—Es… muy cálido…
La emoción de ver a su padre defendiéndolo, la sensación de ver a su madre por primera vez… a pesar de la tensa situación que revivía, Peck podía sentir lo que deseó experimentar toda una vida:
El amor de un padre y de una madre.
Desde un rincón de ese pequeño salón, el joven contempló los hechos: a los hombres con armadura, encabezados por esos ancianos, exigiendo a su padre que entregaran al niño que él era entonces.
Su padre, Gus, defendió valientemente el derecho a vivir de su hijo. Aunque carecía de fuerza para pelear con esos hombres, era obstinado por amor. Un amor paternal y puro que conmovía cada fibra del cuerpo del chico que revivía su pasado.
Cuando la situación empeoró, la madre de Peck, de nombre Lune, apareció.
Su sola presencia despertó la calidez en el corazón del muchacho. Desde el primer momento lo supo: la mujer que había aparecido, estaba ahí para protegerlo. Absolutamente cada parte de él se lo hacía entender, porque al verla olvidó todos los males y peligros, sintiendo que si ella estaba presente entonces no existía ningún peligro al cual temer.
El tipo de sentimiento que un hijo sentiría al ser testigo del inmenso amor de una madre.
Sin notarlo, Peck dio un paso al frente para acercarse a Lune y estar a su lado para no separarse.
Estar con ella le hizo realmente olvidar en qué situación se encontraba, una pelea de vida o muerte en donde su enemigo podría aparecer en cualquier momento.
Para ser vencido, la voluntad de Peck debía ser destruida, pero su inmenso deseo de ver a sus padres y saber la verdad logró mantenerlo vivo. Tan intenso era su anhelo, que también fue la razón de que Leben no apareciera aún para interrumpir tan conmovedora escena…
—¿Qué es esto?
Pero la amargada voz de uno de los ancianos, el que respondía al nombre de ‘Segundo’ se interpuso en la fantasía de Peck despojándolo de la alegría.
—¿Por qué está interviniendo en nuestra conversación?
—¿Conversación? Acababas de ordenar que me mataran, ¿no? —respondió Gus.
—Ah, ya estoy cansado de estas tonterías.
La paciencia ‘Segundo’ llegó a cero en ese momento. Con ira y desprecio juzgó a ese padre obstinado.
—Si la mujer que acaba de entrar no es una ofrenda para satisfacer mis necesidades, entonces no es necesaria su presencia. ¿Por qué no solo tienes más hijos? ¡Para eso tienes esposa!
El hombre que estaba siendo juzgado cambió su mirada en ese momento. Algo quedó claro: tenía tolerancia si los insultos eran dirigidos a su persona, pero no tenía paciencia si involucraban a quien quería. Justo allí, el mismo que pedía la ejecución del primogénito de Gus, había tratado a la esposa de quien desprecia como a un objeto.
—Nos casamos y buscamos una mujer para esparcir nuestra descendencia, pero, ¿sabes por qué nosotros en particular podemos tener varias mujeres? Porque así aseguramos nueva generación que esté a la altura. ¿Qué importa si es contra su voluntad? ¡Son recompensadas recibiendo la semilla de la sabiduría directamente!
La mano de Gus, que se esforzó en mantenerse relajada, formó un puño en manifestación de su deseo por silenciar a esa persona.
En su euforia, el que era conocido como ‘Segundo’ vio hacia los lados y a los presentes, extendiendo sus brazos como si ofreciera la salvación; regocijándose en su ego.
—¡Y si tu cuerpo endeble no puede darle otro hijo a tu mujer, yo mismo la compensaré! Ah, sí. ¡Puedo verlo! ¡Su cuerpo es un deleite! ¡Pero tiene a un hombre indigno de su magnificencia! ¿Qué tal ese trato? Entrega a tu actual hijo, y yo le daré a tu esposa uno mejor que puedas cuidar.
—¡Basta! ¡Estás excediendo los límites! Olvida las jerarquías y ten decencia humana, compañero.
Fue el que tenía de nombre ‘Primero’ quien intervino, apoyando su mano en el hombro de su colega.
—¡¿Y qué más da?!
El rostro de Segundo estaba rojo, su respiración cada vez más agitada y su transpiración humedeció incluso su armadura mientras que con un brusco movimiento se deshizo del agarre de Primero.
—¡Una rata está dudando de la palabra de nuestro dios! ¡De su Santidad el Oráculo! ¡Nos pone en duda a nosotros que representamos su palabra! ¡Cuestionarnos es cuestionar a nuestro soberano! ¡Faltarnos el respeto es ir contra los designios de quien llamamos un ‘dios’! ¡¿No es motivo suficiente para dejar que mi ira acabe con estos insensatos?!
Durante su momento de euforia, una mano delicadamente se posó en su hombro. El sonido de la piel en contacto con el metal lo delató.
Gus chasqueó la lengua, una señal que mezclaba irritación y alivio por lo que iba a pasar.
—Oye, viejo. No te pondré una mano encima, pero habrás deseado morir de un infarto mientras te dabas el lujo de hablar sin parar.
El rostro de Gus cambió. Un cambio antinatural. La expresión enfurecida de antes cambió por un irreconocible semblante de alivio, tal como si hubieran cambiado de persona.
—¡Tú ya deja de hablar!
Otra vez, Segundo sacudió su hombro con fuerza para librarse del agarre. Dio media vuelta para confrontar al hombre irrespetuoso, pero él no estaba ahí:
A quien Segundo vio fue a una mujer mucho más alta que él. Vio a Lune, la madre de Peck.
—¡Largo!
Como si hubiera visto a un ser insignificante, Segundo intentó abofetearla para apartarla.
En ese momento sucedió un evento incomprensible, la mano del hombre viejo pasó a través de ella como si fuera un fantasma.
Pero cuando el anciano vio la mano que usó…
—Ah… ah…
El miedo lo invadió.
Sus dedos estaban completamente quebrados y su mano fue torcida completamente hacia atrás. Sin que sus ojos pudieran verlo, esa mujer le rompió esos huesos.
—Un ruido más, y seguiré con la otra mano. Estoy tratando de que mi hijo duerma.
Lune respondió. Una voz tan delicada que no coincidía con la gravedad de sus acciones.
Ahora ella se cruzó de brazos y juzgó al hombre anciano con armadura.
Ante la sorpresa, el hombre trató de exclamar algo:
—¡¿Qué---?!
Pero fue interrumpido por una peculiar sensación en su otra mano. Al igual que antes, todos sus dedos fueron rotos y la muñeca estaba tan doblada que el solo verla era doloroso.
—Acabo de advertírselo: no haga ruido.
En una situación como esta, lo normal para una persona sería liberar un desgarrador grito de dolor. Pero ni siquiera la mente de ‘Segundo’ podía procesar los acontecimientos, lo único que comprendió era que una palabra equivocada terminaría en una tragedia; el miedo nacido de ese pensamiento era mayor que la necesidad de gritar adolorido.
Lo más desconcertante de todo era el rostro de Lune.
Era hermosa, tan hermosa que fácilmente podrían compararla a una diosa. De hecho, el gran despliegue de habilidad que mostró al fracturar los huesos de ‘Segundo’ con movimientos imperceptibles repercutió en el corazón de los guardias que debían proteger al viejo.
A pesar de todo, eran guerreros, tenían códigos; un respeto por la lucha y, al contemplar esas acciones, no pudieron evitar sentir la necesidad de inclinar la cabeza ante esa mujer. Pues los años de experiencia de estos caballeros les advirtieron lo evidente:
La mujer frente a ellos estaba en un territorio que ellos solo podrían soñar con alcanzar. El orgullo de guerrero que cada uno poseía, respondió.
—¡¿Qué demonios hacen?! ¡Ataquen!
Fue ‘Tercero’, el último de los ancianos, quien dio la orden.
Pero…
Los hombres dudaron.
—Esta casa es para personas pacíficas. Dejen esas armas.
Sintieron la necedad de obedecer a Lune, más que al anciano.
—¡¿Qué esperan?! ¡Vayan, vayan, vayan! ¡¿Olvidan que con un chasquido puedo desaparecer a sus familias?!
Finalmente, eso motivó a los guardias a que todos atacaran a la vez a esa mujer.
***
Cinco minutos pasaron.
Desde afuera, y desde las casas cercanas, un gran alboroto pudo escucharse… ¡No! Eso es una mentira. Pero todos esperaban oír algo, pues era sabido que la familia Damné, a la cual pertenecía Peck, sería ejecutada.
Sin embargo, ni un solo sonido que aluda a tal evento fue emitido. ¿Por qué?
La respuesta era simple…
Había una madre que no quería que despertaran a su hijo.
El silencio fue interrumpido porque un hombre en armadura salió volando por la ventana rompiendo el cristal y llegando a salir incluso del jardín.
Al interior de la casa, los otros cinco caballeros en armadura estaban esparcidos por el suelo: había restos de armadura por doquier, armas destrozadas y las paredes también sufrieron daños.
—¡Lo siento mucho, rompí la ventana!
Una Lune bastante preocupada se tomó el tiempo de disculparse con Gus, quien había instalado dicha ventana apenas ese día.
—No pasa nada. Solo es una ventana, pero…
Miró hacia el techo. El cuerpo de un hombre había medio atravesado la estructura, luego cayó para dejar un gran agujero en el sitio.
—Eso será algo más complicado de reparar.
Por alguna razón, le gustaba mucho ver el techo… ahora fue dañado.
—Perdón…
—¡Al menos podemos ver las estrellas ahora!
Pese a todo, Gus quiso ser positivo.
Por la retaguardia, en un intento de ataque a traición, el anciano de nombre ‘Tercero’ había desenfundado una daga con intenciones de clavarla en el cuello de quien acabó con todos los caballeros.
El destino de este anciano, fue que antes de acercarse un paso más, su brazo giró completamente hasta quebrarse. Antes de que pudiera gritar, sintió un impacto que rompió su nariz. Un golpe con tal fuerza que hizo lagrimear sus ojos y lo envió a estrellarse con la pared. ¿Fue un puño o una patada? Él nunca lo sabrá, solo será consciente del dolor.
—Pero de todas maneras planeábamos mudarnos, ¿verdad?
—Sí, no hay problema.
Una sonrisa para aliviar la preocupación de Lune fue suficiente.
Mientras tanto…
Una de las primeras víctimas intentó huir arrastrándose, al igual que una lombriz por el suelo. Intentando no ser visto, ‘Segundo’ trató de ir a la puerta. Debido al dolor, estaba a punto de perder la consciencia…
Sus ojos se cerraron un instante, pero al abrirlos los pies de Lune estaban frente a él.
Ella puso la punta de su pie debajo del mentón del hombre viejo y lo forzó a levantar la mirada, a hacer contacto visual.
—Si no mal escuché, habló de ejecutar a mi hijo. ¿Es verdad?
Las inocentes expresiones de Lune abandonaron su rostro al momento en que se dirigió a quien amenazó al pequeño Peck.
Hace unos segundos podría decirse que se veía adorable preocupándose de los daños a su hogar, pero ya no. Ante un hombre tan despreciable, ella solo demostró un rechazo profundo y una mirada tan afilada que inmovilizaba por completo a ‘Segundo’. ¿Qué palabras podía decir para evitar ser lastimado otra vez?
Estando a merced de Lune, su cuerpo reaccionó pidiendo misericordia por él a través de lágrimas que caían de sus ojos.
El viejo prepotente y osado de hace unos minutos desapareció, para dar paso a un mudo vejestorio.
—Si no puede responderme, solo escuche: si habla así de mí, de mi hijo, o de mi esposo, usted va a… ¿eh?
Le tomó tiempo darse cuenta, pero durante su amenaza, hizo sentir tan atemorizado al hombre que este perdió el conocimiento quedando inconsciente.
No se tomó más molestas, dejó caer el mentón del hombre al suelo y luego caminó sobre su cuerpo para ir hasta donde Gus estaba.
—La verdad yo tampoco pude ver qué hiciste, pero sé que las usaste.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, su esposo la tomó de las manos para examinarlas.
—Ni un rasguño. Me preocupé por lo duras que lucían esas armaduras…
—¡No te preocupes! ¡Eran muy blandas!
Con mucha energía, y con un ánimo completamente cambiado, Lune respondió dulcemente.
—Me alegro por eso.
Aun así, Gus decidió besar esas manos aprovechando la oportunidad. Un gesto que avergonzó a la valiente mujer al punto de que se ruborizó, pero antes de que eso terminara en algo ameno el rostro de Gus cambió por completo la atmósfera.
—Debemos irnos pronto.
Severamente, Gus decidió que era tiempo de partir.
A partir de tal día, su vida como perseguidos comenzaría.
Los dos, sin embargo, olvidaban algo…
—Yo… yo… sigo aquí…
En todo ese tiempo, el último anciano, el que era llamado ‘Primero’ se quedó a un costado del salón completamente ileso. Lune jamás lo atacó.
—Pues vete—respondió Gus.
—Vamos, él no es tan malo—comentó Lune—. No le hice nada porque sentí pena. Sé que no quiere hacer nada de esto.
Habló a favor de ese viejo.
—Ah, sí… bueno, aun así, debería irse.
Se dignó a mirarlo al decirlo, esta vez más amable.
—Gus, yo…
—Tranquilo.
El único anciano que parecía ser decente quiso hablar, pero Gus lo detuvo.
—Sé que quería preguntar qué usó Lune. Popularmente es conocida como Magia Física…
—¡No! Eso lo sé… sé que ella lo propuse en una tesis como Magia de Fisiología… una rama destinada no solo a fortalecer músculo para la batalla, sino para tratamientos de rehabilitación y una mejora en la salud… fue rechazada por…
—No lo diga. Sabemos que les gusta juzgar aquí.
—Gus, esa magia me parece sensacional. ¡Ella es un genio! Lo que hizo solo podría hacerlo un Augen… sé que hizo un libro, soy consciente de que lo enviaron al extranjero ilegalmente. ¡No intervine porque pensé que su contenido era valioso! ¡Ese libro debía llegar al mundo!
Un libro… que habla de esa magia…
Peck escuchó todo y comprendió algo importante.
—¡Ese libro! ¡El libro en la biblioteca de Sen! ¡Entonces fue mi mamá quien lo escribió!
Antes de que pudiera hablar, notó que el aire alrededor de ‘Primero’ cambió.
—¿Usted…?
Lágrimas caían de los ojos de Primero.
—Perdón… perdón por lo que les he pedido hoy. Si no lo hacía, enviarían a los Augen… enviar a esos monstruos… para lidiar con un bebé… no tiene sentido, es tan cruel…
—Oye, oye, viejo… respira un poco…
Incluso Gus sintió preocupación al ver como de la nada empezó a perder la compostura.
El cuerpo de Primero temblaba del pavor y empalideció del miedo.
—He cometido el pecado más grande de Cerveau: dudé de la voluntad de Oráculo. Mi destino es la muerte. No estaba de acuerdo, solo era un niño, pero yo escogí ser la palabra de este dios que todos veneramos en nuestro país, este puesto me costó mi alma. No había gran recompensa. No había nada. Renuncié a todo por nada.
—¡Viejo, baja esa cosa!
La mano del anciano se deslizó hasta su bolsillo, también contaba con una daga, pero él la apuntaba hacia sí mismo.
—Gus… los Augen… Oráculo… son monstruos… nos matarán, nos matarán sin piedad… yo soy un anciano que perjudicó a muchos… hasta a los jóvenes… estoy asustado y lleno de arrepentimientos... pero ustedes son buenas personas. ¡Perdónenme por lo que hoy les pedí! ¡Ahora les ruego que sobrevivan! ¡La voluntad de Oráculo no puede seguir siendo cumplida! ¡Gus...!
Un silbido viajó a través del viento; y antes de terminar, cortó el cuello de 'Primero'.
Ese hombre fue ejecutado por su dios.
Arrepentimiento y miedo: todo quedó inmortalizado en su mirada. Ante eso, solo Gus mantuvo la mente fría para saber que debían huir.
—Lune, ya es hora.
Sin tiempo para descansar...
Aquel día, comenzó la caza de los padres condenados por el amor a su hijo.
Comments (2)
See all