—¿Tampoco conociste a tu mamá y papá?
—No, pero de cierta forma, mi maestro es mi papá. Así lo veo yo, porque es la persona que me cuidó hasta crecer.
Apoyando la espalda en el gran árbol del jardín de Sen, con ella y Peck sentados en el césped, descasaban tras otro día de entrenamiento. Como de costumbre, él terminó muy agitado mientras que su amiga lucía perfectamente bien.
Ella a menudo hacía aparecer un vaso con agua de la nada y se lo daba a su aprendiz. Ese día le reveló que preparó varios vasos con agua en una sala y les dejaba una marca de maná para transportarlos rápidamente a donde necesite con solo pensarlo.
El chico no entendía porqué lo hacía así, técnicamente podía crear el vaso y agua de la nada. Sin embargo, resultó que eso era parte de un entrenamiento que consistía en probar distintas formas de usar Punto de Control.
Mientras bebía el agua pensaba en cómo sabría si fuera creada de cero por ella. Una vez terminó, la conversación continuó.
—Por más que quiero, no puedo recordar nada. Quizá no tengo ningún recuerdo suyo en realidad.
—Yo tampoco
El joven estaba mortificado por eso, pero su acompañante no. La tranquilidad que mantenía Sen indicaba que estaba en paz con no saber nada de sus padres.
—¿No los extrañas?
Para Peck era incomprensible esa tranquilidad. Estaba intrigado y un poco ansioso por la razón detrás de eso.
—¿Cómo puedo decirlo? Quizás un poco de curiosidad, pero a diferencia de ti yo ya procesé todo lo que necesitaba sobre mis orígenes y, como te dije, mi figura paterna fue mi maestro. Han de haber más misterios alrededor de mi mamá o mi papá, pero no tengo forma de saberlo y no es una duda existencial para mí.
Cada palabra dicha lo fue hecho con cuidado, con lo sensible que es él no sabe cuándo podría decir algo inapropiado sobre el tema.
—Ya veo, entonces ya pasaste por esto…—su mirada se dirigió al cielo—. ¿Crees que haya una forma de encontrarlos?
—En un mundo mágico todo es posible. No sabes nada de su paradero, ¿verdad? Así que hallarlos es posible.
Sus respuestas como siempre eran cálidas, habitualmente acompañadas de una suave sonrisa optimista para tranquilizarlo. Pero a pesar de esto, la idea de conocer la verdad era igualmente atemorizante.
Miles de pensamientos invadían su cabeza, algunos positivos y otros negativos; las malas ideas solían dominar. En la actualidad, Peck podía entender que eso era por su naturaleza como usuario de Hell’s Gate.
—¿Y si no me quieren en verdad?
Su mirada regresó a ver a su amiga, esperando una respuesta alentadora o que lo consuele.
—¿Qué clase de padres no querrían a sus hijos?
La respuesta fue severa, pero acertada. Peck tragó saliva de golpe por eso.
—¿O sea que es imposible que no me hayan querido?
Esta vez sí dudó qué responderle.
—La verdad no sé mucho del mundo y de las personas, Peck. Normalmente estoy aislada y distanciada, eres la primera persona a excepción de mi maestro con la que puedo convivir sinceramente y disfrutarlo. No sé qué tipo de ser humano hallaremos fuera de Batoru, pero tengo la corazonada de que tus padres te amaron.
—Me he preguntado…
Por un momento, Peck parecía dudar de si hablar.
—¿Sí?
—¿Puedes querer a alguien que nunca has visto? ¿Con quien nunca hablaste una sola vez? Me pregunto… si me dijeran que están… eh, muertos… ¿qué sentiría? Desde que estoy contigo, ya no estoy solo. Me preocupaba mi soledad. Tal vez me abandonaron porque no podían cuidarme o no querían. Así que si eso pasara…. ¿cómo me sentiría? De todas maneras, quizá nunca los encuentre…
Responder a esos sentimientos tan complicados fue un desafío para Sen, trató de comprender y animarlo.
—Pues… si quisieras buscarlos, yo te ayudaría a encontrarlos. Tus padres han de estar por ahí. ¡Quizá sea un encuentro muy conmovedor!
—¿En serio?
—¡Sí! ¡Una familia reunida se oye como una historia muy alegre!
***
Esa conversación fue revivida en la mente de Peck durante el presente.
La reunión terminó siendo muy angustiante.
Arrodillado sobre la tierra, con una mano en la espalda de su papá y la otra acariciando la mejilla de su mamá, Peck contempló un panorama desesperanzador.
Los cuerpos estaban llenos de heridas, evidentemente pasaron por una batalla.
Frente a ellos había una nube que dentro de sí contenía a un bebé. El bebé era él mismo hace unos años y la nube era Leben manifestándose por primera vez.
Súbitamente todo comenzó a desaparecer lentamente:
La tierra, el cielo, hasta los cuerpos.
Prontamente no quedó más que un infinito espacio oscuro en el que los dos contendientes, creador y creación, podían verse a pesar de la ausencia de luz. Podían verse claramente y con mucho detalle.
Sin embargo, era un escenario engañoso. Al estar arrodillado Peck parecía indefenso, pero los instintos salvajes de Leben le advertían que no debía acercarse. El peligro rodeaba a su creador.
—¿Lo hiciste tú?
Mismo creador que tomó la iniciativa en donde por primera vez parecía una figura de autoridad. Su voz cambió, su tono, su carácter…
—¿Por eso no querías que me enterara?
Su voz tenía un tono indistinguible. ¿Sentía ira? ¿Tristeza? ¿Frustración?
Tal vez hasta él dudaba de qué debía sentir.
—Estamos peleando a muerte. ¿Qué importa ahora si lo hiciste tú o no? De todas maneras, debo matarte. ¿Por qué te esforzarías en esconderlo entonces? ¿En serio he visto todo?
Por fin se levantó y miró de frente a la criatura que pudo haber acabado con la vida de sus padres.
—No fui yo, pero…
—Debieron alcanzarlos los Augen entonces. Un Augen o varios los eliminaron y tú naciste para protegerme.
—Mi misión sigue siendo esa. Nada ha cambiado. ¡Para eso hice todo esto! Tú jamás podrías soportar lo que te espera más allá de Batoru.
—Aún no entiendo qué es el hechizo de Sen. Tú tampoco esperabas que esto pudiera pasar, pero pasó. Y ahora… ¿ahora qué sigue?
Peck juntó sus manos en frente de sí mismo, entrelazó sus dedos mientras respiraba profundamente para después exhalar. Sus intenciones hostiles aparecieron.
La extraña actitud de Peck ante tal revelación podría ser una duda para muchos, pero Leben lo entendió bien; no dudaba de lo que estaba pasándole.
Era sencillo: Peck sintió tanto dolor que no podía procesarlo todo. Un sufrimiento tan grande que se requería de un largo tiempo para empezar a procesarlo de verdad, y que funcionaba como una muralla que impedía el flujo de sus emociones.
Aun así, ese dolor es utilizado por su magia para crear una forma de liberarlo:
¡La ira!
¡Y convenientemente tenía al sujeto de pruebas indicado para desquitarlo!
—Recuerdo bien todos los golpes que me diste. Más o menos esto es lo que sentía peleando contra ti.
El maná de color púrpura de Peck adquirió la forma de una serpiente que podría devorar a un hombre en menos de un segundo.
Su objetivo intentó alejarse y tropezó en el proceso cayendo de espalda, extendió la mano y con magia creó un gólem de piedra que emergió de una nube color carmesí y atrapó a la serpiente por los colmillos para detenerla.
Peck imbuyó más magia y la serpiente se transformó en un dragón rojo de grandes alas y gran torso que caminaba sobre cuatro extremidades. De un mordisco partió en dos al gólem, los restos que quedaron en el hocico de la bestia fueron quemados por el aliento de fuego de este ser.
¡Y luego ese fuego fue disparado como una llamarada hacia Leben! Él se protegió rápidamente creando una gárgola de piedra que con sus grandes alas lo envolvió como si fueran dos escudos.
—¡¿Cuándo aprendiste a usar este poder de esta forma?!
—Te he visto usarlo muchas veces, ahora sé que todo lo que hacías las veces que peleamos antes; yo también lo puedo hacer. Pienso en eso… ¡Y solo me dejo llevar como siempre he querido!
La ferocidad de las flamas creció, el calor aumentó y la gárgola comenzó a ceder.
—¡Es muy pronto para ti! ¡Si estuvieras en el mundo real empezarías a colapsar por pelear así!
—Pero no estamos en el mundo real, ¿o sí?
Leben quería responderle con eso, pero estaba en una situación que le impedía el hablar.
De pronto las llamas dejaron de atacar, y dos manos gigantes atacaron por los costados a la gárgola para aplastarla y también a Leben el proceso. Aún había resistencia que se impedía a eso, así que apareció una tercera, cuarta, quinta… ¡Hasta una sexta mano! ¡Apretando desde todos los ángulos posible!
Y mientras tanto, la mirada de Peck que siempre lucía intimidada lucía fría y sin vida, no reflejaba en absoluto su enojo.
—Ah… ¡Maldición!
Leben aún tenía un as bajo la manga, tenía la ventaja de que el cuerpo que tenía no era real: solo imitó la forma de su creador. Para escapar se cambió a sí mismo transformándose en una nube que se escurrió entre los dedos de las manos gigantes…
Esas manos desaparecieron para volverse un tornado que absorbió a la nube, pero la nube no tardó en responder transformándose en un lagarto de piedra…
Y el tornado reaccionó convirtiéndose en un hombre gigantesco hecho de metal que trató de aplastar al lagarto con el pie.
Ese lagarto escapó de tal situación volviéndose un águila del mismo tamaño de una persona, se elevó y luego se dirigió hacia el chico de cabello castaño para atacarlo.
¡Aun así, sin que lo viera venir, un león atrapó por el cuello a esa águila! Dicho León no salió de la nada, antes era ese hombre gigante de metal que cambió para dar caza a ese enemigo.
Al estar atrapada, el águila se volvió una nube que después adoptó una forma humana; regresando a verse como una copia exacta de Peck.
Sin embargo, la versión original lo había anticipado: estaba esperando a que Leben tomara esa forma para atacarlo.
Desde los nudillos de Peck aparecieron cristales que recubrieron la mano como si fueran un guante, que a la vez cambiaron sus dedos para proveerlo con garras afiladas que usó para cortar en diagonal el pecho de su rival.
El ataque y el dolor hicieron que este último retrocediera, bajó el mentón cuando intentó verse la herida… algo que Peck aprovechó para pateárselo y finalmente derribarlo.
Leben terminó cayendo de espaldas.
Al estar en el piso intentó alejarse arrastrándose, hasta que notó que nada ni nadie lo perseguía.
La persona que debería estarlo persiguiendo se quedó quieta, cubriéndose el ojo derecho con la mano que usó para atacar.
—Es la primera vez que de verdad siento que te lastimé de verdad, después de tantos intentos.
—¡Oye! ¡¿Acaso tú…?!
Leben lo notó de inmediato.
—Bueno, todavía hay mucho que debo devolverte.
Es cierto que ninguno de los dos sabía qué haría el hechizo de Sen que le devolvería sus recuerdos a Peck.
En algún punto, fue Leben quien descifró que los recuerdos de su creador fueron complementados con algo más a fin de hacerlos lo más detallado posible.
¿Qué otro efecto secundario podría haber?
El joven que solía estar asustado se volvió más fuerte también. Era claro: cuanto más se acerque a la victoria, más rápido recobraría el control.
Leben tenía una idea vaga de qué pasaría, sabía que Sen no podría eliminarlo de golpe… solamente Peck podría. Para que eso pasara, él debería estar en control…
Así que, sea cual sea el efecto, Leben únicamente podría anticipar que tendría un tiempo límite para matar a Peck si quería ahorrarse esas complicaciones.
Y dicho tiempo límites…
—¿Estás listo, Leben?
Ese tiempo… ya había pasado.
Cuando Peck quitó la mano de su ojo, dentro del mismo había aparecido un símbolo... un tridente sobre una circunferencia.
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