Federico dormía plácidamente a la lado de Lucinda. Su sueño era tranquilo y apacible.
La noche era oscura y silenciosa. La luna llena iluminaba el cielo.
Federico caminó por el jardín, sin saber a dónde iba. De repente, vio una figura sentada en un banco.
La figura era de una mujer. Tenía el pelo negro rizado y los ojos verdes. Llevaba un vestido blanco.
Federico se acercó a la mujer. Cuando estuvo cerca, se dio cuenta de que era Elizabeth.
Elizabeth estaba de espaldas a él. No se movió. Federico la llamó por su nombre.
"Elizabeth" dijo Federico. "¿Eres tú?" Elizabeth se giró mostrando una sonrisa. Su rostro era de alegría, como siempre era.
"Federico" dijo Elizabeth. "¡Por fin te encuentro!" Elizabeth se levantó y se acercó a Federico, lo abrazó con fuerza. Se abrazaron y se besaron apasionadamente. Federico sintió que su corazón latía con fuerza.
Se sentía feliz de tenerla de vuelta. Era como si no hubieran pasado seis años desde la última vez que se vieron.
"Te he echado mucho de menos dijo Federico".
Elizabeth se levantó y se acercó a Federico. Se abrazaron y se besaron apasionadamente. Federico sintió que su corazón latía con fuerza.
"Yo también te he echado de menos" dijo Elizabeth.
Se separaron del beso. Federico miró a Elizabeth a los ojos.
" ¿Qué estás haciendo aquí?" preguntó Federico.
"He venido a hablar contigo" dijo Elizabeth "Hay algo importante que debo decirte".
"¿Qué es?" preguntó Federico.
Elizabeth abrió la boca para hablar, pero en ese momento, una energía la arrebató de los brazos de Federico.
Federico gritó de desesperación. Intentó agarrar la mano de Elizabeth, pero no pudo.
Elizabeth desapareció en la niebla. Pero ella logra gritar que cuide de la niña Elizabeth su reencarnación.
Federico se quedó solo en el jardín. Estaba conmocionado. No podía creer lo que había pasado.
"¿Elizabeth?" dijo Federico. "¿Dónde estás"?
Federico esperó a que Elizabeth volviera, pero ella no apareció.
De repente, Federico se despertó. Estaba sudando y tenía el corazón acelerado.
Se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. Miró al exterior, pero no vio nada.
Federico se volvió hacia Lucinda, que dormía plácidamente. Se acercó a ella y le acarició la mejilla.
Lucinda abrió los ojos y miró a Federico.
"¿Qué te pasa?"
"He tenido un sueño" dijo Federico. "Un sueño extraño".
"¿De qué se trataba?" preguntó Lucinda.
"Estaba en un lugar oscuro" dijo Federico. "Había una niebla espesa. Y entonces, vi a una mujer".
"¿Cómo era?" preguntó Lucinda.
"Era Elizabeth" dijo Federico. "Tenía el pelo negro rizado y los ojos verdes. Llevaba un vestido blanco".
¿Y qué hacía? -preguntó Lucinda.
Estaba sentada en una roca -dijo Federico-. Me miró y sonrió.
¿Y qué pasó entonces? -preguntó Lucinda.
"Me acerqué a ella" dijo Federico. "La abracé y la besé".
Lucinda abrió los ojos de golpe, sobresaltada.
"¿Qué?", gritó Lucinda. "¡Besaste a Elizabeth siendo yo tu esposa!" Estaba furiosa.
"¿Cómo puedes decir eso?" preguntó, con la voz temblorosa. "¡Besaste a otra mujer!"
"Fue un sueño" dijo Federico. "Solo un sueño".
"¡Un sueño!" gritó Lucinda. "¡Un sueño en el que besaste a otra mujer"!
"Pero fue un sueño" -insistía Federico-. "No podía controlarme".
"¿No podías controlarte?" dijo Lucinda. "¿Qué clase de excusa es esa? ¡Eres un adulto! ¡Deberías saber lo que haces!"
"Lo siento" dijo Federico. "No sé qué decir".
"No tienes nada que decir" dijo Lucinda. "Ya has dicho lo suficiente".
"¿Y qué dijo?" preguntó Lucinda.
"Me dijo que cuidara de la niña Elizabeth" dijo Federico. "Y luego, una fuerza la arrastró hacia la niebla".
Lucinda se quedó en silencio un momento. Se dio la vuelta y se dirigió a la puerta.
"Me voy a dormir a otra habitación" dijo. "No puedo creer que me hayas hecho esto".
Federico se quedó solo en la habitación. Se sentía avergonzado y culpable.
Federico se despertó temprano. Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina.
Lucinda ya estaba allí
"Buenas noches" dijo Federico.
Lucinda lo miró, pero no dijo nada.
"¿Quieres hablar?" preguntó Federico.
Lucinda suspiró "No sé qué decir" dijo. "Estoy tan decepcionada de ti".
"Lo entiendo" dijo Federico. "Sé que lo que hice estuvo mal".
"¿Por qué lo hiciste?" preguntó Lucinda.
"No lo sé" dijo Federico. "Fue como si estuviera poseído".
"¿Qué quieres decir con eso?" preguntó Lucinda.
"No lo sé" dijo Federico. "Solo sé que no quería hacerlo".
Lucinda se quedó en silencio durante unos momentos.
"¿Me quieres?" preguntó.
"Sí" dijo Federico. "Te quiero más que a nada en el mundo".
"¡Pero besaste a otra en tu sueño!" -dijo Lucinda.
Federico estaba furioso. No podía creer que Lucinda se estuviera poniendo celosa de un sueño.
"¡Es patético que te pongas celosa de una mujer muerta!" gritó. "Elizabeth está muerta desde hace seis años, y no puedo evitar que aparezca en mis sueños".
Lucinda se quedó sin palabras. Nunca había visto a Federico tan enfadado.
Federico se quedó solo en la cocina. Se sentía avergonzado y culpable. Sabía que lo que había hecho estaba mal, incluso si era un sueño.
Se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. Miró el jardín, pero no vio nada. Estaba absorto en sus pensamientos.
Sabía que estaba enamorado de Lucinda, pero también sabía que aún amaba a Elizabeth.
Se dirigió a la habitación y abrió la puerta. Lucinda estaba sentada en la cama, mirando por la ventana.
Federico se acercó a ella y se sentó a su lado.
"Lucinda" dijo. "Lo siento".
Lucinda lo miró, pero no dijo nada.
"Sé que lo que hice estuvo mal" dijo Federico. "No debería haberte gritado".
Lucinda suspiró. "Lo sé" dijo. "Yo también te he gritado".
"No debería haberte dicho que eras patética" dijo Federico. "No era cierto".
Lucinda sonrió. "No importa" dijo. "Yo también he dicho cosas que no eran ciertas".
Federico se acercó a ella y la abrazó.
"Te amo" dijo.
Lucinda le devolvió el abrazo." Yo también te amo".
Se quedaron abrazados durante unos minutos, sin decir nada.
Finalmente, Federico se separó de Lucinda.
"¿Podemos hablar?" preguntó.
Lucinda asintió.
Federico le contó a Lucinda todo lo que había sucedido en su sueño. Le contó cómo había visto a Elizabeth, y cómo la había besado.
Lucinda lo escuchó atentamente.
"Lo entiendo" dijo. "Sé que fue un sueño, pero entiendo que te haya afectado".
"Sí" dijo Federico. "Me ha afectado mucho".
"Sé que todavía amas a Elizabeth" dijo Lucinda. "Pero también sé que me amas a mí".
"Sí" dijo Federico. "Te amo más que a nada en el mundo". Lucinda sonrió.
"Entonces, ¿Qué vamos a hacer?" -preguntó.
Federico se quedó en silencio durante unos momentos.
"No sé" dijo. "Pero quiero estar contigo". Lucinda le sonrió.
"Yo también quiero estar contigo" dijo. Se besaron suavemente.
Federico tuvo un sueño en el que se encontraba con Elizabeth, una mujer que había conocido hace años y que había fallecido. En el sueño, se abrazaron y se besaron apasionadamente, pero antes de que Elizabeth pudiera decirle algo importante, una fuerza misteriosa se la llevó. Despertó perturbado y se lo contó a Lucinda, su esposa, quien reaccionó con celos y furia. Federico intentó explicar que fue solo un sueño, pero Lucinda se sintió herida.
Seis años después de la muerte de Elizabeth, Federico y Lucinda han aprendido a perdonarse mutuamente y a superar sus tragedias pasadas. Un día, mientras están sentados en un banco del parque, ven a una niña pequeña que se parece mucho a Elizabeth. Federico se siente conmovido por el encuentro y cree que la pequeña Elizabeth es la reencarnación de su amada.
La pequeña Elizabeth entra en sus vidas y las transforma para siempre.
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