Elizabeth estaba durmiendo profundamente en su cama cuando escuchó un ruido. Se despertó sobresaltada y vio a una figura en la oscuridad de la habitación. La figura se acercó a ella y le tapó la boca con la mano.

Elizabeth intentó gritar, pero la mano de la figura era demasiado fuerte. La figura la levantó y la sacó de la cama. Elizabeth se retorcía y luchaba, pero la figura era demasiado fuerte para ella.

La figura llevó a Elizabeth al bosque, la desmayó en un árbol y se alejó.

Elizabeth se despertó con un dolor de cabeza. Miró a su alrededor y vio que estaba en el bosque. Estaba sola y desorientada.

Elizabeth se levantó y empezó a caminar por el bosque. Estaba asustada y no sabía qué hacer.

Caminó durante horas, pero no encontraba su camino. Estaba empezando a desanimarse cuando vio una luz en la distancia.

Elizabeth corrió hacia la luz y vio que era una casa. Entró en la casa y encontró a una mujer mayor sentada en una silla.

"¿Puede ayudarme?" preguntó Elizabeth.

La mujer miró a Elizabeth y le sonrió.

"Claro que sí" dijo la mujer. "Ven conmigo".

La mujer llevó a Elizabeth a una habitación y le dio de comer y beber. Elizabeth se sintió mejor después de comer y beber.

"¿Cómo te llamas?" preguntó la mujer.

"Me llamo Elizabeth" dijo Elizabeth.

"¿Y qué haces aquí?" preguntó la mujer.

"No lo sé" dijo Elizabeth. "Me secuestraron y me dejaron aquí".

La mujer asintió.

"Lo entiendo" dijo la mujer. "Estaré encantada de ayudarte".

La mujer le dijo a Elizabeth que podía quedarse con ella hasta que encontrara a su padre. Elizabeth estaba feliz de tener un lugar donde quedarse.

Federico fue al cuarto de Elizabeth y no la encontró por ningún lado de la casa. Se asustó y empezó a buscarla.

Buscó por toda la casa, pero no la encontró. Llamó a la policía y les dijo lo que había pasado.

La policía empezó a buscar a Elizabeth. Preguntaron a los vecinos, pero nadie había visto nada.

Federico estaba desesperado. No sabía qué hacer. Estaba muy preocupado por Elizabeth.

La policía siguió buscando a Elizabeth durante días, pero no encontraron ninguna pista. Federico estaba empezando a perder la esperanza.

Hacía 15 días que la niña había desaparecido. La policía seguía buscando, pero no había encontrado ninguna pista. Federico estaba empezando a perder la esperanza.

Lucinda, la madre de Elizabeth, estaba demasiado tranquila en la casa. No parecía importarle lo que había pasado. Federico no entendía cómo podía estar tan tranquila.

Nicholas, el mejor amigo de Federico, visitó a su casa para preguntarle cómo se sentía.

"¿Cómo estás?" preguntó Nicholas.

"No muy bien" respondió Federico. "Estoy preocupado por Elizabeth".

"Ya sé" dijo Nicholas. "Yo también estoy preocupado".

"No entiendo cómo puede estar tan tranquila Lucinda" dijo Federico.

"No lo sé" dijo Nicholas. "Tal vez esté en shock".

"No sé" dijo Federico.  "No me parece normal".

Nicholas estaba preocupado por Federico. Sabía que estaba sufriendo mucho por la desaparición de su hija. Decidió hablar con Lucinda para ver si podía encontrar alguna pista.

Nicholas llamó a la puerta de la casa de Federico. Lucinda abrió la puerta.

"Hola, Lucinda. ¿Puedo hablar contigo?"

"Claro, pasa".

Nicholas entró en la casa y se sentó en el sofá. Lucinda se sentó frente a él.

"¿Cómo estás?"

"Estoy bien". Dijo ella

"No pareces preocupada por Elizabeth".

" Claro que estoy preocupada. Pero no puedo hacer nada. La policía está buscando a Elizabeth".

Nicholas miró a Lucinda a los ojos. Podía ver que estaba mintiendo.

"Lucinda, sé que estás mintiendo. Puedo leer tu mente".

Lucinda se quedó sorprendida.

"Puedo leer tu mente. Y sé que tú abandonaste a Elizabeth en el bosque".

Lucinda se quedó en silencio. No sabía qué decir.

"¿Por qué lo hiciste?"

"No lo sé. No pude soportarla. Era una niña tan molesta".

"¿Y ahora qué vas a hacer? Tienes que decirle la verdad a Federico".

"No puedo. No me perdonará".

"Tiene que saberlo".

Lucinda gritó "no" y le arrojó agua bendita en su pecho. Nicholas gritó del dolor.

El agua bendita había quemado la piel de Nicholas. Lucinda se levantó y salió corriendo de la casa. Nicholas se quedó allí, adolorido y confundido.

 Le contó lo que había pasado. Federico estaba sorprendido y enojado.

Federico y Nicholas decidieron seguir a Lucinda. Querían ver a dónde iba y qué hacía.

Lucinda entró en el bosque y se escondió entre los árboles.

Federico y Nicholas se acercaron con cuidado. Querían sorprenderla.

"Lucinda" gritó Federico. "¡Detente!"

Lucinda se giró y los vio. Gritó y corrió hacia ellos.

Nicholas y Federico la atraparon. Lucinda estaba histérica.

"¡Soltadme, joder!" gritó. "¡No me merezco esto!"

"¿Por qué lo hiciste?" preguntó Federico.

"¡No lo sé!" gritó Lucinda. "¡No podía soportarla!"

"¿Y ahora qué vas a hacer?"

"¡No lo sé!" gritó Lucinda. "¡Estoy perdida!"

Lucinda finalmente habló. Les contó todo. Les contó que había abandonado a Elizabeth en el bosque porque la odiaba.

Federico estaba devastado. No podía creer que Lucinda hubiera hecho eso.

"No entiendo por qué hiciste esto" le dijo a Lucinda. "Elizabeth es mi hija".

"Lo sé" dijo Lucinda. "Y lo siento mucho".

Lucinda estaba sentada en la cama, mirando por la ventana. Hacía una tarde tranquila y soleada, pero ella no podía disfrutarla. Su mente estaba llena de pensamientos sobre Elizabeth.

Elizabeth era la hija de Federico, pero no de ella. 

Lucinda había intentado ser una buena madre para Elizabeth, pero nunca pudo olvidar que no era su hija biológica. Siempre había sentido un poco de celos de la otra mujer, la madre biológica de Elizabeth.

En los últimos meses, Lucinda había empezado a pensar que la única manera de olvidarse de Elizabeth era tener un hijo propio con Federico. Si tenía un hijo con Federico, entonces sería la única madre de su hijo.

Lucinda sabía que Federico no estaba seguro de querer tener otro hijo. Ya tenía a Elizabeth, y Lucinda no quería presionarlo a tomar una decisión que no estuviera seguro.

Pero Lucinda estaba decidida a tener un hijo con Federico. Sabía que sería la única manera de ser verdaderamente feliz.

Una noche, Lucinda decidió hablar con Federico sobre sus sentimientos.

"Federico", dijo ella. "Hay algo que quiero hablar contigo".

Federico la miró. "¿Qué pasa?" preguntó.

"He estado pensando mucho en esto", dijo Lucinda. "Y creo que quiero tener un hijo contigo".

Federico se quedó sorprendido. "¿Un hijo?" preguntó.

"Sí", dijo Lucinda. "Creo que sería maravilloso tener un hijo nuestro".

Federico la miró a los ojos. "Está bien", dijo. "Lo haré".

Lucinda sonrió. "Gracias", dijo.

Federico y Lucinda empezaron a intentar tener un hijo.

Lucinda se quedó embarazada al poco tiempo. Estaba muy feliz, y Federico también estaba emocionado.

El embarazo de Lucinda fue normal y saludable. Dio a luz a un niño sano, al que llamaron Dani.

Un día, Elizabeth se acercó a la cuna con curiosidad y dijo: "Mi hermanito". Lucinda rápidamente la corrigió: "No es tu hermano, no eres parte de nuestra familia". Elizabeth, abrumada por la tristeza, respondió entre lágrimas: "No soy parte de esta familia". Lucinda, enojada, replicó: "Nunca serás parte de esta familia". Sin más, Lucinda echó a Elizabeth del cuarto y no le permitió ver a Dani.

Elizabeth se quedó sola en el pasillo, llorando. No podía creer lo que había pasado. Lucinda le había dicho que Dani no era su hermano y que no era parte de la familia.

Federico salió del cuarto y vio a Elizabeth llorando. Se acercó a ella y la abrazó.

"Lo siento", dijo Federico. "No quería que pasara esto".

Elizabeth se secó las lágrimas. "¿Por qué?" preguntó.

 "Siempre ha querido tener un hijo biológico, y ahora que tiene a Dani , está celosa de ti".

Elizabeth asintió. "Lo entiendo", dijo.

"Pero no quiero perderte", dijo Federico. "Eres mi hija, y siempre lo serás".

Elizabeth sonrió. "Gracias", dijo. "Eso significa mucho para mí".

Federico y Elizabeth siguieron abrazados durante un rato. Luego, Federico llevó a Elizabeth a su cuarto.

"¿Quieres conocer a Dani?" preguntó Federico.

Elizabeth asintió. "Sí", dijo.

Federico llevó a Elizabeth a la habitación de Dani. El pequeño dormía en su cuna, con una sonrisa en la cara.

Elizabeth se acercó a la cuna y miró a su hermanito. Era pequeño y frágil, pero tenía los ojos de su madre.

Elizabeth se sintió feliz. Sabía que, aunque Lucinda no quisiera aceptarla, ella siempre sería parte de la familia.

"¿Por qué tratas tan mal a Elizabeth?", preguntó Nicholas con preocupación a Lucinda.

"No sé a qué te refieres", respondió ella.

"La tratas como si no fuera parte de la familia. Le dijiste que Dani no era su hermano y que no era parte de la familia", explicó Nicholas.

"Sí, lo siento, pero no puedo evitarlo", contestó Lucinda.

"¿Por qué no puedes evitarlo?", preguntó Nicholas.

"Porque ella no es mi hija biológica", confesó Lucinda.

"Eso no es una excusa para tratarla así. Es solo una niña inocente", argumentó Nicholas.

No permitiré que hables mal de su madre. Yo la conozco", finalizó Nicholas.

"Deja de defender a esa mujer", dijo Lucinda.

"Además, yo fui el primer amante de Federico hasta que llegaste tú. ¿Te importó? No, no hice tanto alboroto diciendo: 'Lucinda es una mujer promiscua, me quitó a mi marido'. Hice mi vida, tú dejaste a Federico porque era violento y te golpeó una vez. Estuviste fuera durante años, Elizabeth lo conoció cuando tú no estabas, luego decidiste volver. Te enojaste porque Federico tenía una pareja, y ahora estás con él y no haces más que quejarte de que esa mujer te robó a tu marido".

"Tu caso es especial, ya que eres un hombre, y Federico te dejó porque se enamoró de mi." Lucinda le dice

"Bueno, en esa ocasión, se fijó en ti porque eras joven y yo ya estaba mayor"

"Federico odia los maricas como tu", dijo Lucinda.

Nicholas se quedó en silencio por un momento. Luego, dijo: "Lo siento, Lucinda, pero no puedo estar de acuerdo contigo. Federico no odia a los homosexuales. De hecho, es un hombre muy tolerante y comprensivo". Tú eres el que tiene un problema con los homosexuales. Es por eso que tratas tan mal a Elizabeth. La ves como una amenaza, porque es diferente a ti.

Pero Elizabeth no es una amenaza. Es una niña inocente que solo quiere ser amada y aceptada.

Si realmente quieres a Federico, deberías dejar de tratar mal a Elizabeth. Si no lo haces, acabarás perdiendo a Federico para siempre."

Lucinda miró a Nicholas con odio. Luego, se dio la vuelta y se alejó.