Cuando el último ingresó, las puertas se cerraron y la junta dio inicio. Estas asambleas tenían el propósito de discutir y hallar soluciones a importantes problemas que enfrentaban los habitantes. Y dado los recientes sucesos, ya era momento que una se lleve a cabo.
A dicha reunión asistieron los líderes de grupo, cuatro en total, y dos corredores de alta confianza. Los líderes fueron formados para estar a cargo de las cuatro divisiones del área, nombre que le dieron al lugar dónde se hallaban. Ésta se hallaba compuesto por el establo, dónde criaban animales, huerto, donde se practicaba la agricultura, hacienda, dónde dormían los habitantes, y el laberinto, que se encontraba tras las gigantescas paredes que los rodeaban. Asimismo, dentro de cada división existían diferentes trabajos que los jóvenes realizaban. Tal era el caso de los corredores, pertenecientes a la división responsable del laberinto, los únicos con la potestad de entrar en él en busca de una salida.
Estaba completamente prohibido que alguien ajeno a estas posiciones asista a las juntas. No obstante, Marie siempre se las ingeniaba para esconderse tras una de las ventanas de la cámara de juntas, ubicada detrás de la hacienda, y así lograr escuchar algo de lo que se trataba ahí dentro.
Gregor, líder del laberinto, tomó la palabra.
—Es tu turno Hedy, dinos tu resumen respecto al huerto.
—Ok. La última cosecha fue fructífera, sin embargo, estimo que tendremos pérdidas en la siguiente.
—¿Cuál es el problema? —interfirió Gregor.
—Es probable que tengamos una sequía —intervino Charles, líder de la hacienda.
—Así es, tal como dijo Charles habrá escasez de agua. Los canales bombean cada vez menos. No quiero asustarlos, pero parece que los creadores intentan matarnos de sed.
Arqui, un muchacho pelirrojo con pecas en el rostro, alto y delgado, pero con hombros anchos, sacudió la cabeza en señal de preocupación y sus ojos azules denotaban angustia. Puesto que él era líder del establo y sabía que la falta de agua afectaría también al ganado.
Gregor volvió a tomar la palabra.
—Bueno, y, ¿qué se está haciendo para combatir este problema?
—Estamos almacenando el agua en todos los recipientes que podamos. No obstante, será necesario racionarla si queremos que perdure un buen tiempo.
Hedy y Gregor eran pareja, mas no dejaban que eso los frene a la hora de analizar mutuamente sus trabajos como líderes. Marie los admiraba por eso.
—Yo me encargaré de comunicar eso —dijo Charles.
El joven de tez morena, cabello oscuro rizado, cara redonda y complexión robusta, aparentaba ser el mayor de todos ahí. Además, su gran estatura y sus negros ojos le ayudaban a imponer autoridad.
—Bueno, y, ¿qué progresos hay en el laberinto? —habló el muchacho pelirrojo— Los recientes acontecimientos con la caja están asustando a todos, algunos creen que estamos condenados.
Gregor cerró sus ojos color miel unos instantes, luego se rascó la cabeza antes de hablar.
—El laberinto se está volviendo más extraño últimamente. Sus puertas están tardando más de lo habitual en cerrarse y se han reportado más avistamientos de penitentes durante el día.
—Ya ha habido reportes de penitentes en el día antes, ¿creí que no significaban un gran problema?
Pese a ser la única mujer del grupo, la chica de cabello rubio no se mostraba intimidada en lo más mínimo a la hora de dar su opinión.
—Sabemos que los penitentes solo salen de noche. Y aunque algunos aparecen durante el día, no tratan de atacar el área. A pesar de eso, me inquieta el hecho de que, en el presente mes, el número de apariciones de estas criaturas durante el día prácticamente ha quintuplicado la del mes anterior.
Charles dio un resoplido.
—Bueno, pero ¿hay alguna una buena noticia?
Gregor asintió con la cabeza y luego señaló a otro de los adolescentes que se encontraba en la sala.
—¡Nicolás!
Un chico bajo, delgado, con cabello largo negro, así como sus ojos tomó la palabra.
—La maqueta a escala del laberinto está casi terminada.
Aunque nadie se lo decía, el muchacho era muy atemorizante. Su piel pálida, unas ojeras que marcaban sus ojos, y su seriedad provocaban que siempre aparentara una expresión de odio; incluso cuando raramente sonreía.
Gregor luego señaló al otro adolescente que se encontraba en el lugar.
—¡Hans!
Este era diferente a su compañero. Una expresión de fiabilidad se dibujaba en su rostro color canela, tenía ojos verdes y, aunque no era musculoso, lucía atlético. Su cabello corto era oscuro y apenas pasaba los 1.70 metros de altura.
—Por otro lado, una vez que la última zona oculta del laberinto sea explorada, concluiremos también con los mapas de los cambios que realiza.
Cuando concluyó, el chico de ojos miel retomó la palabra.
—Ahí lo tienen. Pronto hallaremos la salida para finalmente largarnos de aquí.
Sería demasiada coincidencia que la salida se encuentre justo en el único espacio no explorado, pensó Marie.
—Hasta entonces, creo que nuestra principal preocupación es mantener tranquilos a los habitantes. Escucho sus sugerencias.
—Hagamos una fiesta. Llevan pidiéndolo desde que nos enviaron el artefacto musical —Arqui esbozó una sonrisa.
—¿Una fiesta? Tenemos una escasez de recursos.
—Yo no creo que sea una mala idea Hedy. No necesariamente debemos emplear muchos recursos para...
En esos instantes, Marie y Charles cruzaron miradas. El disgusto en sus ojos fue tal que la chica casi se cae de espaldas del susto. Descubierta, se retiró lo más rápido que pudo y corrió a la hacienda a realizar sus tareas.
Cuando el líder de la hacienda regresó, Marie se encontraba trabajando en algún tipo de herramienta usando un trozo de madera y una cuerda de nylon. Al verlo, se acercó lentamente.
—Y, ¿de qué hablaron?
—Tú ya sabes la mayoría— le arrojó una mirada de decepción.
—No escuché todo —la joven sonrió traviesamente.
—Ve al punto pequeña entrometida.
—¿Es cierto que están cerca de hallar la salida?
—Aún no tienes la autoridad suficiente para conocer dicha información. Ya llegará el día que lo seas.
—Dudo que ese día llegue pronto —Marie hizo una mueca de enojo—. Es tan frustrante no enterarse de nada. Bueno, al menos cuéntame sobre la fiesta.
—Tienes más curiosidad que prudencia. Me recuerdas a mi hermana, claro, suponiendo que tuve una antes de llegar aquí. Pues te tengo dos buenas noticias.
—Que estás esperando, dímelas —sus ojos se llenaron de emoción como un niño pequeño imaginando los obsequios que están dentro de los regalos en navidad.
—Si habrá una fiesta mañana en la noche, cuando los corredores regresen. Además, te he ascendido temporalmente a guardia de fiestas.
—Genial. Espera, eso significa que...
—Así es, pasarás toda la fiesta vigilando el orden y evitando que algún habitante cometa alguna locura. Acaso creíste que te quedarías sin castigo por lo de hoy.
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