Las clases finalmente terminaron . Me despedí de Shadia y fui a buscar a Rodrigo para irnos a esa fiesta. Merecía divertirme. Esta semana fue terriblemente agobiante y cansada con todas esas tutorías. Hoy también tenía que ver mi estúpido tutor, pero que se jodiera. No iba a llegar a sus lecciones.
Rodrigo estaba en la entrada junto con otro chico a su lado. Me acerqué a ellos y no pude evitar poner mi atención en el acompañante de Rodrigo. Ese chico no estaba nada mal, tenía una cara visualmente agradable y una complexión atlética.
—¿Nos vamos? —preguntó Rodrigo cuando me vio.
—Sí —contesté.
—Por cierto, él es Javier. Un amigo mío —dijo Rodrigo mirando a Javier.
—Mucho gusto, soy Alejandro —puse mis ojos sobre los del chico y le extendí la mano para saludarlo. Él la apretó y me sonrió.
Después de presentarnos caminamos al lugar que me despojaría de todo el estrés. No nos tomó demasiado tiempo llegar. En los diez minutos que tardamos pude sentir la mirada intermitente de Javier sobre mí. Sería interesante tener una aventura con ese chico. Una vez estuviera dentro de la casa buscaría una habitación.
Rodrigo tocó la puerta. Le di un vistazo a la casa mientras esperábamos a que alguien abriera. Era sin duda la casa de un riquillo. Lo podía intuir no solo por el tamaño de esta, si no también por el buen aspecto que mostraba. En fin, de quien fuera la casa no me importaba. Mi único motivo de estar aquí era la diversión.
Unos momentos después, un chico de piel morena nos recibió. Entramos a la casa. Rodrigo se despidió de nosotros y se fue junto con el chico que nos había abierto la puerta.
Miré a mi alrededor. Era un ambiente tranquilo, entre comillas. Solamente había alcohol y adolescentes calientes por todos los sillones. Nada anormal en una fiesta como esta.
Javier me tomó de la muñeca.
—Y bueno... —habló Javier mirando mi rostro—, ¿quieres buscar un cuarto?
Eso había sido muy directo, pero era lo que había estado pensando desde que lo vi. Era mejor ir al grano y sin rodeos.
—Sí —volteé a mirarlo y le sonreí. Él me devolvió la sonrisa.
Subimos las escaleras en busca de una habitación. Algunas estaban ocupadas por personas con nuestras mismas intenciones, pero como era una gran casa, logramos encontrar un cuarto vacío.
En cuanto estuvimos dentro, Javier me empujó contra la puerta y me besó. Metí mi lengua en su boca y él jugó con la mía. Sus manos se deslizaron dentro de mi playera. Yo fui directo a su pantalón. Bajé su cremallera y metí mi mano para acariciar su miembro. Él estaba duro, demasiado rápido a mi parecer.
Javier rompió el beso, me miró de forma seria y puso una mano sobre mi garganta.
—Ponte sobre la cama en cuatro —dijo en forma de orden.
Le fruncí el ceño y me aparté por completo de él. Esto no me gustaba. Odiaba las órdenes. ¿Quién se creía él para darme una?
—Me voy —acomodé mi ropa y le di la espalda. Sujeté la manija de la puerta para marcharme, pero antes de poder abrirla, Javier jaló mi cabello obligándome a voltear.
—No estoy jugando —su voz denotaba enojo. Antes de poder reaccionar, él me besó a la fuerza y apretó mi cuello como si quisiera asfixiarme.
Esto era una mierda…
Comments (0)
See all