—¿El verdadero origen de la fuerza?
Peck hizo esa pregunta.
En respuesta, Sen enseñó la palma de su mano frente a la cual un resplandor celeste tomaría la forma de un corazón. Alrededor del corazón orbitaba una figura con el aspecto de una estrella que parpadeaba.
—¿Sabes de dónde viene el maná? La energía que nos permite usar poder mágico nace de un órgano etéreo llamado ‘Lívet’. Está cerca del corazón, no hay forma de tocarlo físicamente.
—Lo único que sé del maná es que todos lo tienen…
—Pero no todos pueden usarlo. ¿Por qué?
Peck pensó un momento. Él mismo no podía usar magia hace un tiempo, pero de pronto sí. Sintió un agudo dolor en su cabeza, como si un aguijón hubiera sido clavado en ella. Había olvidado esa parte de su vida, pero por las palabras de Sen recordó vagamente su ineficacia.
—¿Estás bien?
—Sí…
Él ladeó su cabeza para espabilar.
—Sen, no sé qué responder. No soy bueno para estas cosas.
—No te preocupes, entonces te explicaré todo.
—En pocas palabras, por favor.
—Bien, bien.
Sen se detuvo un instante a pensar una explicación que fuera compacta. La figura de luz que antes creó se dividió en dos cubos, uno al lado del otro, separados por un brazo de distancia.
—El Lívet está conectado a nuestros pensamientos. Hace nuestras ideas realidad, responde a nuestras emociones.
Ella señaló el cubo de la derecha.
—Imagina que este extremo es el Lívet. —Después apuntó al lado izquierdo—. Este extremo representa a la realidad.
Se detuvo para verificar que Peck siguiera la explicación. Cuando lo vio, se dio cuenta de lo mucho que él se había acercado. La expresión de Peck parecía bastante acomplejada mientras observaba, se estaba esforzando por entender.
—Para manifestar en la realidad, la magia necesita un camino sólido que seguir.
A la par de la explicación de Sen, un puente de luz fue construyéndose entre un cubo y otro.
—Nuestra determinación dará solidez a ese camino. Si estamos llenos de dudas, miedo e inseguridades…
El puente cayó lentamente a pedazos.
—Nuestra magia sería débil. En algunos casos, no podrás hacer magia. En otros, podrías usarla, pero…
Otro puente se construyó, completando el camino para desmoronarse prontamente.
—Fallaría eventualmente. —Un puente sólido se construyó, este perduró—. El esfuerzo sin confianza jamás dará resultados. La confianza sin esfuerzo tampoco. Necesitas ambos, así como tu magia necesita una idea y que creas en ella. Incluso si fallas, debes seguir creyendo que es posible. Si necesitas cambiar de estrategia, hazlo.
Peck seguía viendo fijamente las demostraciones con figuras de luz, probablemente quedó hipnotizado por lo brillantes que eran y su movimiento.
—¿Alguna pregunta hasta ahora?
—¿Qué pasa si intento muchas veces algo y aun así falla? He peleado muchas veces con Leben, pero nunca estoy cerca de ganarle.
—Por más que intentes derribar un muro de concreto de distintas maneras, nunca podrías seguramente. Pero si tu objetivo es simplemente ir al otro lado del muro, podría haber muchas otras maneras de hacerlo que no sean derribándolo.
Peck reflexionó esas palabras.
—¿Qué tiene que ver un muro?
—Era una metáfora, Peck.
—¿Qué es metáfora?
—Ah.
Sen quedó desconcertada por eso a tal punto de que las figuras de luz desaparecieron súbitamente. Rascó detrás de su oreja y recuperó la compostura.
—Peck, hay mucho que debes aprender y practicar antes de vencer a Leben. No sabías lo que era el Lívet, lo que es de conocimiento básico en magia, probablemente hay mucho que no conoces que realmente podría ayudarte. Fortalece tu mente.
Peck miró hacia arriba y comenzó a rascarse la nuca. Esta vez, sí pensó en lo que dijo Sen.
—Ya veo—dijo él—, pero yo…
—¿Qué sucede?
Él estaba avergonzado por lo que iba a decir. A la vez, se sentía tímido de tener que confesar.
—No sé leer, ni escribir. Tampoco recuerdo cómo es que mi magia mejoró… así que no hay mucho que pueda hacer.
Cuando dijo eso se encogió de hombros y miró con timidez a la persona delante de él. Inconscientemente, Peck se preparó para que algo malo pasara. Sen se veía sorprendida, pero en realidad fue que le asombró que Peck decidiera compartir algo tan íntimo: eso significaba que estaban progresando, que el haberlo llevado a la cueva fue lo correcto.
—Yo podría enseñarte. —Sonrió para Peck—. Podría explicarte con demostraciones, como ahora. Con el tiempo te enseñaría a leer y a escribir. ¿Cómo suena eso? Piénsalo así, ‘la más fuerte’ será tu maestra. ¿Eso te gustaría?
—¿De verdad?
Peck acercó su rostro al de Sen con mucha ilusión. Estrellas brillaban en sus pupilas, deseando porque eso fuera una realidad. Sen tuvo que retroceder ligeramente por la cercanía de Peck, pero no le molestó.
—Yo no te mentiría. Además, si no lo hago probablemente terminarías muerto.
El tono de Sen era tan gentil como de costumbre, pero esa última palabra ‘muerto’ desató algo dentro de Peck.
Una vez más, los malos recuerdos que antes fueron suprimidos regresaron de forma violenta y fugaz. Peck agitó su cabeza para no pensar en eso, porque cada vez que una memoria aparecía su cabeza dolía insoportablemente.
Los pensamientos de Peck se vieron contaminados por la vez en que se preguntó severamente su razón de vivir, porqué había sobrevivido tanto. Muchos escenarios en los que él creyó que debió morir se repitieron incesantemente frente a sus ojos.
Los momentos en que sufrió ese abuso volvieron.
Esos recuerdos fueron tan fuertes que Peck colapsó cayendo de rodillas.
La mano de Sen se apoyó en su hombro para traerlo a la realidad.
—¿Qué pasa, Peck?
Todo se aclaró para él. Levantó la mirada para ver el rostro preocupado de su posible maestra.
—Sen, yo-
—Peck, tomémonos un respiro.
Sen usó su magia para elevar una parte de la plataforma y poder sentarse allí juntos.
***
Ese respiro se volvió una hora de silencio. Un lapso donde ellos no harían más que sentarse juntos mientras Sen apoyaba su cabeza en el hombro de Peck, hasta que este se sintió listo para hablar.
—Sí quiero que seas mi maestra.
Eso fue todo lo que Sen necesitó para ponerse de pie y continuar.
—Vamos a mi casa en Batoru.
—¿Batoru?
—No pasa nada. Estaré contigo. ‘La más fuerte’ es tu amiga ahora. Bueno, en realidad… Fuera de Batoru seguramente haya gente más fuerte, pero, aunque sea así seguirás teniendo a una amiga. Tener compañía para los malos momentos no suena tan mal… ¿verdad?
Lentamente, y con cautela, Peck también se puso de pie.
Considerar tener una amiga fue algo impensable en algún punto, pero por fin parecía probable. Más allá de estar en la cueva, un lugar para relajarlo, estaba frente a una persona que no hacía más que mostrar compasión para él.
Peck podría ser fácilmente engañado por un ser que fuera malvado, pero Sen honestamente estaba allí para ser su aliada. Todavía no comprendía porqué ella parecía tan decidida a apoyarlo, pero creyó que tal vez jamás tendría otra oportunidad como esa.
—Quiero ir contigo, Sen.
Ese día, se volvieron maestra y discípulo, pero también surgió su amistad.
***
Sen usó CheckPoint otra vez para ir a una habitación dentro de una mansión.
En Batoru hay una colina que resalta desde la cual pueden verse todas las casas que hay. Algunas casas están mejor cuidadas que otras, así como ciertas calles eran más limpias que otras.
La gran excepción era la mansión sobre la colina, se le decía mansión al ser tres veces más ancha que cualquier casa promedio en Batoru y dos veces más alta. Estaba hecha de madera, pintada de gris y con un techo negro como la obsidiana. Contaba con muchas habitaciones, cada una con ventanas.
Originalmente esa mansión debía ser para asuntos políticos de Batoru, pero la idea fracasó y el maestro de Sen lo tomó como un hogar que ella heredó.
Detrás de la mansión había un jardín con flores de varios colores, pero el mayor atractivo era un gigantesco árbol que se extendía hasta las nubes y era casi tan ancho como la mansión.
En la mansión vivía Sen y el otro discípulo de su maestro; el cual se había ausentado para realizar un largo viaje desde hace un mes. Por ende, Peck y Sen estarían solos.
Por último, la habitación de Sen estaba pintada de blanco y en el techo había estrellas pintadas para recrear el cielo durante la noche. Los muebles de aspecto lujosos estaban por doquier, y una gran cama en el centro con doseles que era donde Sen dormía.
Dos horas después de lo ocurrido en la cueva, Peck recibió un baño en el cual Sen quedó tan empapada por culpa del inquieto Peck que tuvo que cambiarse de ropa y usar un pijama.
Peck, por otro lado, recibió un corte de cabello antes del baño. Sen intentó cepillarle los dientes, pero estos estaban en perfecta condición: un detalle del cual Sen sospechó enormemente.
Actualmente, Peck se veía frente a un espejo redondo de cuerpo completo. Estaba limpio y cambió sus ropas. Escogió para sí mismo un pantalón negro, una camiseta roja de manga larga con un cinturón simple hecho enteramente de tela sobre la cintura para compensar lo ancho que le quedaba la camiseta.
A un lado del espejo, Sen veía con orgullo el resultado de su gran trabajo de limpiar a Peck. Ella usaba un pijama que consistía en pantalones cortos y una camiseta de mangas abultadas.
Tiempo después, Sen vistió a Peck con un pijama y este se vio nuevamente al espejo.
—¿Qué te parece? ¿Te gusta como te ves? —preguntó Sen.
—…Supongo. Es raro, pero… oye, Sen…
—¿Qué pasa?
—¿Por qué no usaste magia para secar tu ropa?
—Peck, simplemente quería una excusa para estar en pijama el resto del día.
—Oh.
—¡Bueno! Eso es todo, vamos a comer algo. ¡Prepararé una cama para ti aquí mismo! ¿Qué solías comer?
—Insectos.
—...Yo me encargaré del menú hoy.
Sen lucía perturbada por esa revelación y un escalofrío pasó por su espalda. La más fuerte finalmente halló su límite...
***
Horas después, Peck dijo que no le gustaban las camas porque tendía a caerse. Sen apiló montones y montones de almohadas en una esquina, y le dio muchas sábanas a Peck para cubrirse. Peck dormiría allí esa noche.
Al llegar la noche y dormir, Peck prontamente entraría en angustia.
Algo lo estaba esperando dentro de sus sueños.
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¡El próximo capítulo llega el Jueves!
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