUUUU!! ¡Por los pelos! ¡¡Bendita seas querida!!—. Se tumbó en la plancha con la cabeza y los brazos delante, apoyado sobre los codos para poder controlarla. Les sacaba más distancia a sus perseguidores, pero ellos seguían incesantes en su persecución.
AL girar la curva, lo vieron:
—¡Ahí está! —. Se comunicaban por telepatía— Si va calle abajo nos costará más.
—Lo sé. Debemos tratar de tenderle una emboscada al final de la calle—decía el que iba corriendo por el suelo.
—Tú vete por las ruinas, lo atacaremos por los flancos, con esa plancha irá más rápido y tendremos menos tiempo hasta que llegue al final.
—Bien, cuando esté en el tejado de la última casa saltaré sobre él, mientras tanto trata de mantenerlo cerca del lado derecho pegado a esas casas, para tenerlo lo más cerca posible.
—¡Cabrones!! ¡No dejan de acosarme!—gritaba TARBUS.
—¡¡AAAAAAUUUUHHHHHH!!—respondían los ZUMMUS.
Estaba siendo una carrera loca, frenética y desesperada, Tab controlaba la plancha haciéndola girar con presteza.
—¡Una piedra en medio! ¡¡¡Me la voy a pegar!!! ¡¡¡Gira, gira, giiiiiira ya maldita!!! ¡¡GIiiiiiiira!!—. En el último segundo traslado el peso de su cuerpo a un lado, tiró de la cadera al mismo tiempo que cruzaba ambas rodillas sobre su culo y miraba con su cabeza los talones.
—¡¡¡Ouuuueeeeee!!! ¡¡Por poco!!—hizo un giro de 360º evitando la colisión. Los Zummus seguían a ambos lados farfullando.
—A saber que están diciendo—se atrevió a pensar por un momento.
—¡Ya casi lo tenemos, acércate más a él! ¡Estamos llegando al final!
—¡Eso intento, el terreno lo aleja
En ese momento, el zummus que corría por las ruinas, en uno de sus saltos apoyo una de sus patas delanteras sobre una zona del tejado que estaba débil resquebrajándose la madera bajo su peso. Se estampó, con la inercia que llevaba, contra la pared y el suelo del piso inferior. Pedruscos y madera astillada se desprendieron sobré él.
—¿Dónde estás? Está llegando, deberías estar en el tejado de la esquina… —. No hubo respuesta alguna.
El Zummus que iba por el flanco izquierdo se quedó aturdido por la ausencia de respuesta de su compañero y decidió ir en su busca. Mientras tanto…
—¡Me voy a chocar contra eso, es irremediable! ¡Tengo que hacer algo para evitarlo, piensa TAB, PIENSA! —. Quedaban escasos metros y ya iba a gran velocidad.
—¡PLUMM! ¡¡CRASSHH!! ¡¡CHOF!! ¡¡AaauuuGHHHH!!
Tab rodaba por la cuesta, se había tirado de la plancha que se estrelló con gran estrépito contra las piedras saltando en cientos de astillas. Rodó y siguió descendiendo hacia la derecha. Se puso en pie ligeramente aturdido y mareado como un borracho de KHRAM y se dirigió tambaleante a esconderse en una casa que había justo en frente de él.
Entró…
—Buff, tengo ganas de vomitar—. Se dijo así mismo— ¡Concéntrate en no hacerlo o esas bestias vendrán! ¡Burrrppp!!! ¡No sé cómo voy a conseguirlo la verdad, que mareo!
LA casa estaba abandonada, sobre la mesa había platos y un kit aéreo. Una especie de mecanismo volador portátil, poseía cuatro alas transparentes individualizadas y acabadas en una zona un poco más ancha y roma, como redondeada, estaban dentro de un doble cajetín, con dos compartimentos. Ambos conectaban con la musculatura aductora, separadora y estabilizadora de las escápulas, así como también toda la musculatura periescapular y también con la corteza motora. Controlando directamente el movimiento de las alas desde dicha musculatura y los centros nerviosos apropiados a voluntad del sujeto. Tenían que hidratarse o mantenerse húmedas, pues de lo contrario se resquebrajarían y sería imposible realizar el vuelo.
—Bien esto me viene de maravilla, a ver como se pone. ¡Esto va aquí, esto otro aquí! ¡Esto irá conectado a la espalda, a verrrr…! ¡Aaaaaahh!!! ¡Esto duele, joooder! Pues esto otro creo que va, o en el culo o en la cabeza, así que voy a probar la 2ª opción.
—¡¡¡AAAAAAAAAAHH!!! Buuuuufff, esto es peor que una resaca de khram, que dolor.
—¡¡¡Auuuuuuuuuuuhhhh!!!—sonaron unos aullidos.
—¡Mierda, las bestias! Debo haberles indicado mi posición, será mejor que me dé prisa. ¿cómo funciona esto? Aaah sí, aquí está el botón. A verrrr, apretamos y….
—¡Zuuummmm, zyuuuummm, zuuuumm, zuuuuummmm!—un zumbido producido por la corriente de corriente entró en su cabeza y pasó por ella, lo dejó en el suelo del calambrazo. Fue mucho dolor, pero momentáneo.
—¡Uf, esto si es buena para dejar de beber! Bueno vamos allá—. Se escondió en una esquina, porque justo estaban entrando los Zummus en la vivienda, uno por una ventana y el otro por lo que podría haber sido una puerta.
—Ha estado aquí, lo huelo—dijo uno de ellos.
—…O está todavía—respondió el otro.
—Busquemos bien, mira en esa sala, yo busco en esta otra—se dirigía directamente hacia donde estaba Tab. Al pasar a su lado, no lo vio ya que estaba cubierto por un pedazo de madera que había cogido en el último instante, pensó que sería buena idea taparse.
El zummu pasó de largo, Tab miró a través de la rendija, el corazón le iba a salir por la boca —¡tum, tum, tum-tum, tum-tum! —. Los latidos se le agolpaban en las cienes. El cuerpo le sudaba, sentía la adrenalina correr por todo el torrente sanguíneo, el pulso se le aceleró, los músculos se le tensaron, las pupilas se le dilataron, se preparó y sin pensárselo más… Le lanzó la tabla encima.
—¡¡Aaaa no me cogeréis!!
Corrió y saltó por la ventana sin volver a apoyar los pies en el suelo ya que había activado el kit. Estaba volando como un insecto cuatrimotor, pero a diferencia de estos, le fallaba una de las alas, la inferior izquierda.
—¡¡Nooooo, Joder!! ¡Ya me parecía a mí tanta suerte!
—¡Eeeeee! ¡Está huyendo, vamos, hay que evitar que escape! —. Ambos Zummus salieron disparados hacia él.
El día estaba aclarando desde que Tab había entrado a esa vivienda, así que gracias a la trémula luz de estas primeras horas, pudo vislumbrar una especie de campo, de terreno pedregoso y lleno de plantas verdes de pequeño tamaño. Había una especie de desfiladero circular en el centro, como un hoyo gigante circular, horadado en la tierra de manera natural, Sus pedregosas paredes estaban recubiertas de musgo y líquenes de todas las formas y colores, estaban húmedas. Al final contenía agua con escasos metros de profundidad. Agua totalmente limpia, clara y transparente. Hacía ahí se dirigía Tab haciendo Loopings, giros y maniobras rocambolescas.
—¡Maldición, el ala está seca, y estos dos están pisándome los talones! ¡Me van a cazar!
—¡¡Auuugghh!! ¡¡Ya es mío!!—gritó uno de los Zummus.
—¡¡Salta sobre él!! ¡¡Saaaltaaa!! —. Uno de los zummus saltó sobre Tab para derribarlo.
—¡Eeeyyyy! —lo esquivó gracias a un inesperado giro provocado por el ala.—¡¡Ahí hay agua!! ¡Estoy salvado!—. Se dirigió directo al agujero y entró a través de él a toda velocidad, acabó por zambullirse en el agua para hidratar las alas.
—Espéralo tú aquí arriba, que no te gusta el agua, yo bajo a hacer que suba, estate preparado para cazarlo—le dijo uno de los Zummus al otro.
Mientras el Zummus bajaba por las escurridizas paredes, Tab reactivó las alas y se impulsó hacia arriba.
El Zummus intentó agarrarlo y le consiguió arañar una de las piernas.
—¡Aaaayy! ¡Esta te la guardo, rata galáctica!—lo pudo esquivar y el Zummus cayó al fondo del enorme orificio terrestre. Tab zumbaba mirando al cielo, a la salida. Rodeado de piedras y musgos en su ascenso, pensaba:
—Espera ¿dónde demonios está el otro? —. En ese preciso momento, en el que salía a la superficie, el otro Zummus saltó sobre él.
—¡Eres mío, te tengo gusano! —cayó sobre Tab, lo golpeó de lleno.
—¡¡Eeeeeuuu, suéltame!! ¡¡¡Aaaagg!!! ¡¡Muerdes tanto como aúllas!!
—¡Grrrrrrrr! —forcejearon mientras Tab trataba de mantener el vuelo.
—¡Por fin, te atrape! Ya no dejaré que esto haya sido en vano, ¿sabes? No hay vuelta atrás, el pasado nos persigue querido cincodedos—. En eso pensaba el Zummus cuando Tab logró zafarse de una patada en el hocico, no sin antes, el Zummus morder sus alas y arañarlas. El animal cayó a bastante velocidad y se estrelló contra el suelo. Giró la cabeza y vio como Tab dando vueltas y tumbos en el aire avanzaba descendiendo más y más hasta pasar el barranco por el que estuvo a punto de caerse él mismo. Aterrizó aparatosamente, con la espalda, cuello, hombros… Piedras en la cara, ramas en las costillas…
Pinchazos invadían todo su cuerpo, Tab no se movía. Mientras que, al otro lado del barranco, en el césped de la parte más alta de la otra cara del desfiladero, ambos Zummus se sentaban sobre sus cuartos traseros (dibujarlos de espaldas a ambos mirando a tab al otro lado del barranco) a pensar como poder atraparlo.
Al cabo del rato, se marcharon.
TARBUS respiraba…
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