Sarah era su nombre.

No podía dejar de pensar en ella, en sus palabras desesperadas y en la revelación aterradora de que algo en el cielo nos vigilaba. Debía encontrar respuestas.

Al día siguiente no vino.

Pregunté a mis compañeros si alguien sabía algo de ella, pero no obtuve respuesta. Incluso cuando usé el dominio mental, realmente nadie tenía información sobre ella. Amitiel solía ser mi fuente de información cuando de asuntos escolares se trataba, pero había salido de viaje. No tuve más opción que manipular al profesor Henderson.

Del estricto profesor obtuve que Sarah trató de escapar de la escuela rompiendo una de las ventanas del muro que rodea la escuela. Sin embargo, tampoco sabía, o no le interesaba conocer, los motivos que llevaron a la chica a realizar tal acto.

Por una razón, Ofiuco me pidió escapar. Y estoy seguro que esa misma razón llevó a Sarah a intentar acabar con su vida.

¿Por qué no usaron frases más claras? ¿Qué significaba eso? Definitivamente este internado oculta algo aterrador. Pero, dónde puedo escontrar respuestas. A quién puedo preguntar al respecto.

Reflexionando sobre la información que poseía, se me ocurrió una alocada idea que iba a poner a prueba. Volver a visitar a la criatura del cielo.

Esperé la hora de salida, y cuando ya todos se habían ido, me dirigí hacia la cafetería. Me aseguré de que no hubiera nadie por los alrededores y cerré todas las puertas y ventanas. Entonces empezé a elevar telepáticamente todos los objetos de la cafetería, sin importarme si excedía mis límites.

Mi plan era repetir la vez que accedí a un plano donde flotaba en el cielo. Solo lo había conseguido una vez, pero estaba seguro de ser capaz de volver a hacerlo.

Prácticamente ya todo en la cafetería flotaba en el aire, hasta que sentí mi cuerpo adormecer. Cerré los ojos y el falso desmayo llegó. 

Cuando abrí los ojos, un gran vértigo se apoderó de mí. Asustado y fascinado contemplé el increíble panorama bajo mis pies. Estaba flotando. Tal vez 50, 100 o quién sabe cuántos metros hacia arriba me encontraba. Lo había logrado.

Además, me percaté que en este plano mi cuerpo experimentaba una absoluta libertad, como si ya no existiera la dureza del suelo ni las brisas del viento. Lo único natural que pude notar fue un casi imperceptible zumbido que fastidiaba mis oídos.

Tras esperar y analizar sin moverme, y ver que nada nuevo ocurría, decidí experimentar con este enigmático estado. Me sacudí, pataleé, agité los brazos, pero mi posición seguía siendo la misma. Decepcionado por no lograr resultados, pensé en regresar a la escuela. Con desconcierto observé como a los lados, todo empezó a desplazarse rápidamente hacia arriba, como si descendiera en un ascensor a máxima velocidad.

La respuesta llegó cuando vi aparecer la cafetería frente a mis ojos. Fui yo quién se había movilizado. Deduje que no podía ser coincidencia. Llegué aquí luego de pensar en este lugar. Mi razonamiento entretejió una descabellada teoría que estaba dispuesto a probar.

Me concentré tanto como me fue posible y en un par de segundos había recorrido todo el camino a mi dormitorio. Fue fascinante. Solo con pensar en una ubicación, mi cuerpo era transportado inmediatamente.

Una vez más me concentré tanto como pude y en segundos regresé a estar sobre el cielo. Hice unas pruebas más hasta tener total seguridad del funcionamiento de esta habilidad.

Busqué en todas partes, pero no encontré señal alguna de la sombra del cielo. Traté de transportarme visualizando lo que quería buscar, mas mi cuerpo no se desplazó ni un metro. Apenas estoy descubriendo este estado, pero ya tengo la certeza que conocer la ubicación es la única manera para desplazarse.

Entonces decidí elevarme un poco más. Como seguía sin pista alguna de lo que buscaba, continué elevándome más y más.

Quién sabe cuántos metros me había alzado hasta que finalmente conseguí divisar algo que frenó mis ganas de llegar más allá. Sobre las nubes encima mío, brotaba un cegador resplandor blanco. ¿Qué lo causaba era una buena pregunta? Estaba claro que todo era iluminado por el sol, empero este punto en particular brillaba como si de una estrella se tratase.

Solo pensar en la existencia de una criatura en el cielo me inquietaba. No obstante, ya estaba aquí. Ajusté mi vista para conocer el origen, y descubrí que alrededor del brillante panorama se proyectaba la sombra de una enorme entidad. Dicha sombra se movía con una gracia inquietante, en un patrón similar al que describen las aves cuando vuelan.

Me acerqué más para observar mejor y noté que dicha silueta correspondía a cuatro grandes alas. La criatura del cielo tenía dos pares de alas, cuyo unión brillaba con una intensidad sobrenatural, un fulgor que rivalizaba con el de los astros más antiguos. Al mirarla, sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal, como si estuviera contemplando algo que no debía ser visto por ojos mortales.

La criatura se desplazaba con una elegancia macabra, escondiéndose entre las nubes como un depredador etéreo. Intenté apartar la vista, pero mi cuerpo estaba paralizado por el terror. Era una visión que desafiaba mi cordura.

Imaginar que tipo de criatura estaba detrás de esto me asustó tanto que todo mi ser suplicó por alejarse de esta horrenda visión.

...

Tras unos instantes descendí hasta llegar a los pasillos de la escuela. Estaba completamente impactado por lo que acababa de ver.

El profesor Henderson pasaba justo en esos momentos. El miedo a ser descubierto me sobresaltó, pero lo que observé a continuación estremeció todo mi cuerpo.

El hombre no tenía rostro.

Me fijé en las prendas que usaba y todas me indicaban que esa masa de piel, carente de ojos, nariz, boca, y orejas, era su cara. Primero la criatura del cielo y ahora un hombre sin rostro.

Lo qué siguió fue aún más aterrador.

Había asumido que este estado era como una proyección astral, y que nadie era capaz de observarme. Sin embargo, con una grotesca voz de ultratumba el profesor Henderson preguntó en voz alta.

Y tras esto corrió en mi dirección.