—Que si lo conozco dice —susurra Roxy divertida—. Como para no conocerlo, Emilio, es famosísimo —Emilio traga saliva fuertemente—. ¡No sabía que te iban ese tipo de libros…! —se queda pensando unos segundos—. ¡Ni siquiera sabía que te gustaba leer, o que supieras! —Contengo una carcajada.
—¡Yo sí sé leer, ¿vale?! —dice Emilio, algo ofendido. Y sobre todo, sonrojada hasta la raíz del pelo. Parece un tómate.
—Eso sí… —empieza a decir Roxy—, ese libro es turbio no, lo siguiente…. —Entrecierra los ojos.
—No es para mí… Es para… ¡Mi hermana!
—¡¿Para tu hermana?! ¡No, Emilio, deja ese libro! —Roxy se empieza a acercar a Emilio a toda prisa—. Te voy a hacer un favor, y eso que me caes mal.
—Muchas gracias, eh. —Roxy rueda los ojos. Y ahora sí, no puedo contener la carcajada y me río por lo bajo, intentando que no se note.
—Como si no lo supieras —Emilio suspira—. En fin, que dejes ese libro, no es para nada apto para tu hermana… ¡Tiene unos diez años, chaval! —se exalta e intenta quitarle el libro de las manos—. ¡Emilio, suelta el puto libro, en este libro…!
—Bueno, ¡vale ya! —le interrumpe Emilio a Roxy, y ella suelta el libro y enarca una ceja—. Es para mí el libro, ¿contenta? —Ella sonríe y empieza a asentir varias veces con la cabeza.
Miro a Jack con una sonrisa. Él me mira confundido.
Vale, no sabe de qué va el libro.
Me acerco más a él, lo suficiente como para susurrar y que nadie más me escuche.
—Haunting Adeline es un libro de Dark romance, básicamente que es muy turbio —susurro. Él asiente. Probablemente no le he resuelto mucho su duda.
—Qué rarito eres, Emilio —dice Roxy, negando varias veces con la cabeza.
—Yo… Esto…
—No, Emilio, no tienes excusa. Definitivamente; eres un rarito. —Asiente con la cabeza—. Bueno, ya me contarás si te gusta o no —nos mira—. Vamos a pagar. —Y sin esperar alguna respuesta, empieza a caminar hacia la caja.
Todos la seguimos, pagamos y salimos de la librería.
—Que bonita se ve la calle toda mojada… —susurra Roxy, moviendo la bolsa de papel en donde tiene el libro, de delante a atrás.
Ricky se acerca a ella y le da la mano. Roxy se la coge y se gira a mirarnos.
—¿Queréis ir a tomar un café? —nos pregunta. Miro a Jack.
—Yo debería de irme ya a casa…
—¡¿Por qué?! —suelta Roxy levantando las manos. Casi se le cae la bolsa.
—Es que tengo que ir a trabajar en unas horas, y no he comido ni nada… —sonríe avergonzado.
—Oh, es verdad… —susurra Roxy.
—¿Quieres leer tu primero el libro? —le pregunto, dándole el libro.
—No, no, leelo tu primero —empuja un poco el libro hacia mí.
—Pero tú quieres empezar a leer, yo ya he leído muchos libros.
—Sí, pero… —se queda unos segundos pensando—, lo has elegido, y yo tardaré más en leerlo… —sonrío.
—Está bien —digo—. Pero el viernes te lo doy —digo seguro de mis palabras.
—Está bien… —Sonríe. Le devuelvo la sonrisa.
—¿Soy yo o entre estos dos parece que hay más que amistad? —susurra Roxy. Jack y yo la miramos, avergonzados. La cara me arde, joder. Probablemente, por no decir obviamente, me he sonrojado. Roxy nos sonríe avergonzada—. Perdón —suelta y un rubor leve empieza a aparecer por sus mejillas.
—Será mejor que me vaya… —dice Jack, que parece que también se ha sonrojado un poco.
—Está bien, hasta mañana —me despido, él asiente y se empieza a ir.
Suspiro y vuelvo a mirar a Roxy y Ricky.
—¿Qué? —ambas empiezan a carcajearse un poco, y ahora sí, debo de parecer un tómate.

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