Notando el estado de su pequeño Klaus comenzó a alterarse, con desesperación dejó su pelea y se acercó al niño sin mirar atrás.

“¡ERICK!”

Al oír la voz angustiada de su guardián Erick al fin logró tomar control de sí mismo, sabiendo lo fácil que era para él dejarse dañar cuando se enfocaba en salvar a otros, dada su crianza y entrenamiento dónde dejar que otros perecieran le había sido indoctrinado, nunca enseñándole cómo manejar el defender a otros y a sí mismo a la vez, algo de lo que Jake le había advertido.

Sintiéndose culpable por ponerlo en peligro, Erick se lanzó hacia Klaus, llevándolo al suelo justo antes de que el demonio alcanzará a golpearlo. Inmediatamente se cubrió la nuca, preparándose para el impacto del suelo y, seguramente, el siguiente ataque del Diagvelia.

Así como el niño había salvado a su guardián, Aubrey logró jalarlo desde el cuello de su playera, justo a tiempo para evitar el impacto. El demonio volvió su atención al vampiro.

“¡Ya deja de arriesgarte así!” Bry aún sostenía su ropa, con gran fuerza, estirándola.

“Perdón pero debo devolverle el tiempo que perdió por mi culpa” Erick se soltó y tomó una piedra del suelo y la arrojó a la masa que ahora se dirigía a Klaus, aun el suelo preocupado por el niño.

Al tomarlo desprevenido y con la sorprendente fuerza del lanzamiento, la roca logró herir al Diagvelia, salpicando sangre desde un palpitante agujero en su cuerpo, el demonio miró con resentimiento al niño.

Durante la conmoción el pequeño Vincent se preparó nuevamente para pelear, llamó a su arma, que aún se encontraba donde había iniciado la pelea, la atrapó en el en cuanto pasó sobre de sí, con la esfera en su estado reducido. La giro para agrandarla nuevamente.

«Ya no puedo seguir sin hacer nada».

Bry se puso frente a Erick para protegerlo de la ira del demonio, pero el niño no lo permitió, jaló de su brazo y trató de ponerla tras de sí.

“¿Qué crees que haces? ¡Huye de aquí!”

“Pero si tu-”

El demonio se abalanzó sobre los niños, con uno de sus picos al frente, apuntando directamente a ellos. Instintivamente ambos se sujetaron de la mano, el hombro derecho de Bry chocando con el hombro izquierdo de Erick, extendiendo sus otras manos al frente en un último intento por bloquear el golpe inminente. El otro niño y el vampiro se encontraban listos para saltar y detener el impacto, pero este no llegó.

Al juntar sus hombros, donde Aubrey tenía su marca de nacimiento, una luz blanca salió de sus manos levantas, con una gran destello el demonio fue desintegrado, dejando tras de sí una brillante piedra negra, similar a la obsidiana, igual a la que más tarde ese día dejaría el demonio que había atacado a Jake y Cloud.

El Diagvelia fue purificado.

Erick y Aubrey se mostraban confundidos, Klaus sorprendido y un tanto preocupado, mientras que Vincent reía a carcajadas.

“Que estúpido” su risa hacia eco en El silencioso bosque, rebotando en los árboles y la hojarasca alrededor del claro “de verdad pensó que podía matarlos así como así, pero los activó” un par de lágrimas salieron de sus ojos “y termino destruido” se limpio las lágrimas y soltó un fuerte suspiro “ay, bueno…”.

Los demás lo observaban sin saber cómo reaccionar, la dulce risa de aquel pequeño de apariencia inocente no cuadraba con la atmósfera que provocaba, un cierto aire de inquietud los invadía.

“Vaya tarde, que divertido”.

Vincent se agachó para recoger la piedra resultante de la purificación, pero fue bloqueado por los cristales del vampiro, cubriendo el fragmento con un pequeño domo.

“Lo siento niño, pero yo me llevaré eso”.

“No lo creo colmillos” su anteriormente alegre sonrisa mostró hostilidad, con la implicación de una amenaza.

Vincent golpeó fuertemente el suelo con ambas manos, la metálica destrozó los poderosos cristales mientras que la otra penetró en la tierra. Con un rápido movimiento levantó una cortina de polvo y desapareció entre está sin dejar rastro.

«Ni siquiera Jake es capaz de romper mis cristales tan fácil, ¿cómo lo logró este niño?».

“Y después de eso volvimos a casa”

Jake se encontraba silenciado, atónito. Erick sonreía orgulloso de su hazaña al derrotar a un ente tan poderoso. Klaus aguantaba reírse del contraste de sus expresiones.

“Y al llegar a casa regañe a los gemelos por ponerse en peligro”.

Otra sorpresa para Jake, que Klaus hubiese soltado como si nada la identidad de Aubrey frente a Erick, la misma que él había descubierto apenas esa mañana cuando dejó a su primo en la escuela. Se forzó a no reaccionar, esperando que pasara desapercibido.

“¡Oh!, si, vaya aventura… ¿Pero qué pasó con tus compañeras?” cambio el tema.

“Las encontramos afuera del bosque, no recordaba nada. Ni siquiera cómo llegaron ahí, para empezar”.

“Cómo ya fue todo, vete a tu cuarto a dormir” le pico su mejilla sanada.

“¡Ay ay ay! ¡Arde!” el niño aún sentía los efectos secundarios de la curación, el dolor momentáneo le refresco la memoria “Ah, por cierto, tenemos visitas”.

“Si… ya lo sé, hablaré con ellos mañana temprano”.

Los tres subieron la escaleras, se dijeron buenas noches y entraron a sus cuartos. Erick, cómo el día anterior, se arrojó a su cama y cayó rendido ante el cansancio. Klaus y Jake tomaron turnos para prepararse en su baño, siendo el vampiro el primero.

“Oye, Jaky” Klaus le habló cuando terminaba de cambiarse, mientras su amado se cepillaba los dientes “El Señor Park, ¿No es El zorro mafioso que se quedó con tu casa de la infancia?”.

Jake asintió. Terminó de enjuagarse y se secó la boca con una toalla al lado del lavabo. Sentado al pie de la cama, Klaus se estiraba, levantando sus brazos tras de su nuca, su camisa de noche y su ropa interior dejando a la vista las largas cicatrices de un rosado pálido oscuro, circundando sus brazos  y sus piernas, hundidas en su piel, un recuerdo de lo que era capaz de sacrificar por su amado. El vampiro se sentía orgulloso de aquellas marcas.

Para su amado las marcas tenían un significado un tanto más sombrío, el momento en que casi lo pierde, y a su vez, el momento en que supo  cuán importante realmente era el vampiro para él. Verlas le traía el confort de su capacidad de supervivencia y, aunque por ello se avergonzaba y sentía culpable, un gran sentimiento de orgullo por ser merecedor de tal aprecio. 

Una vez terminó su aseo Jake se dirigió a la cama.

“¿Piensas intervenir?” Klaus se puso de pie, dirigiéndose al lado izquierdo de la cama.

“Espero poder hacerlo legalmente pero…” el joven levantó la cobija del lado derecho y dejó caer en el suave colchón “... puede que ni sepa que existo”.

“¿También hablaras con Aubrey?” el vampiro se acostó a su lado “ella-”.

Jake cortó sus palabras girando para quedar encima de él, acurrucado en su pecho boca abajo, hablando con una voz encaprichada y apretando su puño, tenso e incómodo.

“No quiero pensar en eso” exclamó mientras Klaus acariciaba su cabello y su nuca “ella ya tiene una familia que la adora… y lady se quedó con ella, está bien así, no nos necesita”.

“Eso dices ahora pero estoy seguro de que tarde o temprano tendrás que hacerlo”.

“Lo sé… lo sé pero, ¿y si se dio cuenta de lo que hice entonces?”.

Pensamientos sobre su tiempo en el orfanato invadieron su mente, aquel horrible lugar al que se tuvo que enfrentar tras la muerte de su padre y sus tíos.

“Ella seguro me odia”.

La tensión en su mano y rostro incrementaba con la velocidad de sus pensamientos, sus ojos comenzaron a brillar con esa luz característica de malestar. Al verlo tan intranquilo su novio tomó su cabeza con la mano que lo había estado acariciando, apretando a su pecho, y giró a su derecha, quedando ellos frente a frente tendidos en la cama. Para reconfortar lo abrazo cariñosamente.

“Eso es imposible… igual ya lo resolverás”.

Jake lo miró con dulzura, asombrado nuevamente de lo fácil que le era al vampiro mover su corazón, esta vez llenándolo de calidez y calma con gestos y palabras tan simples.

Klaus suspiró, cansado por el día y su viaje, sintiendo el pesar abandonar su cuerpo al encontrarse ahora con su amado entre sus brazos, en la casa en la que criaban juntos al niño que consideraba como su propio hijo, aunque su diferencia de edad no fuera mucha, sólo ocho años.

“Estoy agotado”.

El hombre abrazó a su amado con más fuerza. En poco tiempo ambos durmieron profundamente.

Durante la noche los hábitos nocturnos de Jake lo llevaron a volcarse completamente, con su cabeza al pie de la cama y sus pies en la cabecera, enredado en las cobijas; mientras que Klaus permaneció estático en su posición. 

Su sueño fue abruptamente interrumpido en cuanto salió el sol, con un grito de pánico proveniente de su querido niño. Ambos se levantaron al instante. Corrieron hacia la habitación de Erick dejando sus cobijas repartidas por el suelo tras de sí. Jake iba por delante dada su cercanía a la puerta al momento de escuchar al pequeño.

En la habitación de Erick ya se encontraban Cloud y Cloe, pues habían dormido en la habitación de al lado de la suya, tratando de desescalar su pánico sin éxito.

“Por favor cálmate” el joven rubio alzaba sus manos hacia el niño.

“¡¿QUÉ ME CALME?! ¡¿CÓMO- ¡¡AHHHHH!!”.

La extraña sensación en el hombro izquierdo del niño lo perturbaba con cada vibración, como si algo vivo quisiera salir de este.

“Se que es raro pero…”.

Cloud seguía intentando razonar con él mientras el pequeño agitaba su brazo por su habitación, tratando de deshacerse de lo que sea que le pasara.

“Si me escuchas un segundo…”.

“¡¿ESTÁS VIENDO ESTO?!”.

“¿Quieres que lo calme?” Cloe intercedió, sacando un ligero rayo de electricidad de la punta de su dedo índice.

“Por ahora no” Cloud no estaba seguro de qué tan seguro sería eso.