Estábamos todos sentados en la mesa del comedor. Todos menos Víctor, el hijo de los ce (Collins Everglot), del cual no nos habían dicho nada. Quien sabe, a lo mejor lo han echado de casa. –¿Alguien quiere tomar té?– preguntó Charlotte. Todos asintieron menos yo. –. Mar ¿quieres?– Negué con la cabeza. Charlotte asintió.
–Pero te puedo ayudar a prepararlo, si quieres claro.– Le dije. La verdad es que no quería escuchar a mi familia estar hablando de trabajo.
–No hace falta– me dijo con una sonrisa. –. ¿Podrías avisar a Víctor? Creo que está en el jardín.– Asentí enseguida y salí al jardín mientras daba pequeños saltos como una niña pequeña.
–Dios, se me había olvidado lo grande que es el jardín...– me dije a mi misma mientras le echaba un vistazo al jardín. –, o la casa, en general. – Escuche una risa por detrás de mí. Me giré y vi a Víctor. –¡Víctor, qué susto!– Rio. –. Tú madre pregunta si vas a querer té.– Le dije con una sonrisa.
–¿La primera vez que nos vemos en meses y lo primero que me dices es que mi madre pregunta si quiero té?– reí.
–No, lo primero que te he dicho ha sido, “¡Víctor, qué susto!”– ambos reímos.
–Pero dame un abrazo o algo ¿no?– sonreí y le di un abrazo muy fuerte. Hacía meses que no lo veía, más concretamente desde que se acabaron las clases. De hecho, íbamos a la misma clase. Víctor y yo nos conocemos desde pequeños, y desde que vimos “La novia cadáver” siempre ha intentado vestirse como el personaje de “Victor Van Dort”. Aunque siendo sinceros, mucho no le ha costado, de por sí ya se parecen bastante. –. Pero no me ahogues, por favor.– Reí y me separé de él.
–Tienes que contarme cómo fueron tus vacaciones en francia.– Le dije mientras le cogía del brazo y andamos hacía dentro de la casa.
–Bien, normalitas.– Dijo.
–¿Normalitas? ¡Has ido a Francia!– rio –. ¿Qué sitios has visitado? ¿Cómo era la comida? ¿Has conocido a alguien? ¿Has hecho nuevos amigos y te vas a olvidar de mí?– pregunté rápidamente.
–Más lento, Mar. No te puedo responder todas a la vez.–
–Tú solo responde.–
Suspiró. –He visto la torre eiffel, el museo de louvre, la catedral de notre dame por fuera, claro, el palacio de versalles, y muchas cosas más, pero eso es lo más típico.– Le miré fascinada. –La comida estaba bien, muy rica. No, no he conocido a nadie porque principalmente era un viaje del trabajo de mi padre, y no, tampoco te voy a olvidar por mis nuevos amigos inexistentes.– Sonreí.
–Jo, pues que suerte, a mí mi madre nunca me lleva con ella en los viajes de trabajo. – Dije mientras entrábamos a la casa.
–Principalmente porque tu madre suele ir de viaje de trabajo cuando hay clases.– Me recordó Víctor.
–Datos insignificantes.– Dije mientras hacía un gesto con la mano para restarle importancia. Víctor rio. Llegamos al comedor, todos ya estaban con sus respectivas tazas de té.
–Víctor, ¿quieres una taza de té?– Le preguntó Charlotte.
Negó con la cabeza. –No, gracias.– Charlotte asintió. –¿Podemos ir Mar y yo a mi habitación?– Preguntó.
–Claro.– Le dijo Charlotte con una sonrisa.
–Vamos.– Dijo Víctor y tiró de brazo para que le siguiera. Escuché unas risas al salir del comedor, pero no le di mucha importancia.
(...)
Llamarón a la puerta.
–¿Puedo pasar?– preguntó alguien, que por su voz supuse que era Charlotte. Víctor se levantó del suelo y abrió la puerta (estábamos viendo revistas sentados en el suelo). -La comida ya está lista.- Dijo Charlotte con una sonrisa.
–Ahora vamos.– Le respondió Víctor, Charlotte asintió y se fue. Víctor se acercó a mi. –¿Vamos?– asentí.
–Ayúdame. – Le dije mientras levantaba una mano, me ayudó a levantarme y fuimos hacia el comedor, pero no había nadie. –Pero y la gent- –
–¿Me ayudáis a llevar los platos, por favor?– me cortó Charlotte. Víctor y yo asentimos. –. Están en el jardín, hemos decidido que como hacía buen día estaría bien comer allí.– Nos dijo.
–Aaaah– dijimos Víctor y yo a la vez. Cogimos los platos y nos dirigimos hacia el jardín. Al llegar repartimos los platos.
(Algo así me imagino el jardín)
Nos sentamos en nuestros asientos, el uno al lado del otro. –Víctor, ¿vas a seguir yendo al instituto Smiths?– le preguntó mi madre.
–Sí, solo es que no pude ir estos días porque estaba ayudando a mi padre con cosas del trabajo. Pero la semana que viene ya empiezo.– Mi madre asintió.
–Que suerte, justo la semana que viene vamos a ir de excursión a un museo.– Dije, Víctor sonrió. Justo en ese momento Charlotte llegó con la comida.
El resto de la comida fue normal, hablaron del tiempo, de sus vidas, el trabajo, etc. Nada fuera de lugar. También dijeron algo de que podría ponerle al día a Víctor (lo cual acepté ya que somos amigos). Una vez terminamos de comer y los adultos estaban tomando café, me acerqué a mi madre.
–Mamá, ¿podría ir ya a casa de Edward?– Le pregunté, en un susurro.
–¿Y cómo piensas llegar?– me dijo con una sonrisa.
–¿Caminando?– le respondí.
–No, no puedes ir, ¿no ves que seguimos con el café?–
–Pues cojo el metro o algo pero por favor déjame ir.– Rogué.
–Mariann– me llamó para que me callará. Suspiró. –. ¿Y qué hacemos con Víctor?– me dijo en un susurro.
–¿Perdona?– la miré confusa. –. ¿Lo dices porque estábamos todo el rato juntos?– asintió. –. Oye que Víctor no depende de mí, eh. Aparte, si quiere venir, que venga.– Mi madre me miró mal. –Ya mismo le preguntó.– Levanté mi vista para poder verlo. –¡Víctor, ¿quieres venir a casa de un amigo?!– me miró confuso.
–¡Mariann!– me gritó mi madre en un susurro.
–¿Puedo ir?– le preguntó Víctor a sus padres.
–Claro, pero no vuelvas muy tarde.– Le dijo Charlotte. Sonreí victoriosa y me acerqué a Víctor.
–¡Hasta luego!– grité, cogí a Víctor por el brazo y salimos. –¿Te acuerdas de Edward?– asintió. –. Vamos a ir a su casa.– Le dije con una sonrisa.

Comments (0)
See all