Finalmente, el mar volvió a la serenidad. Ikkena y Song nadaron a la superficie para reencontrarse con Leira.
La reina se sintió muy aliviada al ver surgir de agua a ambos chicos. Song saltó hacia ella, y las lágrimas de alegría le llenaron los ojos mientras abrazaba a su hijo. —Estoy orgullosa de ti, Song. Has demostrado un valor y una fuerza inigualables.
—Má... Todo esto lo hice por ti, incluso antes de saber que tú eras la sirenita.
En un gesto rápido, Song utilizó el tridente para liberar a su madre, recuperando su hermosa forma de sirena. De nuevo con su voz y su brillante cola, Leira entró en el mar por primera vez en muchos años, incluso parecía haber rejuvenecido.
Pero ella no fue lo único que Song restauró con el tridente. Seguido por Ikkena y Leira, el joven nadó de vuelta al arrecife y colocó de nuevo el artefacto mágico en su base, invocando de nuevo la luz de la estrella y liberando al "rey del mar" y a sus cuatro hijas de su hechizo.
Al ver a Leira, el hechicero y las cuatro sirenas se apresuraron a abrazarla. Entre sollozos y sonrisas, habían vuelto a ser una familia.
Pasadas las emociones más fuertes, la sirenita presentó a su hijo y al bibliotecario ante su padre y hermanas, contando cómo el valor e inteligencia de ambos había permitido el final feliz.
Al conocer esto, el "rey del mar" estuvo de acuerdo en entregar el tridente a Song, considerándolo el más digno de portarlo. Su consejo al ponerlo en manos del muchacho fue: —No dejes que el tridente defina quién eres, sino que tú defines el poder del tridente. Utilízalo como una herramienta para traer paz y armonía a los océanos y al mundo en general. Que tu historia sea una de redención y esperanza, y no de destrucción y desesperación.
Song asintió a las palabras de su abuelo: —Lo prometo.
Esa noche, mientras el rey y sus hijas festejaban la vuelta de Leira con cantos y cuentos, Ikkena y Song se apartaron para tener su propia celebración.
En una pequeña pausa entre el desenfreno, Ikkena hizo una pregunta importante: —Song, ahora que tu padre no está y tú no lo sucederás, ¿qué pasará con Themnarq?
El rubio dudó por un momento: —No estoy seguro. Pero, el pueblo vivió engañado, quizá sea lo mejor hacerles saber la verdad, y así elegirán por sí mismos qué deben hacer. Proclamar un nuevo rey, elegir otra forma de gobierno, dispersarse y crear nuevas naciones o integrarse a otras... Hay tantas opciones, pero no podríamos elegirlas nosotros por ellos.
Ikkena asintió: —Entonces será mejor informarles de la verdad pronto. —Sus labios atraparon los de Song en un beso apasionado. —Pero no será en esta noche. Hoy eres sólo para mí.
Song asintió con una sonrisa coqueta, y se dedicó por el resto de la noche a complacer a su amado.
El cansancio finalmente apaciguó los ánimos festivos del hechicero y sus hijas cerca de la hora del amanecer, como era natural en las sirenas, que por instinto evitaban esta hora para no ser cazadas.
Sin embargo, Leira quiso hacer una visita antes de dormir a su lugar favorito del arrecife.
Cuando era pequeña, sus hermanas y ella habían tomado pequeñas partes del arrecife para decorarlo como les gustara, llamándolos sus jardines. Ella, en su sueño de conocer más sobre la humanidad, había arrastrado la estatua de un joven humano hasta su "jardín", a la que después encontró parecido con Cire.
La escultura seguía allí, cubierta con las algas rojas que ella amaba, y ahora que la veía de nuevo ya no encontraba ninguno de los rasgos de Cire en este muchacho de roca.
Leira se acercó a la estatua, limpiando de algas el rostro de piedra, y sintiéndose de nuevo como una niña, habló con él: —Soñé tanto contigo que creí verte en ese villano, lo idealicé creyendo que sería feliz con él como lo era al jugar contigo. ¿Me perdonarás por eso?
Obviamente la estatua no contestó, pero Leira se sentía mucho mejor después de hablarle. Sin pensarlo mucho, plantó un beso en los labios de la estatua y se apartó para ir a dormir. Pero en ese momento, la roca tembló y el joven de piedra se volvió uno de verdad.
Un hechicero humano que había sido convertido en piedra, pero gracias al beso de Leira ahora era libre de nuevo. El primer beso de amor en los labios de la sirena, nunca había sido de Cire porque él no era su verdadero amor, sino éste joven.
Pero esa es otra historia. Por ahora, aprendimos sobre la de El hijo de la sirena.
Song es el príncipe de Themnarq. Desde pequeño está obsesionado con el mar y las sirenas, sobre todo con la triste historia de una sirenita que tal vez conoce mejor de lo que cree.
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