Pero tanto tiempo de nadar sin descanso no era posible, sobre todo para un chico que apenas estaba acostumbrándose a su nuevo cuerpo. El regreso se le estaba dificultando mucho a Song, y a la mitad de la distancia, se sentía ya muy cansado; sus brazos se acalambraban y su cola se sentía pesada. Pensó usar el tridente para darse cuenta de un poco más de fuerza y poder llegar a Themnarq, pero no supo cómo utilizarlo.
Justo cuando Song parecía perder la esperanza, escuchó la voz de Ikkena, quien junto con Leira, se acercaban al lugar sobre la lancha. —¡Song, no te preocupes! ¡Estamos aquí para ayudarte!
El viento empujaba la vela y la pequeña embarcación se deslizaba rápidamente sobre las olas. El príncipe sonrió, agradecido de ver llegar a su mejor amigo y a su mamá, aunque no sabía cómo habían descubierto dónde había ido. Con un último impulso, nadó hacia la lancha y se aferró al costado. Ikkena y Leira lo tomaron de las manos y lo ayudaron a subir a bordo.
Song recuperó el aliento mientras se sentaba en el bote, aunque no por mucho, ya que la reina se lo impidió por unos segundos, abrazándolo fuertemente.
—Gracias a ambos por venir a rescatarme —dijo, agradecido—. No sé qué hubiera hecho si no me encontraban.
Ikkena le dio una palmadita en el hombro. —No tenías por qué enfrentarte a eso solo. Por cierto, ¿a qué nos enfrentamos?
Song rió y abrazó al bibliotecario, aunque se sorprendió de tener más bien ganas de besarlo. Puso su mejor esfuerzo en mantener la compostura y explicó lo que había sucedido con la anciana Aidenora, cómo había obtenido su cola de pez, y el camino hasta el lugar donde estaba el tridente. Pero se detuvo un momento antes de contar el encuentro con la cecaelia. No quería que sus palabras lastimaran a su mamá más de lo que los sucesos en sí lo habían hecho, así que fue cuidadoso pero honesto con lo que sabía. Finalizó el relato así: —Todo lo que sucedió fue un malvado plan orquestado por la bisabuela. Y mi padre se aprovechó de la situación. No puedo perdonar a ninguno, pero no sé qué hacer para que reciban un castigo apropiado.
Por fortuna, Leira comprendió que era la verdad, y estaba de acuerdo con su hijo. No debían darles un perdón, pero tampoco una venganza. Solamente justicia. Ahora, con el tridente en sus manos, tenían una oportunidad real de liberar a la sirenita y derrotar a la cecaelia.
Desde luego, Song hubiera querido usar el tridente inmediatamente para devolverle a su madre su voz y su cola de sirena, pero aún no sabía cómo funcionaba a ciencia cierta. Cuando invocó el rayo para defenderse de la vieja cecaelia fue el único momento en que el artefacto mágico y el joven actuaron juntos. Song había sentido un impulso instintivo en ese momento, pero no sabía si podría volver a hacerlo. Decidió intentarlo una vez más.
Leira dedujo las intenciones de su hijo, y por medio de señas, le indicó que por el momento sólo necesitaba de vuelta su voz.
Con el tridente en sus manos, Song se concentró en su deseo de liberar a su madre. Cerró los ojos y visualizó a la reina con su voz, radiante y feliz. Lentamente, comenzó a sentir una energía cálida y poderosa emanar del tridente, rodeándolo.
Con determinación en su mirada, el príncipe levantó el tridente hacia el cielo. Cerró los ojos y se conectó con el poder del tridente, invocando su magia interior. Poco a poco, comenzó a sentir la energía del tridente fluyendo a través de él, envolviéndolo en una fuerza sobrenatural.
De repente, una brillante luz azul estalló desde el tridente, iluminando el cielo nocturno. El viento se intensificó, las olas se agitaron y una poderosa corriente mágica envolvió a Song y a la lancha. Era un espectáculo asombroso y aterrador al mismo tiempo.
Con valentía, Song apuntó el tridente hacia la reina y dejó que la energía acumulada se liberara. Un rayo de luz azul surgió del tridente, envolviendo a Leira y llenándola de un brillo mágico. La reina sintió cómo su garganta se llenaba de un cosquilleo y, de repente, las palabras volvieron a ella. Con una sonrisa emocionada, Leira abrió la boca y dejó que su melodiosa voz saliera. Era como si nunca hubieran cortado su lengua.
Tras recuperar su voz, Leira abrazó a su hijo con fuerza, dejando escapar lágrimas de felicidad. —Song, mi querido bebé, has sido valiente y fuerte. Estoy orgullosa de ti.
Ikkena, quien había estado observando todo con asombro, se acercó a Song con una amplia sonrisa: —¡Eres asombroso! Pero tal vez deberíamos estudiar un poco el tridente. Hay un libro que lo menciona, y si vamos a enfrentar tanto peligro, deberás saber usarlo con seguridad.
Song asintió, no podían permitirse cometer errores con un artefacto tan poderoso en sus manos. Sin dudar, extendió el tridente hacia Leira: —Tú eres quien debió tenerlo desde el inicio.
Ella sostuvo por un momento el arma, pero se la devolvió de inmediato. —Hace mucho que no soy digna de usarlo. Ahora es tuyo. Te enseñaré lo que recuerdo, y en los libros debes hallar más información, y practicar para usarlo.
Así que los tres regresaron a Themnarq, donde se refugiaron en que había sido la guarida de la reina y Ahara. No podían entrar al castillo, pues la voz de la reina y la cola de Song delatarían que habían descubierto la verdad, así que se mantuvieron ocultos allí durante días.
Ikkena y Song comenzaron a estudiar el tridente, buscaron en el libro de magia información sobre su uso y su poder. Y con la ayuda de la reina, quien tenía de vuelta sus memorias, aprendieron sobre la historia y los poderes del tridente, así como las diferentes técnicas y hechizos que podía utilizar, descubriendo poco a poco su potencial.
Pero los dos chicos también descubrieron que se les hacía cada vez más difícil centrarse en los estudios. Mientras estaban juntos, sólo querían disfrutar el momento, y no podían mirarse mucho tiempo a los ojos sin tener que mirar a otro lado repentinamente, huyendo del impulso de besarse.
Song es el príncipe de Themnarq. Desde pequeño está obsesionado con el mar y las sirenas, sobre todo con la triste historia de una sirenita que tal vez conoce mejor de lo que cree.
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