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Escribiendo en la oscuridad

Metodos de trabajo

Metodos de trabajo

Oct 14, 2024

Una habitación llena de bocadillos era invitar a todos a ignorar su entorno por completo por un buen rato, los vampiros se aglomeraban frente a la mesa para servirse a sí mismos, realmente querían probar cada pequeña cosa antes de tomar una porción grande y predilecta de su comida preferida y alejarse. Sin mesas, sin muchos asientos, simplemente cada uno escogió su esquina favorita para comer e ignoraron por completo a los hombres que debían ser el centro de atención. 

—¿Realmente se portan de esta forma?— el mayor de ambos hijos miraba la situación entre sorprendido y ligeramente molesto por eso. 

—¿Por qué hacen eso?— el menor miraba como la comida no parecía tampoco la cosa más grata para que ellos intentaran comerla, su nariz molestaba apenas entrar y al examinar la situación de cerca fue mucho peor. 

—¿No son divertidos?— el hombre mayor solo le restaba importancia mientras iba a una mesa apartada para tomar una bebida, un poco de licor para festejar el momento, jamás venía mal —Con el tiempo te encariñas con ellos.

—Parecen seguir muy arraigados a sus impulsos— Anatoly realmente no le veía lo divertido —¿Por qué incluso se alejan entre ellos? 

—Obviamente, para proteger su comida, nosotros como hombres lobo tenemos camadas más grandes ¿Cierto? Ellos realmente no han tenido tantas generaciones detrás como para tener una evolución muy marcada, ya es un gran avance que se adapten tanto. 

—Aun así— miró de reojo a todos que lejos de ser una forma elegante de comer, muchos comían aún como un niño pequeño, otros parecían muy remilgosos revisando cada pequeño bocado, no había un equilibrio claro —¿Qué están comiendo? 

—Ratones, viseras de res, sangre de vaca, realmente nos están consintiendo— Vail estaba detrás de ellos casi como una sombra —Ustedes son lobos ¿No comen eso? 

—No somos unas bestias— bufó Anatoly, mirando la taza de “café” en manos del vampiro, era un líquido oscuro y no sabía si realmente deseaba enterarse de que era lo que realmente contenía, parecía viscoso y espeso, demasiado como para tardar su tiempo en deslizarse de los bordes cuando dejó de darle un sorbo. 

—Ya no es tan practicado— intervino Ekain, obviamente olfateando descaradamente alrededor del lugar —Yo puedo comer esas cosas, pero mi hermano tiene estómago delicado y es intolerante a la mayoría de comida cruda. 

—Si puedes cocinarlo, no necesitas comerlo crudo, es simple evolución. 

—Así que un mal genético— murmuro Vail sin importarle que fuera un comentario grosero u ofensivo, solo ensimismado en sus pensamientos —¿Será una variante? 

—Tal vez sea así— Dan reía más que entretenido por toda la conversación —Hace siglos que eso dejó de ser un mal que te lleve a la tumba, es normal que se haga más común. El vampiro asintió como si fuera un hecho más que una vaga teoría. 

En cuanto cada uno terminaba de comer comenzaban a crear grupos y a socializar como lo haría una persona normal, acercándose a los nuevos integrantes de la editorial, hablando por última vez con el antiguo jefe, creando un ambiente un poco más agradable y social que dejaba un poco las incomodidades de lado. Dan parecía seguir más de cerca al mayor de sus hijos para darle una mejor introducción al mundo de los vampiros y asistirlo para lograr que se llevara bien con las personas. Ekain parecía mucho más independiente, merodeando por el lugar y entablando una conversación o dos con algunas personas. 

Apenas notó que Vail se estaba escabullendo (sin mucho cuidado si debía decirlo) inmediatamente fue tras de él, simplemente pisándole los talones sin decir mucho, era obvio que comenzarían desde ahora a trabajar juntos y deberían acostumbrarse a la idea, por más que el de cabello blanco deseara postergar la situación hasta que decidiera que debía enfrentarlo, obviamente no podría, no sabía que tan de cerca iba a ser seguido y por cuanto tiempo, se estaba cansando solo de intentar perderlo entre los pasillos. 

—¿Un cubo? 

—Vamos al cubo— el pelinegro sonrió como si hubiera cumplido un gran logro, bastante satisfecho de sí mismo y ligeramente presumido caminaba ahora a la par del vampiro. Teniendo tiempo de estar a la par pudo notar que el otro se encorvaba bastante, como si se quisiera esconder, no era muy alto, era bastante bajito incluso para una mujer, los vampiros eran elegantes, atractivos y un rasgo del atractivo era la altura y la forma del cuerpo, pero incluso si se mantuviera erguido no parecía llegar siquiera al metro setenta.  

El cubo era eso, una habitación con solo una mesa y dos sillas donde los editores revisaban el trabajo de cada escritor u aspirante a escritor que visitara el lugar, un montón de cubículos especiales para dar cierta privacidad al ruido, pero con una parte de cristal al frente para que no fuera un lugar asfixiante y cerrado, un pasillo de pequeñas oficinas que podían ser más o menos concurridos dependiendo del día. Ahora mismo las personas ya estaban trabajando con varias personas, el mundo no se detenía en los vampiros y todo era un día normal de oficina. Vail se encorvó mucho más, incluso ocultando tanto como podía su rostro entre su pelo. 

—¿Odias los sitios concurridos?— aunque el pasillo era tranquilo y solo había una o dos personas pasando por su lado a las que solo dedicaba un asentimiento. 

—Está lleno de luz— era un susurro con tono de protesta, casi siseando por atreverse a traerle aquí en primer lugar. 

—¿Te molesta la luz artificial?— aún no era tan tarde como para que el sol se reflejara entre los vidrios y realmente sea un gran problema, aún no llegaba al ángulo para generar eso. 

—Me molesta la luz en general. 

No comentó más sobre el tema, dejó que el más bajo escogiera el lugar que más le gustara, cuando estaban entrando una chica bastante joven trotaba para alcanzarlos, con una carpeta llena de documentos, realmente se detuvo con un suspiro, y aunque Vail entró sin prestarle atención, Ekain la esperó a que se recompusiera para aceptar la información que había pedido, la chica solo murmuró una despedida antes de irse apurada a otro sitió, solo una pasante que otros usaban para sus recados.  No es como si los despreciara, simplemente no podía hacer otra cosa más que darles una paga digna por hora (que recibían) y estar atento a que hacer trabajos molestos no se volviera abuso. 

Se sentó en el lugar, vació y abrió la carpeta para mirar, el peliblanco estaba recostado sobre sus brazos, oculto en esa maraña de pelo blanco y ni un solo pedazo de piel a la vista. 

Lo primero era una gran lista de los libros publicados y los autores fantasmas a su cargo, necesitaba conseguir a alguien nuevo para ser la cara del nuevo trabajo que Vail haría, necesitaba una idea general del tono para comenzar a buscar candidatos en cierto rango de edad. Había historias que necesitaban actores jóvenes y otras tan intrínsecas y pesadas que nadie creería que un novato salido de la nada pudiera haber sido artífice de esto y de ser así esperarían más trabajos. Tal vez debería darle esta novela a un escritor veterano que se asemeje a su estilo de escritura, pero primero debía saber como escribía y como escribiría esta vez. 

—Vail, ¿De que tratara tu última obra?

—De mi vida— ni siquiera se molestó en levantar su rostro —Los primeros años de mi vida. 

—Será una saga o…

—Solo un libro, no me importa lo grande que sea, no me importa si es una enciclopedia, será solo uno— apretó sus puños, no podría dividir esa parte de su vida por más que quisiera, era una etapa que necesitaba ser contada de una sola vez de principio a fin. 

—Supongo que será corto entonces— era algo decepcionante, su primer trabajo sería una novela ligera algo juvenil, su padre le había dejado esto porque él realmente insistía en tener un trabajo importante y serio para tener de primera mano y siempre cantaba alabanzas por la exquisita escritura detallada de Vail. 

—Como si fuera posible— una risa amarga se escuchó algo apagada por mantenerse aún escondido, pero pronto levantó la cabeza, apartando su cabello tanto como pudo con una mano, solo generando un nudo más a este porque era imposible para él apartar su cabello cuidando que el movimiento llegara hasta el final, así que se quedaba a medias y se quedaba atrapado entre sí. Solo un desastre para la vista —Será mi trabajo más largo, pesado y serio de todos. 

—¿Tienes una idea aproximada de su anchura? Normalmente, trabajan con diarios ¿No? Eso los ayuda a mantener los detalles y solo se encargan de contextualizar las cosas. 

—No lo sé, nunca escribí un diario de esa época— pero aun así era un recuerdo tan vivido aún después de décadas —Solo sé que es largo. 

—En ese caso realmente recomiendo dividirlo en dos o tres partes para que sea más digerible. 

—Inténtalo, te reto a encontrar una forma orgánica de dividirlo porque yo no lo haré— ya estaba haciendo un gran esfuerzo solo por escribirlo —Tú eres el editor, tienes control absoluto en mi trabajo, yo solo te doy las piezas para que armes lo que quieras de eso. 


Era uno de los problemas de trabajar con vampiros, ellos escribían de forma lineal absolutamente todo, un gran recuento histórico detallado y ellos como editores debían de darle una forma, dividir la información que ellos no hacían porque, al final de cuentas, era su vida relatada en fragmentos. Había algunos que realmente sabían cuando un momento debía de acabar, pero había otros que escribían lo que creían era solo una época y que en realidad podía dividirse en sagas completas o varias novelas diferentes porque había muchas vivencias diferentes entremezcladas. 

Algunos podían condensar diez años completos en una novela de mil páginas, otros tenían novelas de trescientas que solo eran un año de su vida, todo dependía de las vivencias que tenían. A ellos les pagaban por escribir, muchas cosas eran archivadas porque jamás iban a ser publicadas para empezar, eran solo una gran recaudación de datos a los que investigadores y eruditos pedían tener acceso por algún motivo, era como revisar el diario de una persona para recaudar fuentes históricas, detalles que al público general no le importa, pero a los investigadores realmente les parecía una mina de oro y las instituciones educativas aportaban varias sumas de dinero para seguir teniendo estas fuentes “restauradas” o “recuperadas” que tenían. 

Ekain se preguntaba si esto realmente iba a ser una novela o simplemente iba a ser archivado junto a mucho material que era solo visto ocasionalmente o apenas tocado, guardando polvo en una estantería junto a otros tantos que no tenían el potencial de publicación. 

—Puedes mandarme por correo la idea general de todo el escrito y un pequeño avance para comenzar a trabajar, 

—Yo no utilizo esas cosas— y no bromeaba con eso, no se estaba haciendo el tonto o complicando las cosas más de lo necesario —Escribo a mano.

—¿Una computadora? ¿Algo?— tamborileó con sus dedos sobre la mesa, mirando fijamente los documentos en el archivo —¿Tienes siquiera una máquina de escribir?— esto sería un trabajo extra y parecía un total fastidio. Ese archivo estaba lleno de notas de su padre y de alguna otra persona más, tal vez el abuelo o quien sea que fuera el desafortunado editor de ese momento.

—Tengo una plumilla y hojas de papel. 

La primera hoja de notas resaltaba en letras grandes y garabateadas con frustración un simple “escritura a mano” que no había sido cambiado o tachado por más que pasara el tiempo, el tipo realmente solo se había enfocado en hacer todas sus novelas a mano y ni siquiera sabía si era legible o serían rasguños de tinta que debía descifrar y digitalizar. 

—¿Puedes intentarlo?

—No.

Solo eso, no había comprensión, no había un punto medio, simplemente el peliblanco había zanjado el tema sin ceder ni un centímetro de su comodidad. 

—¿Cómo planeas que trabajemos entonces?

—¿Solo enviando todo por correo? 

—¿Quieres mandar un escrito por una empresa de paquetería?— era posible, pero era todo un fastidio y tardarían una semana solo para dar una revisión y obviamente era un trabajo en el que economizar tiempo era vital si quería que las cosas fueran fluidas. 

—¿No? Solo por correo, una carta como siempre. 

—¿Eso sigue existiendo?— claro que el cartero pasaba, pero solo dejaba facturas en su buzón y alguna publicidad que recogía, ni siquiera sabía si lo que le enseñaron en la escuela cuando era un niño seguía siendo válido, era una simulación de carta donde solo recortaba un trozo de papel, pegaba, intentaba escribir una dirección, pegaba una falsa estampilla y llenaba el sobre con pegatinas que regaló a su madre —¿Por qué no arreglamos visitas semanales? 

Y una muy obvia mueca de fastidio se mostró en el vampiro, Vail no quería algo semejante, podía intentarlo, pero no prometía que funcionara mucho, debía madrugar demasiado solo para esto o desvelarse como lo estaba haciendo ahora. 

—Yo realmente vivo por las noches— advirtió intentando ser positivo, no quería ser tan difícil, sus editores le odiaban desde el principio y por más que dijeran que le tenían cierto cariño, era más que consciente de que era un peso libre de sus hombros cuando ya no tenían que trabajar con él —¿Podemos intentar algo más cercano a eso? 

—¿Vives muy lejos de aquí?— visitas agendadas, tal vez obligarlo a futuro a conseguir un medio de comunicación que no implicara papel y lápiz y que le hicieran fluir las cosas con normalidad. 

—Camino— no decía mucho —tal vez veinte minutos caminando. 

—Veinte minutos— no era cerca, pero tampoco tan apartado de la zona, era manejable —Puedes venir el viernes con un adelanto y una idea general de todo el escrito, ¿Te parece bien a las ocho? 

—Es mucho más manejable— bien, era un compromiso. 

—¿Tienes algún medio para comunicarte?

—Cartas.

—Entiendo— esto se estaba volviendo demasiado —¿Cuántos años tienes? 

—Cuarenta y dos años— no se ofendía por esa pregunta, lo esperaba, el pelinegro comenzaba a contar mentalmente, al parecer su padre le había enseñado alguna información básica de los vampiros —ciento veintisiete. 

—¿En verdad?— le miró atentamente, como si mirarlo fijamente hiciera que se notara mejor su edad —Pareces más joven que eso,

—Tengo buena genética. 

No había mucho más por decirse ahora, caminaron incómodamente uno junto al otro para regresar al comedor donde el resto debían de seguir con la celebración. Vail fue, no regresó con el resto, solo fue a la sala de conferencias a tomar todas sus cosas y alistarse para salir.

Las personas solo lo miraban de reojo, un albino que resaltaba lo suficiente como para darle una mirada, pero no más que eso.
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