Pierrot me miró de manera intimidante, mientras se agarraba la cadera con la mano derecha y se miraba lentamente las uñas de su mano izquierda.

Por algún motivo eso lo sabía bien. Las primeras veces que él apareció pensé que podríamos llevarnos bien, pero eso no sucedió. Asi que decidí comenzar a ignorarlo para ver si con eso se dignaba a desaparecer.

Lamentablemente jamás ha pasado. Aunque parece que no se resignaba a escuchar un no por respuesta, pues se me acercó lentamente y se agachó un poco para extender sus manos frente a mi cara.

Levanté la mirada rápidamente hacia él, cuando hice esto, él sonrió y sus cejas se alzaron animosamente.

-¡Vamos! ¡Quita esa cara de amargado y vayamos a divertirnos juntos!

Pierrot sonrió y sus mejillas se pusieron algo rosadas.

Solamente lo observé en silencio y apoyé mis dedos sobre las palmas de su mano, despues el apretó mis dedos contra los suyos y me jaló hacia su pecho.

Yo di un pequeño salto para levantarme, pero al hacerlo me tambaleé un poco ocasionando que todo mi ser azotara contra él, por lo tanto, me agarró de la cintura para evitar que me cayera.

Me alejé rápidamente empujándolo un poco, pero el me agarró nuevamente de los antebrazos.

-¿Por qué me miras de esa manera? Sabes que me pone triste que me odies tanto. Yo solo quiero que sonrías, por y para mí.

Pierrot hizo una gran sonrisa. Era tan amplia, que en vez de ser linda era incómoda de ver, pues parecía un maniaco.

Yo solo alcé una ceja ante semejante declaración, ¿quién querría sonreír para dicho sujeto? Al final una piedra tenía mucho más humor que él. Creo que él quería que en serio le respondiera con una sonrisa, porque me agarró la barbilla con su mano derecha, a lo que yo respondí apretando levemente la mandíbula.

Con dicha acción sus cejas se alzaron y su sonrisa se amplió dejando ver totalmente sus dientes, sobre todo esos pequeños colmillos vampirescos que eran característicos de él.

Yo en respuesta fruncí el ceño y arqueé la boca un tanto molesto. Estaba dispuesto a decirle unas cuantas malas palabras en diferentes idiomas, pero me interrumpió antes de que alguna frase pudiera salir de mi boca.

-Vamos, no me mires con esa carita de desprecio. Mejor regálale a tu mejor amigo una hermosa y gran sonrisa.

Pierrot pasó su dedo pulgar izquierdo por mis labios.

Él sonrió aún más y acercó su cara un poco más a la mía. Yo en respuesta le pegué un ligero manotazo para que quitara su mano de mi barbilla.

Él se sobó la mano mientras me miraba un poco confundido. Era obvio, debía estar sorprendido, porque para ser honesto jamás le había pegado.

Cuando aparecía simplemente trataba de ignorarlo sin importar que hiciera, pero esta vez no estaba de muy buen humor para todo este espectáculo. Además, ni le pegué tan duro.

Solo vi cómo se dio un pequeño beso en el lugar donde le había dado el manotazo.

-Sabes, no entiendo lo que quieres de mí. Pero no tengo ganas de ser tu amigo. Yo... Yo solo tengo ganas de que te vayas y me dejes en paz... Por favor.

Miré a Pierrot con una expresión bastante descompuesta, ya no había nada más para decir dentro de mi cerebro, solo me quedaba suplicar.

Pensé que él se burlaría como normalmente lo hacía, pero esta vez fue diferente. Me miró diferente a otras veces, ya no tenía esa sonrisa burlona que casi siempre ponía, ahora sus cejas estaban cabizbajas y parecía triste; realmente triste.

-Lamentablemente, no puedo dejarte en paz... Lo siento mucho...

Pierrot comenzó a acariciar su propio cabello, dejando ver lo maltratadas que estaban las puntas de este.

Creo que era la primera vez que parecía hablar sinceramente, lo notaba en su carita, incluso era la primera vez que me pedía perdón. Aunque eso me intrigaba más que el hecho de que se quedara.

De hecho, eran demasiados los enigmas que habían alrededor de él, que no sabía si algún día comprendería la razón de su existencia.

-¿Y es porque no puedes o porque no quieres?

Crucé los brazos.

-Eso no importa.

Pierrot giró los ojos un tanto molesto.

-¡Claro que importa! Solo dime, si me lo cuentas quizás entienda y entonces asi podré perdonarte de verdad. Tal vez asi pueda comprender mejor las cosas.

Agarré a Pierrot por los hombros mirándolo a la cara, pero este solo desvió la mirada.

Ahora si estaba realmente intrigado, creo que era una oportunidad de oro. Un paso más cerca de descubrir cómo hacer que este sujeto desapareciera para siempre de mi vida o al menos eso pensaba.

Creí que hoy el pelo de lechuga radioactiva por fin me daría una pista, pero todo lo que avanzamos con una frase se retrocedió con otra.

-Asi que deja de preguntar, porque no voy a responderte nada más sobre el tema.

Pierrot me empujó levemente y se dio la media vuelta, dándome completamente la espalda. Entonces exploté, ya no pude más del coraje.

Incluso sentí como el ojo me comenzaba a saltar.

Estaba tan cerca, finalmente él parecía más abierto a hablar algo diferente a sus bromas o burlas de siempre. Lamentablemente la cólera se apoderó de mí y le comencé a gritar.

-¡Lo ves! ¡Eres un maldito mentiroso! Dices que quieres verme sonreír. Pero el único maldito motivo por el que estoy asi de mal, es porque tu estas aquí. ¡Si no vas a decirme nada, entonces quiero que te largues! ¡Y ME DEJES EN PAZ!

Me sacudí el cabello un poco frustrado. Alcé tanto la voz que hasta él se sorprendió.

Sus ojos se abrieron como platos y no me refiero a un platito para tacita de té, sino como de esos platos que usas para servirte una gran cantidad de comida como si no hubieses probado bocado en semanas.

Incluso yo estaba sorprendido de mí mismo. No suelo ser una persona que explota fácilmente, pero este momento lo ameritaba. Quería una respuesta a huevo y si no la tenía, entonces creo que estaba dispuesto a cometer un crimen de odio contra esa lechuga alienígena.

Aunque parece que el cabeza de epazote también se calentó un poco.

-¡No soy ningún mentiroso! ¡Además eres tú el que no me entiende! ¡SOLO ERES UN IMBECIL!

Pierrot pasó a mi lado empujándome. Luego se sacudió el pelo por la frustración, era complicado de explicar lo que sucedía entre nosotros.

Era la primera vez que lo veía asi de enojado, como ya he dicho, ese tipo siempre suele andar con una sonrisa de idiota cuando se aparece.

Hoy era la primera vez que le había visto triste y también enojado. Parece que no es un robot despues de todo, tiene más emociones que mostrar que la sonrisa pendeja de siempre.

Me pregunto, ¿aun tendrá más emociones que esas tres? Si es asi, de ahora en adelante, puede que me dé a la tarea de ser yo quien experimente con él y no al revés.

Aunque antes de comenzar ese experimento tuve que responder, porque me quedaban un poco de frustraciones que tirarle a este individuo.

-¡No soy ningún imbécil! ¡Y sabes que! Si no te gusta cómo te trato.

Me acerqué a la puerta de entrada señalándola con ambas manos.

-La puerta es lo bastante grande como para que te largues o si decides quedarte, pues más te vale que estes preparado para ser ignorado. Porque hoy no pienso dirigirte ni una sola palabra.

Me crucé de brazos y me senté en el suelo.

-¡Como sea! Si no quieres hablarme pues no me hables. De todos modos, no me iré de aquí. Además, no sé de qué estupideces estas ladrando.

Pierrot movió las manos simulando la boca de un perro ladrando.

-Si siempre que estoy aquí ni me hablas, no es como que sea algo nuevo.

Pierrot giró los ojos, para despues cruzarse de brazos.

-Pues excelente ¡Pues a mí también me da igual! ¡Y más te vale enserio no hablarme, no quiero escuchar de ti ni un jodido pio o un respiro!

Hice una señal con la mano para simular que cerrara la boca, como si tuviera una especie de cremallera en ella.

-¡Acaso eres idiota! ¡Si no respiro me muero!

Pierrot dio un fuerte pisotón al piso.

-Pues respira a unos dos metros de mí.

Hice una señal para que se alejara.

-Porque créeme que hoy ni siquiera tengo ganas de respirar el mismo aire que tú, incluso estoy tan harto de ti que no quiero que compartamos ni átomos ni células cercanas.

Sacudí los brazos alocadamente y despues dibujé una línea imaginaria en el piso, con la finalidad de delimitar el espacio de cada uno. Despues golpee con mi dedo la bota de Pierrot, para que este retrocediera un poco más.

-Tampoco seas exagerado. ¡Tchhh!

Pierrot dio un saltito hacia atrás, para quedar detrás de la línea invisible.

Se dio la media vuelta y se fue a sentar a un rincón. Mientras que yo gatee hacia la sala, con la finalidad de poder recargar mi espalda en uno de los rosales que tenía dentro de mi departamento.

-Ese idiota de Archivaldo solo ladra y ladra.

Pierrot hizo un gesto con su mano izquierda, para simular a una persona hablando, algo asi como cuando te pones un calcetín en la mano y finges que el habla.