Pronto se escuchó un abucheo del fondo y eso hizo desestabilizar a Cass por completo. Se quedó callada, olvidando la línea siguiente y, para cuando pudo recordar, se saltó la línea y obligaba a Archie a también hacerlo, pues la suya fue omitida.
—"El Cielo te perdoné... Ya voy a seguirte. Yo muero, Horacio... Adiós, Reina infeliz..."— Al ser mencionado, dio un paso hacia donde se contaba Cass fingiendo estar moribunda— "Vosotros que asistís pálidos y mudos con el temor a este suceso terrible... Si yo tuviera tiempo. La muerte es un ministro inexorable que no dilata la ejecución... Yo pudiera deciros... pero, no es posible. Horacio, yo muero. Tú, que vivirás, refiere la verdad y los motivos de mi conducta, a quien los ignora."
Jason se había inclinado para sostener la mano de Cass mientras la sangre brotaba de su falsa herida.
— "¿Vivir? No lo creáis. Yo tengo alma Romana, y aún ha quedado aquí..." —Jason detuvo sus líneas cuando gotas de color rojo oscuro cayeron sobre su cara. Cass también miró arriba donde estaban las luces. No las habían usado al ser un espectáculo de día. Sobre ellos una tina se balanceaba amenazante de verter su contenido y, antes de que pudieran decir más, sangre cayó sobre todos en el escenario al muy estilo de Carrie.
Las burlas no se hicieron esperar, pero tan pronto como la sangre escurrió bajo el foro, el pánico se hizo presente. Los espectadores se alejaron rehuyendo del charco de sangre que cubría a los actores.
—E-esto... Esto es sangre real. —La voz de Sally sonó tan aguda. Jason no necesitó que se lo dijeran. Lo supo apenas olerla. No había parte de ellos que no estuviera empapada. Los trajes de papel se deshicieron con la lluvia de sangre.
—N-no es humana, ¿cierto? —quiso saber Archie aún paralizado.
—Pero, ¿quién pudo habernos hecho esto? — Viky, la menos asqueada, estaba más centrada en buscar culpables.
—Es como la sangre que usamos para fingir las heridas —comentó Archie de forma inocente, pero todos los ojos cayeron sobre Jason. —Esperen, no estoy insinuando que Jason fue.
—Yo no, yo no hice esto. La sangre que conseguí era falsa, el empaque lo decía, esto es...— Jason deja de pensar en que lo miraban como sospechoso al sentir como la sangre le escurre del cabello hacia la cara y el maquillaje de su cicatriz comienza a irse con ella. No quería que lo vieran. Les da la espalda. Esa acción podría parecer culpable, pero él no lo había hecho. No tenía razón para sabotear la obra ni a él mismo, ya que fue el epicentro de donde cayó. — Debo de ir a lavarme.
—¡Jason!, no quisimos que sonara así —logró escuchar de Cass antes de salir corriendo fuera de ahí, pensando en que lo habían hecho responsable.
—¿De qué se trata esto? —El decano dio un paso hacia atrás cuando la sangre se escurría a sus zapatos. —Quiero una explicación y más vale que sea buena — las palabras fueron dirigidas a Sally.
La chica se limpió la sangre del rostro y se quitó los atuendos mojados para bajar y hablar con el decano. Tuvo que quitarse los lentes para poder mirar por dónde caminaba.
Lo más alejado de lo que Jason pudo huir fue a los bebederos. Por suerte, se encontraban solos. Abrió la llave y talló sus manos para seguir con sus brazos hasta el codo. Sangre de cerdo. Se había metido por todos lados, le picaba el cuello y odiaba la sensación pegajosa que causa cuando la sangre se secaba, eso y el terrible olor a podredumbre.
La sangre era negra, por lo que quería decir que había tenido mucho tiempo en exposición, tal vez incluso antes de que Archie y Jason llegaran al foro.
No le temía a la sangre, eso no era nada para él, más que un recordatorio de quién era, de dónde venía y de lo que era capaz de hacer. Se preguntó si quien lo hizo fue a conciencia. —No, nadie puede saberlo, —se dijo a sí mismo. Se lavó la cara finalmente, no pudiendo hacer nada con el cabello por ese momento. Debía ir de vuelta a su habitación y cubrir la cicatriz.
Cuando sintió una presencia tras de él, casi saltó como un gato huraño. Su cabeza chocó contra el bebedero y, por instinto, se tapó la boca y la nariz. No percibió la aproximación sigilosa de Alex.
—Imagino que ya sabes quién es el culpable —murmuró.
—¿Qué importancia tiene saber quién fue? —Jason mantuvo la mirada fija en el agua que caía sin cesar.
—Quiere inculparte, lograr que te expulsen...
—Estabas observando...
—Como todos. No fui el único que vio la cubeta desde el inicio. Todos anticipaban el desenlace, por eso no apartaban la vista.
—Y guardaste silencio.
—¿Qué beneficio me traería hablar? —La respuesta dejó a Jason desilusionado, desmoronando la imagen que había construido de Alex en su mente.
—Antes te mostrabas como el protector de los desfavorecidos —recordó Jason, evocando el día en que Alex lo defendió en su primer encuentro con el equipo de vóleibol.
—Observa lo que obtuve por ello y lo que has conseguido tú —Alex señaló la evidencia. Fue entonces cuando Jason se giró para confrontarlo.
—Yo no me gané nada. No porque los demás te traten como una mierda, significa que lo seas o lo merezcas. —Alex abrió los ojos con sorpresa y guardó silencio por un momento.
—¿Qué sucede? ¿Por qué te cubres el rostro? —dijo después del silencio.
—Es solo que la sangre me afecta. No tolero su olor —Jason apartó el rostro, reacio a ser visto en tal estado—. Afirmas que yo invadí tu espacio, pero eres tú quien siempre aparece junto a mí.
—No eres el único al que Nico ha estado molestando, y, en parte, tú tienes la culpa. —respondió evadiendo la pregunta tacita en sus palabras.
—¿Ahora me responsabilizarás por tus problemas? ¿Intentarás arruinar mi vida por eso?
—No, con Nico ya tienes suficiente. Además, conviene mantener cerca a los adversarios —replicó Alex sin reflexionar sobre su propia cercanía a Jason.
—No soy tu enemigo —la afirmación de Jason careció de convicción. Entre sus palabras se escondía una mentira. No era su enemigo directamente, pero el Hombre de Negro perseguía a alguien de su familia, lo que significaba una amenaza total. Sin embargo, para Jason, aquel muchacho dejaría de ser un problema una vez que recuperara su libertad. Estaba habituado a ello; las personas no eran más que objetivos, misiones que eventualmente marcaría como completadas en su archivo.
El chico no le dio importancia a esas palabras. No le creía o no tenía caso, aunque fuera una mentira. Jason no lo sabía. Alex rebuscó en su mochila y le ofreció un pañuelo vaquero para que se cubriera la nariz. Jason lo tomó agradeciendo el tiempo que le dio para que se acomodara el pañuelo a modo de mascarilla.
Creyó que la conversación había muerto, pero no fue así.
—¿Cuál es el final de la obra? —preguntó de improviso, mostrando un interés genuino.
—Todos perecen, excepto Horacio. Él se convierte en el portavoz de las motivaciones de Hamlet, para que el mundo conozca la verdad. —Jason siempre había considerado íntima la relación entre estos dos personajes. Alex, por su parte, no reflexionaba sobre la psicología de los personajes.
Alex soltó una risita contenida y sus labios se torcieron brevemente. No era la respuesta que Jason esperaba.
—¿Sabes? Con todo esto, dudo aún más de tu historia sobre jugar al vóleibol en la preparatoria. Actúas con tanta naturalidad que me hace cuestionar cuántas mentiras has dicho —Alex se alejó unos pasos, observando a Jason desde la distancia, analizándolo.
—¿Por qué relacionas actuar con mentir? —cuestionó Jason, sintiéndose acusado. En ese momento, parecía más una presa que el cazador que realmente era. Alex demostraba astucia. Eso debía admitirlo. Había actuado de manera sospechosa y por ese motivo se encontraba en una situación de la que desconocía cómo escapar. Algo en Alex le hacía perder la compostura.
—Porque la gente siempre miente, ya sea para protegerse, ocultar algo o conseguir algo de los demás. Actuar es una forma de mentir, pues implica adoptar una personalidad ficticia y fingir ser alguien que no eres. Es como si me pusiera una máscara para ocultar mi verdadera identidad detrás de un personaje —Jason tragó saliva ante esa revelación. Era como si Alex hubiera desnudado su alma, viendo más allá de las barreras que había erigido. Detrás de la máscara. — Aunque pueda parecer una forma de expresión artística, al final del día, siento que actuar es una forma de engañar a los demás y a mí mismo. Prefiero ser auténtico y transparente en lugar de esconderme detrás de una actuación.
—Nadie se esconde, se requiere un gran valor para salir al escenario. Sin importar las burlas, los abucheos y el sabotaje. —Jason había aprendido esto durante los ensayos. Cada uno de los chicos dejaba atrás sus temores al cruzar el telón. —Al final, todos portamos una máscara para ocultar partes de nosotros mismos. ¿Auténtico, dices? No pareces ser la misma persona que me mostró el club aquel día. Así que, ¿cuál es la verdadera máscara? ¿Quién es el auténtico?
Las palabras de Jason parecieron sacar de sus casillas a Alex, como un detonante. Recordándole un asunto personal delicado. Jason optó por no profundizar más, temiendo perder cualquier conexión con él. Alex pareció agradecer el silencio. Aprovecho para dejar las cosas por la paz e irse.
—Tengo que irme, gracias por el pañuelo. Te lo devolveré después...
—Preferiblemente, sin sangre —solicitó.
—Sin sangre —aseguró Jason.
Jason tuvo que retirarse rápidamente hacia su habitación. Llegó rebuscando entre sus cosas el maquillaje. Ni siquiera se molestó en intentar limpiar su ropa o cabello. Sus pisadas habían dejado un desastre al entrar. Él solo quería borrar la señal marcada en su cuerpo de un momento de vulnerabilidad. El constante recordatorio de lo que era su vida.
Vacío en su cama la maleta que no había desempacado, y cuando encontró el tubo del corrector, estaba totalmente vacía. Cubrir la cicatriz todos los días lo había desgastado, y con todas las cosas en su mente, olvidó remplazarlo por uno nuevo.
Buscó tranquilizarse regulando su respiración. Tenía que volver. No quería dejar a los chicos lidiando solos. Él era el culpable de que Nico hubiera saboteado la presentación, y había huido de allí como un cobarde. Dejó las cosas en la cama y fue al baño para mirarse al espejo.
Sus rizos apenas eran notables por la humedad de la sangre. El cabello se le había pegado a la cara y el tono rojizo de su piel le hacía verse como si la cicatriz fuera una herida reciente. Maldijo, agarrándose del lavamanos y mirando al suelo. Subió la vista cuando sintió una presencia y ahí estaba Emmett detrás de él. Rápido intentó cubrirse. Era muy probable que Emmett le hubiera visto a través del espejo. No sabía si ya estaba ahí o si había entrado poco después de que lo hiciera él.
—Tengo algo que puede ayudarte, si es que quieres venir y salir de ahí... —propuso Emmett retirándose de la puerta del baño y caminó hacia su propia cama. Para cuando Jason salió del baño, Emmett sostenía una cosmetiquera en su regazo y palmeó la cama a un lado suyo.
Para su sorpresa, Jason aceptó. Emmett tomó el mismo pañuelo que aún llevaba en las manos para limpiarle el rostro del resto de la sangre y comenzar a aplicar maquillaje en la cicatriz. Emmett no hizo preguntas.
Jason, por fuera, mostraba una gran tranquilidad mientras se dejaba hacer. En su mente, otra historia. Le había visto. ¿Por qué dejo que le viera? ¿Por qué le estaba ayudando?
—Listo, ahora considera comprar maquillaje, aprueba de agua —aconsejo y Jason creyó que estuvo tentado a decir "Sangre" en lugar de agua, pero se retractó.
—Gracias... ¿Supiste?
—Todo el mundo los vio. Vaya, que sabes meterte en problemas — Emmett se levantó para guardar las cosas. Jason nunca le había visto usar maquillaje. Lo que quería decir, que el chico también lo usaba para cubrir cosas como esas. Jason se levantó para mirarse al espejo y ver el buen trabajo que había realizado Emmett.
—N-no... Dirás nada, ¿verdad? —probó levantándose para salir de nuevo.
—Supongo que estamos a mano, yo no diré nada, y tú tampoco lo harás —Jason estuvo conforme con eso y se alejó con un asentimiento listo para irse.
Cuando llegó de nuevo a la explanada, llevaba consigo los recibos de su compra, como evidencia de que no fue el causante.
Todos estaban reunidos ahí. Ninguno se había limpiado aún y Sally seguía discutiendo con el decano como si fuera inmune a las expulsiones.
—Pero nosotros no tuvimos nada que ver. Debería estar buscando al culpable de esto —alegó Sally con las manos en la cintura.
—Yo solo les di una advertencia. No quería más alborotos alrededor de ustedes. Si todo esto saliera de la institución, quedaríamos muy mal con la localidad — el decano también estaba muy molesto. Pareció haber envejecido unos cuantos años más desde que Jason se marchó a los bebederos.
—Pero, señor decano. Ninguno de nuestros miembros haría algo así para poner en mal a la institución, menos al club —intervino Archie.
—Club, su club. No escucho nada más que eso, pero yo no veo nada. Última advertencia. Si no, ponen en regla los papeles del club y realizan verdaderas actividades. Voy a clausurarlo. Ninguno de ustedes podrá volver a reunirse. —El decano posó su mirada en cada uno de los integrantes del club y se fue muy molesto ignorando cuando Jason intentó probar su inocencia.
Pasado de largo el decano, se acercó a los chicos. En sus rostros se veía que estaban dispuestos a disculparse.
—Yo traje los recibos y... lo siento, es por mi culpa, Nico...
—No tienes que decirnos nada, Jason. Te creemos, eres parte de nuestro club y sabemos que no lo dañarías de ninguna forma —lo corta Sally de su disculpa y, aunque quiere volver a decir algo, lo detiene. Era una sensación extraña para alguien que en su pasado tuvo que rogar perdón para no recibir un castigo.
—Tranquilo, viejo. La sangre le dio dramatismo a nuestra obra. — Archie le pasó un brazo por el hombro y lo atrajo. De todas formas, ya estaban cubiertos de sangre.
Los chicos se reunieron, intercambiando chistes sobre la situación y riéndose unos de otros. Veían la tragedia como una especie de triunfo. Las voces se extinguieron al sonido característico de un bastón, golpeando el concreto, acercándose.
El profesor De Laurentes se posicionó a un costado de ellos y los observó, fijando su mirada en Jason. Era la misma expresión de superioridad que siempre llevaba consigo, como si los mirara desde lo alto de su pedestal.
—Se los advertí. Ríndanse ahora que aún es tiempo y dejen de hacer el ridículo. Ustedes creen que los sueños y las ilusiones siempre se cumplen, pero eso es una falacia —pronunció el profesor, como si estuviera impartiendo una lección de vida. Sin embargo, para Jason y el grupo, sus palabras no resonaron de la misma manera.
—Sabemos que los sueños e ilusiones no se cumplen por arte de magia — respondió Jason con firmeza. —Hoy podemos estar hundidos en el barro, pero mañana estaremos en la cima. La elección es sencilla: suban a bordo o quítense del camino. —declaró Jason al señor De Laurentes. El hombre arqueó una ceja que no pudieron descifrar; si era por molestia o algo despertó su interés. El profesor asintió y se dio media vuelta para alejarse.
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