—¿Leben?
El corazón de Peck latía tan rápido que era lo único que podía escuchar. Quien aparecía frente a él tenía su mismo aspecto, pero con cabello y ojos púrpuras, junto a un peculiar símbolo en los ojos. Ese mismo dijo ser el monstruo que Peck intentó derrotar.
—Tú puedes tomar la forma que quieras, entonces… me imitas, robas mi aspecto…
—No—contestó ‘Leben’—. Yo soy la criatura que dices que soy, pero no nací de la nada, no te conocí en aquel lugar, yo te acompañé desde que eras un bebé. Siempre estuve ahí. Esperé el momento en que pudiera tomar posesión del cuerpo. Ahora, por fin, parece que soy capaz de hacerlo.
Peck creyó que si miraba a Sen los miedos se desvanecerían, como siempre hacían. Cuando la vio, ella tenía una mirada fría dirigiéndose a Leben.
—¿Sen? ¿Qué está pasando?
Ella no respondió. Mordió su propio labio debido a la frustración.
—Dile, adelante—dijo Leben—. Ya no hace falta esconderlo.
Peck miró a Leben.
¿Me ha estado devorando para robar mi identidad?
Leben suspiró.
—No quiero que mueras con tanta incertidumbre.
—¿Morir?
Esa palabra mermó la confianza de Peck.
—Peck—habló Sen—. Hoy terminarán todas las pesadillas y los momentos en que pierdes la consciencia, también tus problemas de memoria…
—¿Oh? ¿Te has decidido a exterminarme?
Sen no le respondió.
—Bueno, está bien. —Leben continuó—. Peck, tú me creaste cuando eras un bebé para salvar tu vida de un monstruo. Desde entonces he vivido en ti, pero un mago limitó mi poder con un sello. Eso provocó tus problemas de magia cuando eras niño.
—Un mago… ¿quién?
—Su maestro. —Leben señaló a Sen.
El desconcertado Peck miró a su amiga. No tuvo valor para decirlo.
—No pretendo esconderlo. —Sen vio a Peck con sus habituales ojos de compasión—. Sí, es verdad. Mi maestro selló tu poder, pero no te pudo ayudar porque estaba bajo amenaza.
—¿Amenaza? ¿Quién? ¿De Leben?
—Un… un Augen de Cerveau.
—Espera, no quiero que recuerde eso. —Leben interrumpió—. Bueno, no lo hará. La realidad es esta, Peck. Tú siempre has sido fuerte. Cuando tuvimos esa conversación en el charco y comencé a poseer tu cuerpo, te entrené, trabajé tu poder latente, pero toda la habilidad me la llevé yo. Usé tu cuerpo varias veces, por eso siempre tenías buena salud, yo cuidé de ti y reponía tus fuerzas robando maná de otros.
Eso le dio a Peck una pista. Ese comentario le permitió sacar una conclusión.
—Yo te creé… y tú robas maná…
—Todos te odiaban, ¿verdad? Sin razón. Yo bloqueé tus memorias, pero tú me creaste, mi influencia no podría sobrepasar tus deseos, esos recuerdos intentaron volver a ti en forma de alucinaciones.
Las palabras de Leben provocaron un silencio sepulcral.
—Si ahora estás manifestándote en esta forma, puedo eliminarte sin lastimarlo, ¿no es así?
Sen respondió.
—No cuentes con ello. Volveré a él.
—Un tipo de mago que podría destruir toda una ciudad por llorar…—habló Peck—. Ah.
—¿Lo descubriste?
Peck pudo recordar fragmentos del pasado.
El odio hacia él.
Él creó a Leben.
Leben roba maná.
Peck sufría alucinaciones.
Peck creó a un monstruo que antes no existía.
Por último, Peck recordó lo que pasó en la biblioteca de Sen.
Peck recordó aquel libro.
El título…
—Hell’s Gate.
Peck se robó la atención al decirlo.
Leben simplemente sonrió y asintió para él.
—Soy un usuario de Hell’s Gate… soy un Hell. Es por eso que tú…
Peck dio pasos hacia atrás, incrédulo por lo descifrado. Su mirada se dirigió a Sen, el lamento de ella lo confirmaba.
—Sí, tú eres un Hell—dijo ella.
—En tu nombre, yo ocasioné las mayores matanzas de este lugar. Cada vez que ibas a dormir tomaba control de tu cuerpo. Peleé contra ella una y otra, y otra, y otra vez. Siempre ganó, pero con el tiempo la perjudicó. Apuesto a que dormía menos de una hora por las noches, por eso estaba tan agotada aquel día. No durmió para proteger Batoru de ti. Por eso se hizo tu amiga.
—¡No es verdad! ¡No lo hice por eso!
Sen intentó tomar la mano de Peck, pero este se alejó. Peck dudó de Sen.
—¿Qué quieres lograr? —preguntó Peck a Leben.
—Venganza… contra quienes te quitaron lo que más amabas. Si recordabas sufrirías, así que reprimí tus recuerdos. Ahora que lo sabes, permíteme terminar el trabajo. Una vida pacífica no es para ti ahora que conoces tu naturaleza.
—Peck, no confíes en él.
—¿Y en ti puedo confiar?
Peck no sabía qué hacer.
—Sen, ¿viniste conmigo para contener al monstruo?
—No, Peck. Te dije que en el tiempo que vivimos juntos sería imposible no desarrollar sentimientos de afecto por el otro…
—¿Yo soy el enemigo de todo Batoru?
—No eres mi enemigo, Peck.
Él seguía sin saber qué hacer. Sen miró con dudas, con aflicción y miedo sobre lo que debía hacer.
—Peck, conozco un hechizo que puede resolver esto; que podría hacer a Leben parte de ti, pero sin que él te maneje; tú tendrías todo el control.
Habló desesperadamente, como un último recurso.
—¿Por qué no lo usaste ya?
—Porque hay una probabilidad de que salga mal, y me daba miedo que te pasara…
—Úsalo—dijo Peck—. Hazlo.
—¿Peck? Sabes, si sale mal, Leben podría ser quien domine.
Este último esbozó una sonrisa en su rostro al saberlo.
—Me gusta la idea. Hagámoslo.
—Peck, escúchame bien, podríamos hallar otra manera.
—Tal vez él borre mis recuerdos otra vez—dijo Peck—. Sen, si todo termina hoy, si ese hechizo sale bien… podríamos tener más días pacíficos, como los que tuvimos esos dos meses, ¿no es así? Pero no fue pacífico para ti, porque tuviste que preocuparte por mí…
—Oye, Peck. ¿Qué estás pensando?
—Sen… no sé si lo hiciste por el bien de Batoru o por mí, pero lo que sí sé es que fuiste muy buena conmigo. Si yo te causé tantos problemas y ese hechizo puede solucionarlo, está bien, ¿no? Si gano, seré tu aliado. Si pierdo, habré desaparecido y podrías eliminar a Leben sin remordimientos, ¿verdad? Solo tendrías que matarme.
El mundo se detuvo para Sen. La voz débil de Peck no tenía duda alguna sobre eso. Le parecía lo mejor legítimamente y estaba dispuesto a pagar el precio. Peck, el mismo chico tímido, estaba dispuesto a morir.
Esa posibilidad era tan real que a Sen le dolía como una puñalada en el pecho. Eso hizo que sus ojos lagrimearan, porque sabía que podría suceder.
—Un hechizo que podría unirme a él o que podría darme el dominio. —Leben reflexionó eso. La misma sonrisa maliciosa permanecía en su rostro—. Oye, Peck. ¿Has pensado que Sen actúa? ¿Qué finge que le importa para que hagas esto?
—¡Ya cállate!
Sen reprochó a Leben. El deseo de desaparecerlo superaba lo que podía resistir. Estuvo al borde de usar su magia con él.
—Ya basta.
Hasta que Peck habló.
—Yo te creé, pero tú has estado manipulando mis pensamientos todo este tiempo. —Peck se dirigió a Leben—. Me has hecho dudar de todo… me has hecho matar personas…
—¡Eran tus deseos, Peck!
Leben enfureció por la forma en que Peck le echaba la culpa.
—¡Lo hice por ti!
—Pero… yo no me siento bien sabiendo que lastimé de esa forma a tantos…
Sen abrió los ojos con sorpresa.
—Es verdad que los odié, pero si soy un Hell fue mi magia la que los hizo odiarme y lastimarme. En realidad, no tenían la culpa… y yo, o tú, matamos. Cuando pude hacer una amiga, una que no fue afectada por eso, me quieres hacer dudar de ella también. ¿También lo haces por mí? Si lo haces por mi bien, y no me siento feliz, ¿qué es para ti lo mejor para mí?
—¡Lo mejor es que no sufras la crueldad de este mundo! ¡Si supieras lo que escondo iniciarías algo más grande de lo que puedes imaginar! ¡Yo entrené y aprendí para ser lo suficientemente fuerte para conseguir esa venganza!
—Ni siquiera sé contra quien es esa venganza. Tampoco sé si mi poder influyó.
—¡No lo hizo! ¡Fuiste inocente!
—Pero no lo sé, porque no me quieres dejar saber. No sé nada de mi vida y es por ti. Si ese hechizo me permite saberlo, necesito comprobarlo. Si pierdo, habrás ganado. ¿Qué más da?
Sen quedó enmudecida por la actitud de Peck.
Leben gruñó molesto hacia Peck.
—Entonces resolvamos esto.
—Sí…
—¡Peck, espera!
Sen quiso detenerlo, pero la mirada de Peck estaba decidida.
—¡Usa el hechizo en él y termínalo!
Leben insistía.
—Sen. —Peck volvió a hablar—. Quiero recuperar el control de mi vida y ser tu amigo.
—¿Cómo puedes estar bien con esto…?
—Te lo dije… que quiero devolverte lo que hiciste por mí. Es mi oportunidad. Lo mejor para ti es que gane, dijiste que aquí tengo oportunidad… entonces yo daré lo mejor para ganar.
—¿Eh? ¿No… no tienes miedo?
Peck tenía la mirada baja desde hace un tiempo, pero cuando la levantó para mirar a Sen estaba sonriendo. Eso causó confusión a Leben.
—No, porque es la primera vez en mi vida que tengo la oportunidad de hacer algo bien. Eso me hace muy feliz…
Deshaciéndose de las dudas, caminó hacia adelante para estar cerca de Sen.
—Sé lo que puede pasar, pero está bien. Está bien porque yo ganaré.
—¿Tú ganarás? —dijo Leben a la distancia.
Peck lo miró.
—Sí, esta vez tengo una buena razón para hacerlo.
—¿Por esa de ahí? —Leben señaló a Sen—. ¡Yo soy el que te ha estado ayudando!
—Me siento muy mal sabiendo lo que hiciste, me siento bien con la ayuda de Sen. A pesar de que estaba angustiado y sufría, jamás me dejaste ver mis recuerdos, por más aterradores que fueran, la verdad es que me aterraba no saber de mí. Incluso sobre mis padres… si te derroto, podré saber qué les pasó, ¿no?
—¡Ellos están muertos! ¡Muertos por culpa de ese monstruo! ¡No tienes padre, no tienes nada! ¡Solo a mí!
—Me imaginaba que estaban muertos, pero si veo mis memorias podría descubrir algo importante…
—¡¿El qué...?!
Peck repentinamente empezó a llorar.
—Podré saber si mamá y papá me querían.
Sen sintió dolor en el pecho cuando escuchó esas palabras de Peck.
—Claro que lo hacían…—dijo Leben.
—Lo comprobaré yo mismo.
Peck respiró profundo.
—Sen, usa ese hechizo.
—¿De dónde estás sacando valor?
Leben reclamó a Peck.
—Ya lo dije. Quiero devolverle su ayuda a Sen. Quiero hacer algo bien en mi vida. Y quiero saber sobre papá y mamá. Teniendo la oportunidad… no puedo desperdiciarla.
—Esa chica fue una influencia para ti. Estuviste a nada de ceder obedientemente. Tienes nula oportunidad.
—Me esforzaré en ganar, y también creo que puedo hacerlo.
Las palabras de Peck hicieron recordar a Sen lo que le aconsejó hace tiempo:
Confiar y creer en el esfuerzo.
—Sen, usa el hechizo. —Una vez más, vio a su amiga—. Ganaré.
Entregó una última sonrisa.
Entre miles de pensamientos e incertidumbre, supo que no podía seguir dudando.
Tomó su decisión.
—…Está bien.
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¡El siguiente capítulo llega el Lunes!
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