—Bueno y ahora vamos a hacer los preparativos, que dentro de nada es la hora y tenemos que tener todo listo para la celebración. Hoy la noche es nuestra, recuerden… La Noche De Las Ánimas es la más importante, corresponde con el fin del día más largo de todas las estaciones.
—¡Oooooh! Un poco más—querían los más pequeños.
—¡Otra, otra, otra!—coreaban unos.
—Continua, no nos dejes así hombre—replicaba otro.
—EL anciano tiene razón. Dejadlo descansar, a hacer vuestras tareas, que luego que bien que se quejan si algo no sale bien, y si no, bien que disfrutáis la Celebración—¡¡Veeenga!! ¡Arriba todos, vaamoss!—. Se levantaron a desgana y partieron a hacer los preparativos.
—Gracias Kolack, la verdad que necesito algo de descanso al calor de la fogata.
Kolack era un humanoide característico de su especie, sin embargo, su raza, los Karjazt, no eran muy comunes. De aspecto grotesco y grandes, cabezas enormes con grandes pelos gruesos como lianas, y una gran barba. Prominentes arcos ciliares y profundas cuencas oculares. Mandíbula ancha y robusta con grandes molares y premolares, incisivos menguados y pequeños. Podían partir huesos mordiéndolos debido a la poderosa musculatura que trabajaba biomecánicamente bien para la poderosa mandíbula. Mentón ancho y prominente.
Poseían una ancha y amplia caja torácica de la que salían sus miembros superiores con una gran musculatura y acabados en enormes manos con cuatro dedos de una gran fuerza prensil. La espalda era bastante ancha con toda la musculatura al descubierto, no había piel, pero sí salían de la musculatura pelos gruesos y puntiagudos que podía retraerse o erizarse a voluntad, como si durante el proceso evolutivo de la raza, la naturaleza les hubiera dotado de la capacidad de protegerse del frio. Y es que así había sido. Al erizarse parecían crecer dos veces más su tamaño, por lo que también lo utilizaban como aspecto disuasorio si la ocasión así lo precisaba.
Tenían piernas muy cortas, pero robustas, preparadas para las carreras a corta distancia y combates cuerpo a cuerpo, por lo que era muy difícil tirarlos al suelo, ya que su centro de gravedad quedaba muy bajo.
A pesar de todas estas increíbles características, tenían una que sobresalía por encima de todas ellas. Cada vez que coincidían las tres Lunas en la fase Llena, se transformaban en una especie de mamífero gigante, parecido a un antiquísimo fósil ya extinto hace ni se sabe, un jabalí gigante, pero medio mutado por los caprichos de la evolución.
Hay que destacar que eran muy buenos cazadores, su arma preferida era una especie de lanza acabada en un arpón de negro mineral trenzado con lianas.
Pues bien, Kolack, es uno de ellos, era así, pero algo que lo caracterizaba en particular era su nobleza. Su preocupación por los demás. Su anhelo de que todos estuvieran lo más confortable posible.
Por ello, no es de extrañar que todos, o casi todos, lo vean como una especie de líder, de guerrero al que seguir. Suelen ofrecerse a ello en las cacerías y tampoco suelen increparlo, ni llevarle la contraria, pero no por miedo, sino porque medita mucho antes de hablar. Suele pedir consejo al sabio, o a las sabias, y a las hembras (mujeres).
Es jovial, siempre está alegre, y tiene una atronadora vozarrona. Durante los festejos sólo se le escucha a él reír a carcajada limpia, gritar, cantar y maldecir alguna que otra vez.
Es de noche…
Aparecen los corredores. Son una especie de mezcla de varios animales de diferentes especies. Como si la naturaleza hubiera experimentado, a lo largo de miles de años, uniendo y mezclando a las diferentes especies de animales más veloces del planeta, en una sola, y le hubiera dado un tiempo de tregua para ver si esta nueva especie se estabilizaba, procreaba y evolucionaba por sí sola.
Tenían largas patas, estrechas y finas. Triangulares en sus zonas inferiores a las rodillas y acabadas en unas garras de tres dedos, y un cuarto oponente a los demás, como si de las garras de un halcón se trataran.
El resto de la pierna era esbelta y poderosa. El torso era más bien estrecho y muy ligero, repleto de músculos finos, largos y muy muy fuertes. Acababa en anchos hombros de los que salían largos y fuertes brazos acabados en tres dedos extremadamente largos. Del borde medial de sus muñecas sobresalía una prominencia ósea a modo de gancho o garra semicircular que utilizaban como arma, para despellejar un animal, desgarrar su carne…
Poseían un largo cuello, y una cabeza con grandes ojos amarillos y una gran pupila circular. La boca y nariz se habían transformado en una especie de corto y poderoso pico. Poseían trenzas negras en la cabeza que adornaban con cuentas de diversos colores.
Su piel era de un color amarillo azulado, con líneas azules más oscuras. El vientre era amarillo claro al igual que la cara interna de las piernas que se iban difuminando hacia el azulado, al igual que la cara interna de sus brazos y palmas de las manos, y cara anterior del cuello. Mientras que las garras de los pies eran de un azul muy oscuro, parecían la noche.
Eran hábiles cazadores y feroces guerreros, de los habitantes más letales con el arco del planeta, y los más veloces si cabe. También eran grandes rastreadores ya que poseían un agudísimo y gran olfato y una visión sin igual.
Poseían un cúmulo y enmarañado grupo de tejidos en la espalda, a lo largo de la columna, eran sus alas plegadas, de un azul eléctrico y radiante, con largas membranas más claras y transparentadas.
—¿Qué pasa Kolack? ¿Qué es ese alboroto?—Kolack farfulla debido al esfuerzo de la carrera, ha perdido aire.
—Deja coger resuello. Son los corredores, han regresado después de 4 lunas. Han aparecido por el extremo final de la caravana/campamento (están afianzados en este lugar) ¡Arf arf!...
—Respira hombre…Tranquilo, cuéntame lo que sabes, lo que has oído.
—O mucho me equivoco, o me temo que son portadores de malas noticias. Será mejor que vayamos a hablar con ellos nosotros directamente. Se ha instalado una especie de mal augurio en todo el campamento desde que han llegado. Malos presagios
—No me digas que crees en eso Kolack, ¿Tú?
—No lo sé, lo único que sé es que reina la confusión señor. El caos comienza a hacer estragos…
—¡Vayamos ya pues! Sin rodeos, coge la carga y el SKUELL más rápido—especie de caballo de dos patas, es un animal de tiro, de carga y transporte, los hay grandes y pequeños— y vayamos con premura.
Llegan…
—¡Aquí estáis!
—Kolack, señor Turbsaelh/Turbsa… ¡Buenas traemos, señor!
—Bienvenidos seáis y bienaventuradas vuestras alas. ¡Contadnos rápido!
—Se acercan los Sỳriden.
—Están a menos de una estación. Dice el otro corredor.
—No hay tiempo, estamos a campo abierto.
—Reunión rápido. Reunamos al consejo en mi karkaj—Tienda de lona—les esperamos a todos ahí.
Pasan los minutos, nadie aparece. Llega ruido de fuera, hay barullo. Suena el trote de seres que corren de un lado para otro. Unos pasos parecen acercarse.
—No aparece nadie Turbsa. Será que temen lo peor.
—Ya vendrán, ten calma. Comenzarán a llegar uno a uno.
—¡¡Grrrrrsssshh!!—se Abrió la entrada de la tienda.
—Mis buenas señores… ¿Y los demás?
—Aún no han llegado, vendrán a cuentagotas.
Pasan los minutos…Comienzan a llegar los demás, se van acomodando mientras se sirven las bebidas calientes y algún que otro aperitivo hasta la llegada del resto… Llegan todos, el consejo de sabios, constituido por el líder de cada clan y sus sabios consejeros. En la Karkaj están el consejo, sus sabios, los corredores, Turbsa y kolack, que ya esperaban dentro.
—Bien ya estamos todos. Por favor acomódense como puedan y vamos a intentar guardar la calma—es turbsa quien habla. – Por favor, corredor expón los hechos y acontecimientos. Cuéntanos todo lo que habéis visto, y vuestras deducciones.
—Gracias señor. Todo empezó hace cuatro Lunas cuando nos machamos del campamento improvisado que había hecho nuestra caravana, y una partida de nosotros salimos a explorar el terreno—. Todos escuchan atentamente, sin siquiera pestañear.
—Llegado el momento saldremos KuluK, Sholem, Éfora y yo. Somos los más rápidos y experimentados y peinaremos más kilómetros en menos tiempo que el resto. Todos los demás esperarán nuestro regreso en un punto a medio camino, la caravana ha de seguir avanzando. ¿Algo qué añadir…objetar?
—No señor Mhystra. Estamos de acuerdo.
—Los 4 estábamos en el extremo sur de la caravana/campamento. Íbamos preparando las cosas con calma, pero sin pausa. Era una noche clara, se vislumbraban las grandes praderas bajo la fulgurante luz de dos de las lunas, estaban llenas. Todavía quedó tiempo para que estuvieran las tres.
Hacía calor, pero la brisa ayudaba a refrescar. Desde nuestra partida los animales de tiro se mostraron intranquilos, estaban inquietos más rebeldes de lo habitual. Tanto era así, que en plena carrera se chocaban entre ellos, relinchaban…
—¿Qué les pasa señor?
—No lo sé, este comportamiento no me gusta.
—¿Quizás se acerque tormenta?—era Éfora quien hablaba.
—No creo, está muy clara la noche. Y no hay ni una nube en kilómetros a la redonda.
—Ahí quedó ese suceso aislado, hasta que varias jornadas de viaje después se produjo a escuchar gritos y ruidos al final de la improvisada caravana que se había montado.
—¡Señor! ¡Señor! ¡Mhystra!
—¿Qué sucede Sholem? ¿A qué viene tanta prisa?
—Han desaparecido varios de los compañeros y animales de tiro, nadie ha visto nada.
—Que no cunda el pánico ¡Vamos Éfora!
—Nos acercamos los tres a la zona del campamento donde nos había indicado Sholem, todos los allí presentes estaban asustados y, efectivamente habían desaparecido animales de tiro junto a provisiones de racionamiento.
—¿Quién te aviso Sholem?—le pregunté.
—Tú… ¿Eres quién se ha dado cuenta?
—Sí Mhystrael, llevaba tiempo sin verlos y sus cuentas no vibran, no suelen abandonar su puesto sin avisar.
—¿Cuándo?
—Hace escasos minutos señor, decidí decírselo a Sholem, y es cuando vi que faltaban los tiros y las provisiones señor…repito, no suelen partir sin antes avisar. Es muy raro, algo les ha pasado seguro, señor…
—No podría hacerlo… Bien acamparemos aquí, que no cunda el pánico, los buscaremos y encontraremos—. Ya habíamos recorrido varios kilómetros.
—Saldremos una partida, el resto haced el círculo y apostillad guardas cada dos cabañas, no enciendan hogueras. Mantened la calma y estad en silencio—continué hablando—¡Éfora, Kuluk, Sholem, vamos!
—Señor, creo que es mejor separarnos. Dos y dos—opinó Kuluk.
—Sí señor, rastrearemos más radio en menos tiempo y nos man tendremos comunicados—añadió Sholem.
—Bien, Kuluk, Sholem id vosotros, Éfora y yo iremos en esta dirección. Algun imprevisto ya saben…
—De acuerdo Mhystra, vamos—dijo Sholem.
—Vamos Éfora—dije yo. Nos separamos todos de todos, fue la última vez que vimos con vida al resto de compañeros del campamento.
Todos guardan silencio, expectantes, esperan a que prosiga. Mhystra toma aire y la deja escapar despacio, coge una especie de cuenco que contiene un líquido caliente, ingiere un poco y se aclara la garganta. Se enjuaga las lágrimas que corren por sus largos y marcados pómulos. Sus enormes ojos amarillos brillan a la luz del candil, respira profundo…continua.
—Éfora y yo nos dirigimos al este. Había una espesura de diferentes tipos de vegetación: plantas, árboles, arbustos…todos de diferentes alturas y tamaño. Estaba más lejos de lo que creíamos, pero llegamos. A lo lejos Sholem y Kulum habían partido al oeste.. Marchábamos ligeros volando a media altura para no llamar la atención. Desde que escuchábamos o veíamos algo sospechoso…nos tumbábamos pegados al suelo.
—¡Al suelo Mhystra! ¡Túmbate! Silencio…—se hizo el silencio, sólo sentí mis propios latidos—¡Tum-tum tum-tum tum-tum!—las sienes me iban a estallar, estaba a punto de silbar mi cuenta cuando Éfora me detuvo.
—La cuenta, llamamos cuenta a una de las tantas que tenemos en la cabeza, a una muy particular. Está en una de las trenzas situadas en la sien izquierda. Es especial porque es única de esta especie. Aun cuando somos crías, hemos de superar una prueba para dejar de considerarnos como cuentos y ya pasar a ser adultos jóvenes con cierta independencia en la toma de decisiones. En esta prueba, las crías demostraron sus dotes manuales con hábiles. Tienen que tallar dicha cuenta en un mineral extremadamente escaso y especial, obsidiana blanca. Cada individuo elaborará la suya propia y aquel que la haga vibrar, pasa la prueba. Sólo sabemos hacerla vibrar los de nuestra especie, y es más, cada sujeto será el único que pueda hacer vibrar la suya, nadie más podrá. Por lo que son objetos muy personales y únicos. Cada cuenta emite una especie de vibración, distorsionando el aire a modo de onda, la cual captada solo por los individuos de nuestra especie será gracias a unos orificios que poseemos en nuestros picos, que poseen unos receptores específicos que están directamente conectados con nuestro sistema nervioso central. Además, reconocemos quién es esa perturbación en el aire, porque cada cuenta emite una diferente, en dependencia de la habilidad de su fabricante. El cuál, estará con ella toda la vida, y cuando muera, la cuenta pasará a su primer hijo, y de este ambas a su hijo y así sucesivamente. A modo de recuerdo y como amuleto… Se colocarán en la sien izquierda. que poseen unos receptores específicos que están directamente conectados con nuestro sistema nervioso central. Además, reconocemos quién es esa perturbación en el aire, porque cada cuenta emite una diferente, en dependencia de la habilidad de su fabricante. El cuál, estará con ella toda la vida, y cuando muera, la cuenta pasará a su primer hijo, y de este ambas a su hijo y así sucesivamente. A modo de recuerdo y como amuleto… Se colocarán en la sien izquierda. que poseen unos receptores específicos que están directamente conectados con nuestro sistema nervioso central. Además, reconocemos quién es esa perturbación en el aire, porque cada cuenta emite una diferente, en dependencia de la habilidad de su fabricante. El cuál, estará con ella toda la vida, y cuando muera, la cuenta pasará a su primer hijo, y de este ambas a su hijo y así sucesivamente. A modo de recuerdo y como amuleto… Se colocarán en la sien izquierda.
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