CAPÍTULO 1
ÉL, TÚ, YO Y NOSOTROS
“Escondido en lo recóndito de nuestra mente, habitan seres que pueden controlar todo aquello que desconocemos y utilizar lo que bien conocen de nosotros para lastimarnos, para herirnos y manipularnos.”
INVENTARIO INICIAL (HELFBRAM)
✦Mochila hamburguesa
Una simple mochila de hamburguesa. Helfbram la utiliza para guardar cosas raras en ella.
✦Trapo de calabacitas
Un pequeño trapo negro con estampado de calabazas de diferentes colores. Helfbram lo lleva a todos lados.
✦Pala
Una pala. No hace nada por sí sola, necesita que alguien la use.
✦Boleto wp
Un boleto para la estación Weien Poplow. Tiene cinco viajes disponibles en área común y tres en área VIP.
✦Llaves de casa
Las llaves de la casa de Helfbram, con un bonito colgante de la gusanita Mora Ciruela.
✦Cuaderno de notas
El cuaderno de notas de Helfbram, donde anota datos importantes.
PLANETA TERRAIRE
10 de febrero de 2350 — 09:00 a.m.
Cementerio Madeleine, Zona F
“ Los seres humanos son despreciables, pero al igual que ellos... sus acciones lo son aún más."
Esa frase rondaba en mi mente, repitiéndose una y otra vez. Fue la frase que dio inicio a todo este viaje.
Se asemejaba a la que dijo Gold D. Romer para dar comienzo a la gran era pirata. Tenía el mismo valor, porque sabía que lo que estaba a punto de encontrar era tan importante, como si yo mismo hubiera encontrado el Une Pis de esta historia.
— ¡Maldición, mi pata!
Mientras caminaba, mi maldita bota se atascó en el lodo.
El viaje había sido bastante largo; me dolían horriblemente los pies y las pantorrillas de tanto caminar. La búsqueda, en su totalidad, duró siete años, pero este pequeño momento valía todo ese esfuerzo.
— ¿Qué es ese olor?
Empecé a olfatear. Después de caminar durante cinco horas, parecía que la maratón finalmente estaba dando frutos: además del cansancio, el sudor corriendo por mi frente y mi pronunciado olor a axilas, ahora se sumaba un aroma que encajaba perfectamente con el lugar donde me encontraba.
Aunque era normal... en el mundo actual, los desodorantes no existían.
— Que asco, parece que soy yo. ¡Huelo a mierda!
Me olí las axilas. Esa simple acción me hizo darme cuenta de que un animal muerto o una fruta podrida olía mejor que yo en ese momento.
— ¿Hola? ¡¿Hay alguien aquí con vida?!
Grité, mientras avanzaba por el espeso lodo. Despues de dicha pregunta, me di una cachetada en toda la cara.
¿Quien se suponía que iba a responderme si estaba en un jodido cementerio? En este lugar no había más que tumbas por doquier y hierbas muertas.
Lo único que podría responderme sería una calavera parlante con afro o un zombi. Pensar en eso me hizo sentir un leve escalofrió. Esas cosas me daban miedo y estaba seguro que si se me aparecía cualquiera de las dos, me cagaría en los pantalones del susto.
Algunos minutos despues, por fin ví a lo lejos la tumba que estaba buscando. Eso me hizo sentir como una especie de estrella famosa.
— Gracias, gracias.
Lancé besos al aire. Por algún motivo, sentía como si al llegar al lugar fuesen a haber un montón de cámaras y periodistas para inmortalizar esta gran hazaña.
— Quiero dedicar este gran logro a mi madre marciana adoptiva.... A mi padre, que creo que se fue por cigarros porque nunca lo conocí... Pero sobre todo, quiero agradecer a la persona que hizo posible todo esto; mi mentor ¡Logan Strauch! ¡Gracias por inspirarme a hacer este viaje!
Aplaudí mientras miraba a las cámaras y periodistas imaginarios que, según yo, estaban a mi alrededor. Luego caminé un poco más y tropecé con una enredadera.
— Ohhh...
La quité de mi camino y sonreí ampliamente mientras miraba al frente.
Parece que finalmente estaba frente a mí lo que había buscado por años. Lo que tanto anhelaba ver, solo se encontraba a tres metros de mis narices.
La conocida tumba de los sueños perdidos, aquella que albergaba toda esa información que las personas necesitaban para saber que todo lo que sucedió; fue real.
Los seres humanos somos asi, necesitamos algo que nos compruebe que cualquier cosa en la que creemos existe de verdad. Y no puedo culparnos... porque a veces, cuando creemos ciegamente y arriesgamos todo, podemos salir gravemente lastimados y perder mucho más de lo que ofrecimos.
Por eso, las pruebas son la certeza de que no caeremos en un abismo del que quizás no podremos regresar.
Sacudí la cabeza para dejar de pensar en tonterías y me enfoqué nuevamente en lo que realmente requería el cien por ciento de mi atención.
— Parece que es aquí... creo... que enserio la he encontrado.
Sonreí ampliamente, tanto que debí parecer un psicópata.
Pensé para mis adentros:“Al fin estamos aquí, maestro. Quizás aquí podamos encontrar la respuesta que buscamos.”
Observé con tanta emoción la tumba, que incluso tenía ganas de orinarme en los pantalones.
A pesar de dicha emoción, también me sentía un poco escéptico. Había pasado tantos años buscando esta tumba, que encontrarla me provocaba una alegría mezclada con un vacío inexplicable.
Pero bueno… daba igual. Ya la había encontrado y eso era todo lo que necesitaba en la vida.
— ¡Bien, avancemos!
Lo dije con emoción y luego me di unas pequeñas palmadas en la cara para despabilarme.
Me acerqué lentamente y con demasiada cautela hacia la tumba, ya que tenía miedo de que pudiera haber algo debajo.
Tomando precauciones, de vez en cuando lanzaba algunas piedrillas al pasto para asegurarme de que no hubiera nada extraño bajo la tierra: ni una bomba, ni una lombriz asesina… y, sobre todo, ningún zombi con ganas de devorarme el cerebro.
Sonaba dramático pensar que había cosas tan raras enterradas en este lugar, pero si esta era la verdadera tumba de la persona que busqué durante tanto tiempo, quien sabe qué clase de artimañas o trampas podría tener para proteger todo el tesoro que escondia.
Además, una bomba bien colocada podía asegurar que ningún barbaján o vividor pudiera profanarla con el único objetivo de obtener fama o dinero fácil.
Se que yo también iba a profanarla por fama, pero era un poquito diferente. Al menos yo me vería muchisímo mejor en cualquier portada de revista. Si vieras mi preciosa cara, lo entenderías.
— Por favor, si voy a explotar que sea ahora.
Lo dije con voz temblorosa y continúe caminando, con miedo en cada paso.
Pensé:“Lo único que pido es que mi carita quede intacta. Aunque mis entrañas queden regadas por el suelo, si queda mi cabeza sé que al menos podrán hacer buenas fotos. El cuerpo me lo pueden armaraunque con Photochoup."
Unos siete minutos despues de mi dramática inspección, por fin di el último paso con un profundo terror invadiéndome; pero no pasó nada.
— Parece que no había nada enterrado debajo del lugar después de todo.
Suspiré aliviado, pero aun asi estaba un poquito decepcionado.
No es que tuviera ganas de explotar o algo por el estilo, pero me esperaba que el lugar tuviese más seguridad debido a la información que resguardaba.
— Eso fue fácil.
Saqué la pala de mi mochila de hamburguesa y despues la lancé al pasto.
Aunque, pensándolo bien, quizás debía ser fácil. Talvez la intención era que alguien la encontrara lo antes posible.
La tumba era como cualquier otra: una simple cruz enterrada en el suelo, aunque estaba un poco torcida y con algunas grietas. Asi que podemos decir que no tenía nada de especial o excepcional.... al menos por fuera, ya que por dentro sabía lo que me estaba esperando.
Me agaché ligeramente para poder leer la inscripción.
— "En memoria de una historia que jamás será contada."
Pasé mis dedos por encima del grabado.
— No te preocupes, te prometo que yo la contaré.
Sonreí un poco melancólico. Definitivamente era aquí, incluso la inscripción de la que tanto me había hablado Logan; era verdadera.
Continúe preguntándome porque nadie más había venido a buscarla antes, pero al final comprendí que eso no importaba ahora.
De todos modos, entendía el motivo por el que nadie venía a buscarla y el miedo que tenían de acercarse a este lugar.
Al menos sé, que la gente común tendría miedo de saber lo que había enterrado en este lugar.
Aquí yacía una verdad que muchos altos mandos habían ocultado. Una verdad tan cruda de digerir, que sí llegabas a conocerla, podría cambiar por completo el panorama de la vida que conocíamos hasta ahora.
A pesar de ello, no la destruían. La mantenían aquí con el único objetivo de crear una falsa esperanza. Así podían vender la idea de que había un pequeño rayo de luz entre toda la oscuridad que ellos mismos habían creado.
Finalmente, de esta forma nos tenían completamente bajo su control. Como marionetas siendo manejadas al antojo de los titiriteros. Simples muñecos sin capacidad de movimiento o pensamiento.
Estábamos completamente atados a una bella telaraña de mentiras.
Más importante aún, cualquiera que se atreviera a demostrar que todo lo que nos han dicho era falso, ¡sería el fin para esa persona!
Se convertiría en el objetivo número uno de esos desgraciados y la paz en su vida se acabaría para siempre.
Despues de todo lo que acababa de decir, me pregunté: "¿Entonces que demonios hago en este lugar?"
La respuesta era simple: ¡Me importaba un comino lo que los altos mandos pudieran hacerme! ¡Por mí que me mandaran a la orca! Yo ya no tenía nada más que perder en esta vida.
Solo quiero abrir los ojos de la gente y cambiar el curso de esta historia. Porque la de la persona en esta tumba ya no podía cambiarse jamás.
Deseaba que todo lo escrito en las hojas, documentos y libros que estaban en este lugar, fuera conocido y nadie lo olvidará jamás.
Sobre todo, anhelaba que su historia se contara y que la verdad plasmada en el papel perdurara en el tiempo. Cada frase, cada palabra, cada letra, debía seguir existiendo como un rayo de esperanza. De lo contrario, todo lo escrito en ellos perdería su propósito y sentido.
Sacudí la cabeza para regresar a la realidad, pues cuando mi mente divagaba, solo terminaba pensando en locuras. Despues sonreí ampliamente, pues entendí que era el primero en estar aquí.
— ¡Soy el primero en descubrirlo!
Di un saltito de emoción. Sostuve la pala con mi mano izquierda, la aprete con fuerza y comencé a excavar frente a la tumba.
— Bien... hora de profanarte.
Sonreí sádicamente. Con cada palada de tierra sentía que la emoción comenzaba a correr por mis venas y mi corazón estaba bastante acelerado.
Daba la sensación de que con cada palpitación, mi corazón pronto se saldría de donde debería estar.
Unos veinte minutos después, los brazos se me habían entumecido, pero por fin algo comenzó a asomarse: un destello de color morado con azul y varias estrellitas por doquier.
En aquel hueco, encontré una cápsula del tiempo. En realidad... era una caja de madera vieja, pero para mí era una cápsula del tiempo con los más grandes secretos jamás contados en la vida.
Golpeé un poco la cerradura para poder abrirla, pero estaba atorada. Intenté de todas las maneras posibles, pero la maldita cerradurita no cedía y tampoco quería dañar la caja; ya que valía más que un tesoro nacional.
En un descuido, la cajita se me resbaló de las manos y cayó con bastante fuerza al suelo. El impacto causó que la pequeña cerradura se rompiera y salieran varios documentos, fotos y pequeños objetos que se encontraban dentro.
— ¡Genial, soy un idiota! Dañé la reliquia. ¡No se puede ser más manos de mantequilla!
Me di un ligero golpe en la frente. Recogí rápidamente la cajita y la limpié con el trapo de calabazas que traía en mi mochila. Siempre lo usaba para limpiar cosas importantes y que se me pegara un poquito de la suerte o historia que el objeto contenía.
Era una manía estúpida que se me había quedado arraigada por culpa de Logan mi mentor, pues él siempre lo hacía. Así que, aunque no tuviera sentido, lo seguiría haciendo sin importar el por qué. Como él decía: "Más vale tradición que maldición."
Después recogí todos los demás papeles que se habían salido.
La mayoría de los documentos estaban húmedos y viejos, pero no eran demasiado importantes, al menos no en este momento. Además, debía esperar a otra persona para descifrarlos, asi que los volví a guardar dentro de la caja.
Recogí del suelo lo que realmente estaba buscando: mi amado Une Pis. Al fin lo tenía en mis manos.
— ¡ENCONTRÉ EL DIAMANTE PERDIDO!
Grité con todas mis fuerzas, mientras besaba mi preciado tesoro. El grito fue tan alto que los pobres pájaros y cuervos que andaban alrededor volaron en un instante, asustados de ese pobre loco.
Un diario; más específicamente el diario de “esa persona”. La prueba viviente del legado que alguna vez existió. Lo que mostraría a todos la verdad que había permanecido oculta durante décadas y, sobre todo, lo que comprobaría su existencia.
Ya que Archivaldo Moretti Rizzo, solo era para muchos un simple personaje de un mito.
Con este diario, había completado los cuatro diarios que necesitaba para entender un poco mejor toda la historia.
El primer diario que encontré era de Joey, el segundo de Dante, el tercero de Pierrot y este era el de Archivaldo; obviamente el más importante.

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