𝘔𝘢𝘳𝘪𝘢𝘯𝘯

Nathaniel se lleva las manos a la cabeza, avergonzado.

—¡Me encantan tus videos, los veo todos! —Aguanto una carcajada. ¿Nathaniel haciendo video de YouTube? No me lo puedo creer—. Los que más me gustan son en los que cuentas storytimes, ¡buah, me encantan! Hablando de eso, ¿cuándo vas a publicar otro video?

No sé qué es lo que me sorprende más, el hecho de que Nathaniel haga videos de YouTube, el que Karmen los vea o que Karmen no se haya enterado de que está en la casa de Nathaniel, o de que, en general, van al mismo instituto.

Le pego un trago a la bebida. Mmm, realmente no sabría decirte el qué es, ni qué sabe. Solo sé que no es muy fuerte, y menos mal. 

—¡Nathaniel, por favor, necesito que me actualices con el problema que tenías con tu…! —Nathaniel le tapa la boca a Karmen mientras niega con la cabeza.

—Te lo digo, pero cállate. —Karmen asiente y se van hacia otro lado. Guau, ¿qué ha sido eso? ¿Qué será lo que Nathaniel no quiere que sepamos? Y, ¿si no quiere que lo sepamos, por qué lo sube a YouTube? Este chico muy listo no es, eh.

Suspiro antes de volver a darle un trago a mi bebida.

—Hola corazón de melón —escucho. Me giro hacia mis amigos para ver quién ha dicho eso. Ah, Roxy. 

—Hola —le responde Ricky con una sonrisa. Greg se les queda mirando.

Vale, momento de ir a buscar a Edward. Hay que aprovechar que ahora están distraídos, sobre todo Ricky. ¿Por qué Ricky no quiere que vea a Edward? A saber. Me giro para empezar a caminar hacia el salón.

—¡Eh, eh, ¿qué haces?! —Mierda, me han pillado. Me giro lentamente, pero… Nadie me está mirando. ¿Qué?—. ¿Qué te he dicho antes, Abril? 

—Eeeh, esto no es droga —le responde Abril a Roxy. Enarco una ceja, confundida—. Esto es limonada recién exprimida —dice asintiendo con la cabeza, convencida de sus palabras. Roxy se queda mirándola fijamente frunciendo el ceño. Le quita el vaso de las manos y lo huele.

—Está bien, es limonada recién exprimida. —Afirma Roxy, devolviéndole el vaso. Ahora sí debería de irme. Ahora sí nadie me mira. Vuelvo a girarme y empiezo a caminar.

—¡Ehh! —Joder. Vuelvo para atrás, volviendo a girarme y mirando hacia mis amigos. Pero, de nuevo, no me hablaban a mi. A la próxima sigo para delante y ya. Si es que, vamos, no vale la pena.

—Hola Isaac —dice Greg con una sonrisa. Vaya, y pensar que ellos van a romper… Dios, no me lo puedo creer… Suspiro cansada y, ahora sí, todos me miran.

—Hola —saludo con una sonrisa avergonzada. Todos me sonríen. Uff, menos mal. Vuelven a lo suyo, vamos, que me ignoran, y mejor también te digo. Miro para otra parte, olvidándome de ir en busca de Edward. Hostia, ¿ese no es…? El chico de la cafetería, el que estaba ligando con Luca… Pero, ahora está ligando con otro tío. Un random, la verdad no sé quién es. El chico se da cuenta de que alguien está aquí, o algo, y viene corriendo. Enarco una ceja.

—Hola Isaac, ¿qué tal todo? —dice el chico. Isaac rueda los ojos.

—Emilio, te dije que me dejarás en paz. —Ajam, así que se llama Emilio… Bueno saberlo—. Desde que viniste a las dos de la mañana a cantarme esa canción no quiero saber nada de tí, y lo sabes —dice Isaac, ya harto del tal Emilio. ¿Canción, cómo que canción? Guau, eso es caer muy bajo… Quiero decir, bueno, vosotros me entendéis. Miro como Roxy contiene una carcajada. Isaac le da un leve codazo, el cual Roxy le devuelve.

—Isaac, yo…

—No Emilio, no me cuentes tu vida… —se queda pensando unos segundos—. Mira, Emilio, podemos ser amigos si dejas ya de intentar volver conmigo y todas esas mierdas… —Emilio asiente, triste—. Y… ¿De qué se supone que vas disfrazado? —Emilio se mira la ropa.

—De nada. Oye Isaac, —le responde Emilio, Isaac rueda los ojos— que yo esto no lo veo muy…

—¡Que no Emilio, déjame ya en paz, joder!

—¡Pero Isaac, yo te sigo queriendo, y mucho!

—¡Vete ya de aquí Emilio! —le echa Isaac. Emilio empieza a darse la vuelta y caminar para irse—. Una cosa más —Emilio se da la vuelta, con algo de esperanza en su mirada— , ¡no eres divertido, PONTE UN PUTO DISFRAZ, JODER! —Emilio se va, con cara de tristeza. Pero que exagerado, por Dios bendito. No le ha dicho nada para que se pusiese así de triste—. De verdad, ya estoy harto de él… —se queja. Debo huir, es el mejor momento para hacerlo.

Entonces, AHORA SÍ, aprovecho que no me miran para irme. Me giro y empiezo a caminar rápido hacia el salón. Llego a este bastante rápido, gracias a Dios. Y me pongo a buscar a Edward. Una vez veo donde está… Bueno, digamos que no me lo esperaba, supongo.

Aunque, ¿debería de haberlo esperado?

𝘑𝘢𝘤𝘬

—¿Sabes una cosita, Jack? —niego con la cabeza. No sé qué tenía esa maldita bebida, pero era demasiado alcohol. Suficiente para que con tan solo un vaso haya quedado tan perjudicado—. Oh, emmm —se queda pensando unos segundos—, se me ha olvidado, da igual. —Empieza a reírse. Dios, ¿cómo puede estar tan mal?—. ¡Anda, ahí está Víctor, voy a saludarle! —Asiento con la cabeza y él se va a saludarle.

Camino un poco hacia una mesa que hay con varias bebidas. Mmm no debería tomar nada muy… Bueno, nada que tenga mucho alcohol, supongo. Cojo una bebida que no parece tener mucho alcohol y la mezclo con zumo de melocotón.

Vuelvo a girarme pero en ese momento veo como Edward y Víctor se están abrazando… ¿O se están besando? Vaya… Creo que… Cojo mi vaso con rabia. He entendido mal las cosas, supongo.

Vaya, sabía que era gilipollas, pero no tanto. En fin… Cosas que pasan… Supongo… Suspiro y decido apartarme de la multitud, yo ahí no pinto nada.

Me siento en una esquina apartada de la gente, con mi vaso aún en la mano y apachurrado. Dios dame paciencia, porque como me des fuerza…

«La violencia no es la solución, Jack», me digo a mi mismo en un intento de calmarme. Pero… ¿Qué cojones digo? Yo no soy violento, y sé que jamás pegaría a alguien… Bueno, no por esa estupidez tan grande.

Debí haber supuesto que Edward solo estaba siendo amable conmigo, probablemente me tendría pena y por eso habló conmigo en un principio. Claro… Debe ser eso…

—Hola —levanto la mirada para ver quién ha dicho eso.

—¿Mariann? —Asiente con la cabeza—. O sea… Obvio que eres tu, me refiero a que… —Mariann se ríe.

—¿Qué haces aquí solo? —me pregunta. ¿Debería de decir la verdad o debería de fingir demencia? 

—Oh, bueno, ya sabes… —río un poco. Mariann me mira con cara de «más mentiroso no puedes ser, ¿no?». Suspiro—. Estaba hablando con Edward pero… Creo que está un poco ocupado, ¿sabes? —Mariann asiente con la cabeza, dándome la razón.

—Ya… Eso… —rueda los ojos—. ¿Puedo sentarme contigo un rato? —Asiento con la cabeza. Nunca me hubiera esperado que Mariann quisiera pasar tiempo conmigo, pensaba que me odiaba, la verdad. Mariann se sienta a mi lado y nos quedamos callados viendo a la multitud.

—Oye —la llamo, ella se gira y me mira—, ¿tú qué haces sola? —se queda unos segundos mirándome fijamente, como si estuviera pensando mucho su respuesta.

—Bueno, entre otras cosas, replantearme la vida, sinceramente —dice y sonríe. Asiento con la cabeza, conteniendo una carcajada. Volvemos a mirar a la gente.

Anda, pero si esa es Roxy… De repente alguien se choca con ella, haciendo que su bebida —una Monster— se caiga al suelo y quede toda desparramada por este. La cara de Roxy cambia de tener una sonrisa de oreja a oreja a un ceño fruncido y, normal, le han tirado la bebida.

—Pero ¿qué haces gilipollas? —de repente saca algo de su bolso. ¿Eso es una…?—. ¿Y tú qué coño haces aquí, lombriz? —le pregunta, amenazándole con, lo que creo que es, una navaja.

—¿Eso es una navaja? —pregunta Mariann en un susurro, sorprendida. Asiento con la cabeza varias veces.

—Yo te mato, te lo juro, puta lombriz, solo sabes joder. —Amenaza, poniéndole la navaja en el cuello.

—¡Eh, eh, deja el arma! —Dice el tal «lombriz», asustado. Normal que esté asustado, en esa situación cualquiera lo estaría. Una navaja bien afilada a escasos centímetros de tu cuello y, con ella, te está amenazando una pequeña pelirroja que parece que tiene problemas de ira. 

Guau, me alegro tanto de no ser él ahora mismo.

—Mi puta Monster imbécil, mi putísima Monster, joder —dice la pelirroja sin bajar la navaja—. Mira por donde vas, porque como me vuelva a cruzar contigo de rajo el cuello. —Le quita la navaja y la guarda, yéndose de ahí aún con el ceño fruncido. El chico se toca el cuello, como si no se creyese que no le ha rajado el cuello y respirando tranquilo.

—Jack, ¿estás bien? —me pregunta Mariann. Me giro para verla.

—¿Qué? —suelto. ¿A qué se refiere con que si «estoy bien»? Y ¿a ella qué le importa si lo estoy o no?

—Que si estás bien —suelta con clara obviedad. Me quedo mirándola fijamente.

—Sí, si a mi no me han amenazado con cortarme el cuello, ¿por qué no lo…? —Mariann niega con la cabeza.

—No, no me refiero a eso… Me refiero a… —mira hacia otra parte—. Ya sabes… —vuelve a mirarme—, a Edward. —Traga saliva, nerviosa, o quizás angustiada. Me quedo unos segundos pensando. ¿Realmente me está preguntando eso? Quiero decir… Si me pregunta eso es… ¿por algo? ¿Algo que tenga que ver con él?

—Bueno…

—Sin mentir, Jack, sin mentir —susurra. Trago saliva fuerte. Estas cosas me ponen muy nervioso. No suelo hablar de mis sentimientos, en general, con nadie. Y mira que empezar a hacerlo con Mariann no era una de las cosas que tenía pensado hacer. Pero bueno, más vale esto que nada, ¿no?

—Quiero decir —paro unos segundos, buscando las palabras para decirlo—, creí que yo le gustaba pero… Bueno, según lo visto no es así… —bajo la cabeza. Ya no sé ni qué hacer. ¿Lloro, no lloro, sonrío, bebo, me voy, me quedo?

—Oh, vaya… Yo… Yo también creí que le gustabas… —levanto la cabeza.

—¿Qué? —pregunto, realmente confundido. ¿Cómo que «ella también creía que le gustaba»? Entonces… ¿Entonces por qué…?

—Ya sabes, pasaba tiempo contigo, te invitaba a los sitios… —suspira—. Te defendía si yo decía algo malo de ti… —levanta los hombros—. No sé, a veces no entiendo a Edward. —Niega varias veces con la cabeza. Me mira—. ¿Quieres que hable con él? —Enarco una ceja.

—¿Y qué le vas a decir? Oye Edward, que le gustas al gilipollas de Jack, sal con él, que es un tonto pero es majo. —Ambos reímos.

—No eso pero podría hablar con él de que… —se queda unos segundos pensando—. Bueno, de que pues tu le gustabas o eso creíamos todos y eso… ¿no? —levanto los hombros—. ¡Dios, ¿por qué es tan difícil esto?! ¡Sería más fácil si todo fuese, oye me gustas, anda tu a mi también, FIN! ¡Aaaaagh! —Empiezo a carcajearme. Y razón no le falta, todo sería más fácil si fuese así, pero, bueno, no sé. Lamentablemente no es así de fácil. Mariann me mira con una sonrisa de oreja a oreja—. Sabes, realmente me caes bien —enarco ambas cejas—, quiero decir, obviamente tendría que hablar más contigo, pero eres bastante mejor persona de lo que creía. —Sonríe al terminar de decirlo. 

—¿Estás intentando que llore Mariann? —ambos reímos. Mariann niega varias veces con la cabeza.

—De hecho…

—¡Jaaaaack, estás aquíiii! —Ambos, Mariann y yo, miramos hacia arriba para ver quién ha dicho eso—. Anda Mariann tú también estás aquí, ¡que bien! —Mariann mira a Edward con cara rara. La entiendo, normal mirarle raro con ese comportamiento más raro. Me levanto del suelo.

—¿Qué te parece si te llevo a casa, eh? —le digo a Edward—. Creo que ya has tenido suficiente fiesta por hoy, ¿no crees?

—Sí, buena idea —dice Mariann, apoyándome. Ella también se levanta del suelo.

—Jo, bro, yo no quiero irmeeeeee —se lamenta. Apoyándose en Mariann.

—Edward es mejor que vayas a casa, estás un poco… Ejem, perjudicado. 

—¿Qué dices? Yo estoy super bieeen, mira. —Se separa de Mariann, intentando dar una vuelta. La cual le sale mal porque casi termina comiéndose el suelo. Pero como bien he dicho, casi. Antes de que él se caiga le agarro de las caderas.

—Momento de irnos, ya, ahora. —Digo y le agarro del brazo para arrastrarlo fuera de la casa. Camino por el salón y por el pasillo hasta llegar a la puerta y, por fin, salir de la casa.

—¿Edward, estás bien? —dice alguien, justo al lado de la puerta. Me giro para ver quien es.

—Sí, perfecto —afirma Edward, asintiendo con la cabeza un par de veces—. ¿Y tú qué haces aquí Sky?