Era cierto que mi tutor era guapo, pero eso no quitaba el hecho de lo tedioso que me parecía tomar clases después de la escuela.
Aunque era bueno escucharlo hablar, pero nada más eso.
—Pon atención —dijo con algo de irritación en su voz. Era bueno saber que era una persona que sentía, hasta ahora estuve pensando que era un robot porque no mostraba expresión alguna ni en sus palabras ni en su rostro y sus movimientos parecían ser todos calculados.
Aparté la vista de mi celular, lo apagué y lo dejé sobre el escritorio. Giré mi cabeza hacia él. Sus ojos azules me miraban con completa indiferencia, pero a pesar de eso se sentía raro, me hacían sentir raro. Sostuve su mirada un par de segundos más intentando no retorcerme por ella. Yo no era alguien que se cohibía ante otras personas.
—Lo siento —dije sin sentirlo realmente—. Es solo que me parece aburrido tomar estas clases.
—No me interesa lo que sientas. Estoy aquí para enseñarte y que aprendas. Así que pon atención —su voz se hizo más grave al decir eso último.
Que mal carácter tenía...
Tomé mi teléfono de nuevo ignorando sus palabras, no iba a obedecer a un tipo como él, y además, aún no terminaba de leer el artículo que encontré al entrar en Google. Eso me parecía más interesante que aprender cosas que no me gustaban. La escuela me parecía aburrida y mi futuro no me importaba. ¿Para qué esforzarme en la vida si no encontraba sentido en esta?
Escuché a mi tutor dar un fuerte resoplido. Era divertido hacer exasperar a las personas, en especial a este hombre.
Continué leyendo como si no hubiera oído nada: "¿Cuánto cuesta la entrada al parque acuático ixtapan en 2023?" Sonaba bien, quizá podría ir con mis amigos. Los precios eran de...
Mi tutor me arrebató el celular.
—Oye, ¡devuélvemelo! —me levanté de mi asiento para tomar mi celular de su mano, pero él me empujó de vuelta y frunció sus cejas viéndose totalmente irritado.
—Te lo daré hasta que la sesión termine. Te dije que pusieras atención y no fue una pregunta. Te lo ordené —él guardó mi celular en la bolsa delantera de su pantalón—. Tu mamá me contó un poco sobre tu carácter, así que no esperes que sea paciente contigo, niño. En estas tres horas yo estoy a cargo de ti, así que tienes que obedecerme —su voz era dura, marcaba la autoridad como si él la tuviera— ¿Entendiste?
Obedecerlo.
Loco controlador.
Quité los ojos de los suyos. Su mirada me hacía sentir jodidamente extraño.
—No soy un niño —negué molesto. Claro que no era un niño, recién cumplía los 20 y haber fornicado con tantos hombres no me hacía niño.
—No fue lo que te pregunté, te dije que si lo habías entendido, así que contesta. Las órdenes las doy yo y tú las cumples, ¿entendiste?
—Tienes un buen rostro y un carácter de mierda...
—¿Entendiste? —volvió a preguntar en un tono más fuerte ignorando mi anterior comentario.
—Sí —contesté a regañadientes.
Si algo odiaba en esta vida, era que me dieran órdenes, pero si había algo que odiaba más que eso, era sentirme intimidado por alguien.
Aunque creo que ya había algo que odiaba más que lo anterior. Y era a mi estúpido y sexy tutor por darme órdenes y hacerme sentir intimidado.
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